Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 27 de junio de 2013

Las maniobras del cuñado de Calderón- Fuentes León se lleva a la tumba sus secretos: Colosio, Ruiz Massieu, Muñoz Rocha…

Las maniobras del cuñado de Calderón

El senador Gil Zuarth, mecenas de Zavala.  Foto: Benjamin Flores
El senador Gil Zuarth, mecenas de Zavala.
Foto: Benjamin Flores
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El 4 de marzo de 2013 aparecieron en la cuenta personal de Juan Ignacio Zavala 395/7707428 dos depósitos por 150 mil pesos cada uno. Provenían de la cuenta Banamex 221/4200611, perteneciente al grupo parlamentario del PAN en el Senado. El concepto de este depósito fue “pagos a terceros pesos cheques”, según denunció el senador panista Javier Corral en su columna Rotafolio del domingo 16.
“¿Qué tipo de asesoría brinda al grupo parlamentario del PAN para recibir en un solo día dos depósitos por 150 mil pesos cada uno?”, cuestionó Corral, principal crítico del grupo de 22 senadores, encabezado por Ernesto Cordero, en plena disputa por el control político y financiero de la bancada.
Frente a la acusación de Corral, la senadora Adriana Díaz, cercana a Cordero, reveló que el préstamo no salió a nombre de Zavala, sino de Roberto Gil Zuarth. “Es un derecho que tiene cada senador de pedir un préstamo hasta por 300 mil pesos. Esta cantidad se va descontando poco a poco, no te lo regalan. Es un préstamo y es un derecho de cualquier empleado”, afirmó Díaz
Al día siguiente, el lunes 17, Gil Zuarth confirmó la versión y explicó que los recursos fueron depositados en la cuenta de Zavala, cuñado del expresidente Felipe Calderón, y no en la suya “para evitar la triangulación bancaria”.
“El préstamo lo pedí yo y yo se lo presté con cargo a mi patrimonio. Yo solicité el préstamo porque había una necesidad imperiosa de cubrir de parte del señor Zavala. Yo tengo derecho a ese préstamo. No hay nada indebido en que un senador lo solicite para los propósitos que sean”, atajó Gil Zuarth en una incómoda rueda de prensa. El presidente de la Comisión de Justicia acusó a quienes “recurren a la calumnia” para hacer los ajustes de cuentas entre panistas.
Mientras Gil Zuarth trataba de salir del enredo de los préstamos triangulados, Javier Corral y Juan Ignacio Zavala protagonizaron una polémica a través de sus cuentas personales en Twitter. Zavala admitió que recibía también un salario de 76 mil pesos como asesor en comunicación política de Cordero.
Sin embargo, desde Madrid, Cordero desmintió el martes 18 la nueva versión que había surgido sobre los pagos irregulares a Zavala y su sueldo de 76 mil pesos mensuales. “Yo no tengo asesores en el grupo parlamentario”, atajó el todavía presidente de la Mesa Directiva del Senado.
Gil Zuarth también admitió que en la Comisión de Justicia, que él preside, contrató como “asesor” al hijo de Zavala Gómez del Campo, Juan Ignacio Zavala Gutiérrez. Gil precisó que no había ninguna contradicción entre lo dicho por Cordero y el cuñado de Felipe Calderón: los servicios prestados por el exvocero de la campaña de Josefina Vázquez Mota en 2012 eran para la Mesa Directiva y no para el grupo parlamentario.
El diferendo que han protagonizado los panistas fue alentado por el mismo Juan Ignacio Zavala, a través de su columna Autonomía Relativa, publicada en el periódico Milenio. El 19 de mayo, en plena disputa entre Gustavo Madero y Ernesto Cordero por la coordinación de los senadores panistas, el exjefe de Comunicación Social de la PGR en tiempos de Antonio Lozano calificó de “cerril” y “pusilánime” al presidente nacional del PAN.
Zavala Gómez del Campo nunca aclaró que en ese momento él cobraba como asesor de Cordero, presidente de la Mesa Directiva del Senado, y había recibido un “préstamo personal” de Gil Zuarth, quien contrató a su hijo como asesor de la Comisión de Justicia.
Tres días después, el 22 de mayo y en la misma columna, Zavala volvió a emprenderla contra Madero y habló de la desaparición del PAN.
“Todos estos días en que se habla de la crisis del partido son el resultado de las decisiones del presidente del PAN. De nadie más. Para colmo, le deja al nuevo coordinador de los senadores un ambiente rasposo y complicado de arreglar, en medio de un proceso electoral adverso al partido en la mayoría de los estados en que habrá comicios. Madero quizá ganó su batalla pero, insisto, el partido es más, mucho más que su dirigencia.
“Por lo pronto, gracias a Madero y sus compinches, ya no somos el PRI-AN: esto ya es puro PRI.”
Posteriormente, acusó a Madero de la crisis en el PAN. Aseguró que la ausencia de liderazgos fuertes dejó a los panistas a la voluntad del presidente de partido. “El dinero nos pudrió”, reiteró en una serie de entrevistas.
Su más reciente colaboración ya no fue sólo contra Madero, sino contra Javier Corral, a quien llama “porro”, y contra el primer gobernador panista, Ernesto Ruffo, “que parece un osito de peluche”. Acusa a ambos y a “otro grupúsculo agazapado en sus temores públicos” de llevar al partido a la ruptura.
Aquellas guerras sucias
 
