Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 23 de junio de 2013

De nuevo la reforma energética- La entrega de la industria eléctrica, y la alternativa-

De nuevo la reforma energética

Arnaldo Córdova
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Peña Nieto declaró al Financial Times que existen diferentes opciones acerca de cómo deberá ser la reforma, pero se dijo confiado en que será transformacional y se realizarán los cambios constitucionales que sean necesarios para dar certeza a los inversionistas privados
Foto Alfredo Domínguez
 
Un problema con Enrique Peña Nieto es su falta de claridad al hacer sus planteamientos. No hay duda de que tiene propuestas y propósitos. Pero nunca es claro en lo que busca ni en el modo o los modos que pretende usar para lograr sus objetivos. Eso ocurrió con su propuesta de la mal llamada reforma educativa. Y eso vuelve a suceder con la reforma energética. Fue a Irlanda del Norte a la reunión de los siete más uno, para anticipar que la reforma se comenzará a discutir y a instrumentar en agosto, luego de las elecciones de medio año.
 
Es reprobable, desde cualquier punto de vista, que los presidentes vayan a los foros internacionales a declarar lo que se proponen hacer en el país en lugar de hacerlo aquí mismo. Por principio de cuentas dan la malísima impresión no sólo de que menosprecian a sus ciudadanos, sino de que sólo les interesa hablar a los poderosos y convencerlos a ellos de sus planes. Pero ojalá lo hicieran con claridad y no dejaran, en propios y extraños, la impresión de que, en realidad, no saben bien a bien qué es lo que pretenden.
 
Al Financial Times, Peña Nieto declaró que existen diferentes opciones acerca de cómo deberá ser la reforma, pero se dijo confiado en que será transformacional y se realizarán los cambios constitucionales que sean necesarios para dar certeza a los inversionistas privados. ¿De qué cambios constitucionales hablaba? ¿Dar certeza a los inversionistas privados en qué? Como puede observarse, se trata de simples generalidades con las que, de hecho, no se declara nada ni se precisa nada acerca de lo que se busca.
 
También declaró a Bloomberg que Petróleos Mexicanos (Pemex) no tiene capacidad de inversión para hacer frente a todas las exigencias del sector energético y que, por ello, se requiere de la inversión privada. Señaló, casi como ejemplo, que ésta podría darse en el caso del shale, señalando algunas zonas del norte del país. Por supuesto, no se refirió para nada a la necesidad de reformar radicalmente el régimen fiscal de la paraestatal. Si ésta sigue siendo extorsionada por Hacienda hasta tragarse casi el 90 por ciento de sus ingresos totales está claro que Pemex no podrá hacer frente a ningún esfuerzo de inversión por su cuenta.
 
Todo mundo interpretó como pudo lo que Peña Nieto dijo en Europa y, en primer lugar, que habría una reforma constitucional para privatizar Pemex. El mandatario priísta y sus más cercanos colaboradores se desvivieron dando explicaciones acerca de que a aquél se le había malinterpretado y diciendo que no dijo lo que dicen que dijo.
 
En primer lugar, Peña declaró: Yo nunca he dicho que es momento de romper mitos o monopolios. Luego agregó: He dicho en México que es momento de modernizarnos. Lo he venido sosteniendo: no venimos a administrar, queremos transformar, incidir en un cambio estructural. Y remató diciendo: ¿Alguien me ha escuchado decir eso, que se va a privatizar? Lo que he dicho aquí y allá tiene la misma consistencia, vale decir, que no existe esa intención ( La Jornada, 19.VI.2013).
 
Esas mismas aclaraciones adolecen del defecto de ser poco claras. ¿Qué quiere decir Peña Nieto con eso de que es momento de modernizarnos? Luis Videgaray, haciendo segunda a su jefe, insistió que el propósito fundamental de la reforma será mantener la propiedad de los hidrocarburos, la rectoría estatal de Pemex [sic] y explorar mecanismos que hagan posible ampliar su capacidad productiva mediante la participación del sector privado.
 
