Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 30 de abril de 2013

Astillero- Mirando hacia atrás con ira- Magisterio: el fracaso del Pacto por México- La ley del subdesarrollo

Astillero
Factor Obama
Álbum para visitas
Aguirre y su retórica
Periodistas en protesta
Julio Hernández López
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ALEJANDRO RAMOS, A NOTIMEX. El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, propuso ayer a Alejandro Ramos (tercero de izquierda a derecha) como director de la agencia Notimex. Lo acompañan los legisladores Miguel Barbosa y Emilio Gamboa, durante la sesión de la cámara alta. Al centro, Carlos Olmos, titular de Comunicación Social del Senado
Foto Cuartoscuro
 
La placidez en las alturas no puede esconder las turbulencias sociales. No todo es ni puede ser el Pacto por México, signado por dirigentes partidistas cupulares que juegan efímeramente a ser oposición para luego conformarse con los nuevos arreglos (el blindaje prometido a Madero y Zambrano en materia de uso electoral de los recursos asistenciales). Enrique Peña Nieto podrá presumir a Barack Obama las fórmulas de cooptación de opositores y la sustitución del proceso legislativo por los convenios partidistas previos, pero no podrá ocultar el agravamiento del fracaso institucional en casos como Guerrero y Michoacán, por citar lugares donde la protesta de ciertos segmentos sociales ha desbordado la capacidad gubernamental y ha rozado peligrosamente los linderos de la violencia generalizada.
 
Ayer, por ejemplo, el gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, rindió su segundo informe bajo la amenaza de movilizaciones en su contra que para ser inhibidas necesitaron un gran despliegue de fuerzas policiacas y militares. Sin embargo, en esa tesitura del viejo priísmo que cree combatir la realidad mediante frases presuntamente solemnes (un especialista, desempolvado, es el sentencioso Emilio Chuayffet), Aguirre aseguró que la impunidad y el daño hacia la sociedad no pueden ser de ninguna manera negociados o consentidos, y aseguró que no permitirá el rompimiento del estado de derecho (que, según múltiples versiones, ha sufrido fracturas múltiples).
 
En medio de la grave crisis que se vive en el bravío estado bajo su presunto mando, Aguirre produjo pasajes que esta columna comparte en degustación agridulce: A paso de vencedores saldremos adelante en esta batalla contra la pobreza, la inseguridad y la marginación, porque este gobierno tiene voluntad política y el respaldo de miles de guerrerenses, que nos piden continuar para cumplir con creces la palabra empeñada. Aprovechó para calificar de vándalos y violentos a sus opositores tan activos (nota de Sergio Ocampo, corresponsal de La Jornada en Chilpancingo) y luego condenó el impulso populista que sólo beneficia a quienes en realidad nada arriesgan, medrando desde las penumbras y bajo la sombra del cobarde anonimato. Oh, décadas de dinosaurismo priísta saludan con embeleso la retórica del perredista Aguirre.
 
Y sin embargo, la vocación de mano dura no ha podido desplegarse en Guerrero ni en Michoacán, donde estudiantes tomaron ayer camiones y otros vehículos automotores, ni en la torre de la Rectoría de la UNAM, entre otros factores porque la visita del presidente estadunidense Obama requiere de un marco de normalidad entre el incendio, sin más ingredientes explosivos de los ya acumulados.
 
Enrique Peña Nieto pretende mostrar un país bajo control al presidente de Estados Unidos, que entre otros temas trae en cartera el del nuevo enfoque (¿arreglos informales?) respecto al narcotráfico y el del papel que México puede jugar como aliado de la potencia norteña en proyectos de expansión. Luego de la locura belicista de Calderón, en Washington creen estar en presencia de una suerte de tregua entre grupos de la delincuencia organizada que EU necesita validar (discutible la tregua, pues la violencia continúa igual o peor que durante el felipismo, aunque en las alturas de tres colores se asegura que es un proceso necesario de reacomodos tras el cual hay entendimientos para la disminución gradual de la violencia y el sometimiento de los grupos menores, fraccionados y no sujetos a mando de los grandes cárteles). En ese rediseño, el nuevo papel que la potencia dominante desea del México de Peña pasa por el apoyo y profundización de las reformas estratégicas, sobre todo la entrega de la riqueza petrolera.
 
