Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 23 de abril de 2013

2a. PARTE.- Los derechos humanos y el 1º de diciembre- Caso Patishtán: la justicia entre el derecho y la política- Deben desocupar la rectoría

Los derechos humanos y el 1º de diciembre

Adolfo Gilly
Foto
Enfrentamiento en la esquina de avenida Juárez y el Eje Central, frente al Palacio de Bellas Artes, el 1º de diciembre de 2012
Foto Yazmín Ortega Cortés  
     
Aquí destrozaron todo: el Hilton, el Wings, el K, el kiosco de periódicos, todo, me dijo a mitad de diciembre un pequeño comerciante de la Alameda, testigo presencial de los sucesos: La policía estaba allá, mirando sin moverse. Días después uno de ellos me comentó que tenían orden estricta de no intervenir. El informe de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) confirma con creces ése y otros testimonios que entonces pude reunir para mi artículo La provocación del 1º de diciembre ( La Jornada,17/12/12).
 
En efecto: dice el informe (p. 24) que a las 12:50 elementos de la Policía Metropolitana allí apostados avanzaron unos metros, pero de inmediato se les ordenó detenerse y continuar conteniendo con el argumento de que aún permanecían miembros de la CNTE (los cuales estaban ya lejos, en el Paseo de la Reforma). Sobre este momento crucial el informe es preciso:
 
Del análisis de la evidencia, la CDHDF advirtió que precisamente en el tiempo que se da la nueva orden de parar y contener, es decir, alrededor de las 12:50 horas, las personas integrantes del Grupo [el grupo violento de 40 personas que venía desde San Lázaro haciendo destrozos] se dirigieron a diversos negocios y oficinas públicas establecidos en el lado norte de la avenida Juárez, ocasionando daños y saqueos.
 
Aquí una vez más, dice el informe, la superintendente Adriana Campero Báez, al tomar en cuenta que parte de las personas del Grupo habían ocasionado daños a los establecimientos y negocios de la avenida Juárez, alertó a sus superiores sobre el riesgo en el Hotel Hilton: “Jefe […] tendríamos que prever también resguardar el Hilton, jefe, el Hilton, porque ya se metieron al Wings y van a quemar todo el mobiliario que sacaron”. Así apremiados, a las 12:58, los mandos dieron orden de moverse a proteger el hotel. Minutos más tarde –prosigue el informe– llegó otra orden apremiante: Quien sea, quien sea, vayan a proteger el hotel. “No obstante –concluye el informe– las instalaciones del hotel sufrieron daños”.
 
* * *
 
¿En qué quedamos por fin, protegen o no protegen?, se pregunta uno a esta altura. La respuesta está en la siguiente página 25 del informe.
 
Así las cosas, los comercios e instalaciones públicas afectadas en la avenida Juárez fueron una tienda Oxxo, los restaurantes KFC y Wings, la sucursal de la Comisión Federal de Electricidad, el edificio de la Contraloría General del Distrito Federal, la tienda y restaurante Sanborns y las sucursales bancarias Banorte y Bancomer, entre otros. [Mi propia inspección visual me dijo que fueron más].
 
Ahora bien, prosigue el documento: En el período de tiempo que se dio la última orden de que los cuerpos policiales no avanzaran, los mandos operativos plantearon diversas estrategias de operación tendientes al encapsulamiento de los integrantes del Grupo. Pero, dice la CDHDF, sin embargo no se realizaron pues de conformidad con la visión de los mandos superiores continuaban en el lugar los integrantes de la CNTE y tenían que evitar cualquier acto de provocación. Esto a pesar de que, de acuerdo con las evidencias (videograbaciones y radiocomunicaciones) se puede advertir que los integrantes de la CNTE en esos momentos ya se encontraban sobre la avenida Paseo de la Reforma, es decir, a una distancia considerable del Grupo.
 
