Argentina: No al Comando Sur
Cristina Fernández, titular del gobierno argentino.
Foto: AP
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BUENOS AIRES (apro).- El gobierno argentino abortó la instalación de una base
militar del Comando Sur de Estados Unidos en la provincia de Chaco.
La Cancillería y el Ministerio de Defensa cancelaron el acuerdo que el
gobernador de Chaco, Jorge Capitanich, había sellado con representantes
diplomáticos y militares estadunidenses. El proyecto había sido presentado
públicamente como un centro de ayuda humanitaria para hacer frente a catástrofes
naturales o epidemias. El sitio elegido para su emplazamiento fue el aeropuerto
de Resistencia, capital de la provincia. En su predio se construyeron dos
edificios, financiados por el Comando Sur, que depende del Ministerio de Defensa
de Estados Unidos.
La inauguración estaba prevista para fines de mayo. Pero encontró el rechazo
abierto de la población chaqueña, que suponía la instalación de una base militar
encubierta, con el objetivo primordial de controlar recursos naturales
estratégicos. La misma idea parece haber guiado la acción discreta y firme del
gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Jorge Capitanich es un aliado de la presidenta. Su disposición para complacer
los intereses estratégicos de Estados Unidos acabó colisionando, sin embargo,
con las posiciones de Argentina dentro del Mercado Común del Sur (Mercosur), la
Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y Caribeños (Celac), bloques regionales que excluyen a Estados
Unidos.
Reprendido por el gobierno central, Capitanich tuvo que dar un giro de 180
grados. El pasado 22 de mayo, aclaró que las instalaciones en el aeropuerto de
Resistencia servirán de sede permanente a la Defensa Civil. Ese mismo día envió
a la Legislatura un proyecto para modificar la Ley de Defensa Civil de la
provincia. En él se prohíbe expresamente la injerencia de cualquier Estado
extranjero en caso de emergencias y catástrofes.
“Esto obedece sin dudas a una directiva dada desde el gobierno central”, dice
a Apro Elsa Bruzzone, asesora del Ministerio de Defensa de Argentina. “Fue un
tirón de orejas a un funcionario que se ha excedido en sus atribuciones, ya que
ningún gobernador puede firmar un convenio con el Comando Sur, cualquiera sea la
índole del mismo.”
Bruzzone explica que, además, “pendía sobre Capitanich un pedido de juicio
político por parte de la Legislatura provincial”, que la reacción de todas las
organizaciones sociales, culturales y políticas en la provincia fue enorme, y
“hubo también mucha repercusión en los países de la Unasur y en el resto de los
pueblos hermanos del Continente”, dijo.
Curiosamente, los grandes medios nacionales casi no cubrieron el tema. Clarín
y La Nación –los principales diarios del país– no pierden oportunidad de
criticar aspectos de la gestión de este gobernador “kirchnerista”. Han explotado
las desventuras de Capitanich con su exmujer, la exministra de Salud provincial,
Sandra Mendoza. La disputa conyugal tuvo por escenario varias veces el espacio
de la gestión pública. En el caso del “centro de ayuda humanitaria”, sin
embargo, los grandes medios guardaron silencio.
El diario Tiempo Argentino consultó sobre la decisión del gobierno a Gabriel
Fuks, titular de Cascos Blancos de la Cancillería, según una nota que publicó el
pasado 27 de mayo. “El principio consiste en evitar, bajo el paraguas de las
urgencias humanitarias, la injerencia de potencias militares extranjeras”,
sostuvo Fuks. “Con la imagen humanitaria muchas veces se enmascaran políticas de
intervención”, dijo. “No es algo nuevo. Se suele usar lo humanitario, como
Caballo de Troya, para establecer otra relación.”
Previamente, el gobierno nacional había vetado el ingreso del equipo
tecnológico, las computadoras, los radares y el sistema operativo para el
funcionamiento de la base en Chaco. Hoy se discute la devolución de los 3
millones de dólares que el Comando Sur donó para las instalaciones.
Agua
“En los últimos años del siglo XX y los primeros del XXI, Estados Unidos
incrementó las presiones sobre los gobiernos argentinos para que permitieran la
instalación de una base descubierta en la provincia argentina de Misiones”, dice
Elsa Bruzzone. “El lugar elegido era San Ignacio, que es uno de los puntos más
importantes de carga y descarga del Acuífero Guaraní. Ésta es la cuarta reserva
de agua subterránea del mundo, que comparten Argentina, Brasil, Paraguay y
Uruguay”.
Licenciada en historia, miembro del prestigioso Centro de Militares por la
Democracia (Cemida), Bruzzone es autora del libro Las guerras del agua (2008).
“Entonces los estadunidenses agitaban el fantasma de la presencia de células
terroristas en la zona de la Triple Frontera –prosigue–, cuando todos los
informes elaborados por el Departamento de Estado de Estados Unidos sobre el
terrorismo en el mundo lo desmienten cada año”.
