Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 4 de julio de 2013

Astillero- Pemex, un negocio tentador- Domingo de elecciones

Astillero
Tibieza frente a EU
Avestruz tricolor
Evo, ‘‘involucrado’’
Vallejo y su trasplante
Julio Hernández López
Foto
ENCUENTRO EN ESPAÑA. El ex presidente de México Felipe Calderón y el ex mandatario español José María Aznar coincidieron ayer en Madrid, durante el curso Una nueva relación atlántica, organizado por la Fundación FAES del Partido Popular
Foto Notimex
 
Es significativo y vergonzoso el apenas disfrazado silencio de la administración peñista ante agravios y abusos provenientes de la Casa Blanca. En una peligrosa combinación de mentalidad colonizada, ignorancia histórica y pragmatismo socarrón, Los Pinos ha implantado ya como política oficial la falsamente diplomática postura del avestruz (una vertiente del ‘‘ni los veo ni los oigo’’) para no pronunciarse a fondo respecto a hechos que demandan firmeza de México ni solidarizarse con países latinoamericanos que enfrentan la prepotencia imperial.
 
Así ha sucedido ante las evidencias de que, como a muchos otros países, Estados Unidos ha espiado a México, pues la Secretaría de Relaciones Exteriores, a cargo de un especialista en economía, ha dicho que prefiere tratar esos asuntos de manera ‘‘directa’’ con su contraparte gringa, lo que en el fondo es una excusa, falta de imaginación, para abstenerse de expresar públicamente una postura de exigencia de explicaciones al husmeante Tío Sam (esta imagen ha sido tomada de la manera en que la redacción de La Jornada ha titulado toda la información relacionada con el fisgoneo internético practicado por Estados Unidos). El mismo pasmo de la cúpula gobernante de México se ha mantenido ante el gesto de nula ‘‘amistad’’ que fue anunciado por Washington en el contexto de una reforma migratoria tramposa y a larguísimo plazo, que ha servido como mínima carnada para que se acepte la militarización de la frontera, la terminación del muro divisorio y la instalación de equipos de espionaje y advertencia cuyos objetivos no serán solamente los viajeros en busca de trabajo.
 
Similar postura amedrentada y acomodaticia ha exhibido el peñismo ante el cerril comportamiento avasallado de Francia, Italia y Portugal (éstos, abiertamente, al negar el sobrevuelo sobre sus territorios) y de España, que se movió con ambivalencia, llegando el embajador hispano en Viena a sugerir que Evo Morales le invitara ‘‘un cafecito’’ a bordo del avión presidencial boliviano como una treta infantiloide para ‘‘verificar’’ que Edward Snowden no estuviera a bordo, como suponía la ‘‘inteligencia’’ estadunidense de nuevo tan ridículamente equivocada (recuérdese la mentira trágica de las ‘‘armas químicas de destrucción masiva’’ en Irak) pero igualmente mandona con sus subordinados, en este caso las antes mencionadas neocolonias europeas que pusieron en riesgo la seguridad de un presidente sudamericano por atender las presiones y amenazas del gobierno estadunidense desquiciado en busca de hacerse de Snowden y aplicar un castigo ejemplar para quienes se han atrevido a develar los secretos de espionaje e intervencionismo del imperio fallido.
 
En ese contexto se ha emitido una declaración de la Secretaría de Relaciones Exteriores que no hace honor al país que ha tenido como cumbres de su historia a Benito Juárez y el respeto al derecho ajeno y la defensa aguerrida del propio ante potencias invasoras e injerencistas, y al general Cárdenas, que convirtió a México en ejemplo mundial de respuesta digna ante compañías extranjeras prepotentes y en venturosa tierra de asilo de perseguidos políticos. No sólo se pronuncia la SRE con tardanza ante lo que en otras latitudes latinoamericanas ha merecido abierto rechazo popular y organizada concordancia entre gobiernos que no aceptan la bota del gringo en el cuello, sino, especialmente, con tibieza que merece los calificativos de significativa y vergonzosa que fueron mencionados en la primera línea de esta entrega.
 