No es la primera vez que las acciones y la asesoría de Juan Ignacio Zavala despierta pasiones y polémicas, sobre todo al interior del PAN.
Perteneciente a una familia de larga tradición panista, Zavala Gómez del Campo originalmente fue más cercano más al grupo del exprocurador Antonio Lozano Gracia y colaboró en un gobierno priista. En el sexenio de Ernesto Zedillo, Zavala fue el director de Comunicación Social de la PGR, en medio del debate sobre los expedientes de los crímenes de Luis Donaldo Colosio y de José Francisco Ruiz Massieu, y de la disputa entre Carlos Salinas y su sucesor, a raíz de la detención de Raúl Salinas de Gortari.
Su carrera como asesor en comunicación política quedó marcada por su alianza con Felipe Calderón en vísperas de la campaña presidencial de 2006. Zavala formó parte del llamado “cuarto de guerra” de la campaña calderonista y compartió con el asesor español nacionalizado mexicano Antonio Solá la estrategia de “guerra sucia” contra Andrés Manuel López Obrador.
Desde enero de 2007, Zavala fue contratado por el grupo mediático español Prisa como gerente de la edición global de El País, y no participó públicamente en ninguna actividad del gobierno calderonista. Su nombre volvió a ser mencionado, a raíz de la salida de Carmen Aristegui de W Radio, estación en la que Prisa y Televisa eran socios.
En una carta enviada el 13 de enero de 2008 a Proceso, Zavala negó que su papel fuera como “responsable de la operación del Grupo Prisa en México” y aclaró que sus funciones eran “meramente comerciales y administrativas, sin ninguna injerencia en la parte editorial” (Proceso 1628). No hizo ningún comentario o valoración sobre la salida de Aristegui.
Sin embargo, el columnista Miguel Ángel Granados Chapa analizó así el papel de Zavala y de Prisa en la salida de Aristegui de W Radio:
“Los intereses comerciales de Prisa neutralizaron los políticos de Televisa, pero cuando aquellos intereses del grupo español se convirtieron también en intereses políticos –en virtud de los cuales Juan Ignacio Zavala, cuñado del presidente Calderón, fue contratado por el consorcio de (Jesús de) Polanco– Aristegui quedó a la intemperie” (Proceso 1627).
Todavía en junio de 2012, hace un año, Zavala le declaró al reportero Álvaro Delgado que nada estaba definido para los comicios presidenciales, porque “ésta es una contienda entre tres y en 2006 era claramente entre dos. Eso va a ser el debate” (Proceso 1858).
Poco después tuvo que salir a desmentir la acusación de que Vázquez Mota había utilizado aviones de los hermanos Colorado, en especial de Pancho Colorado, presunto colaborador de Los Zetas. La acusación, lanzada por el dirigente priista Pedro Joaquín Coldwell, afectó aún más la campaña de la aspirante presidencial panista.
Zavala aclaró que lo divulgado por Joaquín Coldwell era “información de 2010”. Dijo que, en realidad, los traslados fueron gestionados por el diputado panista de Veracruz, Miguel Martín, quien luego se incorporó al gobierno del priista Javier Duarte (Proceso 1859).
 

