Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 28 de mayo de 2012

American Curios- La territorialidad de la dominación- Anotaciones de Miramar


American Curios
Tinieblas
David Brooks
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Reportes de organizaciones que observan a extremistas alertan sobre la proliferación de grupos de odio en Estados Unidos. En la imagen, una enfermera de Carolina del Norte durante un mitin, celebrado en abril, en apoyo a una prohibición constitucional del estado al matrimonio entre homosexuales
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         A veces la luz se opaca en este país y brotan rayos oscuros, como si surgieran de un hoyo negro en el universo, esos que se tragan la luz, y hay vistazos de un país anulado, sofocado de miedo e ignorancia, o simplemente profundamente desencantado entre tanta promesa incumplida de cambio y, por ser superpotencia, las consecuencias de esto se extienden por el universo.
Una gama demasiado amplia de políticos, religiosos y otros niega el fenómeno del cambio climático; otra rechaza la teoría de la evolución documentada por Darwin; otros se sienten amenazados por mexicanos, centroamericanos, musulmanes, judíos, africanos, gays, lesbianas, ciertos libros, ciertas ideas, etcétera.
Parte del temor proviene de la sensación de vivir en un país donde todo lo que pensaban que era suyo y permanente se deshace frente a ellos por fuerzas que no entienden, sobre las cuales no tienen ningún poder, sean empresas trasnacionales, bancos, políticas económicas hechas por y para otros, que de repente les hace perder sus viviendas, sus empleos, sus granjas. Nadie les explica cómo fue que, jugando con las reglas, quedaron sin nada, como si todo hubiera sido una trampa.
Se arman –más de 200 millones de armas de fuego en manos privadas– con la justificación de que tienen derecho a defenderse ante fuerzas que amenazan sus vidas. La televisión y otros medios no cesan de hablar de las amenazas que provienen del extranjero, como las que nacen aquí adentro del país.
De ahí surgen las milicias armadas de ultraderecha, los millones que integran los movimientos cristianos fundamentalistas y la proliferación de agrupaciones de odio. Según el Southern Poverty Law Center, que se dedica a observar la derecha extrema, hoy día hay 1001 grupos de odio que operan en el país, incluyendo neonazis, integrantes del Klan, nacionalistas blancos y vigilantes fronterizos, entre otros. Reporta que desde el año 2000 el número de grupos de odio se ha incrementado 69 por ciento, nutrido por ira y temor sobre condiciones económicas, el flujo de migrantes y la disminución de la población blanca (que, según el censo, en unos 30 o 40 años pasará a ser una minoría más en este país). El número de milicias se ha incrementado 755 por ciento en los primeros años del gobierno de Barack Obama (en parte en respuesta a la elección del primer afroestadunidense en la Casa Blanca) y ahora suman mil 274, reporta el centro (uno de estos grupos fue involucrado en el atentado terrorista contra el edificio federal en Oklahoma City).
Este crecimiento del extremismo ha sido ayudado por figuras de los medios masivos de comunicación y políticos que han usado sus plataformas para legitimizar propaganda falsa sobre inmigrantes y otras minorías y difundir las teorías de conspiración paranoicas que nutren a estos grupos de milicia, informa el centro.
Otras expresiones de todo esto se exhiben en la ola antimigrante que ha abrumado a la política en estados como Arizona, Alabama y Carolina del Norte. También se expresa en ataques contra la educación, como en Arizona, donde el gobierno estatal ha buscado anular los estudios latinos, o sea, el estudio de la historia de los latinos (mexicano-estadunidenses en ese estado), sus contribuciones, su literatura y sus vínculos y raíces en el hemisferio. El año pasado, el procurador general del estado declaró que un programa de estudios mexicano-estadunidense en Tucson era ilegal conforme a una nueva ley promovida por él cuando era jefe de educación pública del estado, con el argumento de que sólo promueve una identidad separada en lugar de fundirla con la historia oficial (anglo), y que tiene efectos peligrosos. Entre los libros señalados como peligrosos está Pedagogía de los oprimidos, de Paulo Freire. El nuevo jefe de educación pública quiere promover la prohibición de estos estudios en las universidades estatales.
