Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 12 de octubre de 2011

Derechos de la Mujer

Derechos de la Mujer
En la primera política diseñada, debieron pedir permiso a obispos
La Iglesia, siempre en busca de frenar la planificación familiar
Durante más de 30 años la tasa de natalidad se mantuvo en más de seis hijos
Ángeles Cruz Martínez
Periódico La Jornada
Miércoles 12 de octubre de 2011, p. 2
Los esfuerzos por regular la fecundidad acompañan la historia contemporánea, y en el caso de México, como en otros países, se volvió apremiante cuando demógrafos y economistas observaron que el crecimiento de la población superaba con creces la capacidad de las finanzas nacionales para atender sus necesidades.
Era la década de los 70, durante el gobierno de Luis Echeverría, cuando especialistas acompañados de Eduardo Villaseñor, quien había dirigido el Banco de México, se acercaron al entonces secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, para proponerle el diseño de una política de población.
Lo convencieron y, a través de él, también al presidente de la República para dar paso al que se convertiría en uno de los programas prioritarios del sexenio. Así lo recuerda Alfonso López Juárez, ex director de la Fundación Mexicana para la Planeación Familiar (Mexfam). Esta fue la primera agrupación de la sociedad civil que impulsó las acciones en la materia. De hecho, sus fundadores participaron de las gestiones para la creación del Programa Nacional de Población y el organismo rector, el Consejo Nacional de Población (Conapo).
Luego vino la Conferencia Mundial de Población de 1984. Se realizó en México, y además de las resoluciones adoptadas por los participantes, hubo beneficios para el país en forma de donaciones internacionales, prácticamente ilimitadas, de métodos anticonceptivos. En todos lados había las pastillas, y si en algún lugar se complicaba el acceso era por problemas administrativos, señala López Juárez.
Por eso se explica que en pocos años se logró la reducción de la fecundidad. La tasa de natalidad fue de más de seis hijos por mujer durante más de 30 años, de 1930 a 1968, y de hecho en este último alcanzó su máximo histórico, con 7.1 hijos por mujer. A partir del uso de pastillas contraceptivas, el indicador bajó, para situarse en 2000 en poco más de dos hijos por mujer.
López Juárez, sociólogo y quien durante 20 años dirigió Mexfam, afirma que la mano de la Iglesia y los grupos conservadores siempre ha estado detrás de la estrategia de planificación familiar para frenarla, y en no pocas ocasiones también han influido las creencias religiosas de los funcionarios encargados de llevarla a cabo.
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Jornada de información sobre anticonceptivos, en el Zócalo capitalino, en septiembre de 2008Foto Yazmín Ortega
Fue el caso del primer director de Salud Reproductiva de la Secretaría de Salud (Ssa), José Manuel Septién, quien dijo que antes de iniciar las acciones debería preguntarse a los obispos si estaban de acuerdo. También planteó que únicamente se dieran los anticonceptivos a personas casadas.
No duró mucho tiempo en el cargo, comenta López Suárez, y a pesar de él y del cúmulo de presiones ejercidas por el clero, es innegable que la gran conquista de la planificación familiar fue separar los conceptos de reproducción y de sexualidad.
Sin embargo, no pocos lo vieron así. Tal vez algunas mentes muy iluminadas vislumbraron lo que el programa significaría en la vida de las mujeres, pero nadie lo dijo en ese momento, apunta.
Ya en la Conferencia de Población y Desarrollo de El Cairo (1994) se introdujeron nuevos conceptos, que reconocían lo que ya era una realidad, la liberación de las mujeres del yugo que les había representado la maternidad, para su desarrollo personal y profesional.
Se habló entonces del empoderamiento de las mujeres, la salud sexual, la infertilidad, infecciones de transmisión sexual y el derecho a decidir sobre su cuerpo, entre otros. Hasta entonces, se limitaba al derecho de las personas a decidir el número y espaciamiento de sus hijos, apunta.
Los resultados de la conferencia trajeron nuevos cambios a la política nacional mexicana, y lo que hasta entonces había sido la Coordinación de Planificación Familiar, que dependía de la Presidencia de la República, se convirtió en la Dirección de Salud Reproductiva en la Ssa, y en una jefatura de planificación familiar en el Instituto Mexicano del Seguro Social.
También tomaron auge las organizaciones civiles de mujeres que hasta la fecha pugnan por el reconocimiento y respeto a la salud sexual y reproductiva de la población femenina.
Casa sobre la Roca, la nueva derecha neopentecostal
Bernardo Barranco
Las proximidades entre Calderón y los grupos neocarismáticos de Casa sobre la Roca están marcadas por la constante ambigüedad, el pragmatismo y la mutua utilización político-religiosa. Cuando Felipe Calderón fue candidato, en 2006, recibió todo el apoyo y las bendiciones de los Orozco, Rosi y Alejandro, líderes de dicha asociación político-religiosa. Así, Casa sobre la Roca se convirtió en cabeza de playa, es decir, la avanzada y puente político con el mundo evangélico. Calderón candidato se benefició del liderazgo, la capacidad de convocatoria y de las redes sociales de Casa sobre la Roca. Calderón presidente cumple con cargos, puestos, recursos y redes de influencia que los Orozco han sabido aprovechar. El libro de Rodolfo Montes La cruzada de Calderón (Random House Mondadori) muestra claramente la violación del carácter laico por parte del presidente Felipe Calderón.