Fuentes León se lleva a la tumba sus secretos: Colosio, Ruiz Massieu, Muñoz Rocha…

Fuentes León, mano negra. Foto Joaquín Cato
Fuentes León, mano negra. Foto Joaquín Cato
De no ser por su nuera, la modelo Jacqueline Bracamontes, la muerte del abogado Enrique Fuentes León habría pasado inadvertida. Célebre por sus singulares amistades –el desaparecido Manuel Muñoz Rocha, entre otros–, su soborno de medio millón de dólares, en 1988, a la Suprema Corte Justicia de la Nación, por su presunta implicación en los crímenes de José Francisco Ruiz Massieu y Luis Donaldo Colosio, y por ser el protagonista del “juicio más largo y voluminoso en la historia de Texas”, entre otros episodios, el litigante se lleva innumerables secretos a la tumba, muchos de ellos avalados por el silencio del PRI.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- La noticia la difundió la prensa de espectáculos y en los diarios de circulación nacional apenas aparecieron algunas esquelas. Una despedida de bajo perfil para no remover las redes de protección y complicidad que alcanzan a funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto.
El domingo 16, la revista TV y Novelas informó en su sitio en internet que la modelo y conductora Jacqueline Bracamontes estaba de luto por la muerte de su suegro, el abogado Enrique Fuentes León, de 79 años. El día anterior, la actriz lo había dado a conocer en su cuenta de Twitter.
Una discreta y breve ceremonia en una funeraria del sur de la Ciudad de México, el mismo sábado 15, puso fin a la tormentosa historia del litigante que gozó de grandes favores de los poderes del Estado mexicano –a pesar de haberlos agraviado– y protagonizó el juicio más largo y voluminoso en la historia de Texas.
Entre litigantes hay coincidencia de que personificó en la segunda mitad del siglo XX al abogado mexicano corrupto, en continuación del arquetipo que décadas atrás había encarnado Bernabé Jurado. Durante años, Fuentes Leon fue un abogado temido. Litigó a golpes, con la pistola en el escritorio y amenazas.
Fue prófugo de la justicia mexicana. Se vio envuelto en el homicidio de una expareja, en la desaparición de la artista Nellie Campobello y de sus bienes, y en acusaciones de lavado de dinero y soborno en Estados Unidos.
También en la protección del exdiputado federal del PRI, Manuel Muñoz Rocha, acusado de organizar el asesinato del secretario general de ese partido, José Francisco Ruiz Massieu, en septiembre de 1994. Su nombre estuvo, además, en la nebulosa indagatoria del homicidio del candidato presidencial del PRI, Luis Donaldo Colosio, en marzo de ese mismo año.
Pero ante todo, fue el centro del peor escándalo en la historia del Poder Judicial de México. Por lo menos la vergüenza más grave en el máximo tribunal hasta ahora conocida.
En 1988 sobornó con medio millón de dólares al entonces ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Ernesto Díaz Infante, para que gestionara a través de dos magistrados, también comprados, la liberación del Chacal de Acapulco, Alejandro Braun Díaz, condenado a 30 años de prisión por violación y asesinato de la niña de seis años Merle Yuridia Mondain Segura, en 1986.
No obstante la humillación, la propia Corte intentó detener la acción judicial contra Díaz Infante. A principios de 1993, cuando Jorge Carpizo acababa de llegar a la Procuraduría General de la República (PGR) designado por Carlos Salinas, se encontró con un “expediente intocable”. Era el de Díaz Infante.
La Corte, presidida entonces por el ministro Ulises Schmill, invitó a Carpizo a un desayuno en el edificio de Pino Suárez. Los ministros le pidieron que no actuara contra su colega y no consignara el expediente por el daño que le causaría al máximo tribunal.
“La mejor manera de defender a esta institución es lo que hice esta mañana: consignar el expediente ante el juez federal”, respondió Carpizo, refieren abogados que escucharon el relato del propio exprocurador días antes de su muerte, en marzo del año pasado.
Díaz Infante, que se encontraba prófugo en San Antonio, Texas, el mismo lugar de huida de Fuentes León a causa del cohecho, fue detenido por el FBI en junio de 2001, días antes de prescribir los delitos de cohecho y obstrucción de la justicia por los que lo consignó Carpizo.
Dos años después, el ministro fue condenado a 10 años de prisión, luego de que la propia Corte le negó dos amparos. Tres años los pasó en prisión y en 2004 fue confinado en su casa a causa de un cáncer. Falleció en 2006, a los 77 años, con el nombre de Enrique Fuentes León como sombra.
Fragmento del reportaje que se publica en la edición 1912 de la revista Proceso, actualmente en circulación.

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