Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 2 de septiembre de 2013

Astillero- La crisis está asentada- Tlanixco, injusticia a la mexiquense

Astillero
Dos vías
Provocación y deslindes
Giro de la CNTE
Aprobar al vapor
Julio Hernández López
Foto
PROTESTA. Integrantes de diversas organizaciones que se manifestaban contra la aprobación de la Ley del Servicio Profesional Docente fueron detenidos por granaderos en calles del Centro Histórico
Foto Jesús Villaseca
 
El trazo urbano estableció las diferencias. Apenas emergieron del puente subterráneo de Fray Servando Teresa de Mier y ya estaban en carriles paralelos, con un camellón físico, pero sobre todo uno táctico de por medio, adjuntos pero sin mezclarse, políticamente distantes a pesar de que compartieran algunos estribillos y demandas. Enseguida los profesores se dedicaron aplicadamente a deslindarse de embozados y encapuchados, de provocadores y violentos (aunque no todos, ni siquiera la mayoría, sólo un puñado abiertamente decidido al enfrentamiento, sin ánimo de discusión política, rupturista) que habían salido desde el Monumento a la Revolución pasadas las 11 de la mañana y que en el curso de esa primera marcha sin participación formal de la CNTE habían sido rigurosamente contenidos mediante maniobras de encapsulamiento practicadas por la policía de Miguel Ángel Mancera.
 
Al principio eran dos marchas. Una iría hacia Los Pinos porque así lo había decidido la cúpula del magisterio disidente (el oficialista está demasiado ocupado en grabar anuncios en los que aparece como firme impulsor de la reforma laboral educativa el mismísimo Juan Díaz de la Torre, el sucesor de Elba Esther Gordillo, el que firmaba los cheques de la rapiña). Otra, en la que participaban quienes son llamados anarquistas, miembros del 132 y otras organizaciones sociales (hasta un segmento capitalino de Morena), iría desde el monumento revolucionario hasta San Lázaro, visualizado por algunos como hipotético campo de batalla física. La segunda se fue disolviendo en escaramuzas, seccionamientos en calles laterales donde iban siendo confinados algunos grupos y la percepción de algunos contingentes concurrentes de que, salvo los choques con la policía, no habría mucho más que hacer.
 
El jefe de gobierno, Mancera, aprovechó para inaugurar la modalidad de las marchas a paso lento, con policías caminando de espaldas y los manifestantes encauzados hacia calles predeterminadas a las que no se hubiera puesto obstrucción metálica, como la Madero, ahora inabordable. Los caminantes quedan así atrapados en un rectángulo cuyos lados son ocupados por granaderos, escudo pegado al siguiente escudo, y la vanguardia policiaca, avanzando de reversa (uf, qué enredos descriptivos y casi filosóficos), puede tener un contacto directo con los protestantes. Más delante, otras hileras de granaderos, por lo que se llegara a necesitar.
 
Las dos marchas acabaron convergiendo, aunque nomás en apariencia. Fue un giro cuya expresión inmediata y de más fácil comprensión fue inicialmente vial. Media vuelta y la columna de profesores no caminó más hacia Los Pinos, como era el acuerdo oficial con el que habían salido de su campamento en el Zócalo, sino que decidió volver y alcanzar a la otra marcha a la altura del Salto del Agua, donde les esperaron.
 
Pero el giro de fondo fue político. Las bases magisteriales se rebelaron contra los acuerdos de las cúpulas que pretendían llevar la marcha hacia Chapultepec y no hacia San Lázaro. Particularmente presionaron los oaxaqueños para revisar el formato de lucha. No estaban de acuerdo con lo anunciado un día antes por el dirigente de la sección 9, capitalina. Versiones de pláticas en privado por parte de enviados gubernamentales que buscaban sobre todo a los líderes de dos secciones. Por ello, a media marcha dominical, en recomposición súbita, bajo presión, acordaron que debería combatirse esa percepción de arreglo, redireccionar la protesta hacia San Lázaro, mantener la imagen de unidad de la CNTE y no abandonar o separarse de quienes sin ánimos de provocación oficialista inducida participaban en la primera marcha, incluyendo a jóvenes genuinamente inconformes.
 
