Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 6 de septiembre de 2013

Dudoso, que Putin apoye a Obama en Siria- Penultimátum- La reforma fiscal como tema en el G-20

Dudoso, que Putin apoye a Obama en Siria
Robert Fisk
Hace no muchos años, un presidente ruso tuvo una reunión a altas horas de la noche con su representante especial y le pidió volar de inmediato para reunirse con un dictador árabe y transmitirle una advertencia importante sobre un inminente ataque estadunidense. El mensaje añadía que si el autócrata árabe renunciaba voluntariamente al cargo de presidente y permitía elecciones democráticas, podría permanecer en su país y conservar su puesto en su partido. El dictador era Saddam Hussein, la fecha era febrero de 2003 y el enviado presidencial era Yevgeny Primakov.
 
Y el presidente era Vladimir Putin. Tal vez esta pequeña historia estaba en el expediente de Barack Obama en San Petersburgo. Primakov mismo, quien fue jefe del servicio de inteligencia exterior, así como ministro del exterior y primer ministro, reveló aquella iniciativa secreta de Putin en su libro Rusia y los árabes, por desgracia poco leído (al menos en Occidente), el cual contiene muchos relatos con lecciones para líderes árabes –y para sus arrogantes pares occidentales– acerca de los tratos de Moscú con Medio Oriente, de los cuales muchos son de Putin.


El presidente ruso había dado instrucciones a Primakov de entregar su advertencia directa y exclusivamente a Saddam, no a su ministro del Exterior, Tariq Aziz. Quería que la propuesta se presentara a Hussein en la forma más dramática posible. De hecho, dijo Putin, podría ser la última oportunidad de evitar un ataque estadunidense.

El dictador iraquí respondió con una cascada de acusaciones contra Rusia: que una vez más trataba de engañarlo, como hizo cuando le dijo que si retiraba sus tropas de Kuwait en 1990 Estados Unidos no atacaría a Irak. Primakov le contestó que aquella vez tardó demasiado en ordenar la retirada. Saddam no contestó; dio un golpecito en el hombro a Primakov y salió del salón. Tariq Aziz dijo entonces algo en voz lo bastante alta para que el dictador escuchara: de aquí a diez años veremos quién tuvo la razón: nuestro amado presidente o Primakov. Bueno, de eso sí sabemos la respuesta.

Tal vez a Obama le gustaría que Putin enviara a su ministro actual del Exterior, Sergei Lavrov, a Damasco con un mensaje semejante para Bashar Assad. Después de todo, la razón que tuvo Putin para decir a Saddam que podía mantener su papel en el partido fue evitar inestabilidad después de la caída de su régimen en Irak. El problema en Siria es que la inestabilidad comenzó en 2011, y de entonces a la fecha ha dado lugar a una de las guerras civiles más terribles en la región.

Pero Putin no carece de un ángulo progresista. Después de todo, fue él quien habló de construir instalaciones de enriquecimiento de uranio en territorio de potencias nucleares reconocidas, para proveer a naciones que cuentan con instalaciones nucleares pero no quieren armas nucleares; ésa fue una de sus iniciativas en relación con la crisis iraní (la cual algo tiene que ver con el propuesto ataque estadunidense a Siria).

 
Hay otro ángulo de Putin. En El Cairo, varios políticos egipcios lo llaman al thaaleb –el zorro–, y uno casi puede verlo en la nieve, con cola esponjada e hirsutos bigotes, mientras sus ojos se cierran y lanzan una mirada levemente amenazadora. No mantiene tratos con políticos musulmanes que no le inspiran confianza. Remplazó a un dictador en Chechenia con otro peor, y no vaciló en dejar que el despiadado Mohammed Najibullah se hiciera del poder en Afganistán cuando el ejército ruso partió. ¿Por qué Occidente apoya a rebeldes que se comen a sus enemigos?, preguntó hace poco. Se refería al repugnante video de un combatiente islamita que al parecer devoraba el hígado de un soldado sirio ejecutado.
 
