Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 28 de junio de 2013

El otoño del progresismo- El nuevo Muro de Berlín- ECONOMIA MORAL

El otoño del progresismo
Raúl Zibechi
La presidenta Dilma Rousseff tomó la iniciativa política al convocar el lunes 25, ante los 27 gobernadores y los 26 alcaldes de las capitales estatales, cinco pactos a favor de Brasil: responsabilidad fiscal, reforma política, salud, transporte público y educación. Propuso un plebiscito popular que autorice la convocatoria de una asamblea constituyente para encauzar la reforma política, que es el punto más polémico y más resistido por las instituciones. Aunque al día siguiente debió dar marcha atrás respecto de la constituyente, mantuvo la iniciativa, ya que las reformas se pueden encauzar por la vía parlamentaria.
 
El tiempo dirá si las reformas llegan a concretarse y, sobre todo, si alcanzan para colmar las expectativas de la población, molesta en particular por la corrupción y la desigualdad, viejos problemas brasileños que no han disminuido en la década que lleva gobernando el Partido de los Trabajadores. Por el momento, hay dos cosas que parecen evidentes: las instituciones siguen a la defensiva, pese a las iniciativas tomadas por la presidenta, y la calle sigue siendo el lugar elegido por buena parte de los jóvenes para hacerse escuchar.

 
Asustado por la persistencia de las movilizaciones, el Congreso archivó la propuesta de enmienda constitucional 37 (por 430 votos contra nueve), que promovía una reforma constitucional para retirar al Ministerio Público la posibilidad de realizar investigaciones criminales, que sólo podría hacer la policía, en un país donde sólo 11 por ciento de los crímenes comunes y 8 por ciento de los homicidios son resueltos. La propuesta de enmienda constitucional 37 levantó una oleada de protestas bajo el lema Brasil contra la impunidad. El mismo día la Cámara aprobó un proyecto que destina 75 por ciento de las regalías del petróleo a la educación y 25 por ciento a la salud. Hasta el momento se había registrado un pesado tironeo entre los diferentes estados para hacerse con las ganancias de una de las más prometedoras fuentes de ingresos del Estado, pero la calle logró convencerlos.
 
Las manifestaciones siguen y seguirán durante un tiempo. Pero empiezan a notarse cambios y diferenciaciones. En Sao Paulo el Movimiento Pase Libre (MPL) decidió marchar en las periferias urbanas, mientras grupos como Mudança Já (Cambios Ya), que no aceptan partidos y sólo hablan de la corrupción, tienden a concentrarse en el centro –enclave de las clases medias–, como analiza el sociólogo Rudá Ricci.
La calle brasileña está enviando un profundo mensaje no sólo al gobierno de Rousseff, sino al conjunto de los gobiernos progresistas de la región: la pasividad llegó a su fin. Luego de una década de excelentes precios internacionales para las exportaciones y de una evidente bonanza económica –que parece estar llegando a su fin–, muy poco ha cambiado. En particular, no hay cambios estructurales.
 
Incluso un conservador como el ex ministro de Hacienda del régimen militar, Antonio Delfim Netto, comenta una encuesta internacional de Pew Researh Center apuntando que el principal problema es que una economía de mercado controlada por las finanzas es portadora de graves problemas de desigualdad ( Valor, 18 de junio de 2013).
 
La mayoría de los entrevistados en 39 países del mundo sienten que el funcionamiento del sistema beneficia a los más ricos. Esto indica que la población tiene perfecta conciencia de lo que está sucediendo, y podemos concluir que si no ha estallado antes es porque no encontró el momento adecuado.
 
Un estudio de la central sindical uruguaya PIT-CNT revela que la masa salarial en relación al PIB era en 2010 inferior a la de 1998, cuando gobernaba la derecha y campeaba el más crudo neoliberalismo. Los datos lo dicen todo: en 1998 los salarios de los trabajadores representaban 27.2 por ciento del PIB. En 2010, luego de ocho años de gobierno del Frente Amplio y de un crecimiento sostenido de la economía, perciben 23.5 por ciento del producto. Lo que indica un incremento de la porción que se apropian los dueños del capital (Instituto Cuesta-Duarte, diciembre de 2011).
 