Cuando los profesores llegaron adonde estaba la otra marcha, y comenzaron a caminar, establecieron tajantemente su distancia física y política respecto de las provocaciones. Impidieron que sus filas fueran infiltradas, organizaron barreras de brazos enlazados para cerrar el paso a quienes llevaban pañuelos en la cara o máscaras o capuchas e insistieron en la necesidad de no caer en la trampa sembrada de la violencia. Al final, cuando ya enfilaban de regreso al Zócalo, con la policía poniendo como frontera infranqueable la avenida Congreso de la Unión, algunos de los grupos llamados genéricamente anarquistas aceleraron la confrontación con la policía capitalina, instalando aunque fuera a última hora el ingrediente de la violencia para continuar con la satanización del movimiento magisterial que, redefinido a partir de la crisis dominical, recibiría el golpe de la aprobación de la ley del servicio docente en las primeras horas de sesionar del congreso, ya fuera a pleno vapor, anoche, u hoy, cuando Enrique Peña Nieto tiene acto de autohomenaje en casa, con mensaje matutino, y por la tarde una cadena nacional. El vaporazo educativo, antecedido de la farsa de diálogo con legisladores ejecutivos, tendrá como respuesta la declaratoria, este miércoles, de insurgencia nacional. Los profesores de Oaxaca realizarán una asamblea estatal en el Zócalo, para decidir los siguientes pasos. Es probable que declaren a su estado en rebeldía, dispuestos a impedir la aplicación de la reforma laboral educativa peñista en esa entidad.
 
Dos mundos, también. En las calles, el caminar, el sudor, la fatiga y la protesta, con policías de uniforme conteniendo e infiltrados, protegidos por agentes de civil, provocando violencia y detenciones. En uno de los palacios, el legislativo, el terso y blindado accionar de diputados y senadores que iniciaron su segundo periodo ordinario de sesiones, en el que habrán de aprobar a las carreras las reformas educativa y energética, entre otras de igual calado tan polémico. Ah, por cierto, el lic. Osorio Chong entregó en San Lázaro el primer informe de labores, nuevemesino, del lic. Peña Nieto.
 
Y, mientras EPN presume que no se valdrá de iniciativas preferentes en el congreso (¿para qué, si tiene al Pacto por México?), ¡hasta mañana, con Ricardo Monreal acusando a las bancadas que apoyan al mexiquense de constituir la República de la hipocresía!
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FUENTE: LA JORNADA OPINION
La crisis está asentada

León Bendesky
Las crisis están en la naturaleza misma del capitalismo. Solemos referirnos a cada uno de esos episodios como si fuesen únicos o aislados y que, de una u otra manera, se superan. Pero sólo hasta que llega el próximo evento que se nos presenta como imprevisto, y sobre el se dan explicaciones que alientan el discurso y el análisis aún muy propios de la economía neoclásica. Pero en realidad esto corresponde a un proceso único, a saber: el modo de acumulación del capital.
 
La crisis desencadenada en 2008 persiste, sin amainar de modo relevante. Apenas hay muestras en ciertos momentos de un alza insignificante del producto o el empleo, cuando se predice ya una recuperación. Una lectora de tarot podría atinar igual o mejor en sus previsiones económicas.

Qué son dos centésimas de aumento en el PIB, que se ha desplomado vertiginosamente durante cinco años seguidos, o un pequeño decremento temporal en el desempleo masivo que se ha provocado, para poder decir que la profunda recesión en Estados Unidos, Europa o Japón, y que tiende a extenderse por todas partes, empieza a ceder.

Los números acerca del producto son muy imperfectos y las condiciones del empleo son tan frágiles que no dan cuenta de los complejos procesos en curso que no van en la dirección de un nuevo modo de creación de riqueza material y menos aún de bienestar ampliado.

En 1971 se acabó el régimen de acumulación de la segunda posguerra. Fue decretado unilateralmente por Nixon, dando fin al patrón oro-dólar creado en Bretton Woods (1944). Desde entonces las crisis financieras se han sucedido constantemente. En ese periodo abarcaron países y regiones como Gran Bretaña, Rusia, Japón, Corea del Sur, Indonesia y América Latina.

Esta fue una crisis sistémica que significó una modificación profunda en el ejercicio de la hegemonía económica de Estados Unidos, aprovechando ahora la gestión de sus déficit gemelos: comercial y fiscal, para financiar su economía.

