Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 30 de mayo de 2012

BAJO LA LUPA- Amenazas veladas sobre Grecia y Europa- Siria: guerra mediática y freedom fighters

Bajo la lupa
Vulnerabilidades de China: alimentos, hidrocarburos, control financierista y portaviones
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
El pasado día 22 comenzó la temporada alta de cultivo de algas. En la imagen, pescadoras de la isla de Meizhou, ChinaFoto Xinhua
 
          En la conferencia magistral que impartí en la UAM-X durante el primer Congreso de excelencia científica, con el tema La situación geoeconómica y político-militar de China, resalté las vulnerabilidades del dragón asiático frente a la hegemonía estadunidense en los siguientes rubros: alimentos, hidrocarburos, control financierista bancario y portaviones.
Dos sensibles vulnerabilidades son los alimentos, para nutrir mil 600 millones de bocas, y los hidrocarburos, indispensables para su crecimiento sostenido, de los que importa la mitad de regiones geopolíticamente turbulentas.
Desde 2008 el portal desinformativo Stratfor (La importancia geopolítica de las materias primas, 24/4/08), vinculado con los intereses geopolíticos de EU e Israel, había enunciado que el mundo se encontraba ante una verdadera guerra alimentaria (ver Bajo la Lupa 16/23/08 y 27/4/08), de la que saldrían vencedores EU y Europa, supremos acaparadores de alimentos a escala global y los que someterán finalmente a las naciones rebeldes de la OPEP.
Según Stratfor, los eventos recientes pueden ser profundamente desestabilizadores para el sistema geopolítico, ya que pueden causar no sólo inestabilidad interna, sino potencialmente cambios en el equilibrio del poder. Agrega: Las materias primas son la madre de todos los mercados globales. Representan activos estratégicos, desde el punto de vista geopolítico, puesto que la fábrica entera del sistema internacional puede ser reconfigurada por el costo y la asequibilidad a la energía (sic), los metales y los alimentos (sic).
La tesis nodal de Stratfor subyace en que los alimentos se comercian de manera diferente a otras materias primas, en particular a los hidrocarburos. El precio de los alimentos es más fundamental para la estabilidad política que el precio del petróleo. Aduce que cuando se interrumpe el abasto de los alimentos “las poblaciones sufren hambrunas y luego se rebelan –entonces, los gobiernos se encuentran sacudidos en sus entrañas”. Alardea de que, en granos, los vencedores (¡supersic!) son EU y Europa, que podrían definir juntos una política alimentaria común, mediante la creación del equivalente a la OPEP de los granos y otros productos alimentarios. Estadunidenses y europeos (sic) no padecerán hambrunas (sic) y sus ingresos disponibles los hacen mejor capacitados para manejar los choques de los precios que los ciudadanos del mundo en vías de desarrollo.
Sin duda, baste percatarse que detrás de Las revoluciones árabes en curso (título de mi más reciente libro) se encontró el detonador alimentario global.
Stratfor no definió qué clase de europeos padecerían hambrunas cuatro años más tarde. Tampoco existe necesidad de crear una OPEP de los alimentos, ya que EU y GB son asiento del cártel alimentario con sus seis trasnacionales que controlan granos y cereales en el mundo. Un organigrama de éste tendría a la cabeza a Archer Danields Midland, Unilever, Grand Metropolitan (Pillsbury), Cargill y Cadbury.
EU y GB controlan 64 por ciento del núcleo supercompacto bancario que domina el mundo financiero global, en su quintaescencia centralbanquista-monetarista: la bancocracia global (ver Bajo la Lupa, 23/11/11).
Las finanzas anglosajonas dominan la economía real. De los primeros 50 controladores globales, EU ostenta 48 por ciento, GB 16, Francia 10, Japón 8, Alemania 6, Holanda 4, Suiza 4, Italia 2 y China 2 (¡supersic!).