‘‘En relación a los hechos ocurridos en el contexto del regreso del Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Evo Morales, de Rusia a su país de origen, el Gobierno de México lamenta el incidente en el que se vio involucrado y desea que tenga un arribo seguro en La Paz, en las próximas horas’’, reza el comunicado oficial de la SRE. ¿Los ‘‘hechos ocurridos’’, para no aceptar que fue una agresión al presidente boliviano y una violación grave al derecho internacional? ¿En ‘‘el contexto del regreso’’ de Evo, para no mencionar las presiones gringas para cerrar aeropuertos al avión en que suponía que iba Snowden? ¿Evo ‘‘se vio involucrado’’ en un ‘‘incidente’’, casi como un automovilista que choca en un crucero conflictivo? ‘‘Lamentar’’, pero no condenar; ‘‘desear un arribo seguro’’, ¿como vendedor de boletos de autobús foráneo a sus viajeros por carreteras peligrosas? ¡Ah, el México de míster Peña Nieto!
 
Astillas
 
El gobernador interino de Michoacán, Jesús Reyna, informó que Fausto Vallejo, quien tiene licencia para no ejercer el cargo mientras se atiende de sus problemas de salud, recibió un trasplante de hígado y que se recupera con éxito de esa operación. Con ello se confirma el grave quebranto físico que larga y enjundiosamente se negó desde la campaña electoral de Vallejo y luego ya en el ejercicio gubernamental (profunda irritación y solemnes desmentidos provocaba cualquier alusión a las extendidas versiones de que Vallejo tenía una peligrosa afección que le impedía cumplir adecuadamente sus responsabilidades y que podría alejarlo del cargo). Ya antes se ha hablado aquí del delicado entorno de las enfermedades y el poder (otro caso notable fue el del panista Alonso Lujambio), que entre otras vertientes tiene la del uso del dinero público para el tratamiento privilegiado de problemas particulares de salud y la de los beneficios específicos a cuenta de pensiones y otras prestaciones. En el caso de Vallejo, es legítimo preguntar si se utilizaron recursos públicos, y el monto (más allá del seguro médico burocrático), en el largo tratamiento que según diversas versiones se realizó en el extranjero. Por lo pronto, Reyna ha dicho que Vallejo estaría en ruta de regreso a la gubernatura... Un lector mexiquense reporta que el gobernador Eruviel Ávila ‘‘les dio a los integrantes de las escoltas y bandas de guerra de las escuelas de esta entidad una tarjeta, como especie de beca, pero de la infaltable tienda Soriana, y resulta que de los mil 500 pesos que dieron como primer pago por tres bimestres, ya algunas tarjetas tienen gastada una gran parte del efectivo... ¡Hasta mañana!
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Pemex, un negocio tentador

Octavio Rodríguez Araujo
 
Según Pemex en cifras (Internet, 2013), esta empresa es la quinta productora de crudo en el mundo, es la undécima compañía integrada a escala mundial, ocupa el número 13 en reservas de crudo y el 17 en producción de gas. A principios de este año México exportó, en promedio diario, alrededor de un millón 275 mil barriles de petróleo crudo, de los cuales más de 60 por ciento fueron a Estados Unidos; es un monopolio estatal en comercialización de productos petrolíferos en México y la fuente más importante de ingresos tributarios del gobierno federal (de 30 a 40 por ciento, según el año). Nuestras reservas probadas son de 13.81 miles de millones de barriles de crudo equivalente (MMMbpce), lo que corresponde a una vida promedio de 10.2 años. Las reservas probables ascienden a 26.2 MMMbpce, para 19.3 años, y las posibles son de 48.84 MMMbpce para 32.3 años. ¿Será por todo esto que hay muchos interesados en compartir esta riqueza desde el sector privado nacional y extranjero? La idea del gobierno federal para la reforma energética que se viene es darle participación a la iniciativa privada, que no privatizarla –dicen sus voceros–. Lo que se ha tratado de demostrar desde el gobierno es que la empresa está funcionando mal y que va a la baja en varios aspectos (aunque su director Lozoya dijera que esto es un mito y que la empresa ya no está en declive, La Jornada, 13/3/13). Es un viejo truco basado en una falsa ecuación: funciona mal porque es una empresa pública y funcionará bien si interviene la iniciativa privada, en lugar de decir funciona mal porque está mal administrada y porque hay una gran corrupción en su interior. Lo que debe hacerse es administrarla bien, cambiar su esquema fiscal y que se le dé fin a la corrupción, comenzando por el sindicato.
 