El domingo pasado se realizaron actos en defensa del periodismo en varias ciudades del país. A pesar de que no se cuenta con una organización nacional y del perfil individualista del oficio, la gravedad de los problemas que se enfrentan ha creado una generalizada conciencia en el gremio de que es menester denunciar los muchos agravios recibidos y fortalecer opciones de protección común.
 
Una faceta del asunto la muestra el cuadro extremo de agresiones al periodismo mediante amenazas y actos físicos directos que con alarmante frecuencia llegan a la muerte en condiciones crueles, sobre todo por parte de miembros de la alta, mediana y pequeña delincuencia organizada, pero también de políticos, funcionarios y jefes policiacos irritados por determinadas conductas periodísticas.
 
Pero otra, menos ruidosa, menos advertible en lo inmediato, proviene del control de la prensa por medio de la asignación del presupuesto oficial publicitario, condicionando el ejercicio informativo a la apertura o cierre de la cartera gubernamental e incluso imponiendo despidos y promociones de personal en las redacciones a partir del comportamiento valorado por los coordinadores de comunicación social de la gran mayoría de los estados y los municipios importantes del país, y, con el regreso del estilo priísta a Los Pinos, también en medios de los que tienen su sede en la ciudad de México.
 
Especial relevancia tuvo en este contexto la protesta realizada en Jalapa, adonde fueron periodistas de diversas partes del país en recuerdo de Regina Martínez, quien fue corresponsal de La Jornada y luego de Proceso en la capital de Veracruz, entidad que se ha convertido en catálogo de los peores actos contra el periodismo, tanto en su vertiente de acciones físicas directas como en la del control mediante el ejercicio presupuestal, aun cuando paradójicamente una agrupación nacional de dueños de medios de comunicación se atrevió en semanas anteriores a entregar un insostenible premio al gobernador Javier Duarte por presuntos méritos relacionados con el respeto a la libertad de expresión y al oficio de los periodistas.
 
Y, mientras EPN ha ordenado investigación a fondo del caso Lady Profeco, pero no más del Chayogate jarocho, ¡hasta mañana, con el contribuyente ex gobernador de Tamaulipas Tomás Yarrington solidariamente beneficiado por la PGR!
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Mirando hacia atrás con ira
Armando Bartra
En la inminencia de una elección presidencial que tenía en las nuevas generaciones un público incrédulo y desatento, se desató en México la emergencia estudiantil contra la imposición de Peña Nieto, que puso al país en el mapa de la joven rebeldía mundial.
 
Los estudiantes ya estaban ahí, agazapados en las redes sociales. Y siguen en la web, que por un rato devino pandemónium contestatario. Pero a mediados de 2012 salieron a las calles transformadas en carnaval antiautoritario lleno de humor y de ira.

Después de un receso de casi medio siglo l@s chav@s reaparecieron en el escenario político reivindicando la democracia. Un cartel del politécnico me conmueve: “Somos nietos de los que no pudieron matar, hijos de los que no pudieron callar y alumnos de los que no pudieron comprar…” El 2012 fue el 68 del tercer milenio. Los del viejo 68 ya podemos morir en paz.

2. Siguiendo la analogía, tendremos que reconocer que el 1º de diciembre de 2012 el juvenil movimiento contra la imposición tuvo su 2 de octubre. Un episodio represivo menos cruento que el de 1968, pero igualmente traumático.