Pero jamás ha tenido escrúpulos para recurrir él mismo a la violencia extrema. La escandalosa conducta de su ejército en Chechenia ha tenido poca diferencia con la de los hombres de Saddam al suprimir a los rebeldes iraquíes en 1991, o la del régimen de Siria contra sus rebeldes. ¿Y acaso no fueron los rusos quienes usaron, hace no mucho tiempo, su propia forma de gas para abrirse paso en un teatro de Moscú que estaba en poder de rebeldes chechenos? Si el régimen sirio usó gas sarín el mes pasado –y Putin dice no haber visto evidencia convincente–, ¿en verdad le preocuparía al presidente ruso?
 
 
 
Resulta extraño que las cadenas de televisión en Occidente hayan caído en una cantilena sobre San Petersburgo, preguntando a Obama si puede reducir la distancia que lo separa de Putin. No estoy seguro de que Putin quiera reducir tal distancia. Sabe que las líneas rojas, las opciones sobre la mesa y todos los demás obamismos que están precipitando a los estadunidenses a una guerra más contra los árabes le han dado una carta poderosa. Sabe que la guerra en Siria tiene que ver con Irán. Y fue perfectamente capaz de recibir en Moscú al repugnante ex presidente iraní Mahmud Ajmadineyad. La figura encorvada de Putin al lado de Obama en la cumbre de Fermanagh nos dijo mucho acerca de sus sentimientos hacia el verdugo en jefe de Estados Unidos. Después de todo, él adoptó el mismo papel en Chechenia.
 
Al mirar al sur desde el Kremlin, Putin puede contemplar a Chechenia en el horizonte y, apenas mil 300 kilómetros más allá, la propia Siria, donde Assad combate a rebeldes, algunos de ellos chechenos. Desde luego, puede hacer la observación de que Obama planea combatir en el mismo bando que Al Qaeda, lo cual es del todo cierto. Pero ¿de veras va a alinearse detrás de la más reciente cruzada estadunidense? Más bien sospecho –puesto que se ha convertido en experto en combatir el terror islámico – que va a dejar esperando a Obama.
 
 
Sin duda preguntará qué se logrará con los 60 días de ataque limitado permitidos a Estados Unidos. ¿Y qué ocurrirá si pasado ese tiempo Assad sigue aún en Damasco y se usa gas otra vez?
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
FUENTE LA JORNADA OPINION
 
Penultimátum
Al Jazeera: hablar con la verdad al poder
Cuando el primero de noviembre de 1996 inició transmisiones, apenas unos pocos creyeron que Al Jazeera tendría influencia y fructífera vida. Hoy la cadena de televisión de un príncipe qatarí, es fuente obligada de consulta para saber lo que ocurre en Medio Oriente. Lo ha logrado pese a la campaña de desprestigio en su contra durante la presidencia de George Bush, que la acusó de mal informar sobre la invasión a Irak y Afganistán, de ser un agente provocador y engañoso.
 
Al Jazeera tuvo entonces un papel informativo de primer orden en contraste con la vergonzosa autocensura que adoptó la prensa estadunidense para estar acorde con el discurso oficial. En represalia por mostrar la realidad de la invasión a Irak, un misil estadunidense cayó en 2003 sobre las oficinas de la agencia en Bagdad y mató a uno de sus reporteros. Su sede en Afganistán corrió la misma suerte en 2001. Fueron errores, dijo el comando estadunidense.

Pero a la llamada CNN del mundo árabe finalmente la aceptaron como mal necesario por Estados Unidos y sus aliados. Su audiencia suma ahora casi 300 millones de espectadores. El parteaguas ocurrió hace cuatro años. Su director, Wadah Khanfar, visitó por primera vez Estados Unidos para refrendar los acuerdos por los cuales compañías de cable del vecino país retransmitirían en inglés el servicio noticioso de la cadena. Khanfar se reunió también con funcionarios de la administración de Obama, algo impensable bajo el gobierno de Bush. Además dijo que Al Jazeera tenía como principio la libertad de expresión, un valor estadunidense. En cambio, Al Jazeera sufre continua censura y veto en Arabia Saudita, Irak, Irán y Túnez. Los militares egipcios la acaban de prohibir. Nada suaves son sus criticas a los autócratas que gobiernan esos países.
 
