Tras las huellas de la emboscada…
Emboscada en Tres Marías
Foto: Eduardo Miranda
Foto: Eduardo Miranda
Proceso reconstruye el ataque del viernes 24 de agosto a dos agentes
estadunidenses (de la CIA, según una fuente de Washington) y un marino mexicano
ocurrido en las cercanías de Tres Marías. Los testimonios recogidos (y la
versión estadunidense) hablan de una emboscada coordinada entre tres vehículos
particulares con gente vestida de civil contra una camioneta con placas
diplomáticas. La Secretaría de Seguridad Pública, dependencia a cargo de Genaro
García Luna, afirma otra cosa y en un comunicado oficial suma información y
relata hechos y circunstancias que los testigos entrevistados por esta revista
nunca vieron.
HUITZILAC, MOR. (Proceso).- Los disparos apagaron la quietud del caserío de
Fierro del Toro a las ocho de la mañana del 24 de agosto. Antes que los tiros
había llegado el ruido de los motores de vehículos que avanzaban a gran
velocidad: Una camioneta Toyota negra –en la que viajaban dos agentes de Estados
Unidos y un miembro de la Marina de México– era perseguida por una Voyager verde
y una X-Trail amarilla.
Con ayuda de los vecinos de este pueblo del municipio de Huitzilac, cercano a
Tres Marías, Proceso recrea la persecución de ese día.
El tiroteo comenzó en un extremo del pueblo, en la intersección de dos
brechas de terracería: La que conduce al cerro El Pedregal y la que va a El
Capulín, en el municipio mexiquense de Xalatlaco.
La Toyota, con placas diplomáticas, venía del campo de entrenamiento de la
Secretaría de Marina (Semar) en El Capulín. En la confluencia de las dos brechas
fue interceptada por la Voyager –que iba en dirección a El Capulín– cuyos
tripulantes empezaron a disparar en ese lugar y a perseguir al vehículo
diplomático. Después la X-Trail llegó y se sumó a la persecución y al
tiroteo.
La balacera comenzó a 200 metros de donde empiezan las casas de Fierro del
Toro. Desde sus milpas, casas o negocios los lugareños observaron el ataque;
cuentan que al cruzar el pueblo, la Toyota ya tenía reventados los dos
neumáticos del lado derecho.
Tras pasar el pueblo la Toyota se metió a un terreno de milpas y agostadero,
donde pudo perderse durante unos minutos. Los perseguidores se dispersaron para
buscarla; el vehículo diplomático retomó el camino pavimentado a unos 600 metros
de donde empezó el ataque y ahí lo detectaron los tripulantes de la X-Trail,
quienes reiniciaron los disparos y la persecución. La Toyota les llevaba una
ligera delantera.
El vehículo diplomático pudo alejarse un poco más de los agresores; había
recorrido ya alrededor de 1.4 kilómetros desde el punto de inicio del ataque.
Pero del lado izquierdo del camino estaba oculto un Chevy azul cuyo único
tripulante empezó a disparar con una metralleta. Pese a todo la Toyota siguió
adelante. El Chevy se sumó a la persecución.
Los dos estadunidenses y el marino avanzaron otros 800 metros hasta llegar a
la carretera libre México-Cuernavaca y decidieron refugiarse en una gasolinera;
se estacionaron frente al minisúper que está al fondo de la misma.
Hasta ahí llegaron también la X-Trail y la Voyager, que se detuvieron frente
a la estación de gasolina. Las empleadas del minisúper se dieron cuenta de que
se trataba de una persecución y se tiraron al piso. Afuera, los despachadores de
combustible buscaron refugio, algunos corrieron a la parte de atrás del
establecimiento, donde están las oficinas.
El Chevy, en cambio, se colocó en el punto en el que las salidas de la
gasolinería llevan a la carretera México-Cuernavaca. Un hombre vestido de civil
se bajó del Chevy con un arma larga, se colocó en posición de disparar y esperó.
Los testigos calculan que la Toyota estuvo inmóvil unos cinco minutos.
Fuentes de la Procuraduría General de la República (PGR) indican que en esos
momentos un superior del marino, con el que éste se comunicó por radio, le
ordenó avanzar hacia Cuernavaca. La Toyota reanudó la marcha tan súbitamente que
sorprendió a los tripulantes de la Voyager y de la X-Trail, pero no al del
Chevy, que disparó varias ráfagas al lado derecho y a la parte trasera del
vehículo. Volvió luego al auto y continuó la persecución seguido de las dos
camionetas, aunque en este tramo no dispararon.