La imposición finalmente se consumó y lo hizo con descaro y estruendo: Peña Nieto compró impunemente la Presidencia y el 1º de diciembre, con pompa y circunstancia, tomó posesión del cargo.
Los jóvenes que ese día protestaban en los alrededores de San Lázaro fueron salvajemente agredidos por los policías federales, que emplearon balas de goma y granadas de gases lacrimógenos disparados al cuerpo. El saldo: un estudiante perdió un ojo y un teatrero de La sexta estuvo a punto de morir. Ni los ejecutores directos ni el jefe de la policía ni el secretario de Gobernación –cuya renuncia pidió ese mismo día López Obrador– han respondido por el crimen inaugural del sexenio. ¿Y la Ley de Víctimas?

En otro ámbito urbano, cerca de 100 personas de las muchas que protestaban en el centro de la ciudad fueron detenidas arbitrariamente por la policía del Distrito Federal, y aunque a la postre todos fueron excarcelados, a algunos se les fincaron cargos.

3. Así, en el arranque de 2013, hay entre los jóvenes frustración y coraje. Frustración y coraje que son caldo de cultivo para los radicalismos y las conductas intempestivas y airadas ¿Podía ser de otro modo? ¿Alguien esperaba que encajaran el golpe y regresaran a casa a lamerse las heridas y lamentarse en las redes sociales?

Es verdad que en muchos hay desánimo, desilusión, descreimiento en que la participación política o la movilización social tengan algún sentido. Pero en otros hay ira: ganas de devolver el golpe, de desquitarse de un sistema que impone, que reprime, que maltrata, que humilla…
 
El 68 del pasado siglo dejó un fermento de democracia, pero también prohijó rebeldía armada. Pienso que 2012 inauguró una etapa de participación juvenil en las luchas sociales, pero también ha dado paso, no a terrorismo y guerrilla –algo hemos aprendido–, sí a un activismo duro y violento. Activismo ciertamente provocador, contraproducente y en modo alguno justificable, pero entendible dado el contexto y los antecedentes.
 
4. Dos meses después del cruento 1º de diciembre, en el Colegio de Ciencias y Humanidades de Naucalpan hay un enfrentamiento entre trabajadores y estudiantes, y algunos de éstos son expulsados. La sanción y una reforma en curso de los planes de estudio, que se cocinaba al margen de docentes y educandos, desatan importantes movilizaciones y, como parte de ellas, el 6 de febrero un grupo toma la dirección general de los CCH, que luego abandona. El 19 de abril otros ingresan con violencia en la torre de la rectoría de la UNAM, que una semana después mantienen parcialmente ocupada.
Si es verdad que más allá de la orientación que tiene la reforma propuesta para el CCH, la privatización de la educación pública está en curso; si es verdad que quizá no la UNAM, pero sí la SEP, está ajustando los planes de estudio para formar egresados conformistas, acríticos y funcionales al sistema; si es verdad que vivimos en un orden político que además de injusto y excluyente es autoritario y represivo, lo que no necesariamente aplica al rector Narro. Si todo esto es verdad, no debiéramos sorprendernos tanto de que algunos jóvenes respondan con acciones ácidas, virulentas y dirigidas a donde no debían. Y sobre todo no debíamos pedir que los ajusticien.
 
Sin duda hay provocadores profesionales colados en los movimientos, porque es claro que la violencia beneficia al régimen, pero lo que hoy sucede no se explica por la presencia de infiltrados de la derecha. Lo que sucede es un síntoma; un síntoma alarmante ante el cual hay que responder sin fáciles satanizaciones.
 
5. Y los jóvenes están respondiendo. Lo nuevo en las escuelas no son sólo las acciones contundentes de unos cuantos, hay también diálogos masivos, debates multitudinarios en auditorios y explanadas. Por el momento es la política y no la policía, la que irrumpe en el campus. Y esto es una señal de los tiempos, una señal alentadora.
 Teatro-Hernández
Magisterio: el fracaso del Pacto por México
Luis Hernández Navarro
Modernos Robin Hood aparecieron en Morelia. El pasado 26 de abril, es­tudiantes normalistas retuvieron siete camiones que transportaban galletas, pan, productos lácteos, refrescos y agua potable. Pasadas las 10:30 de la mañana, trasladaron dos unidades al centro de la ciudad. Una hora después llevaron las restantes. Con ellas bloquearon el centro histórico. Al no recibir respuesta a sus demandas distribuyeron gratuitamente los alimentos entre la población. No tomaron nada para ellos.
 