Ampliar la inversión privada es la verdadera divisa. No hay ninguna intención de reformar el régimen hacendario de Pemex y la razón la dejan ver aunque nunca la hagan explícita: el Estado no puede prescindir del aporte fiscal de la industria nacional. Alrededor de 40 por ciento del gasto público es financiado con recursos extraídos a Pemex. Nunca se han planteado como prioritaria una auténtica reforma fiscal que libere a la paraestatal de la pesada carga que el fisco le impone. Devuelven a los privados lo poco que pagan en impuestos y prefieren seguir esquilmando a nuestra empresa nacional.
 
Por eso, también, necesitan de la iniciativa privada. Lo plantean como una condición indispensable para modernizar la industria petrolera y nunca han acabado de aclarar en qué consistirá en adelante esa inversión privada, en qué rubros será canalizada y con qué limites. Desde Salinas de Gortari existen contratos con al menos siete trasnacionales a las que se han entregado enormes zonas marítimas y terrestres en las que se comportan como si fueran de su propiedad y de manera exclusiva.
 
¿Cuál es la novedad que la reforma de Peña Nieto plantea en ese respecto? ¿En qué consistirá la inversión privada en la industria energética? ¿Se seguirá haciendo lo mismo, vale decir, entregar el petróleo a los privados sin condición ni limitación ninguna? Por lo que puede verse hoy, ninguna de las empresas privadas en el sector energético tiene límites en la explotación del recurso. Los contratos que se firmen en adelante, ¿seguirán siendo del tipo de los que ya se han entregado: a 20 años y, además, renovables?
 
Mientras esas preguntas queden sin respuesta la reforma energética de Peña Nieto será un enigma. Sus recientes declaraciones en Europa no fueron entendidas o fueron malinterpretadas (según él mismo afirma). Mientras que en México comenzaron a levantar una polvareda porque aquí tampoco se pudo saber a ciencia cierta qué era lo que había dicho y, menos todavía, qué es lo que se propone. Además de lo antes reseñado, también declaró que el asunto se estaba ventilando en el seno del Pacto por México, sólo para que sus aliados en el mismo lo desmintieran rotundamente, dejando en claro que el asunto no se ha tratado.
 
Si es verdad que sus intenciones no son privatizar el petróleo, debería convencer a los ciudadanos mexicanos de que ello es cierto; pero no afirmándolo simplemente, sino, ante todo, diciendo qué es exactamente lo que se propone. Según algunas encuestas, 64 por ciento de los ciudadanos está absolutamente en contra de que los privados participen en la explotación petrolera de ningún modo, ni siquiera por la vía de los contratos por obra determinada o de servicios. Por lo menos se deberá atender sus dudas e informarles debidamente acerca de lo que implicaría permitirles invertir en la industria.
 
Si es cierto que Peña Nieto se comprometió en la gravísima cuestión de reformar la Constitución, con mayor razón se requiere que nos diga cómo cree él que quedaría, finalmente, el capítulo económico de la Carta Magna integrado, como bien se sabe, por los artículos 25, 26, 27 y 28 constitucionales. En esos artículos se establece una prohibición absoluta a la inversión privada en el sector energético. Y si es cierto que él no declaró nada al respecto, también será preciso que informe si la intención quedará solamente, como ocurrió con los gobernantes panistas, en una reforma a las leyes secundarias.
FUENTE: LA JORNADA OPINION
 
La entrega de la industria eléctrica, y la alternativa

Antonio Gershenson
Aunque el gobierno mete la pata en lo del petróleo en estos días, es momento de ocuparse de la industria eléctrica también.
 
Cada vez más se genera la electricidad por empresas privadas, sobre todo extranjeras. La más abundante es la que se vende a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) a precios carísimos, y que se produce con gas natural.