Hay opiniones que sugieren que antes de pensar en más inversión privada para Pemex habría que resolver el problema de los impuestos que le cobra el gobierno federal. El informe anual de la empresa (2012) señala que la carga fiscal representó 57.9 por ciento de las ventas totales, es decir 902 mil millones de pesos en impuestos, derechos y aprovechamientos de un ingreso total de un billón 557 mil millones de pesos (véase pemex.com). Sin embargo, el porcentaje mencionado de impuestos no corresponde a las utilidades de Pemex consignadas en el mismo informe, pues ahí se dice que fueron de menos de un billón de pesos antes de impuestos, derechos y aprovechamientos (939 mil millones en números redondos), por lo que el rendimiento neto sería de casi 37 mil millones de pesos (939 mil millones menos 902 mil millones), y así calculado el impuesto, éste no representa 57.9 por ciento sino 96 por ciento (José Luis Leyva). ¿A quién le cobran 96 por ciento de impuestos en México, o incluso el citado 57.9 por ciento? A nadie. El impuesto sobre la renta más alto en el país es de 30 por ciento, es decir, un porcentaje muchísimo menor del que paga Pemex, que representa, en un cálculo conservador, un tercio de lo que recauda el SAT en todo el país (Alberto Barranco).

Se ha dicho desde hace muchos años que los impuestos que el gobierno le cobra a Pemex le han servido en parte para completar los ingresos que se requieren para atender las necesidades nacionales y que si no fuera por esos impuestos el gobierno federal operaría con déficit o simplemente no podría atender todos los asuntos que supuestamente resuelve mediante el gasto público. Sin embargo, se sabe que la evasión fiscal, sobre todo de las grandes y megaempresas, es enorme, tan grande que esto ha permitido enriquecimientos individuales exorbitantes en pocos años y ganancias gigantescas de empresas y bancos que pasan de manos y no pagan impuestos por la transacción (Banamex a Citigroup y Bancomer a BBVA, por ejemplo).
 
Ciertamente habría que sanear la economía de Pemex para que funcione mejor, pero también la recolección de impuestos a todos los que tienen un determinado ingreso. Sabido es que México es casi un paraíso fiscal y que buena parte de los 145 mil millonarios, incluidos los 2 mil 540 multimillonarios del país, pagan menos impuestos de lo que deberían solventar.
 
Dice el informe citado que las divisas provenientes de la exportación de crudo fueron de alrededor de 47 mil millones de dólares. Más adelante se dice que las importaciones de Pemex fueron de 31 mil millones de dólares y que se importaron gasolinas por un monto de 18.5 mil millones de dólares. Si Pemex pagara en impuestos sólo 30 por ciento de sus ingresos totales, el remanente de las utilidades del año pasado serviría para construir cinco refinerías y dejar de importar gasolinas (José Luis Leyva).
 
El 18 de marzo del año pasado se dijo que con más trabajadores, Pemex produce menos que las empresas petroleras en el mercado mundial, y que, además, su costo laboral era mayor ( El Universal, 19/3/12). El personal sindicalizado de Pemex, según el informe citado de 2012, es de 120 mil 353 trabajadores (sin tomar en cuenta los eventuales de contratos a 28 días). Si tomamos del contrato colectivo de trabajo como promedio de salario diario base la cantidad de 342 pesos sólo en jornada diurna y sin prestaciones, el monto es de poco más de 41 millones de pesos por día y al año de casi 15 mil millones de pesos. ¿De cuánto son las cuotas sindicales? Si fueran de uno por ciento, que me parece muy poco, sería un total anual de casi 150 millones de pesos, muy buenos para que los hijos del líder se den vida de prósperos jeques árabes. En este rubro no estoy considerando la venta de plazas ni los privilegios y negocios sindicales, de los que poco sabemos. ¿Y cuánto le cuestan a la empresa los 30 mil trabajadores de confianza? Según CNNExpansión del 2/8/12, el promedio de sueldos petroleros per cápita fue de alrededor de 581 mil pesos al año, o sea mil 613 pesos diarios (mil 271 más que el salario base promedio ya mencionado). ¿Por cuántos trabajadores multiplicamos esta cantidad? No lo sé. Según esta misma fuente, 70 por ciento de los trabajadores de Pemex son locales y 30 por ciento extranjeros. Éstos, añade esta fuente, ganan en promedio anual un millón 563 mil 609 pesos, es decir 4 mil 383 pesos diarios, más las jugosas prestaciones directas e indirectas.
 
