Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 29 de mayo de 2012

Grecia: política europea mezquina y sucida- Pronto olvidaremos el nuevo horror en Siria

Pronto olvidaremos el nuevo horror en Siria
Robert Fisk
     Bashar Assad saldrá indemne de ésta. Como salió de Deraa. Y de Homs. Saldrá indemne de Hula. Lo mismo pasará con la oposición armada al régimen, y con Al Qaeda y cualquier otro grupo que se sume a la tragedia de Siria. Sí, tal vez éste sea el momento crítico, el punto de quiebre del horror, cuando el colapso baazista se vuelva inevitable, más que probable.
Y sí, puede ser que el querido William Hague, ministro británico del Exterior, esté absolutamente horrorizado. La ONU también. Todos lo estamos. Pero un centenar de Hulas tapizan Medio Oriente, con sus niños muertos apilados entre las estadísticas, con cuchillos, cuerdas y rifles entre las armas homicidas.
¿Y qué si los soldados de Assad dejaron que la milicia alauita les hiciera el trabajo sucio? ¿Acaso el FLN argelino no usó a las unidades de la guardia de la patria para asesinar a sus opositores en la década de 1990? ¿Kadafi no empleó el año pasado a sus leales milicianos, y Mubarak a sus drogados ex policías, los baltagi, para arrasar a los opositores al régimen? ¿Acaso Israel no se valió de sus aliados falangistas libaneses para intimidar y dar muerte a sus opositores en Líbano? ¿No fue todo eso también gobernar asesinando? Y, pensándolo bien, ¿no fueron las fuerzas especiales de Rifaat, el tío de Bashar Assad, las que masacraron a los insurgentes de Hama en 1982? (No digan esto en voz muy alta, porque Rifaat se la vive ahora entre París y Londres.) Entonces, ¿quién cree que Bashar no puede salir indemne de Hula?
El paralelismo con Argelia es estremecedor. Los líderes corruptos del ELN querían una democracia, hasta organizaron elecciones. Pero una vez que quedó claro que la oposición islamita –el infortunado Frente Islámico de Salvación– vencería, el gobierno declaró la guerra a los terroristas que intentaban destruir a Argelia. Sitiaron aldeas, bombardearon ciudades –todo en nombre del combate al terror– hasta que la oposición dio en masacrar civiles en torno a Blida, miles de ellos: bebés con la garganta rebanada, mujeres violadas. Y luego resultó que el ejército argelino también participó en las matanzas. Donde dice Hula lean Bentalha, lugar que todos hemos olvidado, como olvidaremos Hula también.
Y nosotros los occidentales bufamos y resoplamos, y llamamos a los dos bandos en Argelia a mostrar contención, pero queríamos estabilidad en la antigua colonia francesa –no olvidemos que Siria es un antiguo territorio bajo mandato francés–, y estábamos muy preocupados de que insurgentes estilo Al Qaeda se adueñaran de Argelia, así que al final Estados Unidos apoyó a los militares argelinos del mismo modo que los rusos apoyan hoy a los militares sirios. Y el FLN salió indemne luego de 200 mil muertos, comparados con los apenas 100 mil que ha producido hasta ahora la guerra en Siria.
Y vale la pena recordar que, enfrentados a la insurrección de la década de 1990, los argelinos buscaron con desesperación países a los cuales acudir en busca de consejo. Escogieron Siria, entonces bajo el imperio de Hafez Assad, y enviaron una delegación militar a Damasco para aprender cómo el régimen destruyó Hama en 1982. Ahora los estadunidenses –que hace seis meses presentaban característicamente a Bashar como un muerto en vida– prefieren un final tipo Yemen a la guerra en Siria, como si la crisis yemení no fuera lo bastante sangrienta de por sí. Pero remplazar a Assad con un asesino de la misma ralea (la solución de Sanaa) no es algo que los sirios estén dispuestos a aceptar.
Sí, es una guerra civil. Y sí, Hula podría ser el punto de quiebre. Y ahora la ONU es testigo. Pero el partido Baaz tiene raíces más profundas que la sangre –pregunten a cualquier libanés– y nosotros en Occidente pronto nos olvidaremos de Hula, cuando otra imagen de muerte en YouTube aparezca en nuestras pantallas desde la campiña siria. O desde Yemen. O desde la próxima revolución.
© The Independent
Traducción: Jorge Anaya
Grecia: política europea mezquina y sucida
        La Unión Europea (UE), por medio del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF), inyectó ayer préstamos por 18 mil millones de euros a los cuatro principales bancos de Grecia, todos privados: 7 mil 430 millones para el Nacional, 4 mil 700 millones para el Piraeus, 3 mil 970 millones para el Eurobank y mil 900 millones para el Alpha. Se busca, con esta medida, compensar las pérdidas experimentadas por las empresas bursátiles por el canje de deuda.
Esta generosidad, que se presenta en el contexto de los planes de recapitalización de los bancos europeos, contrasta significativamente con el recelo de Bruselas a otorgar créditos al gobierno griego, el cual, tras una negociación a la baja, recibió únicamente 4 mil millones de euros, suma que contrasta con los 19 mil millones destinados a un solo banco español (Bankia), en riesgo de quiebra por su enorme cartera de préstamos alegres en el sector inmobiliario.
En términos generales, la inflexibilidad y la dureza mostradas por las instancias europeas ante las instituciones públicas y la población griegas resultan insultantes si se les compara con la enorme disposición de esas mismas instancias a ayudar a corporativos privados. Los datos referidos constituyen una radiografía nítida de la indiferencia al drama social que se vive en el territorio griego y en otras naciones mediterráneas –España, de manera notoria– y el designio neoliberal de rescatar a toda costa los capitales privados, incluso si éstos tienen una responsabilidad inocultable en la génesis de la crisis que azota actualmente al viejo continente.
Para colmo de males, Grecia se debate actualmente en una profunda crisis política a consecuencia de la dispersión del voto en las elecciones legislativas pasadas, de las cuales no emergió ningún ganador claro, y con cuyos resultados no ha sido posible conformar una mayoría legislativa estable.
En tal circunstancia, las exigencias europeas –promovidas con particular energía por el gobierno alemán que preside la canciller Angela Merkel– de sacrificar a la población de la nación helénica y su renuencia a apoyar financieramente a la administración pública pueden detonar una nueva espiral de ingobernabilidad y de pasmo institucional. Por esa vía podría tornarse inevitable la expulsión de Grecia de la zona euro y, con ella, un agravamiento de las duras condiciones materiales que enfrenta la mayor parte de la población.
No es fácil entender, sin embargo, que las autoridades europeas no sean capaces de prever las consecuencias negativas que un hecho semejante acarrearía a Europa en su conjunto. La salida de un solo país de la eurozona podría, en efecto, generar un efecto dominó en el continente y llevarlo a una depresión económica sin precedente en la historia. En esta perspectiva, la insensibilidad europea podría revelarse como una estrategia suicida. Cabe esperar, por ello, que los órganos políticos y económicos supranacionales del viejo continente, acaso con el contrapeso que representa el nuevo gobierno francés de François Hollande, sean capaces de ver hacia adelante y de emprender, por el bien de todos los europeos, un viraje en sus políticas de ajuste.
El cambio climático en la zona costera de México
Iván Restrepo
  