Entre 1945 y 1971 el dólar fungió no sólo como moneda de reserva, sino que había un régimen de tipos de cambio fijos y Estados Unidos financiaba el crecimiento global con su creciente déficit comercial. Este periodo es atípico en la historia del capitalismo por las condiciones del crecimiento productivo, estabilidad financiera y bienestar generados. El sistema financiero estaba regulado y los negocios bancarios separados entre operaciones comerciales e inversiones.

Eso se acabó definitivamente. Desde hace cuatro décadas los desequilibrios comerciales, fiscales y financieros son cada vez más grandes y con ello la recurrencia de las crisis. La ideología neoliberal creó la ilusión de que los mercados libres regulaban eficazmente las corrientes de producción, comerciales y financieras. Esta creencia se ha derrumbado, pero no se ha admitido en los centros de poder.
 
Se requería cada vez más bajar los salarios, exportando los trabajos donde fueran más baratos; financiar las importaciones con corrientes de capital (es decir, atrayendo los excedentes externos); ampliar el déficit fiscal para sostener la expansión y, sobre todo, desregular hasta el extremo los mercados de dinero y de capital.
 
Sólo Estados Unidos podía conseguir financiar con una deuda cada vez mayor, y denominada en dólares, para aguantar sus grandes déficit y sostener la capacidad de consumo de su población. Eso también se ha acabado aunque los movimientos de la política monetaria provocarán aún fuertes distorsiones en el mundo.
 
En 1987 y 2001 las crisis se centraron en los mercados de valores en Estados Unidos con reverberaciones generales. La creación de burbujas especulativas ha sido la base de la generación de riqueza eminentemente financiera, con grandes bancos globales capaces de crear enormes cantidades de dinero privado, en un entorno de regulación muy laxa e innovaciones financieras que retroalimentan la especulación.
 
La crisis desencadenada en 2008 es el colofón de este largo proceso que se ha denominado como financiarización en el marco de la economía global. Así se han separado de modo efectivo la acumulación basada en la producción de mercancías, y la generación de empleo por aquella basada en el dinero mismo.
 
A los grandes bancos no les interesa prestar a las empresas, sino crear instrumentos de deuda muy rentables. La crisis no ha acabado con ese modo de funcionamiento. Esa es la historia que desembocó en 2008 y es el patrón de financiamiento que no se ha roto con la gestión pública de la crisis. La resistencia del capital financiero es brutal, y los gobiernos y los reguladores lo saben pero sólo se acomodan como ocurre con la política monetaria de la Reserva Federal o de la Unión Europea.
 
La gestión del proceso de acumulación quedó en manos de los poderosos bancos globales, que ahora se conocen como instituciones financieras de importancia sistémica. Son aquellas que ponen en riesgo la estabilidad misma del sistema económico en su conjunto y que han quedado lejos de la capacidad de los reguladores para restablecer corrientes de financiamiento productivo.
 
Esta es, una vez más, una crisis sistémica para la que no se vislumbran todavía acuerdos políticos para enfrentarla. En este sentido está cerca de lo que ocurrió en 1929-33 y que llevó al estado de bienestar. Pero posibilita una reacción hegemónica por parte de Estados Unidos, similar a lo sucedido en 1971. Ahí está la incertidumbre del proceso en curso. Mientras tanto, se acrecientan las condiciones de inestabilidad general, tal y como ya se resienten en México.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
Tres poderes-Hernández
Tlanixco, injusticia a la mexiquense

Hermann Bellinghausen
Tres mujeres, una de ellas con pelo blanco, vistiendo sencillos huipiles de increíble delicadeza, quieren hablar. Tienen una historia que decir, un grito ahogado que recuperar. La mayor desgracia que le puede ocurrir a un pueblo es perder la voz. Son nahuas de Tlanixco (en Tenango del Valle, tierra de los matlazincas históricos) y su historia, ¿quién la escucha ya? Un pueblo valiente donde muchos tienen miedo. Francisca Álvarez, tesorera del consejo ejidal, Marisela Molina y Yolanda Álvarez Zetina, llevan en sí a donde vayan un reclamo acuciante que, pasados 10 años, no se hace viejo, sino que representa un agravio mayor. Los esposos de Marisela y Yolanda se encuentran presos (ojo lector, quizás te sorprendas) acusados-de-crímenes-que-no-cometieron. Para gobiernos estatales como el mexiquense, siempre autocrático, racista y autoritario, resulta normal la fabricación de culpables indígenas. Es casi una industria.
 