Testigos pudieron ver que a bordo de la Voyager iban seis hombres armados y
vestidos de civil; la X-Trail tenía vidrios polarizados que ocultaban el
interior.
Unos 10 minutos más tarde los testigos vieron pasar tres pick ups de la
Policía Federal (PF) en la misma dirección de la persecución. Luego pasaron
siete patrullas de la misma corporación.
Hasta aquí se recogen los testimonios de 13 habitantes de Fierro del Toro y
de seis empleados de la gasolinera, quienes la mañana del mismo día fueron
llevados a declarar ante el Ministerio Público Federal adscrito a la PGR en
Morelos. Mientras esperaban su turno de rendir testimonio vieron cómo eran
resguardados cuatro vehículos de la PF y el Chevy azul.
Las versiones
La versión de lo que sucedió en los últimos 3.3 kilómetros de la persecución
a lo largo de la carretera libre México-Cuernavaca la dio la PGR: La Toyota “fue
interceptada por unidades de la PF, desde las que también dispararon. Los
estadunidenses, al ver que se trataba de vehículos oficiales, hicieron alto
total y se identificaron con los agentes”.
La narración de los testigos acerca de que el vehículo diplomático fue
acechado por las tres unidades particulares coincide con el comunicado emitido
la tarde del 24 por la embajada de Estados Unidos:
“Esta mañana dos miembros del personal del gobierno de Estados Unidos y un
capitán de la Marina Armada de México se dirigían en un vehículo en una misión
diplomática hacia una instalación de entrenamiento cuando fueron emboscados por
un grupo de individuos”, dice el primer párrafo.
“El gobierno de México ha reconocido que miembros de la Policía Federal
estuvieron involucrados y dispararon contra el vehículo de la embajada de los
Estados Unidos. El gobierno mexicano ha iniciado una investigación y detenido a
miembros de la Policía Federal involucrados”, agrega.
Pero los testimonios recogidos por Proceso y la versión difundida por la
embajada en su comunicado difieren de la emitida por la Secretaría de Seguridad
Pública (SSP, que encabeza Genaro García Luna) en la tarjeta informativa
1462/2012:
“El día 24 se coordinó un operativo en los alrededores del poblado Tres
Marías entre elementos de esta coordinación, quienes se encontraban en el
kilómetro 52 de la carretera libre México-Cuernavaca y de la estación de policía
Tlalpan, quienes se encontraban desplegados en brechas del lugar con la
finalidad de dar con los agresores del director del Museo Nacional de
Antropología e Historia, Salvador Vidal Flores Pérez, quien había sido
secuestrado por tres personas armadas.
“Aproximadamente a las ocho horas realizaban patrullajes en el interior de la
brecha que comunica con la comunidad del Capulín, lugar en donde refieren las
víctimas de eventos anteriores que han sido privadas de su libertad.
“En ese momento elementos de la estación Tlalpan lograron visualizar cuatro
vehículos: Un Nissan Tsuru seguido de un Pointer rojo. Detrás de estos dos
transitaba una Toyota gris (sic) con placas diplomáticas BCM242 y detrás de ella
un Nissan Tsuru blanco, por lo que elementos que conformaban este grupo se dan
cuenta que es el mismo modus operandi de las personas que despojan de sus
vehículos sobre la carretera federal y los privan de su libertad para
ingresarlos a la brecha referida.”
Sigue: “Por lo tanto se les marcó el alto a lo cual hicieron caso omiso e
imprimieron velocidad, mientras la Toyota gris emprende la huída sin importar
que elementos de esta policía se encontraban frente a ellos, golpeando a su paso
al oficial Ángel Mauricio Sotelo Martínez, por lo que inicia la persecución de
dichos vehículos con dirección al poblado El Capulín, perdiendo de vista a los
tres vehículos sedanes: (los Tsurus y el Pointer) tratando de darle alcance al
vehículo Toyota, mismo que se dirigía hacia la carretera libre
México-Cuernavaca. Y es a la altura del kilómetro 51 de la mencionada carretera,
en donde al tratar de detener al vehículo le disparan.
