Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 28 de marzo de 2013

Latinoamérica, la política y el Papa- Venezuela, el vuelo del cóndor y las ideas revolucionarias- Una nueva situación bancaria

Latinoamérica, la política y el Papa
Adolfo Sánchez Rebolledo
Entrados en la Semana Santa, la visibilidad del papa Francisco irá creciendo junto con la leyenda del sencillo pastor llegado inesperadamente del fin del mundo: la parafernalia creada por el Vaticano no tiene parangón, pero lo más importante es que más allá de los rituales, enmarcados por la belleza de la música sacra, la pintura de los grandes maestros y la exultante arquitectura de la ciudad, la Iglesia está definiendo las líneas de su futuro en este terrenal mundo, aunque lo haga en el estrecho molde medieval que define su tempo.
 
La renuncia de Joseph Ratzinger dejó poco a la imaginación y vino a ser una suerte de golpe maestro para sacudir una institución debilitada por dentro y por fuera. Así lo entendieron los cardenales en el cónclave al elegir al argentino Bergoglio, pues desde entonces no hay día sin que el nombrado Francisco dé sorpresas a propios y extraños. A pesar de su edad y del conservadurismo que lo identifica, al nuevo pontífice lo anima la vitalidad que se extrañaba en su antecesor. En respuesta, las señales de austeridad las recibe con entusiasmo una grey cansada de escándalos morales, ostentaciones de poder e inocultables manifestaciones de corrupción. A los católicos corresponderá hacerse las preguntas pertinentes en cuando a los asuntos de la fe, sin duda. Y ellos sabrán qué quieren del papa Francisco.

Sin embargo, como institución, la Iglesia no se limita al plano de la espiritualidad ni es ajena al mundo secular en el que existe. Por eso no extraña que las primeras preguntas o, si se quiere, las primeras especulaciones en cuanto al significado de tener por primera vez en la historia un papa latinoamericano (jesuita, por más señas) sean políticas. Bergoglio no consiguió evitar las críticas a su actuación bajo la dictadura militar, pero la respuesta vaticana fue rápida y eficaz, invocando testimonios de calidad que aparecieron subsumidos en las urgencias de la diplomacia de la hora. No obstante, voces como la del incorruptible Juan Gelman marcaron los campos, sin prestarse al juego del olvido o a navegar en la noche de los gatos pardos sin discernir entre verdad y responsabilidad.

Sin embargo, más que hurgar en el pasado del Papa, la especulación principal en algunos círculos latinoamericanos, sobre todo en los medios del cono sur, se refirió al futuro inmediato, a la búsqueda de la utilidad instrumental, política, de la elección. Contra la tendencia en curso a forjar el carisma de humildad de Francisco como el rasgo esencial del papado, algunos comentaristas proclives a la derecha liberal creyeron hallar un paralelismo entre la situación de Juan Pablo II en contraposición al comunismo, en particular en su natal Polonia, y la que hoy tendría en perspectiva el Papa de cara a los gobiernos populistas de la región. Con un importante matiz: según Roberto Guareschi, ex editor en jefe del Clarín, de Buenos Aires, por más de una década, “la llegada de un papa latinoamericano encuentra a los gobiernos populistas en un mal momento, disminuidos por la muerte de Chávez.
 
Francisco estaría preparado para cumplir con la tarea implícita en esa caracterización, pues Bergoglio siempre ha considerado a la política como parte importante de su sacerdocio. Y el autor citado explica: Pocos años atrás quiso aglutinar a una buena parte de la oposición argentina, dispersa, sin imaginación y sin líderes. Quería crear un contrapeso a la hegemonía de los Kirchner, que han avanzado sobre el Parlamento y la justicia, y combatido al periodismo no oficialista, a la manera de
 
Más allá de la impertinencia histórica, social, ideológica y estratégica de la comparación entre el derrumbe de la Unión Soviética y las realidades latinoamericanas, lo cierto es que ese enfoque de algún modo revela (o comienza a develar) cuáles son las inquietudes que en el fondo preocupan a ciertos sectores que hablan por las elites continentales.
 
En rigor, más que una hipótesis sobre el futuro, tales comentarios, atribuidos a expertos cuyos textos se repitan en diarios de todas las capitales, son una carta de intenciones convertida en amenaza potencial para los gobiernos legalmente constituidos que intentan recorrer un camino distinto al aprobado a partir del llamado Consenso de Washington.
 
En el fondo, afirma Guareschi, el temor del gobierno argentino –y se sobrentiende, de otros países del cono sur– sería que un argentino muy poderoso sea un interlocutor preferencial de Washington y pueda incidir en Argentina y modificar relaciones de fuerza en América Latina. Como Reagan con Juan Pablo II.
 