La exigencia central de los normalistas es empleo. Para ser exactos, que se otorguen mil 200 plazas a los egresados de este ciclo escolar. Estudiaron durante años para ser profesores; están a punto de terminar sus estudios y ahora las autoridades les salen con que no hay trabajo. Lo demandan desde hace días, en todos los tonos y formas posibles. Pero el gobierno estatal se niega a resolverles su petición, a pesar de que hacen falta maestros en la entidad, y de que los jóvenes están capacitados para ejercer la profesión.

Los muchachos están rabiosos. Están convencidos de proceder correctamente. Señalan que su acción es justiciera porque devuelve al pueblo lo que pagan con sus impuestos. A la reportera Ana María Cano le aseguraron: No tenemos miedo. Más bien que se cuiden los empresarios, porque vamos a seguir tomando camiones y vamos a regalar la mercancía. Las compañías afectadas por la protesta estudiantil tienen fuertes intereses en el sector educativo. Sus dueños auspician las campañas de odio contra el magisterio democrático y sus productos se venden en escuelas.

Dos días antes, el 24 de abril, en Chilpancingo, profesores furiosos protagonizaron una moderna versión de Fuenteovejuna y atacaron las sedes de Movimiento Ciudadano, PAN, PRD y PRI. Su cólera se concentró en las instalaciones de partidos e instituciones políticas. Rompieron puertas y ventanas, quemaron basura y pintarrajearon paredes. Ninguna persona fue agredida. En lugar de deslindarse de las expresiones de inconformidad, la dirección de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación en la entidad (Ceteg) trató de explicarlas.

Estaban iracundos porque, por segunda ocasión consecutiva, fueron burlados por el gobernador de Guerrero y los legisladores locales. Los maestros hicieron un acuerdo político con el PRD en el estado, fuerza política mayoritaria en la entidad, que abría una puerta a la solución de un grave conflicto. El sol azteca se comprometió a avalar la propuesta de Ley Estatal de Educación, pero en una sede alterna del Congreso en la ciudad de Acapulco no honró su compromiso. PRD, Movimiento Ciudadano y PT tienen 26 diputados de los 46 que integran la Legislatura, suficientes para sacar adelante los cambios legales. Sin embargo, en la sesión apenas 18 diputados votaron en favor de las propuestas magisteriales; los ocho restantes traicionaron el acuerdo.

No fue la primera ocasión que el gobernador y los legisladores les tomaron el pelo a los mentores. El 2 de abril, el mismo Congreso rechazó con 35 votos en contra y siete a favor la iniciativa de reformas de la Ley Estatal de Educación que envió el gobernador Ángel Aguirre Rivero y fue negociada con la Ceteg. El presidente de la Comisión de Gobierno, el perredista Bernardo Ortega, dijo que la iniciativa fue votada en contra por contravenir a la reforma educativa federal aprobada por el Congreso de la Unión en diciembre pasado.
 
La radicalidad de las acciones de normalistas y profesores no es ajena a la intensa campaña de odio que el mundo empresarial y varios medios de comunicación han desatado contra ellos. Con la más absoluta impunidad se ha satanizado y vilipendiado a los maestros del país porque se niegan a aceptar una reforma que no se les consultó, denigratoria de su actividad profesional y lesiva a sus intereses, y a los de la educación pública.
 
Lejos de ser expresión de la penetración de guerrillas en el movimiento magisterial –como irresponsablemente señala Graco Ramírez, gobernador de Morelos– la rabia de normalistas y maestros es expresión de una situación límite: las autoridades se niegan a negociar sus demandas, y cuando lo hacen forzados por la movilización social, se burlan de los acuerdos que establecen.
 
