Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 30 de marzo de 2013

México-EU: injerencismo y doble moral- 2050: el año en que la humanidad volvió a nacer

México-EU: injerencismo y doble moral
Al dar detalles sobre la próxima visita del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a nuestro país –a realizarse en mayo–, el subsecretario de Estado para Asuntos de Narcóticos, William Brownfield, dijo que el mandatario estadunidense reafirmará su disposición a seguir cooperando en materia de seguridad con el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero que será éste el que decida la política, la estrategia, las áreas donde podemos colaborar y vamos a colaborar en el futuro.
 
Si ha de darse crédito a lo dicho por el funcionario estadunidense, la próxima visita de Obama a México tendría que derivar en una reconfiguración profunda de la relación bilateral en materia de seguridad, relación que hasta ahora ha estado marcada por la subordinación y por la intromisión creciente de las autoridades estadunidenses en ámbitos que sólo competen a los mexicanos. Particularmente necesario resulta avanzar hacia la reformulación de la Iniciativa Mérida, instrumento bilateral en materia de seguridad y combate a la criminalidad que, a juzgar por los saldos obtenidos, no sólo ha sido inutil para reducir las actividades de las bandas delictivas que operan en México, sino que ha sido uno de los factores del sostenido deterioro de la seguridad pública y del estado de derecho, ha llevado a una abdicación de potestades y responsabilidades soberanas en materia de inteligencia, seguridad, procuración de justicia y control del territorio, y ha atizado las divisiones y rivalidades de las dependencias mexicanas y de los niveles de gobierno estatal y federal, como quedó al descubierto en diversos cables diplomáticos del Departamento de Estado obtenidos por Wikileaks y publicados en forma conjunta con este diario.

Por lo demás, si el pretendido espíritu colaboracionista de Washington fuera algo más que mera demagogia, un primer paso obligado sería el abandono de la doble moral característica de ese gobierno en materia de combate al narcotráfico: mientras en nuestro país las directrices antinarcóticos promovidas por la superpotencia se han traducido en decenas de miles de muertes, en una descomposición sin precedente de las instituciones y en una desesperanza ciudadana cada vez más desoladora, las autoridades estadunidenses mantienen una inocultable pasividad ante el accionar de las redes de distribución, transporte y comercialización de drogas que operan, sin mayores obstáculo, en territorio estadunidense. Es significativo el dato, divulgado el pasado martes en un reporte de la Universidad de California, de que cuatro de cada cinco detenidos por trasiego de drogas en la frontera común son ciudadanos estadunidenses, pues ello pone en entredicho la versión de las autoridades de Washington de que el comercio de drogas en ese país es controlado por grupos de narcotraficantes mexicanos.
 
Con todo, la mayor inconsistencia de la política de la Casa Blanca en materia de enervantes es que, a pesar de los alegatos oficiales contra el narcotráfico, las propias autoridades de ese país se han erigido en proveedoras de armamento para los cárteles que operan en el nuestro –mediante operativos como Rápido y furioso y Receptor abierto–, han sido tolerantes a la presencia de capos de la droga mexicanos en calidad de residentes en Estados Unidos e incluso han facilitado las operaciones con dinero ilícito dentro de su sistema financiero, como ha venido haciendo la DEA desde por lo menos 1984 con el pretexto de investigar cómo mueven el dinero las organizaciones criminales. Lo anterior se complementa con la impunidad que gozan las instituciones financieras estadunidenses –Wachovia, American Express, Western Union, Bank of America y Citigroup, entre otras– que han incurrido en lavado de dinero sin que ninguno de sus funcionarios haya sido encarcelado y sin haber sido castigadas más que con multas mínimas.
 
Antes que venir a discutir la política, la estrategia y las áreas donde podemos colaborar, sería preferible que el gobierno de Washington se centrara en el combate al narcotráfico dentro de sus propias fronteras. El gobierno actual de México, por su parte, debe reclamar a sus pares estadunidenses lo que su antecesor nunca fue capaz de pedir: congruencia y respeto a la soberanía de nuestro país.
 
2050: el año en que la humanidad volvió a nacer
Víctor M. Toledo*
Con los resultados en la mano, pruebas, datos estadísticos e imágenes micro y nanoscópicas, un selecto ensamble de especialistas de 23 países agrupados en el Proyecto Renacimiento Humano dio a conocer lo que ellos consideran la causa final de la infertilidad de las mujeres, que en menos de una década ha convertido a la humanidad en una especie amenazada de desaparición: los alimentos transgénicos. Como es sabido, 99.4 por ciento de las mujeres que forman hoy en 2050 la especie humana son estériles, el resto sólo logra procrear individuos deformes, con atraso mental o con enfermedades mortales. El equipo formado por destacados endocrinólogos de la reproducción, genetistas, biólogos moleculares y ginecólogos logró descifrar el gran enigma con la ayuda de investigadores de otros campos. Al estudiar las historias de vida de 13 mujeres que muestran fertilidad total se percataron de un rasgo común: todas nacieron y fueron procreadas en el continente africano y todas pertenecen a grupos étnicos casi extintos, habitantes de remotos lugares selváticos de África. El estudio de estas nuevas Evas reorientó las pesquisas hacia la hipótesis, defendida por especialistas franceses, brasileños y rusos, de que la esterilidad estaba ligada a sustancias que promueven la producción de estrógeno, la hormona que regula la ovulación.
 