Explica: “Como no lograron ese objetivo, reflotaron un convenio firmado en
2006 entre ambos gobiernos, para intentar entrar por la puerta de servicio.”
El convenio bilateral se llama “Programa de Fortalecimiento del Sistema
Provincial de Emergencias”. Fue impulsado por el Comando Sur y la embajada
estadunidense y aprobado por el Ministerio del Interior, “como un aporte a los
programas sociales del gobierno”.
La estratégica ubicación de Chaco, y la receptividad de su gobernador, dieron
alas al proyecto del Comando Sur. Ya en 2007, siendo candidato a la gobernación,
Capitanich se reunió con el embajador de Estados Unidos, Earl Anthony Wayne, y
le expresó que él “no compartía el sentímiento antinorteamericano de la
población argentina”, según revelaron en 2011 cables de Wikileaks.
En marzo de 2008, se llevó adelante en Resistencia una jornada de
capacitación para el personal de Defensa Civil de la provincia. Fue impartida
por consultores designados por la embajada de Estados Unidos. Se tocaron temas
relacionados con la organización y el funcionamiento de un centro de
emergencias.
El embajador Wayne visitó la provincia el 13 de agosto de 2008, para presidir
junto al gobernador “la ceremonia de cierre de un programa civil de capacitación
para la prevención, mitigación y superación de desastres naturales”, según
informó la página web de la embajada estadunidense en Argentina.
“Defiendo una alianza estratégica (con Estados Unidos) y estoy dispuesto a
luchar por esa idea”, le dijo Capitanich a una delegación de legisladores
estadunidenses que visitó Chaco en septiembre de 2010, según refleja
Chacoonline, portal del gobierno de la provincia.
En diciembre de 2011, el gobernador recibió al coronel Edwin Passmore, máximo
representante del Comando Sur en Argentina. Los antecedentes de Passmore no
reflejan viículo alguno con la ayuda humanitaria. Participó en la invasión a
Afganistán, fue asesor de inteligencia en Irak y terminó expulsado de Venezuela
en 2008 por actividades de espionaje.
Passmore era, además, el encargado de recibir, en el aeropuerto de Buenos
Aires, el avión militar estadunidense que “intentó ingresar un cargamento no
declarado de armas de guerra, equipos de comunicación encriptada, programas
informáticos y drogas narcóticas y estupefacientes”, según informó el diario
Página 12 el 13 de febrero pasado. El material supuestamente se usaría en una
jornada de capacitación a la Policía Federal. Fue retenido durante meses por el
gobierno argentino, lo que generó un incidente diplomático.
La donación del “centro de ayuda humanitaria” despertó grandes sospechas
entre la población de la provincia. El Comando Sur no es precisamente una
organización solidaria sin fines de lucro. Como unidad militar, dependiente del
Ministerio de Defensa estadunidense, enfoca su acción en el continente
latinoamericano, con excepción de México. Por otra parte, existen numerosas
organizaciones civiles, argentinas e internacionales, que se orientan hacia la
acción social y humanitaria, y que en caso de necesidad podrían cooperar en en
este tipo de tareas.
Resistencia
El pasado 2 de abril, día en que se conmemoraron 30 años de la guerra de
Malvinas, y el 25 de mayo último, día en que Argentina festeja su primer
gobierno patrio, Resistencia fue escenario de dos marchas multitudinarias. Los
manifestantes transitaron los 10 kilómetros que separan la Casa de Gobierno del
Aeropuerto. Cantaban consignas de rechazo al acuerdo del gobierno provincial con
el Comando Sur de Estados Unidos.
“No se trataba de una base militar, aunque los fondos para la construcción
salieron del fondo de asistencia humanitaria del Comando Sur”, dijo el 27 de
mayo Alfredo Forti, secretario de Relaciones Internacionales del Ministerio de
Defensa, al periódico Tiempo Argentino. “Aunque el convenio no preveía presencia
militar, podría haber dejado una puerta abierta para un tipo de capacitación”,
señaló.
Elsa Bruzzone se basa justamente en este punto para afirmar que la de Chaco
iba a ser una base militar encubierta. “Las bases descubiertas operan a la luz
del día –dice–. Las encubiertas se esconden detrás de estos centros de ayuda
humanitaria o en instalaciones cercanas a algún aeropuerto”, explica. “Edifican
una construcción que más o menos parece civil, pero que la pueden transformar en
militar cuando se le requiera, porque tienen una pista que permite el aterrizaje
de aviones de gran porte.”
Según estudios del Cemida, en el aeropuerto de Resistencia pueden aterrizar
aviones militares con cargas pesadas, como los C-130 Hércules, C-17 Globemaster
III y C-5 Galaxy.