El descontento de los trabajadores de la educación muestra el fracaso del Pacto por México para dar gobernabilidad al país. La ira que dañó los edificios de los partidos políticos en Chilpancingo tiene un mensaje implícito: esos partidos –dicen los maestros– no nos representan. Pueden ponerse de acuerdo en la cúpula, pueden llegar a acuerdos, pero ellos no hablan por nosotros.
 
Efectivamente, mientras los dirigentes de los partidos y del gobierno federal se amarran a sí mismos con acuerdos en las alturas, el México de abajo está desatado. Cientos de conflictos ambientales han estallado a lo largo y ancho de todo el país, contra empresas mineras, megaproyectos de infraestructura y desvío y contaminación de las cuencas hidrológicas. Decenas de policías comunitarias han surgido ante la crisis de inseguridad pública, en al menos ocho estados. Una galaxia de problemas educativos ha aflorado en la UACM, la UNAM, los Colegios de Bachilleres, la Universidad Chapingo y muchos otros centros de enseñanza.
 
Ninguna de esas expresiones de descontento tiene cabida en el Pacto por México ni en los partidos políticos. Por el contrario, la vía del pacto, elitista, excluyente y suplantadora, las exacerba aún más. Las campañas de odio contra los afectados por las reformas no servirán para disuadirlos, antes bien, alimentarán algunos de sus rasgos más contestarios. Y ni qué decir de la intención de burlarlos.
Guerrero y Michoacán (más lo que se acumule en mayo) muestran que los movimientos sociales ya no son lo que eran. Se ha modificado su constitución, su dinámica de lucha, su horizonte, su radicalidad. En parte son imprevisibles. Son lo que son y llegaron para quedarse. Son modernos Robin Hoods y Fuenteovejunas. Quienes deciden el rumbo del país inevitablemente deberán tomarlos en cuenta. Si no lo hacen, corren el riesgo de llevarse algo más que unos cuantos sustos.
 
Esos radicales-Fisgón
La ley del subdesarrollo
José Blanco
En La salida del atraso, Ugo Pipitone distingue con agudeza el momento histórico en que podemos hablar de países atrasados y avanzados, del momento, posterior, cuando hablamos de países desarrollados y subdesarrollados. En el segundo momento se ha fortalecido sustancialmente el mercado mundial, y el centro desarrollado refrena y aun profundiza el subdesarrollo. La superación del atraso dependía del esfuerzo propio.
 
Después de los primeros avanzados (Inglaterra, Francia), Alemania, y algo más tarde Suecia, Noruega, Dinamarca, Suiza, Italia, Japón, deben acelerar el paso para salir del atraso. Japón ciertamente lo hará con el apoyo obligado de Estados Unidos, después de aplastarlo con dos bombas atómicas.

En adelante las décadas se alargan y el subdesarrollo se congela. Los teóricos de la dependencia, empezando con Andre Gunder Frank, hicieron esfuerzos mil para mostraros que desarrollo y subdesarrollo eran las dos caras de la misma moneda.

Salir del subdesarrollo, según la teoría de la dependencia, implicaba salir del capitalismo y erigir una sociedad socialista. Ahí estaba el socialismo (real), soviético, o chino, que nos apoyarían, o la vía de la guerrilla latinoamericana, para sacudirnos las relaciones de dominación de las grandes potencias, con Estados Unidos en la cumbre de la hegemonía mundial. Pero…

La crisis mundial iniciada en los años setenta en los centros hizo una charamusca de la historia, y las certidumbres de todos los terrícolas se esfumaron. El futuro se volvió incertidumbre por antonomasia. En el centro hegemónico se inició el acelerado desarrollo de una tercera revolución industrial con las nuevas tecnologías que velozmente se extendieron a todo el mundo desarrollado. Las nuevas tecnologías y la ruda construcción de la globalización neoliberal polarizaron al mundo como nunca. En el centro se acumularon fortunas inimaginables y los miles de millones pobres del mundo resbalaron cada vez más hacia el abismo de una pobreza aterradora. El muro de Berlín se derrumbó.