El informe registra un hecho inocultable: los mandos operativos, es decir, quienes estaban en el lugar de los hechos violentos, pedían intervenir y planeaban cómo hacerlo; los mandos superiores, jefatura central del operativo, seguían invocando la supuesta presencia de la CNTE y así dejaban manos libres al Grupo.
 
En tanto, mientras esta divergencia de opiniones e intenciones tenía lugar, dice la CDHDF que las personas integrantes del Grupo permanecían en la zona ocasionando daños, arrancando las coladeras como instrumento para fragmentar las guarniciones de las banquetas y generar bloques de concreto para atacar a los policías, acciones que sin mayor dificultad fueron realizadas justo frente a los propios cuerpos de seguridad pública [subrayado mío]. Las voces policiales grabadas a esta altura exclaman: Están arrancando coladeras. ¿Ya lo viste?. Sí, ya lo vi, señor, ya aquí los tengo enfrente. ¡Hey! Reorganícense ahí. ¡Hacia atrás, hacia atrás!
 
* * *
 
Hasta después de las 13 horas el mando superior autorizó al mando operativo de la Policía Metropolitana para que los elementos a su cargo ingresaran a la avenida Juárez. Sin embargo, prosigue el informe, para el momento en que se ejecutó esta acción los integrantes del Grupo ya habían salido de la avenida Juárez y se habían dispersado. Esto suponían o decían creer los mandos superiores. Pero resultó que no: los rompevidrios no estaban muertos, andaban de parranda.
 
Esos mandos, según prosigue el informe, dieron señales de sorpresa cuando se enteran, a las 13:12 horas, que un aproximado de 40 a 60 personas integrantes del Grupo ya se ubicaban sobre avenida Paseo de la Reforma y ocasionaron destrozos al hotel Meliá. […] ¡Pues cómo que están sobre Reforma si ya se habían dispersado!, dice la voz grabada de uno de esos mandos.
 
El Grupo, entre tanto, sigue su camino: Minutos más tarde, los integrantes del Grupo avanzaron sobre la avenida Paseo de la Reforma generando a su paso averías a diversos comercios y negocios, dañando una tienda y restaurante Sanborns, un local de Medilaser, las instalaciones del ISSSTE y de TURISSSTE. Después, siguiendo su trayecto, el Grupo empezó a dañar el Hotel Meridien.
 
A esta altura el informe de la CNDH alcanza un ritmo de película de Buster Keaton: los camiones de la policía “llegan al hotel cerca de las 13:15, pero el Grupo, para esos minutos, se desperdigó por las calles aledañas al Monumento a la Revolución; los elementos policiales los persiguen, pero no obtienen su encapsulamiento y mucho menos su detención. […] Algunos integrantes del Grupo nuevamente se reunieron en la avenida Paseo de la Reforma y a las 13:19 horas rompieron los cristales de la sucursal bancaria IXE, de una tienda Oxxo y del restaurante Burger King, que se ubican justo a la altura de la Glorieta a Colón”. Después “continuaron su marcha […] y provocaron daños a una casa de cambio, una sucursal de Bancomer, oficinas de la Secretaría de Gobernación, el Hotel Sevilla, un cajero automático de Banorte y una sucursal bancaria MiBanco.” […]
 
A las 13:27 –prosigue el relato– sobre la avenida Paseo de la Reforma lograron cruzar la avenida de los Insurgentes, donde también causaron destrozos a los semáforos y mobiliario urbano, disipándose en la periferia del Monumento a la Madre, es decir, entre las calles de las colonias Cuauhtémoc y Juárez.
 
Y aquí la inefable, la incomparable conclusión de la aventura: Es preciso señalar que, durante el trayecto que siguió el Grupo de la Glorieta de Colón al Monumento a la Madre, los elementos policiales pretendieron realizar diversas operaciones para su detención sin tener éxito. Inclusive en ese tramo nunca lograron darles alcance. […] Finalmente, cerca de las 14:00 horas los mandos informaron que retornó la calma en el Paseo de la Reforma.
 