También hay otras plantas. El autoabastecimiento real, que nunca se prohibió porque no va al servicio público, debe considerarse aparte. Pero hay empresas eléctricas que venden la electricidad a otras empresas privadas, directa o indirectamente

En la Constitución se dice:

Corresponde exclusivamente a la nación generar, conducir, transformar, distribuir y abastecer energía eléctrica que tenga por objeto la prestación de servicio público. En esta materia no se otorgarán concesiones a los particulares y la nación aprovechará los bienes y recursos naturales que se requieran para dichos fines.

En la CFE hay la manía de usar, en el Área de Control Central, plantas de gas natural, ciclo combinado, como se ha hecho en otros lados. Además de los problemas generales, están las pérdidas derivadas de la altura sobre el nivel del mar y la temperatura (por lo menos 30 por ciento de pérdida). Se trae electricidad de áreas lejanas, y eso nos da un sistema inestable, con riesgo permanente de colapso de voltaje en la zona.

Una de las alternativas al uso de gas en el Área de Control Central es utilizar plantas muy eficientes, con combustóleo desulfurado, con la caldera trabajando a más de 600 grados centígrados. Estas plantas no se han instalado en este país, pero sí en varios otros, con eficiencia de 40 por ciento y más.

Una segunda solución la constituyen plantas pequeñas, de unos 30 megavatios, conectadas a cada subestación y con un sistema de control. Éstas se pueden instalar más rápidamente y resolver muchos problemas.

Estas pequeñas plantas tienen ventajas si usamos motor diesel para impulsar el generador, porque se instalan más rápido, porque son más eficientes y porque podemos usar combustible diesel desulfurado en vez de gas natural. Una tercera solución, que puede tardar más pero tiene más alcance, es la construcción de un gran número de generadores de viento en La Ventosa, interconectados con las hidroeléctricas que ya existen, sobre todo en el río Grijalva.
Para evitar los problemas de falta de estabilidad que se han dado con las líneas de transmisión que vienen de lugares lejanos, es necesario usar líneas de transmisión de superalto voltaje, 800 kilovoltios, de corriente continua. Estas líneas no las hay en México, como algunos tipos mencionados de plantas, porque el sistema ha sido operado por funcionarios más interesados en las mordidas que en un mejor servicio.
 
Una alternativa adicional es la geotermia. En especial, en el noroeste sustituye al gas importado que los funcionarios tienen la manía y la corrupción de traerlo carísimo.
 
El Mar de Cortés tiene una serie de fallas geológicas que lo abarcan de norte a sur. La energía bajo el mar que esto implica es gigantesca.
 
En una tesis de maestría del Centro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada dice:
 
Se observó una intensa actividad magmática debajo de las cuencas Salsipuedes Norte y Salsipuedes Sur.
 
Se emplean intercambiadores de calor. Existen en México en varios modelos. En el ciclo inferior, el vapor muy caliente sale de la zona geotérmica, se enfría al pasar por el intercambiador y vuelve a ser inyectado hacia abajo. Los gases corrosivos de los vapores nunca salen del ciclo.
 
El ciclo superior tiene siempre vapor limpio, porque no tienen contacto con los materiales corrosivos.
 
Partes expuestas a material caliente y altamente sensible deben emplear superaleaciones, que usan sobre todo níquel, cromo y titanio, con gran resistencia química y a las altas temperaturas. En México ya se producen estos materiales.
 
Debemos de considerar la generación de electricidad con estos nuevos equipos y materiales, y compararlos con los de la CFE.
 
La CFE suelta el vapor a los 150 grados aproximadamente, lo cual implica desperdicio de energía: para sus funcionarios, la electricidad ha sido lo único importante y no otras aplicaciones.
 
Las nuevas plantas deben aprovechar el vapor en otros usos. En especial en Baja California, que tiene climas áridos, y la orilla del mar cerca de los principales puntos con geotermia, el desalamiento del agua del mar, para obtener agua potable y para riego eficiente, es un uso fundamental.

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