        Cada que la ocasión lo amerita, los funcionarios suelen mencionar la enorme riqueza que México tiene en su zona costera. Sin embargo, no hacen lo necesario para evitar su deterioro. Dicha zona se extiende por más de 11 mil kilómetros en el Pacífico, Golfo de México y Caribe y en ellos se encuentra una diversidad de ecosistemas muy importantes. También se localizan desde asentamientos humanos hasta la parte fundamental de la industria petrolera, petroquímica y portuaria; los polos del turismo nacional e internacional, como Cancún y la Riviera Maya, surgidos apenas hace unas décadas y que hoy generan casi la mitad de las divisas que el país recibe por turismo. Agreguemos que en la franja costera existe una intensa pero mal aprovechada pesquería y la más diversa agricultura. La contribución de todas esas actividades al producto interno bruto es fundamental y lo será mucho más al considerar los planes gubernamentales y del sector privado para intensificar en esa porción del país diversas ramas de la economía y el comercio fruto del proceso de globalización en que estamos inmersos.
Bueno es recalcar que algunos de los ecosistemas que se ubican en la franja costera y en las 130 lagunas que allí existen son los más productivos y diversos del planeta y base de la cadena alimenticia para numerosas especies. Nos referimos, por ejemplo, a los manglares, humedales, pastos marinos y arrecifes coralinos, tan necesarios pues funcionan como barrera contra los huracanes y la erosión marina y porque son fuente de trabajo para cientos de miles de familias. Y si las áreas costeras cumplen un papel fundamental dentro de la geografía nacional no lo es menos el de ser elemento clave de la biosfera, precisamente por su diversidad y condiciones físico-químicas. Sin embargo, a la par de su riqueza y dinamismo está su fragilidad y la trasformación y destrucción que padecen por fenómenos naturales y por la acción de su principal enemigo: el hombre y sus proyectos para ocuparla desordenadamente y explotarla económicamente. Esto, pese a los cada vez más puntuales trabajos de investigación que muestran la necesidad de darle una mayor atención y cuidado. Y que ya es una realidad el aumento del nivel del mar debido al cambio climático, lo que produce, entre otras cosas, la erosión y cambios en el funcionamiento de los ecosistemas costeros.
De la necesidad de procurar el desarrollo sostenible en esa parte de México se han ocupado las últimas décadas los especialistas de los principales centros de investigación. Sus logros son notables, pese a trabajar la mayoría de las veces con recursos escasos y la incomprensión de la burocracia. Los estudios ahora contemplan también los posibles efectos que el cambio climático tendrá en esa porción de nuestro territorio. Precisamente es lo que ofrece un grupo de expertos (casi 100) pertenecientes a instituciones de reconocido prestigio del país. En dos tomos (cuya coordinación estuvo a cargo de Alfonso V. Botello, Susana Villanueva, Jorge Gutiérrez y José Rojas Galaviz) describen el estado actual de nuestra franja costera y el deterioro que ha sufrido, especialmente las últimas décadas. Para ello analizan desde sus aspectos naturales y climáticos, su morfología e hidrología, hasta los biológicos, sin faltar las consideraciones de tipo social y económico. A partir de sus hallazgos, nos muestran cómo ahora la franja litoral es mucho más vulnerable debido al cambio climático. Destacan, además, que cada vez es mayor el número de personas expuestas por habitar en esa porción del país.
Ahora que la campaña electoral ocupa muy buena parte de la atención pública y los candidatos dejan caer sobre la ciudadanía promesas sin cuento, los estudios reunidos en Vulnerabilidad de las zonas costeras mexicanas ante el cambio climático (que se presenta el próximo jueves a las 11 de la mañana en el Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la Universidad Nacional Autónoma de México) contribuyen con datos precisos a divulgar un problema que no ha merecido toda la atención de las instancias oficiales. Y que los candidatos debían sumar a la lista de prioridades nacionales.

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