* * *
 
Ahora bien, quedaba un problema: después de tan rocambolesca persecución no había un detenido ni para muestra. Entonces, prosigue el informe, en atención a la orden superior de detención también en las calles del Centro Histórico [es decir, muy lejos del famoso Grupo] se continuó asegurando personas. A las 13:42 se detuvo a tres en la calle de Francisco I. Madero y Eje Central. Esa situación enojó a algunas personas que presenciaban las detenciones y, por lo mismo, a partir de ese tiempo un conjunto mínimo trató de intervenir mientras que otros cuantos como inconformidad lanzan piedras y otros objetos contra los policías.
 
El puesto de mando policial ordenó entonces a sus subordinados que encapsularan a esa aglomeración para detenerlos, acción que no realizaron con el argumento de que nuevamente están disminuidos en personal […] Pero el ánimo de encapsular a quien fuera no decayó: Después de varias maniobras de encapsulamiento sin éxito se realizaron de manera aislada algunas detenciones: a las 13:46 horas, seis en el Eje Central y 5 de Mayo, y alrededor de las 14:00 horas otras diecisiete sobre el mismo Eje Central. Algo es algo: aunque estos detenidos fueran pacíficos transeúntes, peor es nada. La saga concluyó así:
 
El puesto de mando de la SSPDF hasta las 14:22 horas ordenó resguardar los establecimientos e instalaciones que sufrieron daños, por lo que finalmente a las 14:30 se reportó la liberación de la avenida Juárez y el Eje Central Lázaro Cárdenas. Luego, a las 15 horas, todo el estado de fuerza fue concentrado en la plancha de la Plaza de la Constitución.
 
Primeras conclusiones:
 
El día de la toma de posesión presidencial de Enrique Peña Nieto un grupo violento de cuarenta a cincuenta personas recorrió las calles de la ciudad desde San Lázaro a la Alameda y desde las 6:40 horas hasta las 14 horas –más de siete horas–, destrozando todo a su paso.
 
La fuerza de seguridad, vialidad y supervisión movilizada desde la noche del 29 de noviembre ascendía, según la CDHDF, a un personal de 5,172 elementos y un parque vehicular de 195 unidades.
 
Los mandos superiores de esa fuerza, también según la CDHDF, al menos desde las 9 horas de ese 1º de diciembre contaban “con la información necesaria […] sobre el patrón de actuación de los integrantes del Grupo, pero sobre todo de su capacidad beligerante y de su persistente intención de provocar daños”.
 
Las acciones violentas y la ausencia de ideas de este Grupo no corresponden a ninguna corriente de izquierda o democrática, sino a grupos de porros de larga memoria y difundida existencia.
 
¿Por qué gozaron de la libertad de acción y de la impunidad que describe en detalle la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal? Divergencia en los mandos, provocación, ineptitud, complicidad son palabras que la lectura del informe sugiere.
 
Trataremos de escudriñar y develar el enigma en nuestra próxima nota.
 
Caso Patishtán: la justicia entre el derecho y la política

Magdalena Gómez
Vivimos paradojas que resultan dolorosas. Desde el movimiento de derechos humanos y las organizaciones de pueblos indígenas se ha luchado de manera incansable por lograr derechos que los acerquen al horizonte de la justicia y se han logrado victorias significativas en ese terreno. Han hecho uso de la política para ello y han dado la batalla jurídica para sustentar sus propuestas; sin embargo, una vez formalizadas, la política también opera en el ámbito judicial para utilizar el derecho según el contexto del caso que se trate. Aquello de que la justicia es ciega se desmiente una y otra vez, porque quienes claman justicia observan las incongruencias cotidianas en las resoluciones de quienes están facultados para aplicar derechos fundamentales. ¿Por qué en un caso plagado de acciones políticas de alto nivel, como fue el de la ciudadana francesa Florence Cassez, sí se aceptó la violación al debido proceso y se otorgó el amparo liso y llano a fin de que recobrara su libertad de inmediato, y a la vez, la misma sala de la SCJN consideró el pasado marzo sin importancia y trascendencia el caso del profesor tzotzil Alberto Patishtán, cuya libertad es demandada dentro y fuera del país? Ciertamente no por un presidente de la república. ¿Eso hace la diferencia?
 