El 30 por ciento de los trabajadores uruguayos ganan algo más del salario mínimo, y la mitad de los que trabajan perciben menos de dos salarios mínimos. La situación no es muy diferente en Brasil y en Argentina. Es cierto que una parte de la población salió de la pobreza extrema, más por el ciclo de crecimiento económico que por las políticas sociales, que siempre tapan problemas pero no resuelven la situación de fondo de las mayorías.
 
Esa mitad de la población que ya no pasa hambre, pero que tampoco puede vivir dignamente, está cansada, y está empezando a perder la paciencia. Hasta ahora los gobiernos progresistas jugaron con dos cartas a su favor: la situación de los trabajadores pobres ha experimentado una mejora relativa, y un triunfo de la derecha podría implicar retrocesos. Pero el fantasma de la derecha ha dejado de operar en el imaginario colectivo. Porque es poco más que un fantasma.
 
Si en alguno de los países mencionados ganara la derecha, los que más perderían serían los miles de militantes y profesionales de izquierda que ocupan cargos de confianza en ministerios, municipios, empresas estatales y gobiernos centrales. La impresión es que buena parte de la gente común, como la que protesta estos días en las calles brasileñas, pero también en las uruguayas, no está dispuesta a seguir dejándose chantajear con el fantasma de la derecha. Buena prueba es lo que sucede en Chile, donde la población ha intensificado sus movilizaciones contra el gobierno derechista de Sebastián Piñera pero no muestra entusiasmo ante el probable retorno de Michelle Bachelet en las presidenciales de noviembre de este año.
 
Las personas quieren soluciones y luego de una década ya no se puede seguir diciendo que no hay recursos. Quienes creen que esto es un sarpullido primaveral, se equivocan. Es el comienzo de algo nuevo. La discusión sobre si la crisis política que se instaló en Brasil, y que se profundiza en Argentina, beneficiará a los partidos de la derecha o a los de izquierda, tiene poca trascendencia. Hoy lo real es la calle, y allí se juega el futuro.


El nuevo Muro de Berlín
Gabriela Rodríguez
Desde que se impuso un muro material y económico en la frontera norte de nuestro territorio, los trabajadores manuales que emigran al otro lado experimentan múltiples transformaciones. Una reciente publicación de Telésforo Ramírez revisa el efecto de la emigración masculina en la dinámica de poder intrafamiliar y en la participación económica de las esposas que se quedan (El precio de un sueño, Lito-Grapo/ UAEG, México, 2011).
 
El estudio se realizó en el municipio de Pénjamo, en el estado de Guanajuato, y supera la visión tradicional de las mujeres como seguidoras pasivas de los hombres. En las comunidades con intensa actividad migratoria hacia Estados Unidos muchas esposas se ven en la necesidad de asumir la jefatura del hogar. Se trata en su mayoría de mujeres casadas o que viven en unión libre. Hogares con menor tasa de participación económica en comparación con los hogares sin migrantes, ya sea por ausencia de miembros en edades productivas o por las remesas que reciben. En algunos casos la emigración del compañero impulsa a las esposas a buscar trabajo remunerado, en especial cuando no llegan las remesas, pero entre quienes son jóvenes y tienen hijos pequeños la ausencia del marido las inhibe a involucrarse en actividades económicas fuera del hogar. Las mujeres urbanas son más activas que las de las comunidades rurales, porque en las últimas la división laboral por sexo obedece a regulaciones más rígidas. El tipo de actividades extradomésticas en las que ellas suelen participar están relacionadas con el sector comercio y los servicios, algunas en que no reciben ingresos: trabajo doméstico, trabajadoras ambulantes, vendedoras en el comercio informal (artículos de belleza o del hogar, ropa), pequeños negocios familiares, producción y elaboración de alimentos, limpieza de hogares y establecimientos, y en menor medida como trabajadoras en el campo y la agroindustria. La edad, la escolaridad, los arreglos familiares así como la presencia de menores en el hogar determinan la probabilidad de participar o no en actividades asalariadas.