Destaca que EU y GB controlan 64 por ciento, frente a un miserable 2 de China y que seis países del G-7 ostenten 90 (¡supersic!), frente a un raquítico 2 de los BRICS, representado únicamente por China, lo cual denota la vulnerabilidad financiera de los BRICS en su conjunto.
Suena paradójico que China, con las mayores reservas de divisas del mundo (30.4 por ciento), exhiba un diminuto 2 por ciento del control financierista bancario en el ranking de los 50 primeros sitiales globales.
Más aún: que la suma de las reservas de divisas de todo el G-7 (20.42 por ciento) sea inferior a las de China, ya no se diga al circuito étnico chino (39 por ciento), lo cual significa que en el orden financierista anglosajón son más relevantes el control que la posesión y la especulación que la inversión.
En la muy defectuosa taxonomía del ranking del índice de desarrollo financiero del Foro Económico Mundial de Davos, en 2010 los dos primeros lugares los ocuparon EU y GB. Entre los primeros 10 sitios cuatro pertenecen al G-7, mientras los BRICS exhiben sitiales muy mediocres: Brasil (32), Rusia (40), India (37), China 22 (¡supersic!) y Sudáfrica (31).
La defectuosa taxonomía del índice implosiona con el caso de Hong Kong, que pertenece a la soberanía china bajo el modelo de un país y dos sistemas. En forma asombrosa, en el reciente ranking de 2011, Hong Kong, que ocupaba el tercer lugar en 2010, desplazó del primer sitial a EU, debido al descenso del modelo financierista anglosajón y al ascenso irresistible de China, lo cual se refleja en su ventana de oxigenación financiera: Hong Kong.
Pese al notable desempeño financiero de China en reservas y PIB (el segundo del mundo), todavía está lejos del control financierista de la bancocracia global, lo cual se traduce también en el dominio del FMI y el BM por EU.
Para el ranking de Davos 2011, los BRICS mantienen sus sitiales mediocres con relativa mejoría de China, que ascendió tres lugares: Brasil (30), Rusia (39), India (36), China (19) y Sudáfrica (29).
Como dato cultural, el México neoliberal se encuentra en un patético lugar 41, detrás de Perú (40) y Panamá (37).
En el ámbito de los portaviones el poderío de EU sobre China es apabullante. EU tiene en servicio 11, uno en reserva y tres en construcción, frente a uno reconstruido (usado) de China, que le fue vendido por Rusia y del cual el Pentágono ha hecho una alharaca desmedida con el fin de señalar la amenaza militar de Pekín.
De los 10 países con portaviones en servicio, EU tiene más que el conjunto de los nueve siguientes: EU (11), Italia (2), España (2), India (1), GB (1), Brasil (1), Francia (1), Rusia (1), Tailandia (1) y China (0). Llama la atención que una superpotencia nuclear como Rusia tenga solamente uno, China ninguno y Tailandia uno.
El portal desinformativo Stratfor alardea una vez por semana la preponderancia del poder marítimo global de EU.
De los 11 célebres portaviones de EU que dominan los mares, sin competencia al frente, uno pertenece a la clase Enterprise y otros 10 a la Nimitz, que mide de largo 333 metros, se desplaza a 56 kilómetros por hora, opera más de 20 años sin recarga de combustible (como resultado del uso de energía nuclear), con una vida en servicio de 50 años y cuyo costo de desactivación es de 900 millones de dólares.
Los 11 portaviones de EU, los emperadores de los océanos, han participado en varios conflictos y operaciones en el mundo, primordialmente en el área superestratégica del gran Medio-Oriente, desde el golfo Pérsico, pasando por Irak, hasta Afganistán. Ahora se preparan a concentrase frente a los tres mares de China, que no cuenta con ningún portaviones propio, uno de sus talones militares de Aquiles.
Amenazas veladas sobre Grecia y Europa
Alejandro Nadal
 