Otros gobiernos estatales han prohibido ciertos libros peligrosos y han obligado a las escuelas a ofrecer, junto con la teoría de la evolución, la versión bíblica de la creación del mundo. En Texas se desarrolla un esfuerzo no sólo para dar una visión cristiana a las ciencias, sino a los textos de historia también, resaltando las figuras ortodoxas cristianas y omitiendo la palabra esclavitud, entre otras revisiones.
Por otro lado, continúan los esfuerzos estatales contra el derecho de las mujeres a optar por el aborto, incluida más violencia (se investigan incendios en dos consultorios de médicos que ofrecen servicios de aborto en Georgia), mientras grupos de defensa de este derecho emitieron alertas a clínicas en todo el país, reportó el Atlanta Journal-Constitution.
A la vez, continúa la ofensiva contra la comunidad gay, con estados que aprueban medidas para prohibir toda unión o matrimonio homosexual, mientras no faltan las expresiones homofóbicas, como la del reverendo Charles Worley en Carolina del Norte, que apenas la semana pasada comentó a sus fieles que las lesbianas y los gays deberían ser confinados en campos rodeados de barreras electrificadas hasta que mueran, ya que no pueden reproducirse.
Hasta hay ecos del macartismo. El mes pasado el representante federal Allen West, republicano de Florida, declaró en un foro público: yo creo que hay de 78 a 81 miembros (del Congreso federal) del Partido Demócrata que son miembros del Partido Comunista. Su jefe de campaña indicó, como evidencia, que algunos habían viajado a Cuba y han elogiado a Fidel Castro, y subrayó que el representante defiende sus comentarios, ya que esa gente se opone al capitalismo y al mercado libre y la libertad económica individual.
Estas son sólo algunas de las fuerzas oscuras que padece este país, junto con las expresiones de luz que también han surgido en rebeliones cívicas en lugares como Wisconsin, o el fenómeno de Ocupa Wall Street. Como en toda crisis, brota lo peor junto con lo mejor. Nunca se sabe quién ganará. Pero bienvenida cualquier luz en medio de las tinieblas estadunidenses.
La territorialidad de la dominación
Carlos Fazio /IV
       Cuando el 14 de abril, durante la sexta Cumbre de las Américas en Cartagena de Indias, Colombia, el presidente Felipe Calderón confesó en privado a su homólogo peruano, Ollanta Humala, que en algunas partes del territorio mexicano el narcotráfico había comenzado a remplazar funciones del Estado como la recaudación de impuestos, pareció avalar la matriz manufacturada en Washington tres años antes, que definía a México como Estado fallido. Y aunque era admitir el tácito fracaso de su guerra a las drogas después de cinco largos años de terror y muerte, Calderón volvió a redondear la idea en Puerto Vallarta, Jalisco, tres días después, en el Foro Económico Mundial para América Latina. Dijo allí: “Los cárteles de la droga han conformado un Estado paralelo al suplir funciones de gobierno […] Imponen su ley y cobran cuotas […] Estos señores tienen un comportamiento monopólico y no quieren que entre su competencia. En lugar de vencer con precio y calidad, se matan. Eso genera caos en algunas regiones (donde) buscan controlar ciudades y territorios”.
Para John P. Sullivan, experto en contrainsurgencia y contraterrorismo de la Asociación de Inteligencia del Cuerpo de Infantes de Marina de Estados Unidos, un área donde los traficantes han logrado establecer soberanías paralelas arrebatándole funciones al Estado es Tamaulipas. Según él, Tamaulipas es un ejemplo de Estado fracasado a escala subnacional o de un estado criminal liberado, donde el gobierno de Calderón ha perdido el control, lo que de seguir la tendencia podría derivar en un Estado criminal sustituto.
El aporte del académico de los marines es la hipótesis de que los grupos de traficantes mexicanos han devenido en insurgencias criminales beligerantes. A su juicio, la novedosa evolución difiere de la insurgencia convencional, ya que su única motivación política es ganar autonomía y control económico sobre el territorio, llenando el hueco que deja el Estado y creando enclaves criminales. Según Sullivan, en municipios como Ciudad Juárez (Chihuahua) y Nuevo Laredo (Tamaulipas) grupos delincuenciales dominan mediante una cuidadosa combinación de violencia simbólica, ataques a la policía y corrupción; recaudan impuestos, recogen información de inteligencia, amenazan a la prensa, hacen negocios e imponen una versión de orden que sirve a sus intereses, mientras fomentan la percepción de que son protectores de la comunidad. Símil de los señores de la guerra de Afganistán, han configurado zonas neofeudales en el marco de un Estado paralelo. México sería víctima de un poderoso narcoligopolio o un adversario parapolítico.