“Derivado de lo anterior, el grupo de elementos de esta coordinación estatal
de Morelos que se encontraba en el kilómetro 52 se traslada al lugar para
brindar apoyo, encontrando a personal de la PF-Tlalpan, así como a un vehículo
Toyota gris y en su interior a los tripulantes de nombre Stand Daver Ross (sic)
de 62 años de edad; Coess Hobss (sic) de 49, ambos de la misma nacionalidad
estadounidense; así como a Fabián Molina Yera, mexicano (marino). Mismos que
fueron trasladados a bordo de dos carros radio-patrulla hasta el Punto de
Atención Carretero ubicado en el kilómetro 52, en donde ya los esperaban dos
ambulancias, la R12 de Semar y la 17SM del ERUM, para ser internados en el
hospital Inovamed de la ciudad de Cuernavaca, Morelos”, concluye.
Ninguno de los entrevistados de Fierro del Toro o de la gasolinera recuerda
haber visto otros vehículos además de la Toyota, la Voyager y la X-Trail. Ningún
Tsuru. Ningún Pointer.
De testigos a indiciados
El mismo 24 de agosto 12 policías federales se presentaron a declarar como
testigos a la delegación de la PGR en Morelos. Ahí su estado cambió al de
indiciados. Son Héctor Francisco Martínez Leyva, José Uriel Garrido Franco,
Gerardo Ramírez Garduño, Rafael Rivera Córdova, Tomás Romanillo Armenta, Ranulfo
Ruelas López, Carlos Sánchez Durán, Raúl Sánchez Fonseca, Francisco Humberto
Segovia Domínguez, Ángel Mauricio Sotelo Martínez, Emir Suárez García y Jorge
Alberto Vargas Camacho.
El 27 de agosto la procuradora general, Marisela Morales, anunció el arraigo
por 30 días otorgado por un juez por los delitos de homicidio en grado de
tentativa, daño en propiedad ajena, lesiones, abuso de autoridad y uso indebido
de la función pública.
Los familiares de los agentes bloquearon los accesos de la dependencia para
evitar su traslado al Centro Nacional de Arraigos en el Distrito Federal. Se
quejaron de la falta de apoyo de los mandos de la SSP y del mismo Felipe
Calderón:
“Es mentira que el día del incidente portaban ropa de civil: Lo vi el domingo
(26 de agosto) a las tres de la mañana y estaba con su uniforme y sus botas. Él
está muy defraudado porque Genaro García Luna y Luis Cárdenas Palomino les
dieron la espalda”, declararon Alba y Georgina, esposa y hermana de uno de los
detenidos.
“¿Qué hubiera pasado si los muertos hubieran sido ellos?”, pregunta
Georgina.
El 24 de agosto peritos de la PGR cerraron el acceso a Fierro del Toro e
iniciaron la búsqueda de evidencias. Cinco días después, el 29 de agosto, un
equipo de 20 peritos estadunidenses los obligaron a acompañarlos en un segundo
rastreo de zona. Recorrieron los 5.5 kilómetros de la persecución, desde la
entrada al camino a El Capulín hasta donde la Toyota se detuvo interceptada por
patrullas federales cerca de Tres Marías.
Tomaron videos y fotografías. Con gis marcaron los lugares donde encontraban
evidencias. En el pavimento, en los postes de las cercas y en los árboles
engraparon pequeñas flechas de papel anaranjado; con ellas indicaban los puntos
en los que las camionetas y el Chevy esperaban a la Toyota para interceptarla y
los lugares donde la detectaron y desde donde le dispararon. Ubicaron impactos
de bala y los restos de los neumáticos del vehículo diplomático.
Detrás, los peritos de la PGR se detenían en cada punto marcado por los
estadunidenses, recogían las evidencias y las guardaban en bolsas de polietileno
transparente.
Unos tomaban fotos, otros hacían mediciones satelitales. Con tinta anaranjada
remarcaban las señales de gis dejadas por los estadunidenses. Éstos exigían
precisión, para lo cual ese día muy temprano se instalaron tres antenas
satelitales: una donde empezó el ataque, otra en un extremo del pueblo y la
tercera en una milpa, de manera que formaran un triángulo.