       La titular del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, ha dirigido una clara amenaza a los votantes en Grecia. O se someten a la política de austeridad fiscal que el FMI les ha impuesto como condición para recibir el paquete de rescate, o sufrirán las consecuencias. No está claro cuáles son esas consecuencias, pues los tratados de la unión monetaria no contemplan la expulsión de un país. Pero el ultimátum es tajante y busca amedrentar al electorado griego de cara a las elecciones en junio. El objetivo de esta amenaza es frenar el aumento de popularidad de la coalición de izquierda radical Syriza y de su líder Alexis Tsipras.
La salida de Grecia del euro y el efecto que esto tendría sobre el sistema financiero en España, Portugal e Italia es la pesadilla de los centros de poder financiero en Europa. El rescate de Bankia por Madrid ya elevó el costo del refinanciamiento de la deuda española a niveles que podrían detonar el colapso del frágil entramado financiero. A ese paso el gobierno de Rajoy pronto suplicará de rodillas al FMI para que le prepare un paquete de rescate al estilo Grecia.
El abandono del euro por parte de Atenas podría hacer insostenible la situación del sistema bancario en países clave de Europa. Esa es la pesadilla de Lagarde y compañía. Por eso, para ella todo se vale si se trata de amenazar a ese país, para desafiar a una nación entera, incluso romper las fronteras de la decencia más elemental.
The Guardian preguntó a la titular del FMI:¿cómo hace usted para no pensar en las madres en Grecia que carecen de recursos para pagar una partera o en los enfermos que no tienen acceso a medicinas para curar enfermedades mortales? Sin titubeos, Lagarde respondió: Es fácil pienso mejor en los pobres niños de un pueblo en Níger que sólo reciben dos horas de clase al día, compartiendo una silla entre tres niños. Todos quieren una educación. Los tengo en mi pensamiento; ellos necesitan más ayuda que la gente de Atenas.
La entrevista continuó: ¿Está usted insinuando que el pueblo griego disfrutó y se la pasó bien durante un tiempo y ahora es el momento de pagar por ello? La respuesta vino fulminante: Eso es correcto.
El mensaje de la señora Lagarde es claro: el pueblo griego debe someterse a los dictados de la troika (FMI, Unión Europea y Banco Central Europeo). Es hora de pagar y, como en los tiempos del tributo de guerra, vamos a cobrarles sin compasión. La amenaza de la señora Lagarde va dirigida al pueblo griego y a toda Europa: tenemos el poder y ustedes deben someterse.
Para rematar, la funcionaria afirma que ella piensa por igual en los ciudadanos griegos que sufrirán por los recortes y los que evaden impuestos: Los padres de familia griegos deben hacerse responsables de los recortes en el gasto social frente a sus hijos y deben comenzar a pagar impuestos. El insulto es doble. Los trabajadores han pagado sus impuestos porque siempre han sido causantes cautivos. Los que no pagan impuestos son los privilegiados que han sido protegidos de los gobiernos corruptos en Atenas por décadas (con la complicidad de los que ahora claman por la austeridad).
La Lagarde indicó que el FMI no aceptará una renegociación sobre el paquete de rescate ya aprobado. El desplome en el nivel de actividad económica ya ha conducido al colapso en la recaudación, el desgaste de las finanzas públicas y el deterioro del coeficiente de endeudamiento. Es decir, la austeridad será un eficaz freno para el crecimiento y socavará la capacidad de pago de toda la economía. Ya en los primeros 20 días del mes de mayo la recaudación del gobierno griego se contrajo 20 por ciento con respecto al nivel del año anterior. Esto significa que por lo pronto hay que revisar las metas sobre déficit fiscal pues el faltante proyectado para este año es de más de 1,350 mil millones de euros. Entre otras cosas, el agujero se debe a una caída de 330 millones de euros en la recaudación del impuesto sobre la renta debido al recorte de salarios y pensiones y una reducción de 320 millones por impuestos al consumo y al valor agregado. Un resultado vaticinado por cualquier economista capaz de analizar lo que entraña la austeridad en tiempos de recesión.
Las amenazas y rumores han provocado ya un retiro masivo de euros de los bancos en Grecia. La coalición de izquierda Syriza le regresó al FMI y a los centros de poder financiero en Europa el desafío. Su rechazo al paquete de austeridad y, al mismo tiempo su negativa a salir de la esfera del euro redefine los términos del debate económico y político. Syriza está enviando un mensaje: el pueblo trabajador no hizo la crisis y no debe pagar los costos a través de un ajuste macroeconómico que sólo conduce a la depresión. En eso consiste el trabajo político, en mostrar que existen derroteros alternativos y en desmontar aquella narrativa que indica que no hay otras opciones. El liderazgo de Syriza podría consolidarse si persigue esta vía con valor y lucidez.