Mucho habría que sanear, pero para esto se necesita voluntad política y no, necesariamente, capitales privados, ni mucho menos reformas al 27 constitucional.
rodriguezaraujo.unam.mx
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 Sigue la fiesta-Hernández
Domingo de elecciones

Soledad Loaeza
El próximo domingo 7 de julio será una jornada electoral muy activa. En 13 estados toca renovación de Congreso local y ayuntamientos (Aguascalientes, Chihuahua, Coahuila, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas), en Baja California también elegirán a un nuevo gobernador, y en Sonora habrá una elección extraordinaria para cubrir una plaza vacante. El Congreso veracruzano, el más nutrido, verá llegar a 50 nuevos legisladores, justo el doble del número de representantes quintanarroenses, que son los menos en la lista de elegidos. Oaxaca renueva sus 570 ayuntamientos, 417 de ellos por el sistema consuetudinario. Estamos hablando de un total de 441 nuevos legisladores, tanto de mayoría relativa como de representación proporcional.
 
A estas alturas del cambio político, toda esta actividad electoral debería ser relativamente rutinaria. Una de las características del sistema político mexicano es la continuidad de los procesos electorales, que no se interrumpió ni en tiempos de guerra ni durante el régimen autoritario. Así que la práctica electoral no nos es ajena. Menos aún después del desmantelamiento de la hegemonía del PRI

Hemos vivido más de un cuarto de siglo de reformismo electoral, hemos visto pasar tres leyes generales distintas en la materia, la construcción de un gigantesco aparato administrativo encabezado por el sacrosanto IFE, y reproducido en institutos electorales locales, la formación de un número creciente de expertos en elecciones, que las administran o las estudian. No obstante, después de casi tres décadas en las que la discusión pública cae una y otra vez en el tema electoral, y de que una buena proporción de nuestros legisladores se han especializado en estos asuntos, para no mencionar los cientos de horas de televisión y de radio dedicados a discutir propuestas, enmiendas, modificaciones en busca de la reforma electoral definitiva, en ocasiones parece que a paso de cangrejo, nos encaminamos hacia atrás.

Después de todos estos esfuerzos y gastos, se ve muy menor el cambio en nuestras actitudes frente a la competencia electoral y al voto. Todavía sospechamos de las urnas, de los que cuentan los votos, de los políticos en campaña, de la honestidad de los votantes, pero de todo esto, lo peor es la reaparición de la violencia. Hay días en que la información de la prensa me hace pensar que estamos de regreso en los años 40, cuando salir a votar era un acto de valentía o un ejemplo del triunfo de la esperanza sobre la experiencia. Por ejemplo, día tras día se denuncian agresiones contra candidatos. El presidente del PAN, Gustavo Madero, ha hablado de un clima de inseguridad, propiciado por el PRI, cuyo objetivo es amedrentar a los votantes, para que se queden en su casa. Como es bien sabido, el abstencionismo es terreno fértil a la defraudación del voto. No obstante, una cosa es asustar, y otra muy diferente, asesinar. En el río revuelto de la seguridad pública en México, muchas son las muertes criminales que quedan impunes. Automáticamente se atribuyen al narco; pero también hemos visto que esta acusación ha sido utilizada para ocultar crímenes de otra índole.
 
La violencia –que creíamos desterrada de nuestras elecciones– parece estar de vuelta. La gravedad de esta recaída no puede pasar inadvertida. Varios candidatos han sido amenazados, cuando no secuestrados –como ocurrió con el veracruzano Carlos Alberto Valenzuela– y, en el peor de los casos, asesinados. En las dos últimas semanas murieron de esa manera Jaime Orozco Madrigal, de Chihuahua; Virgilio Camacho Cepeda, de Michoacán, y Ricardo Reyes Zamudio, de Durango. Su muerte pone en evidencia el carácter epidérmico de nuestra cultura electoral, la superficialidad de las reglas de civilidad que norman la competencia por el poder. Si así fuera, si efectivamente miramos estos crímenes con indiferencia, entonces tendremos que aceptar que 25 años de historia electoral no han sido más que una mascarada. (Espero que la coincidencia del aniversario de la elección de Manuel Ávila Camacho, el 7 de julio de 1940, la más sangrienta de la historia contemporánea, con los comicios del próximo domingo, sea eso, una coincidencia.)
FUENTE: LA JORNADA OPINION
El fallido presumido-Rocha

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