Se encontró que la migración del esposo se entrelaza de muy diversas maneras con la trayectoria laboral femenina: hay mujeres que nunca habían trabajado fuera del hogar y que inauguran esta experiencia cuando se va el marido al otro lado, se insertan en jornadas discontinuas, buscan trabajo remunerado cuando las remesas del esposo no llegan, se retrasan o son insuficientes, para pagar alguna deuda o encargarse de la parcela. Se valoran a sí mismas como mujeres trabajadoras que contribuyen a la economía familiar, aunque siempre en actividades muy acotadas al rol femenino: la venta de productos de belleza y cocina por catálogo, empleadas de costura en maquiladoras, coser, tejer, bordar servilletas y trabajo agrícola. Otro grupo son las mujeres que conforme van creciendo los hijos retornan a la actividad laboral, cuando los esposos emigran y prolongan sus estancias en el vecino país pero las remesas son insuficientes se involucran en actividades que les permiten atender las actividades domésticas y el cuidado de los hijos, tales como servicio doméstico, lavar y planchar ropa, limpieza de casas, venta de ropa y productos; mujeres que defienden su derecho y deber de trabajar ante los demás, y que destinan casi la totalidad de sus ingresos al presupuesto familiar. Hay mujeres cuya trayectoria laboral se desarrolla a partir de la emigración del esposo, se trata de quienes tienen de 35 a 50 años, siempre han realizado trabajo remunerado o dejaron de hacerlo al hacerse madres, por lo común es un proyecto acordado y consensuado con la pareja y que lo retoman cuando el esposo se va. El último grupo es el de las mujeres que tuvieron que retirarse del trabajo remunerado e interrumpirlo cuando el marido se fue, jóvenes cautivas en las tareas maternas y con poca experiencia laboral previa, se desempeñaban como jornaleras o peones agrícolas, empleadas en comercios, instructoras educativas o vendedoras.
 
Es un hecho que la emigración internacional declinó radicalmente desde 2006, el subsidio de oferta laboral de mexicanos a la economía del país vecino se afectó con la contracción económica estadunidense y el desplome de su industria de la construcción, por el endurecimiento de su política hacia los inmigrantes indocumentados y por las deportaciones (más de un millón en la administración de Obama). Además están los costos del cruce indocumentado, el aumento de controles fronterizos, así como los riesgos y las condiciones de inseguridad en las zonas fronterizas (René Zenteno, Saldo migratorio nulo: el retorno y la política anti-inmigrante, en Coyuntura Demográfica, No. 2, julio 2012, pp. 17-21).
 