Siria: guerra mediática y freedom fighters
José Steinsleger /I
 
       La crisis política de Siria nos permite retomar la inquietud planteada a inicios del año pasado, cuando en Túnez y El Cairo cayeron los gobiernos dictatoriales de Zine Abidine Ben Alí y de Hosni Mubarak: ¿ya no importa a quién beneficia o perjudica una insurrección? (Egipto y la toma del cielo por asalto, La Jornada, 16/2/11).
En las grandes tragedias humanas, nada más fácil que estar contra los unos o los otros, y nada más cómodo que optar por la neutralidad, o el desgarrado esnobismo british del colega Robert Fisk, quien a raíz de la masacre en la localidad de Houla, asegura: Pronto olvidaremos el nuevo horror en Siria (La Jornada, 29/5/12).
¿A quiénes tenía en mente el corresponsal del diario inglés The Independent? Con su proverbial talento literario, Fisk mezcló caóticamente todas las masacres que hubo durante 30 años en el mundo árabe, y dio por sentado que sus lectores están muy al tanto de lo que acontece en Siria, país donde Lawrence de Arabia dejó de ser un romántico agente del Foreign Office.
Aludiendo a la matanza de Houla, Fisk dice: “El paralelismo con Argelia es estremecedor (…), y estábamos muy preocupados de que insurgentes estilo Al Qaeda se adueñaran de Argelia, así es que al final Estados Unidos apoyó a los militares argelinos del mismo modo que los rusos apoyan hoy a los militares sirios (…) sí es una guerra civil”. ¿Entendió? Yo tampoco.
En asuntos de guerra, el término estremecedor suena perfecto. ¿Qué otra sensación depara cualquier masacre de civiles inermes, con mujeres violadas y niños degollados? En los manuales (occidentales) de estilo al uso, las expresiones son muy floridas: ataques indiscriminados contra la población inerme, contexto de violencia generalizada, ensangrentada nación, condenar la violencia venga de donde venga, etcétera.
Insertas en la llamada guerra mediática, vertidas al alimón, todas esas expresiones permiten que las mentes de Occidente se conviertan en un pandemónium semántico y verbal: Yugoslavia y Afganistán, Irak, Líbano y Sudán, Palestina y Libia. ¿Qué más da? La guerra.
Sin embargo, y en el caso de Siria, resulta interesante atender lo previsto en su blog por el analista español Juanlu González: El objetivo final es organizar una nueva campaña de bombardeos como la que lograron en Libia con intoxicaciones similares; pero necesitan aún más manipulación mediática, y no creo que vaya a tener lugar a no ser que haya una gran atención por parte de los medios de comunicación sobre una masacre.
Echando mano a cables de Wikileaks, Juanlu repara en que el Pentágono reconocía en diciembre pasado: “los rebeldes sirios son bien pocos (no hay mucho del Ejército Sirio de Liberación que entrenar en estos momentos)…”, admitiendo sin pudor que trabajan con total descaro en el país:
“Las operaciones que se están llevando a cabo se realizan sin prudencia (sic), y al contar con la colaboración delictiva (sic) de toda la prensa occidental, pueden desestabilizar al país con la complicidad de unos medios que se encargan de lavar el cerebro de la opinión pública con absoluta impunidad…”
Sigue: Que las fuerzas alauitas (N de la R, del gobierno de Bashar Assad) colapsen por dentro, pero vendiéndolas como acto de represión del régimen que pretende que renuncie a su propia y legítima defensa, vendiéndola como actos de represión contra su propia población.
En todo caso, Juanlu concluye que es difícil crear una situación como la de Libia porque “…la población siria y su ejército están muy cohesionados, el apoyo de la población a los sublevados en armas es mínimo y, sobre todo, porque es bien complicado que las brigadas mediáticas engañen a todos todo el tiempo”.
En un estudio sobre existencialismo y alienación literaria, el crítico estadunidense Sydney Finkelstein se detuvo en una novela corta de William Styron (La larga marcha, 1952). Una de las pocas que, a su juicio, registró el impacto de la guerra de Corea (1950-53).
Finkelstein subraya que en el curso de aquella guerra se avivó en la población “…una histeria tal como no se había creído necesaria durante la Segunda Guerra Mundial. En la guerra antifascista no había habido una política de contestar a la brutalidad fascista con una brutalidad e inhumanidad semejante”.
El hecho de que la guerra de Corea fuese contra el comunismo, y de que el comunismo era por su propia naturaleza la peor de las barbaries, llevó a que cualquier táctica bárbara quedaba justificada. Básicamente, la novela de Styron describe la nueva despreocupación por la vida humana, y la brutalidad del entrenamiento militar.
En sintonía, el dramaturgo John Osborne escribió años después en la revista Life: Estamos obligando a nuestros hombres en el campo de batalla a actos del más completo salvajismo.
Seguiremos, en las siguientes entregas, desmenuzando el papel de la guerra mediática en Siria, y el de los nuevos actores militares que las potencias occidentales empezaron a dar cuerda en Libia: los freedom fighters, los mercenarios.

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