Por lo pronto, el papa Francisco visitará Brasil para tomar parte en la Jornada Mundial de la Juventud y ya ha anunciado que visitará su país al finalizar el año. Veremos si los pronósticos de la derecha tienen visos de convertirse en realidad, aunque se trate de la indebida injerencia de una potencia espiritual en crisis. Más que nunca hace falta separar la Iglesia del Estado.
 
PD. Como lectores contamos para comprender esos laberínticos procesos con el análisis siempre informado y juicioso de Bernardo Barranco, quien semanalmente nos ayuda a entender las complejidades de ese mundo y a quien reiteramos nuestro aprecio y solidaridad. La cancelación de su programa radiofónico, luego de 18 años al aire, es un oscuro nubarrón que mancha las libertades ganadas a pulso por hombres como él.
 
Venezuela, el vuelo del cóndor y las ideas revolucionarias
Ángel Guerra Cabrera
Caracas. La batalla de las ideas adquiere una importancia decisiva frente al asalto del gran capital contra las conquistas históricas de los pueblos y las condiciones de reproducción de la vida en el planeta.
 
En América Latina y el Caribe se refleja muy nítidamente pues como en ninguna otra parte del mundo en el siglo 21, las luchas sociales hicieron surgir un bloque de líderes y gobiernos que en distintos grados se oponen al neoliberalismo y han hecho revivir el pospuesto ideal bolivariano y martiano de unidad latinocaribeña. Estos acontecimientos, catalizados luego de la irrupción de Hugo Chávez en la palestra política(1992), han posicionado a nuestra región como un interlocutor internacional crecientemente autónomo e influyente. También han elevado la conciencia política popular de un modo en que el capital cada vez puede ejercer menos la dominación cultural por los medios tradicionales, como se observa diáfanamente en Venezuela.

Aquí, el impacto en los revolucionarios de la desaparición física del jefe histórico de la revolución ha hecho rodar por tierra los pronósticos de la mafia mediática. Lejos de cundir el desaliento y la división, se ha reforzado la unidad y combatividad del chavismo, que se dirige a conquistar para su candidato Nicolás Maduro una rotunda victoria en la elección presidencial del 14 de abril. Al imperio no le queda más recurso que la desestabilización. Así se analizó en el X Encuentro de Intelectuales, Artistas y Luchadores Sociales en Defensa de la Humanidad que el 25 y 26 de marzo debatió en esta capital el pensamiento y la acción de Chávez En este contexto cobra gran actualidad Cuba: ¿revolución o reforma? (La Habana, 2012), libro del ensayista y periodista cubano Enrique Ubieta, ya que aunque su eje es el debate cultural en torno a la revolución cubana, la argumentación empleada trasciende los límites de la isla. La cultura contrarrevolucionaria –dice el autor– sólo puede entenderse desde un enfoque global.

Ubieta desnuda y demuele los estereotipos neoconservadores y posmodernos, mostrando fehacientemente la enorme pobreza intelectual, moral y espiritual que albergan. A partir de una discusión exhaustiva de las aseveraciones del pensamiento contrarrevolucionario cubano e internacional, el autor desmonta sus trampas, eufemismos y emboscadas semánticas y retóricas. Como explica en las palabras iniciales, no es un libro para objetar a personas concretas; la polémica sigue el hilo conductor de la propuesta cultural que intenta restaurar el capitalismo en Cuba, y los argumentos de sus principales exponentes.
 
En la primera sección del volumen, El vuelo del Cóndor: revolucionarios versus reformistas, Ubieta aborda un tema decisivo para comprender la tradición revolucionaria cubana: la coincidencia entre lo necesario y lo útil. Nos explica que el primer acto útil en pos de la independencia fue inevitablemente de justicia: la liberación de los esclavos.En las condiciones de Cuba, si se quería alcanzar la independencia había que movilizar al grueso de la población tras ese objetivo, que a su vez exigía la abolición de la esclavitud.
 
Las necesidades vitales de la población sólo podían ser alcanzadas desde presupuestos éticos, sentencia el autor, un principio que se ha mantenido invariablemente a lo largo de la historia cubana. Allí reside un antagonismo de primer orden con el pensamiento de derecha nacional, particularmente con la versión actual, más pragmática y cínica que sus antecesoras, enarbolada por la contrarrevolución en los textos de autores como Rafael Rojas y Carlos Alberto Montaner, por mencionar dos de los más conocidos.
Ubieta argumenta cómo el apego de los ideólogos contrarrevolucionarios al deber ser teleológico se contrapone al martiano poder ser, la utilidad de la virtud, que no reduce la verdad a lo meramente visible. Este es el vuelo del cóndor, que pide sacrificio, pero es indispensable al interés de la patria. Lo otro es insectear, vocablo creado por Martí para calificar al culto positivista por los meros datos ausentes de alma y horizonte. Insectear conduce inevitablemente a la subordinación a Estados Unidos pues si se analiza desde el racionalismo frío ¿cómo podría el pueblo cubano sostener la independencia frente a un poder tan formidable?
 