Pero la charamusca continuó retorciéndose: al finalizar la primera década del siglo XXI se dejó ver nuevamente una crisis que no se había ido, de muy largo plazo, o que es acaso una crisis de civilización, según cavilan otros estudiosos. Y entonces la más brillante y más arrogante de las estrellas del nuevo firmamento neoliberal globalizado, el sector financiero, se pudrió y se tornó un infecto parásito engreído que con instrumentos, instituciones e ideas probadamente contraproducentes, lleva hacia la anorexia a la Unión Europea, mantiene a Estados Unidos en un estado de estancamiento a la japonesa, y el mundo pobre, como vive en un subdesarrollo donde la bancarización y la bursatilización comparativamente apenas han penetrado, al tiempo que alimentos y materias primas aumentaron sus precios internacionales, han permanecido esta vez menos tocados por la crisis; aun así, algunos comenzaron a mostrar que era posible salir del subdesarrollo superando la pobreza vil y el hambre inhumana que azota aún a millones en el mundo.
 
Salieron del subdesarrollo España, ahora país en transición del desarrollo al subdesarrollo, Irlanda, Islandia, con experiencias análogas; Corea (con una buena ayuda de capital externo en el arranque, pero con un aporte valiosísimo propio en la educación y en la industria), una parte de India, y algunos que se aproximan a la posibilidad de salir del subdesarrollo ruin, como Brasil (si su cuerda floja no se afloja más), China (llamativo oxímoron: potencia subdesarrollada, con un PIB per cápita de un tercio del de México); Rusia (potencia espacial subdesarrollada), y por ahí se apuntan Turquía, Sudáfrica…
 
No creo que los mexicanos se hallan en el subdesarrollo. Pero los hilachos que quedan de la ideología del nacionalismo revolucionario son un obstáculo de lonsdaleíta (materia 58 por ciento más dura que el diamante).
 
Véase este microscópico botón de muestra. Dijo el pasado viernes un inconforme del CCH Naucalpan: “Ha­ce una semana la torre de rectoría fue ocupada para exigir un diálogo con el rector de esta universidad, también para que se le dé cumplimiento a nuestras legítimas demandas.
 
“La negativa, agregó, ahora va acompañada de amenazas de la posible entrada de la fuerza pública…, y va de la mano con denuncias penales que atentan… con (sic) nuestra libertad, integridad física, sicológica y con (sic) la autonomía de esta universidad”.
 
Estos inconformes nutren su cabeza de los valores del nacionalismo revolucionario, que se presentó siempre como una defensa a la mexicana de la justicia social. Pero que no se preocupó jamás por la cultura de la legalidad.
 
La rectoría fue ocupada (¿por quiénes?). Exigen un diálogo con el rector. Es decir, conminan, no solicitan. Se refieren a sus legítimas demandas; ¿qué las hace legítimas, que son de los encapuchados? Los inconformes exigen ese diálogo y además que se cumplan sus demandas. Entonces, ¿para qué es el diálogo?
 
Y terminan con un despropósito: temen la entrada de la fuerza pública: sí, la extraterritorialidad no está incluida en la autonomía. Temen denuncias penales que van contra su libertad física y sicológica. Saben que cometieron delitos, pero por alguna razón, muy natural para ellos, no debe aplicárseles la ley. ¿Por qué no? ¿son mexicanos especiales, presuntos universitarios y encapuchados?
 
Si usted echa una mirada a la República verá numerosos movimientos que –algunos tienen razones históricas–, haciéndose las víctimas llaman a los delitos que cometen criminalizar la protesta social. Los criminales resultan ser quienes tienen la responsabilidad de aplicar la ley.
No aplicar la ley es la ley del subdesarrollo.

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