“Dentro de los nuevos conceptos ‘flexibles’ del Pentágono sobre bases
militares, hay un borde difuso en las actividades militares y civiles, lo que
maximiza la confusión de la opinión pública”, escribió el politólogo Carlos
Pereyra Mele, profesor de la Universidad de la Patagonia, en un texto difundido
el 27 de marzo por Argenpress.
En el caso de estas bases se presenta un “componente humanitario visible al
público, estructurado sobre actividades que la sociedad visualiza como ‘justas’
y en su beneficio, de modo tal que pueda justificarse una interacción
bilateral”, según explican Bruzzone y José Luis García en su artículo El Comando
Sur en el Chaco, publicado el 28 de marzo también por Argenpress.
“Pero hay, además, un componente no visible que se encuadra en los objetivos
estratégicos afines a los intereses de Estados Unidos y muchas veces
contrapuestos a los del país asistido, conducidos por un comando militar”,
agrega.
Es posible que al principio la base militar encubierta opere sin personal
militar. Pero una estructura de este tipo puede transformarse rápidamente en una
instalación castrense formidable y muy difícil de eliminar.
Cuando ha sido alcanzada cierta aceptación social y un nivel de organización
aceptable –según explica el citado artículo de Bruzzone y García–, la base puede
convertirse en un Centro de Seguridad Cooperativa (CSL), que coordina la lucha
contra las drogas, con poca o nula presencia permanente de los estadunidenses;
pero ante una supuesta “amenaza”, por parte de un “enemigo común”, el centro
puede pasar a ser Base de Operaciones Principales (MOB), con fuerzas operativas
permanentes; o bien Base de Operaciones de Avanzada (FOB), que además incluye
fuerzas para operaciones especiales.
Estados Unidos suele aprovechar estas bases para realizar operaciones
militares encubiertas. Se vigilan y espían los sistemas de armas y fuerzas
militares del país anfitrión, y sus vecinos. Se realizan acciones de
infiltración, relevamiento, influencia y control sobre las fuerzas armadas y la
población civil. Adicionalmente se monitorea y controla satelitalmente toda la
región.
–¿Qué reacciones ha habido frente al tema dentro del ejército argentino? –se
le pregunta a la asesora del Ministerio de Defensa.
–El ejército argentino ya no es el de la dictadura; no está formado en la
hipótesis del enemigo interno. Hace unos años la fuerza elaboró el proyecto
Ejército Argentino en el horizonte 2025, que en parte fue tomado por el
ministerio de Defensa.
“Argentina tiene como hipótesis de conflicto suceptibles de transformarse en
hipótesis de guerra la defensa de sus recursos naturales.” dice Bruzzone. Pone
como ejemplos el Acuífero Guaraní, los minerales e hdrocarburos. “Lo que ha
quedado perfectamente explicitado es que la agresión va a venir de un enemigo
extraregional, extracontinental, que esta fuera de la Unasur y la Celac”,
sostiene. “No se les nombra, pero sabemos ciertamente que se están refiriendo a
Estados Unidos y a la OTAN.”
Emergentes
El liderazgo de Brasil en el subcontinente preocupa a Estados Unidos. La
frustrada base en Chaco hubiera contribuido al cerrojo que ya sufre el gigante
sudamericano. El país está rodeado por más de 20 bases de Estados Unidos,
instaladas con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico.
Una vez más, para Bruzzone lo que está en juego es el control de recursos
naturales estratégicos. “La Amazonia, que es el mayor pulmón del planeta, tiene
el 25% de las reservas mundiales de agua dulce, la mayor fuente de
biodiversidad, y no olvidemos que el 80% de los medicamentos que se producen en
el mundo están elaborados en base a plantas de los bosques y las selvas”,
sostiene
Entre los minerales estratégicos cita el neobio, el titanio o el tugsteno,
que se utiliza en la tecnología aeroespacial y en la industria militar. Hay
también grandes riquezas hidrocarburíferas. “Estados Unidos ha utilizado la
Iniciativa Regional Andina y el Plan Colombia para sembrar de bases toda la
frontera amazónica”, dice la asesora.
La base inaugurada el 5 de abril de 2012 en Concón, Chile, es un centro de
entrenamiento para las fuerzas de paz de la ONU. Fue construida con 500 mil
dólares aportados por el Comando Sur. Apunta, según la analista, a la estrategia
de control y militarización del Océano Pacífico que desarrolla Estados
Unidos.
La estrategia incluye a México, Colombia, Perú, Chile, y también a Corea del
Sur y los Tigres asiáticos. “El objetivo final es cercar a China, país que ellos
perciben como el gran oponente en este siglo XXI, el enemigo que tiene visos de
ser la gran potencia hegemónica”, dice Elsa Bruzzone. “Se toma posición
enmascarada en el paraguas de la ONU –advierte –. Detrás de las misiones de
Naciones Unidas desembarcan los soldados de la OTAN, los marines estadunidenses,
no precisamente para preservar la paz sino para hacer pie y quedarse.”

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