El nuevo libro de Ubieta llega en buen momento, cuando nuestros pueblos quieren volar como el cóndor y las oligarquías se empecinan en hacerlo como insectos.
Twitter: aguerraguerra
 
Una nueva situación bancaria
Orlando Delgado Selley
Hace menos de dos años, en junio de 2011, el entonces presidente alemán Christian Wulff escribía que no se habían resuelto las causas de la crisis ni se habían reconocido los nuevos riesgos en los que se incurría. Advertía que en esta crisis, primero, bancos rescataron bancos, luego los estados rescataron bancos y después un grupo de estados rescató a estados individuales. Con los acontecimientos de Chipre pareciera que esta lógica pudiera estar replanteándose.
 
Desde la quiebra de Lehman Brothers en septiembre de 2008, la línea fundamental de trabajo que han desarrollado gobiernos y bancos centrales ha seguido el principio de que los accionistas pueden perder su inversión parcial o totalmente, pero se garantiza a depositantes el monto de sus recursos. Los bancos se han rescatado, reduciéndoles el tamaño y obligándoles a cumplir con los requerimientos de capital establecidos. El impacto sobre las finanzas públicas ha sido importante, llevando a que gobiernos se endeuden masivamente.

Para quienes conducen la política europea, los que Krugman llama los austerianos, una vez superada la primera oleada de la crisis, la prioridad ha sido reducir el déficit fiscal y el endeudamiento público a 3 y a 60 por ciento del PIB, respectivamente. Para logarlo han instrumentado drásticas políticas de austeridad que han castigado la posibilidad económica de recuperación, provocando recesión y desempleo. Han pagado por la crisis quienes no han sido responsables y lo seguirán haciendo, en tanto no se consiga el equilibrio fiscal perseguido por los austerianos.

Este objetivo está claramente lejos de cumplirse. Mientras tanto, las dificultades persisten, con nuevas complicaciones. Chipre, pequeño país miembro de la zona euro con un sector bancario equivalente a ocho veces el tamaño de ese país, ha sido sometido a un tratamiento diferente al aplicado a Grecia, Irlanda, Portugal y España. Los austerianos dijeron, primero, que habían decidido que dadas las peculiaridades del sistema bancario chipriota, que implica ser un paraíso fiscal, el rescate que la troika infernal (FMI, Banco Central Europeo y Consejo de Ministros de Finanzas) proponía que tenía que incorporar la contribución de los ahorradores, era exclusivamente para Chipre.
 
Sin embargo, con la declaración del actual presidente del Eurogrupo, el holandés Jeroen Dijsselbloem, se ha explicitado la estrategia de los austerianos: la llamada solución chipriota no sólo no es excepcional, sino que constituye la guía que seguirán los próximos rescates. El punto central es el de la contribución de los grandes ahorradores. Hasta ahora, frente a los problemas bancarios los accionistas y quienes invertían en deuda de baja calidad podían perder sus recursos. Con la solución chipriota también hay riesgo para tenedores de deuda de media y alta calidad y para depositantes mayores a 100 mil euros (aproximadamente un millón 700 mil pesos).
 
La peculiaridad chipriota, cuyo sistema bancario permitió lavar dinero a diversos grupos, le da cierta legitimidad a la medida impuesta por la troika. Sin embargo, los impactos globales pueden ser fuertes. En primer lugar, desplazamientos de recursos de cuentas de grandes ahorradores hacia bancos superseguros, especialmente alemanes; segundo, desplazamientos del ahorro de instrumentos bancarios a papeles financieros verdaderamente triple A. Tercero, un proceso de desintermediación financiera de instrumentos bancarios hacia activos reales.
 
Una gran consecuencia, probablemente inmediata, los bancos de países débiles perderán recursos que irán a bancos fuertes y luego los países débiles perderán frente a países fuertes. Se puede provocar un agudo proceso de concentración a nivel bancario y entre países, agravando las diferencias entre el centro y la periferia europea y dificultando, aún más, la posibilidad de recuperación económica de Grecia, Irlanda, Portugal y España. De este modo, el desempleo seguirá aumentando, con sus devastadoras consecuencias sociales y políticas.

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