Por supuesto que me expongo a que me acusen de herejía y hasta de ignorancia jurídica, porque siempre hay argumentos técnicos para sustentar las decisiones o pretender hacerlo, negando telones de fondo político de parte de las y los juzgadores. Al parecer existe la preocupación en la Corte en este caso, no en otros como los que hemos referido, de abrir lo que llaman la caja de Pandora si aplican indiscriminadamente criterios como la presunción de inocencia. ( La Jornada, 15/3/13) Que tal caja exista ¿no es aún más grave?

Aplicaron en contra del profesor Patishtán las evidencias de que le han cerrado todas las puertas en otras instancias, como señaló su defensor Leonel Rivero que en el caso concreto se advierte que el solicitante ya había agotado todas las vías de impugnación contra la sentencia definitiva que lo mantiene privado de su libertad, e incluso también promovió reconocimiento de inocencia ante el primer tribunal colegiado del vigésimo circuito, el cual lo declaró infundado por resolución de 21 de enero de 2010 ( La Jornada, 7/3/13).

Y, sin embargo, nos pueden responder que también liberan indígenas por violaciones al debido proceso ¿sin intereses políticos?, como lo han hecho en el caso Acteal, cuya masacre no puede ser puesta en duda, sólo que los responsables intelectuales y ahora los materiales brillan por su ausencia. ¿Irrelevancia jurídica?
 
¿El caso Patishtán es político? Qué duda cabe y está muy ligado a su identidad que reivindica en todo momento: “Preso político de la Voz del Amate, adherente de la sexta del EZLN”.
 
Consciente de ello, el profesor tzotzil injustamente preso y sentenciado des­de hace más de 12 años, acusado de homicidio, lesiones, robo calificado, daños y portación de arma de uso exclusivo del Ejército, al conocer el rechazo de la Corte para abordar el recurso de reconocimiento de inocencia y la determinación de que el caso debe ser turnado al primer tribunal colegiado en Chiapas, comentó: Estamos gobernados por la injusticia. No obstante, ha hecho un reconocimiento a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Olga Sánchez Cordero y Arturo Saldívar Lelo de Larrea, quienes argumentaron en favor de asumir su caso y les dirigió una carta nada técnica, dirían los tres ministros que votaron en contra: Aprovecho enviarles mis respetos y admiración por la decisión positiva que tuvieron en asumir su competencia de mi caso, asunto que traía como oportunidad de justicia para todo México. Admirables ministros, gracias, porque ustedes sí escucharon y no sólo oyeron la voz del reclamo de la justicia. Gracias, porque ustedes vieron las anomalías que existieron en mi proceso y no sólo miraron por mirar. Gracias porque ustedes pensaron antes de hablar y no hablaron antes de pensar como los demás. Gracias por la transparencia de justicia y no por la apariencia. Dios los bendiga (revista Proceso, 21/4/13). El tribunal en Chiapas en su momento recibirá nuevos documentos que impugnan las evidencias que formaron parte del supuesto fundamento de la condena, y la defensa buscará que se considere lo señalado en la Corte por los ministros que quedaron en minoría. Por lo demás, está en curso una amplísima campaña que respalda la petición de libertad al profesor Patishtán, tanto a escala comunitaria como en colectivos nacionales e internacionales. ¿Presión política? Sí, con la distinción ética de que se reivindica públicamente, porque no es posible esperar con los brazos cruzados y renunciar a la utopía de la justicia para lograr la libertad de Alberto Patishtán Gómez.
 En rectoría-Fisgón
Deben desocupar la rectoría

Javier Flores
El grupo de personas que el viernes pasado tomó de forma violenta la torre de la rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) debe desocuparla cuanto antes. Esta es una exigencia que comienza a tomar fuerza no solamente entre el cuerpo directivo de la institución, sino en un sector amplio de investigadores, profesores, alumnos y trabajadores de una de las más importantes universidades de Iberoamérica.
 