Como en Chiapas, por ejemplo. La notoriedad alcanzada por el caso de Alberto Patishtán ha puesto en evidencia (por si hacía falta) las prácticas viciadas del sistema de justicia, y más cuando se trata de indígenas que se pretende controlar. Chivos expiatorios de crímenes cuyos verdaderos culpables permanecen impunes, y en ocasiones (como es el caso de Patishtán, o el de Tlanixco), en el colmo de lo impune, se desconoce su identidad.

El Congreso Nacional Indígena (CNI) se pronunció el pasado 18 de agosto por la libertad de nuestros seis hermanos de la comunidad de San Pedro Tlanixco, presos injustamente desde hace 10 años en Almoloya por defender el agua de su comunidad. Se trata de Pedro Sánchez Berriozábal, con una sentencia de 52 años; Teófilo Pérez González, sentencia de 50 años; Rómulo Arias Mireles, sentencia de 54 años; Marco Antonio Pérez, Lorenzo Sánchez y Dominga González, en proceso todavía. De dos más, Rey Pérez Martínez y Santos Alejandro Álvarez Zetina, el CNI exige la cancelación de sus órdenes de aprehensión. Son víctimas de esa curiosa costumbre de la justicia mexicana de hacer pagar a quien sea por crímenes no resueltos o que no se desea resolver. Y qué mejor que matar dos pájaros de un tiro y quitarse de encima personas o grupos incómodos o desafiantes para las autoridades corruptas.

La injusticia que nos ocupa data de 2003. El pueblo de Tlanixco, miembro del CNI, defendía los manantiales del río Grande (o Texcaltengo), que nacen en su territorio, contra la voracidad de los empresarios de Villa Guerrero, localidad de floricultores poderosos vinculados abiertamente con el grupo Atlacomulco –la cofradía, o familia ampliada, de políticos priístas que controla el Edomex hace muchos sexenios y hoy, poco más poco menos, ocupa los Pinos y hace de las suyas en mayor escala.
 
Gobernaba la entidad el inefable mata ratas e incómodo tío de todos (ellos) Arturo Montiel. Las indígenas se turnan para relatar que los detenidos formaban parte del Comité de Agua Potable y del comisariado ejidal que en 2000 lograron la concesión de los arroyos en su comunidad; pero los influyentes vecinos de Villa Guerrero cambiaron las concesiones, lo cual dio pie a un conflicto, típicamente canalizado en 2002 a una mesa de diálogo en Toluca que no llegó a nada. El primero de abril de 2003, Alejandro Isaac Basso, presidente de Agua de Riego del río Texcaltengo y empresario floricultor de Villa Guerrero, “acompañado por otros 11, sube a Tlanixco, según que a checar ‘su’ agua que bajaba sucia, y la gente del pueblo los rodeó para interrogarlos sobre su presencia en el ejido”. En un confuso episodio, Isaac Bassa cae en un precipicio y muere. Los de Tlanixco sostienen que se tropezó. Los de Villa Guerrero, que lo empujaron.
 
Lo relevante es que los hoy sentenciados no se encontraban en el lugar de los hechos, pero se les acusó de la muerte del empresario, porque eran los que conocían los de Villa Guerrero por su participación en los diálogos de Toluca. Se les hizo fácil señalarlos para que pagaran por el muerto y quitárselos de encima. Cuatrocientos carros llegaron a las casas de los comisariados y ex comités, y se los llevaron sin orden de aprehensión. ¿Cuatrocientos? Cuatrocientos, confirman las tres mujeres, eran más de mil policías. Es el 22 de julio de 2003. De inmediato y sin escalas los encierran en Almoloya. Tlanixco se hundió en el estupor. Desde entonces el gobierno no ha dejado de dividir y amedrentar a los nahuas de la localidad, agricultores y albañiles. La receta mexiquense contra mazahuas (Pueblo Nuevo por ejemplo), ñanhus y nahuas. O quién recuerda el atencazo de Enrique Peña Nieto.
 
Es una represión contra los pueblos indígenas que defienden sus recursos naturales, robados por los que no los van a proteger, concluye doña Francisca. Por ello, Yolanda y Marisela sostienen que sus maridos Lorenzo y Pedro, respectivamente, son inocentes, y sobre todo, presos políticos, aunque no se les reconozca como tales.
FUENTE: LA JORNADA OPINION

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