Las recientes iniciativas de legisladores republicanos que pretenden detener el flujo sur-norte reforzando la frontera con 700 millas más de barda y 41 mil efectivos en la Patrulla Fronteriza, además de drones (aviones sin tripulación) vigilando desde los cielos de ambos territorios como si se tratara del nuevo Muro de Berlín, probablemente propiciarán estancias más largas de los que están allá, quienes dejarán de venir para lograr el estatus de inmigrante que la reforma exige y se mantendrán separados de sus esposas/os, hijos y familiares, otros muchos serán deportados. Buen paquete para la nueva administración de México: ¿cómo apoyarán la economía de las familias que se quedaron acá o cuyos trabajadores retornaron? ¿Qué se ofrece a los niños que nacieron allá y están de regreso? ¿Qué alternativas hay para mujeres que se quedaron sin familiares y con una economía muy precaria? “Toda una vida sola… –relata una mujer guanajuatense– Primero se fue mi padre, ahora mi esposo y luego mis hijos”.
Economía Moral
Ante el colapso del realismo metafísico, la salida: el esencialismo interno
Martha Nussbaum plantea lo anterior para fundar su enfoque
Julio Boltvinik
A petición de uno de los científicos sociales más importantes de México y de América Latina, intentaré clarificar un poco el contenido de la entrega anterior de Economía Moral*, particularmente la parte final que se refiere a lo que Martha Nussbaum (MN) llama realismo metafísico, donde al parecer radica mi falta de claridad. Examinemos las dos palabras de la expresión realismo metafísico por separado. La palabra metafísica tiene una connotación peyorativa. En su Diccionario de Filosofía (Siglo XXI editores, 2005), Mario Bunge distingue dos sentidos del término: a) El del sentido común, donde significa desatino, hablar de lo sobrenatural, fantasía no contrastable. b) El filosófico, donde se refiera a la disciplina filosófica que trata de las características más generales de la realidad y también de los objetos imaginados por los teólogos y los filósofos fuera del contacto con la realidad. Añade Bunge:
 
La metafísica se creó mala fama en el siglo XIX por cuatro razones no relacionadas entre sí: por su estrecha asociación con la teología en el pasado; por haberla practicado escritores tan enigmáticos y poco científicos como Hegel; por ser censurada por éste al considerarla limitada a categorías fijas; y por ser imprecisa y estar desconectada de la ciencia. Por estas cuatro razones, con frecuencia a la metafísica seria se le denomina ontología. Además, la metafísica científica, es decir la metafísica compatible con la ciencia es posible lógicamente. Por ejemplo, es posible y ventajoso investigar los conceptos metafísicos (tales como los de espacio casualidad y mente)…a la luz de la ciencia y la matemática contemporánea (p.140).

El nombre respetable de la metafísica seria es, por tanto, ontología, que se ocupa del ser en tanto que tal, es decir de su naturaleza o esencia**. Por otra parte, el realismo, dice el propio Bunge (en Buscar la filosofía en las ciencias sociales, Siglo XXI editores, 1999) es el punto de vista filosófico de que el mundo externo existe independientemente de nuestra experiencia sensorial y de nuestras ideaciones y que se puede conocer, aunque sólo sea de manera parcial. En esta postura Bunge distingue dos tesis: una ontológica resaltada en cursivas, y la otra epistemológica o de teoría del conocimiento*** (que ese mundo externo se puede conocer). Añade: El realismo sostiene conjuntamente las tesis de la autonomía y la cognoscibilidad del mundo externo. Bunge distingue tres variedades de realismo: ingenuo, crítico y científico. Esta última es una versión refinada del realismo crítico y asevera el principio metodológico que la investigación científica es el modo más avanzado de indagación en cualquier asunto de hechos, aunque no es infalible, y el artículo de fe de que la investigación puede arrojar representaciones del mundo cada vez más verdaderas.

Sorprende que entre las variedades de realismo Bunge no incluya la de realismo metafísico utilizada por Martha Nussbaum (MN) y otros filósofos como Hilary Putnam. Como vimos en la entrega anterior, MN opone un conocimiento celestial o divino (o al menos externo, puro y no distorsionado por las limitaciones humanas) al conocimiento derivado de las interpretaciones humanas. Por tanto, el calificativo de realismo metafísico ella parecería aplicarlo sólo a aquellos casos en los cuales se plantea un conocimiento puro, no mediado, de carácter externo. MN acepta en buena medida las críticas que relata a dicho realismo metafísico (véase entrega del 21/6/13) y pasa a sostener que uno puede aceptar tales conclusiones (que las únicas concepciones defendibles de verdad y conocimiento dependen de la actividad cognitiva humana a través de la historia) y aun así seguir siendo esencialista. Señala que:

“Uno puede creer que el examen más profundo de la historia y de la cognición humanas desde adentro revela una visión más o menos precisa del ser humano, una que divide sus atributos esenciales de los accidentales. Separar estos dos tipos de atributos requiere una investigación evaluativa pues debemos preguntar cuáles cosas son tan importantes que no contaríamos como humana una vida que careciera de ellas. Tal investigación evaluativa de lo que es más profundo e indispensable en nuestras vidas no necesita presuponer un fundamento metafísico externo; claramente puede ser una manera de vernos a nosotros mismos, preguntando qué es lo que realmente pensamos de nosotros mismos y lo que mantiene unida a nuestra historia… Puesto que toma su posición desde adentro de la experiencia humana, llamaré a esta versión del esencialismo (fundada histórica y empíricamente) esencialismo interno. Tales concepciones internalistas del ser humano son todavía vulnerables a algunas, si no a todas las acusaciones levantadas contra el esencialismo en general. (Human Functioning and Social Justice. In Defense of Aristotelian Essentialism, Political Theory, vol.20, N°2, mayo 1992, pp. 207-208).
Foto
Portada del libro de Mario Bunge
MN aborda tres acusaciones que una buena postura internalista necesita responder: a) Omisión de las diferencias históricas y culturales. Cualquier intento de elegir algunos elementos, señala la oposición según relato de MN, está destinado a ser insuficientemente respetuoso de tales diferencias. La gente, argumenta tal acusación, entiende la vida humana y la humanidad de maneras muy diferentes y cualquier intento de proteger ciertos entendimientos de lo humano, degrada otros. Sólo un acuerdo unánime sería suficiente para justificar una conclusión esencialista. b) Omisión de la autonomía. La objeción de muchos liberales (que son esencialistas en cuanto a la importancia central de la libertad y la autonomía, anota MN), sostienen que el esencialista, al seleccionar por adelantado cuáles elementos de la vida humana tienen más importancia, falla al no respetar el derecho de las personas a escoger su plan de vida, sosteniendo que tales elecciones deben dejarse a cada ciudadano. Por ello, argumentan, la política debe rechazar cualquier teoría específica sobre el ser humano y el bien humano. c) Aplicación prejuiciosa. Alegan que al especificar una concepción del ser humano que tenga un cierto peso moral y político, debemos también especificar cuáles seres humanos se incluyen en el concepto y que ello suele llevar a que los carentes de poder sean excluidos. Más adelante en el artículo citado, MN confronta estas objeciones, pero antes dice que lo más grave es que, el colapso del realismo metafísico es interpretado como que implica no sólo un colapso de todo esencialismo sobre el ser humano, sino también una retirada hacia un relativismo extremo e incluso hacia el subjetivismo. (Ibid. pp. 207-209)
 
1 *Entrega del 21 de junio, cuyo Ttítulo y subtítulo fueron: Nussbaum contra el antiesencialismo reinante en filosofía y ciencias sociales. Por un error de formación, sin embargo, el subtítulo quedó como la primera frase del artículo lo cual contribuyó a ampliar las dificultades intrínsecas del texto.
 
2** El último libro extenso que escribió György Lukács fue Ontología del ser social, y György Márkus, integrante del grupo formado alrededor de Lukács que se conoce como escuela de Budapest, en su libro Marxismo y antropología (que en la edición en inglés lleva como subtítulo El concepto de esencia humana) señala: “tal vez fuera más correcto decir, en vez de nuestra expresión –de origen tradicional– ‘concepción filosófico-antropológica del ser humano’, ontología marxista del ser social”, la expresión construida por Lukács en la última obra extensa de su vida”.
 
3 ***El Diccionario de Filosofía de Bunge indica que un sinónimo de epistemología es gnoseología, y distingue la epistemología científica de la filosófica. La primera la hace igual a la psicología cognitiva, mientras de la segunda dice que es el “estudio de los procesos cognitivos –en particular la indagación– y su resultado (el conocimiento) en términos generales.

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