Cuando la editorial me pidió hacer una introducción a la investigación periodística de Montes, me llamó poderosamente la atención la poca claridad de los actores. Para empezar Casa sobre la Roca no se reconoce como asociación religiosa (AR), sino como asociación civil (AC); hace malabares en sus propias definiciones contradictorias, expresa que hay una enseñanza no religiosa de la Biblia. Ser AC es conveniente: le permite sacudirse de prohibiciones políticas, así como prestar servicios al Estado. Aquí hay complacencia y omisión de la misma Secretaría de Gobernación, que tolera dicha ambigüedad.
Por diferentes medios, Calderón ha señalado que no se ha convertido a ninguna otra creencia y que sigue siendo católico; sin embargo, aparece en videos ante multitudes con gestos, lenguaje corporal y la utilización de conceptos propios de un predicador evangélico. Otro contrasentido es que los fundadores y líderes religiosos de Casa sobre la Roca rechazan llamarse ministros de culto cuando predican y realizan ceremonias paralitúrgicas frente a sus audiencias. También es reprochable la opacidad del gobierno panista y de la primera dama Margarita Zavala porque no quieren reconocer las raíces evangélicas del vasto programa gubernamental Nueva Vida, expresión clásica en la Biblia, cuyo autor intelectual y promotor inicial es precisamente Alejandro Orozco.
En el contexto de la guerra santa desatada por el Presidente, con cierto voluntarismo, los Orozco vendieron a los Calderón el sueño colombiano, basado en el éxito de una iglesia colombiana de ultraderecha llamada Misión Carismática Internacional. Si Colombia ha podido revertir la narcoviolencia, México también. La guerra tiene que estar acompañada por valores inspirados en la palabra de Dios. Organizaciones de la sociedad civil e iglesias deben sumarse a una gran causa con programas de valores y asistencia social y soporte moral para prevenir y atender las adicciones. Los Orozco ofrecen la vía colombiana, una especie de cruzada espiritual para atender el rostro humano de la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia organizada.
Más allá de las revelaciones que Rodolfo Montes detalla en su libro, la cuestión de fondo es el surgimiento de un nuevo tipo de derecha religiosa. Efectivamente, Casa sobre la Roca puede representar un nuevo modelo de movimientos ultraconservadores en México. Ante el desgaste simbólico de grupos de la derecha radical, como el Yunque o Provida, la agenda moral de muchos grupos conservadores requiere de nuevos interlocutores y canales más modernos de representación. Casa sobre la Roca es un ensayo alternativo, una suerte de tercera vía, como ha expresado Adonirán Gaxiola. El grupo neopentecostal de Casa sobre la Roca, no se reconoce católico ni evangélico, sino una agrupación de superación con inpiración en los valores bíblicos que se sustenta en los principios de la teología de la prosperidad. Pero su concepción de familia, sexualidad, aborto y otros análogos es idéntica a la de los católicos conservadores.
Las imágenes reinantes de la ultraderecha deben ser revisadas. Pensamos en actores coléricos como Sandoval o Serrano Limón; en organizaciones anticuadas, semisecretas, herméticas, con extravagantes rituales que marchan a contracorriente de las sociedades modernas. Los modelos serían el Yunque y Provida. Sin embargo, los grupos conservadores en México y en América Latina han evolucionado. Ahora utilizan el discurso de la democracia moderna, usan con soltura los términos de las grandes empresas, sin empacho parafrasean los conceptos de la sicología moderna y de la superación personal. Los nuevos grupos conservadores impulsan a sus adherentes para que se introduzcan en el servicio público, escalen puestos y cargos en gobiernos e incidan en las políticas públicas; se posicionen en agrupaciones de la sociedad civil, asociaciones civiles, en organismos de asistencia social, de filantropía y en los medios de comunicación.
Una de las paradojas más provocadoras de los nuevos grupos conservadores es que se sienten y pueden aparecer progresistas. Los grupos han venido relaborando su discurso y su actuación en torno a los derechos humanos, la defensa de la vida, la pobreza, la familia y la política. Incluye la incorporación de los debates internacionales que se esgrimen en instancias como la ONU, la Unesco y las diferentes conferencias mundiales donde se dirimen estos temas. No es casualidad que la diputada, Rosi Orozco, con su iniciativa aprobada sobre trata de personas, se sienta, y así quiere que la miren en su entorno, como una heroína patriótica haciendo una gran servicio a la nación. Es evidente el malestar entre un sector de panistas que se siente desplazado por el advenimiento de los Orozco. También entre los sectores del Yunque hay preocupación, porque puede ser desplazado, y en la Iglesia católica existe desconcierto.
Para Casa sobre la Roca, los Calderón son historia. Ahora ya han enfocado baterías, apoyos y encantos a los precandidatos. Notablemente figuran Cordero y Peña Nieto.

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