Como ha sido ampliamente difundido en los medios de comunicación, el pasado viernes por la noche un pequeño grupo de personas irrumpió de forma violenta en el edificio universitario –invirtió cerca de 45 minutos en romper con un mazo uno de los cristales–. Esto ocurrió al final de una marcha pacífica convocada por integrantes del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), a la que se adhirieron algunas organizaciones sociales.

La marcha sirvió de especie de escudo humano para que un reducido grupo de personas con los rostros cubiertos, cerca de 15 según algunas notas periodísticas, brincaran el pequeño barandal que está en la cara norte del edificio de gobierno, rompieran el grueso vidrio y se introdujeran a la torre, ante el repudio de otros participantes en la caminata que se sintieron utilizados… Y ahí se quedaron.

En un primer momento, las actividades académicas y de investigación no se han visto afectadas. Yo di una clase al día siguiente en la Facultad de Medicina, que trata sobre los debates actuales en esta disciplina, en la que se discutieron textos preparados por los estudiantes a partir de trabajos de investigación recientes sobre los criterios médicos y científicos para el uso terapéutico de la mariguana. Doy este ejemplo, porque las actividades en Ciudad Universitaria, y en general en todas las instalaciones de la UNAM, se desarrollan hasta ahora con normalidad, y esta institución sigue siendo un espacio para la libre discusión de las ideas en el que no hay temas prohibidos.

El ejemplo sirve también para ilustrar que la acción de los jóvenes (y algunos no tan jóvenes) que se posesionaron de la rectoría es un hecho aislado, pues la comunidad universitaria trabaja normalmente, lo que permite afirmar que no estamos ante un movimiento estudiantil universitario, sino ante un acto de provocación orquestado por alguien.
 
Pero si bien la toma de la rectoría no ha tenido efectos inmediatos sobre la vida universitaria, los tendrá en poco tiempo si la torre permanece ocupada por ese grupo. El edificio de gobierno es el centro neurálgico de la institución, en el que se coordinan y realizan todas las funciones académicas y administrativas, algunas de las cuales ya están siendo afectadas, como las actividades del Consejo Universitario y sus comisiones, los trámites para el pase reglamentado del bachillerato a la licenciatura, el manejo de las nóminas y los pagos a proveedores. Es además donde se encuentran las oficinas del rector, que es la cabeza de la institución y de otros importantes funcionarios universitarios. Por si fuera poco, es un edificio que es propiedad de la nación, es decir, de todos los mexicanos, y forma parte del patrimonio cultural de la humanidad.
 
La toma de la rectoría por un pequeño grupo de personas tiene como antecedente inmediato la ocupación violenta de las instalaciones de la dirección general del CCH, y lleva a pensar si es posible que cualquier persona o grupo político al margen de la comunidad universitaria pueda posesionarse de instalaciones universitarias cada vez que lo decida.
 
¿Qué hacer? Ayer el doctor José Narro Robles ofreció una conferencia de prensa en la que pidió actuar con inteligencia, evitar la violencia y conducirse dentro de los marcos legales. Narro llamó a los universitarios a opinar y pronunciarse sobre la actual situación que vive la UNAM.
 
En este marco, estoy convencido de que el grupo o los grupos que están detrás de la toma de rectoría sirven finalmente a las fuerzas más conservadoras del país, a pesar de su disfraz o máscaras seudoprogresistas. Creo también que todos los universitarios debemos analizar y pronunciarnos sobre estos hechos, pero sobre todo expresar nuestro repudio a los responsables de los mismos y exigir a los ocupantes de la rectoría y a los grupos políticos que los respaldan que la abandonen de inmediato. También creo que los universitarios debemos dar nuestro respaldo al rector de la UNAM, José Narro Robles.

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