El término insurgencia criminal acuñado por Sullivan –cuyos trabajos se divulgan en Small Wars Journal, publicación cibernética fundada por ex marines– fue introducido al lenguaje del Pentágono y la doctrina de seguridad estadunidense a comienzos de la administración de Barack Obama por el subsecretario de Estado, James Steinberg, mano derecha de la titular del ramo, Hillary Clinton, sobre quien tendría gran influencia intelectual. Y la Clinton fue uno de los vehículos principales para posicionar mediáticamente la matriz de Sullivan; incluso llegó a comparar a México con la Colombia de hace 20 años.
En ese contexto se entenderían las coincidencias discursiva y conceptual de Felipe Calderón de finales de sexenio con las matrices de opinión contenidas en el nada inocente análisis académico de Sullivan. Aunque en un intento de control de daños con vistas al futuro, en 2010 Calderón cambió su guerra a las drogas por lucha por la seguridad pública, simplemente se estaría ajustando al guión que viene de Washington. La existencia de una insurgencia criminal en México justificaría la aplicación del manual de contrainsurgencia.
Un par de datos adicionales resultan sugerentes. En marzo de 2009 se divulgó un documento del Departamento de Defensa estadunidense, donde como parte de un paquete contraterrorista se asignaba una partida discrecional por casi 13 millones de dólares para liberar territorios en México, al margen de la Iniciativa Mérida. En marzo de 2010, Estados Unidos y México pactaron un plan binacional con sendos programas pilotos en las zonas fronterizas de Ciudad Juárez-El Paso y Tijuana-San Diego, para frenar las actividades criminales en esos corredores.
Pero, lejos de decrecer, la violencia aumentó. Y se registraron graves violaciones a los derechos humanos (detenciones ilegales, tortura, ejecuciones sumarias, desapariciones forzosas) atribuidas a mandos militares en Baja California y Chihuahua. Para entonces comenzaba a convulsionarse Tamaulipas con la ejecución del candidato del PRI a la gubernatura, Rodolfo Torre Cantú, y la aparición de fosas clandestinas. En la escalada de desestabilización seguirían otros tres estados fronterizos con Estados Unidos: Nuevo León, Coahuila y Sonora, a los que se sumaría más tarde Veracruz, sobre el Golfo de México.
En vísperas de los comicios presidenciales, la ejecución del general Mario Acosta Chaparro; el hallazgo de nueve cadáveres colgados de un puente en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y de 49 cuerpos mutilados en Cadereyta, Nuevo León, así como la detención de tres generales por presuntos vínculos con el crimen organizado, son otros tantos ingredientes que se suman al caldo de cultivo que alimenta la matriz de México como un Estado fallido jaqueado por una insurgencia criminal, lo que daría pretexto ideológico y moral a la contrainsurgencia y encubriría la infiltración de altos organismos del Estado por parte del narcotráfico. En realidad, vía la guerra de Felipe Calderón, la administración Obama va camino a lograr la consolidación de otra plataforma militar en el área, al tiempo que a través de la estimulación de una violencia caótica avanza en sus planes para una cuadriculación y un reordenamiento territorial y espacial de México en función de los intereses del gran capital trasnacional.
Anotaciones de Miramar
Hermann Bellinghausen
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         De las ruinas sale el viento. Allí no se puede desembarcar. Al incauto lo esperan una serpiente de siete cabezas y anacondas. Se apagan las luces del foco. No es lugar dónde ir. Eso dicen los jóvenes lancheros de Emiliano Zapata. Las olas, hijas del viento, arrecian al atardecer. Nacen de un paraje donde hay ruinas, dicen, donde nadie desembarca pues allí sólo los dioses soplan.
Hay una cueva y dentro de ella una casa antigua. Pero no se puede entrar. Los dioses no lo permiten. ¿Qué dioses? Los antiguos, no saben ni el nombre los muchachos, dos casi niños. No dejan duda de que hablan en serio.