Los peritos extranjeros iniciaron el rastreo alrededor de las 10 de la
mañana, desde la entrada al camino a El Capulín hasta la carretera; estuvieron
en la zona unas seis horas durante las cuales la Semar cerró el acceso principal
a Fierro del Toro. Hacia las 15:00 horas los marinos también bloquearon la
carretera libre México-Cuernavaca. La liberaron alrededor de las 18:00
horas.
Una vez en la delegación de la PGR en Morelos, los peritos estadunidenses
fotografiaron las patrullas federales y el Chevy azul.
Durante el recorrido los expertos estuvieron acompañados por la delegada de
la PGR y fueron custodiados por marinos y policías ministeriales. A petición de
la Semar no hubo agentes federales; la instrucción fue que no se
“acercaran”.
Conforme lo señala la tarjeta informativa de la SSP, funcionarios de la PGR
tienen la certeza de que quienes iniciaron el tiroteo pertenecen al área de
inteligencia de la PF. Falta aclarar la labor de investigación que realmente
realizaban en esa zona.
Agentes de la CIA
Los dos estadunidenses que viajaban en la Toyota, Jess Hoods Garner y Stan
Dove Boss, pertenecen a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de su país,
según se reveló en Washington. Ambos tenían aproximadamente dos años en México.
Son especialistas en operaciones encubiertas de contrainteligencia e integran al
equipo que colabora con la Marina y el Ejército en investigaciones relacionadas
con el narcotráfico.
El día del ataque, según una fuente del gobierno estadunidense, iban a dar un
curso de contrainteligencia a miembros de la Marina; el capitán que los
acompañaba era el oficial de enlace.
Desde su llegada a México los dos agentes se dedicaron al entrenamiento de
marinos y ya habían ayudado a la Semar a diseñar algunas operaciones
encubiertas; una de ellas fue la que localizó y mató a Ignacio Coronel en
Zapopan en julio de 2010.
Siempre de acuerdo con la fuente de Washington, ligada al área de
inteligencia del gobierno, una de las líneas de investigación que se sigue en
Estados Unidos (que por el momento no se hará pública pues no quieren admitir
las acciones de la CIA en México) es que los atacantes de la Toyota habían
“identificado” dentro de ese vehículo a El Capita, presunto miembro del cártel
de los hermanos Beltrán Leyva.
Estados Unidos descarta la posibilidad de que los atacantes supieran que los
dos extranjeros fueran agentes de la CIA. Cuando se vieron bajo fuego, éstos
intentaron desenfundar sus armas para defenderse, dice la fuente, pero el marino
se los impidió. Washington cree que ese hecho les salvó la vida.
La posición oficial del gobierno de Barack Obama es que la investigación está
a cargo del gobierno mexicano.
Oficialmente la CIA no tiene agentes trabajando en México.
En Estados Unidos revelar la identidad de un agente secreto es un delito
federal y se considera traición a la patria. Cuando se refiere a miembros de la
CIA el castigo es cadena perpetua.
Cuando alguno de sus agentes en el extranjero es descubierto, la CIA suele
retirarlo de inmediato del país en el que esté.
El 29 de agosto The Washington Post publicó una nota sobre el ataque de
Fierro del Toro en la que sostiene que la CIA, con la venia de Felipe Calderón,
amplió su red de agentes en México.
“En años recientes la CIA ha extendido significativamente su presencia en
México como parte de un esfuerzo más amplio de Estados Unidos por apoyar a este
país en el desmantelamiento de los cárteles del narcotráfico”, indicó el
rotativo. Agregó que el gobierno de Obama se niega a hablar sobre la identidad
de los dos agentes involucrados en el incidente.
“Poco después de la balacera publicaciones mexicanas importantes
identificaron con el nombre de Stan D. Boss a uno de los funcionarios
estadunidenses.
“El nombre Stan D. Boss está asociado con un apartado postal en la oficina de
correos en Dunn Loring, Virginia. Este apartado postal ha estado ligado en por
lo menos una ocasión con la identidad de un agente encubierto de la CIA cuya
identidad se expuso públicamente.
“Los registros públicos indican que a Boss se le emitió un número de seguro
social en Texas en 2004. Más allá de eso los registros públicos sobre Boss están
en su mayoría en blanco, incluso sin fecha de nacimiento asociada al nombre”,
reveló The Washington Post.
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