El rasgo en común de las poquísimas mujeres fértiles llamó de inmediato la atención. Lo que brillaba por su ausencia era la explicación del fenómeno. Fue un ginecólogo peruano, apasionado lector de los orígenes humanos, quien sugirió la pista de correlacionar la ingesta de alimentos transgénicos con la esterilidad de las mujeres. La hipótesis comenzó a tomar fuerza cuando se comprobó que ninguna de las mujeres fértiles, todas ellas hermosas diosas de la negritud, había probado en su vida ninguno de los siete cereales malditos: maíz, arroz, sorgo, trigo, centeno, cebada y mijo (además de la soya) genéticamente modificados, que hoy dominan los monótonos paisajes de la Tierra, impulsados cada vez con más fuerza por cinco corporaciones en pleno contubernio con la FAO, la Fundación Gates y los regímenes dictatoriales que controlan el planeta. Estos alimentos, adaptaciones logradas por la bioingeniería, a partir de las creaciones originales de las grandes civilizaciones de la antigüedad, van dirigidas fundamentalmente a encadenar los estómagos de los ciudadanos del mundo a los aparatos corporativos del gran capital.

Habitantes de islas selváticas en un inmenso mar de cultivos transgénicos, estas mujeres se nutrieron básicamente de alimentos locales como tubérculos (yucas, ñames, taros, malangas), frutos silvestres y cultivados, semillas, insectos diversos y la carne de animales capturados o cazados en las selvas. Dado que sus madres, abuelas y demás parientes antiguos estuvieron a salvo de consumir esos milagros biotecnológicos es que estas 13 salvadoras de la especie lograron mantener incólume su capacidad dadora y reproductora de vida. La explicación fina es esencialmente genética y molecular. Dado que un alimento transgénico es aquel obtenido de un organismo al cual le han incorporado genes de otro, llamada tecnología del ADN recombinante, ha resultado oportuno explorar tres causas: el impacto de los marcadores de resistencia a antibióticos en la microflora intestinal de los seres humanos, la consecuente aparición de bacterias patógenas de relevancia clínica y, ligada a las anteriores, la aparición de replicones enloquecidos que violando la barrera placentaria modifican genéticamente las células sexuales de mujeres y hombres. Un replicón es una molécula circular de ADN, que inicia el ciclo de replicación, controla la frecuencia de eventos de iniciación de la replicación, segrega el cromosoma replicado a la célula hija y ordena la producción de componentes estructurales de la célula.
 
El panorama se ve complicado por las decenas de accidentes nucleares que han ocurrido en prácticamente cada rincón del mundo. Es decir, que la contaminación por radiactividad se ha combinado con la contaminación genética provocada por los alimentos transgénicos, ya que la primera induce, entre otros efectos, la depresión inmunológica, especialmente en las mujeres. Otro fenómeno que se ha concatenado es la drástica desaparición de las abejas y otros insectos polinizadores en las principales regiones agrícolas del planeta –otra vez con la excepción de África–, a consecuencia de los pesticidas y de la propia radiactividad, y que ha reducido en tres cuartas partes la oferta alimentaria. Esto ha tenido un doble efecto: por un lado ha bajado la ingesta de vitaminas y minerales procedentes de alimentos polinizados por insectos, y por la otra el incremento notable, casi exclusivo, del consumo de cereales genéticamente modificados por centenas de millones.
 
La noticia del descubrimiento ha llenado de esperanza. Un sentimiento que ha corrido a contracorriente de los instintos suicidas de las masas deprimidas y de la soberbia de los ejércitos de científicos que trabajan, a todo vapor, en variedades de plantas y animales genéticamente modificados, cada vez más en sintonía con los intereses mercantiles, y con las tecno-dictaduras que en este año bisiesto de 2050 aún dominan al mundo. El hallazgo ha desencadenado una catarata de rebeliones ciudadanas que radicalmente cuestionan el modelo de vida impuesto en el último medio siglo por el despotismo tecno-capitalista. No se trata solamente de retornar a los alimentos sanos, afirman millones de ciudadanos, se debe terminar de golpe con este experimento sin control en el que los monopolios económicos y políticos han metido a la humanidad, y en el que los seres humanos hemos sido convertidos en meras ratas de laboratorio.
 
* El 19 de septiembre de 2012 el biólogo francés Gilles-Eric Séralini y sus colaboradores publicaron un artículo científico en la revista Food and Chemical Toxicology, reportando que tras alimentar ratas de laboratorio durante dos años con maíz transgénico NK603, los animales desencadenaron tumores cancerígenos. La anterior ficción está inspirada en esos hechos.

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