Los zapatistas y la aparente mano blanda de Osorio Chong
El sábado 22 del pasado diciembre, más de 50 mil integrantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) confluyeron en cinco municipios chiapanecos: Ocosingo, San Cristóbal de las Casas, Palenque, Altamirano y Las Margaritas. Es su primer acto de presencia tras el autoritarismo del déspota y ladrón Juan Sabines (como Calderón, huido para que no le echen el guante), pasando lista de presente tras su levantamiento de 1994. Combatidos a sangre y fuego por Salinas y por el criminal de Acteal, Zedillo, objeto de la demagogia del cocacolero Fox y cercados por Calderón y su militarismo, decidieron hacerse escuchar (Víctor Hugo escribió: “se escucha el ronco son de la revolución”), ante la indiferencia del Partido Revolucionario Institucional y del Partido Acción Nacional, que no atendieron sus demandas inmediatas y, esclavos en su propia patria, sobreviven a pesar de que conquistadores gachupines y gobernantes desde el porfiriato, cortaran de tajo lo que iba a ser el final de más de 5 mil años de los mayas.
Refugiados en las montañas del Sureste mexicano, los zapatistas (rebautizadas sus comunidades y tribus en honor al gran Emiliano Zapata) no se rinden. Y en continuidad con su lucha, reaparecieron para manifestarse pacíficamente ante los pobladores de esos municipios que los saludaron con emoción repleta de mexicanidad. Ninguno dijo palabra, salvo el ruido firme de sus huaraches sobre el piso. Marcharon como representantes de 15 millones de indígenas, de 55 millones de pobres que viven en la indigencia, por millones de desempleados y jóvenes sin trabajo ni acceso a estudios superiores, y como la vanguardia política de la democracia directa: la del pueblo manifestándose contra las desviaciones de la democracia representativa que sale de elecciones tramposas.
Marcharon sin decir palabra, salvo el mensaje del subcomandante Marcos: “¿Escucharon?… Es el sonido de su mundo derrumbándose. Es el del nuestro resurgiendo. El día que fue día, era noche. Y será el día que será el día. ¡Democracia! ¡Libertad! ¡Justicia!”. Después, regresaron a sus geografías para seguir alertas y dispuestos a ejercer los derechos duramente conquistados desde 1810, 1864 y 1910, no obstante las represiones, matanzas y hambre por la que padecen enfermedades y muertes, pero no los han quebrado. Demandan democracia, libertad y justicia. Y Miguel Ángel Osorio Chong, represor y autoritario durante su desgobierno en el estado de Hidalgo, desde el peñismo tiende la mano blanda con su frase hueca: “todavía no nos conocen, que no se adelanten” (Rosa Elvira Vargas, La Jornada, 24 de diciembre de 2012). El secretario de Gobernación entendió el mensaje de la movilización zapatista. Pero no lo que significa su silencio acusador.
El peñismo es el panismopriísta que regresa con tufo a salinismo y zedillismo. Ante lo cual se debe estar alerta. Por esto es que el EZLN, con sus vanguardias, salió a la plaza pública, para advertir que sí conocen a los peñistas, que los reconocen como el regreso de un régimen antiguo que los combatió a muerte y que Acteal es la muestra representada en Chuayffet y el poder tras el trono de Salinas-Zedillo. ¿Escucharon el silencio de los indígenas?
*Periodista
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