Una laguna rodeada de montañas, protegida del exterior. En su ribera se asientan las comunidades Emiliano Zapata, Benito Juárez, Nueva Galilea, Tierra y Libertad. Amurallada por los grandes macizos que la rodean, cuando no muros acantilados, su gran extensión de agua azul marino, azul turquesa, azul platino, azul cielo.
***
El espejo de Miramar en todas las cosas. El día y la noche y sus luces, combinaciones de nubes, rayos de luna, de sol o de la misma tierra, o las aguas escarlata y sus venas de tronco y ramas sumergidas en la raíz del agua que baja de la montaña.
El bordado de reflejos en un brazo del agua al que un martín pescador dirige en una sola flecha su pico amarillo, sus plumas cobalto y su grito.
Lo que parecía una rama o parte del agua vuela de repente, se desprende del paisaje convertida en grulla.
Una cascada cae de la ladera. Una llave uncida a un corto tubo que sale de la selva, quizás el único grifo en el mundo que lo abres y sale agua virgen de montaña, intocada por el hombre (aunque no por otras posibles bestias grandes como jaguares, venados, tapires, culebras, y en otras riberas cocodrilos). En este paraje descansa el que camina, bebe el que navegaba, avanza a machetazo limpio el que se interna en una espesura de lianas e invencible follaje.
***
Una conflagración de dos o tres, difícil saber, árboles caídos. Y ya en el suelo, con las raíces al aire, muertos de su propia muerte. El tronco mayor resulta que es un matapalo, una planta selvática que se enreda en los árboles y los ahoga. Este vivió tantos años alrededor de la laguna y devoró tantas creaturas que devino un árbol en sí, como sus víctimas. Lo derribó su propio anómalo tamaño. Los campesinos ya trozaron troncos y ramas con hacha y sierra eléctrica, en decenas de cilindros meticulosamente muertos, meticulosamente rotos. Un recordatorio de que así talaron a gran escala las cañadas los monteros y los ganaderos para sus vacas, ante de ser poblada, recuperada, por los pueblos mayas.
Y en el centro de la conflagración de la madera, una giganta, la matapalo madre de piernas y brazos abiertos como amazona desnuda y en su entrepierna un muñón de resina añosa dibuja perfectamente su vulva, y una liana o vara rebelde atraviesa longitudinalmente la rajada, meridiana entre los robustos labios.
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Una raíz ribereña de muchos pies sobre la tierra y otros más taladrando el agua quieta, se resuelve en ceiba angosta y fuerte, vestida de musgo sus primeros metros y luego en lo alto una locura de bromelias, musgos y hongos duros como copas para verter en ellas el cielo circunvecino.
El tintín cristalino de otra cascada, que apenas conoció el aire sobreterráneo y ya se derrama entre rocas asombrada de la selva verde y alta que la rodea, en la cual cae, a la cual en este preciso lugar y momento, el agua subterránea se incorpora.
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Noche de luna redonda como una moneda, plata furtiva entre nubes ciclópeas que como todo, se duplican en la casi quieta superficie del lago. La distancia en Miramar es un Roscrach cambiante, que de día da montañas, cantiles, arboledas, islotes, abruptos peñascos de delirante selva. Y en noches de luna, también.
***
La Cueva de las Tortugas, donde como su nombre indica viven, muy a su gusto en la oscuridad, unas tortugas grandes, alargadas y patonas. Una comunidad anfibia que también vive en el agua de Miramar.
El saraguato grita pidiendo lluvia en una ladera y al rato, solícita y rápida, una nube flota encima tirando un aguacero fugaz y suficiente para calmar al mono en sus elevadas ramas y en sus ansias.
Cuando se inquieta la superficie del espejo, ondula y quiebra el reflejo de las nubes en un millón de flecos negros hasta el centro mismo de la laguna, legiones de ondas negras de cresta pálida sobre la superficie añil, y más allá, plata.
Desatan su griterío las aves que César, el guía, llama cuervos pero más bien debe tratarse de correcaminos, codornices o alguna especie menor de pavón o faisán. Las famosas aves escurridizas.
Todo se refleja en la increíblemente amplia superficie en las horas calmas, que son muchas: las barcas, las garzas, las manchas de nube, las greñas del sol y las montañas. Siempre las montañas.

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