Recientemente multiplicó su presencia en el mercado informativo de Estados Unidos al adquirir Current TV, cadena de televisión por cable del ex vicepresidente Al Gore. Su propósito: Dar voz a quienes comúnmente no son escuchados; hablar con la verdad al poder. Sus servicios llegan durante 14 horas a 40 millones de estadunidenses.
 
Pero no todo es miel sobre hojuela: la trasnacional AT&T se negó a transmitir su señal y sus niveles de audiencia no son los esperados inicialmente, habida cuenta las de las cadenas con las que compite. En muy buena parte se debe al pobre contenido de sus programas y a la percepción negativa  que existe sobre la cultura árabe en su nuevo mercado. Alimentada durante años, especialmente después del 11 de septiembre, por los grupos más conservadores. Hasta de invasión terrorista llaman a la presencia de Al Jazeera en las redes sociales. No tenemos prisa, dicen sus directivos, nos quedamos, pues necesitan conocer la otra cara de la moneda.
FUENTE LA JORNADA OPINION
 
La reforma fiscal como tema en el G-20
Ayer, durante su participación en la jornada inaugural de la cumbre del G-20 que se desarrolla en San Petersburgo, Rusia, el presidente Enrique Peña Nieto promovió las supuestas ventajas de la iniciativa de reforma fiscal que está por presentar ante el Congreso de la Unión, entre las que destacó el crecimiento de la economía formal, el fortalecimiento del federalismo y el combate a prácticas que erosionan la base gravable y transfieren ganancias al exterior para evadir el pago de impuestos.
 
En un entorno internacional marcado por la incertidumbre y la tensión multipolar como consecuencia de asuntos como la posible incursión militar contra Siria por una coalición encabezada por Estados Unidos, así como la persistente crisis económica mundial, el que un jefe de Estado emplee su intervención en el foro del G-20 para abordar las posibles modificaciones hacendarias de su país refleja una insatisfactoria asesoría en temas diplomáticos y de política exterior. En efecto, el objetivo principal de ese tipo de encuentros es que los gobiernos participantes aborden problemáticas internacionales y de interés común con miras a obtener soluciones a las mismas, no que ventilen asuntos domésticos.

Por otra parte, la presentación de las supuestas fortalezas de la iniciativa peñista de reforma fiscal es improcedente en la medida en que el documento correspondiente no ha sido siquiera presentado formalmente ante la Cámara de Diputados, única instancia facultada para legislar en materia fiscal. Dicha perspectiva apuntala los señalamientos críticos en el sentido de que el Poder Legislativo, en tanto instancia de representación popular y de deliberación política, ha sido avasallado durante la actual administración por el Pacto por México, como quedó de manifiesto recientemente con la aprobación de la reforma constitucional en materia educativa y su legislación secundaria. Ello, por lo demás, sienta un mal precedente en torno al surgimiento de posibles escenarios conflictivos en nuestro país, derivados del choque entre la orientación de las políticas gubernamentales en el ámbito hacendario y el sentir mayoritario de la población en esa materia.
 
Finalmente, la formulación por parte de Peña Nieto de una propuesta fiscal en el marco de la referida cumbre internacional facilita la supeditación de la política económica del país a los organismos financieros internacionales y a los grandes capitales que buscan, en el actual momento mundial de contracción económica, nuevos entornos. Si el propósito era fomentar el flujo de inversión extranjera, hay otros mecanismos y otros conductos más apropiados que una cumbre mundial para propiciarlo.
 
Cabe esperar del gobierno federal, en lo sucesivo, un deslinde más preciso entre los asuntos internos y los temas de política exterior, así como el ejercicio de un papel activo y positivo en el panorama internacional mediante la recuperación de los principios fundamentales de la política externa del Estado mexicano, los cuales han sido paulatinamente olvidados desde que empezó a implantarse en el país el modelo neoliberal.
FUENTE LA JORNADA OPINION

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