Astillero
Fábulas en Palacio
Autosatisfacción felipista
Apoyar a EPN
AMLO y el retiro
Julio Hernández López
HOMENAJE LUCTUOSO A ROBERTO GONZÁLEZ BARRERA. Bertha González Moreno, hija de Roberto González Barrera y directora vitalicia del Patronato para el Fomento Educativo y Asistencial de Cerralvo, encabezó ayer el homenaje luctuoso al empresario, el cual se llevó a cabo en el Museo Nacional de Antropología
Foto María Luisa Severiano
Fue un traje festivo a la medida. Discurso de autosatisfacción entre datos y retórica complacientes. Logros y más logros en la numeralia oficial aunque tales éxitos presuntos no resistan el contraste con la realidad, liderazgo en lo interno y lo externo aunque pocos se enteren de ello más allá de quienes forman el círculo adherido a la nómina, patriotismo a prueba de balas aunque la invocada patria esté deshecha y a los gringos se les haya permitido gustosamente meterse no sólo a la cocina, sino hasta la sala, el comedor y la recámara. Felipe emocionado, al que se le quiebra la voz cuando se refiere a su familia, esposa e hijos allí presentes, a quienes el auditorio conmovido, puesto de pie, rinde largo aplauso. Felipe victorioso y justiciero que cierra su alocución de tonos encendidos con un viva a México al que precedió el anuncio de perseverancia enigmática cuando dijo que seguirá sirviendo al país.
La descripción exultante de calderolandia, hecha ayer en Palacio Nacional, debería activar mecanismos urgentes de protección del suelo patrio, porque ante tanto portento es de preverse que oleadas de extranjeros pretendan horadar las fronteras o llegar en viajes desesperados para incorporarse al mexican dream sustentado en los discursos de Felipe el optimista. Hartos de la violencia, la inseguridad, la corrupción, la ineficacia, la frivolidad y la falta de democracia, pobladores de todo el mundo podrían volcarse febrilmente en busca de acomodo en el México de Calderón, en el que tantas cosas buenas se han logrado –según su oratoria y según la cascada apabullante de propaganda en medios electrónicos–, que hoy –quién se atreviera a haberlo pensado seis años atrás– las cosas son mejores que cuando el prócer de origen michoacano se hizo del poder federal en condiciones precarias.
Pero, más allá de estas fábulas dolorosas de fin de sexenio, Calderón hizo un campo en su autoelogio de ocasión para pedir a los mexicanos que colaboren en lo esencial con el licenciado Peña Nieto –cuyo nombre y apellidos pudorosamente no fueron pronunciados–, más allá de diferencias. Junto a él, en las formalidades protocolarias, Jesús Murillo Karam, el sombrío ejecutor de mano dura del equipo central del priísta que también se ha hecho de la Presidencia de la República. Alianzas de hoy que provienen de las cesiones del ayer apenas pasado: Felipe que hizo todo para frenar al PAN, debilitar a la de por sí frágil Josefina luego tan delatoramente vacacionista y garantizar el paso libre del ex gobernador del estado de México que en reciprocidad habrá de garantizar impunidades –como el hoy saliente, FC, lo hizo con su antecesor intocado, Vicente Fox– y valorar la posibilidad de que en 2018 las tretas concertadas de la
alternanciade partidos abran camino a la esposa Margarita como candidata presidencial posdatada.
Además, claro, del mensaje concreto de que Lipe Derón (así comenzó a ser llamado este personaje en 2006, con doble ausencia silábica indicativa) seguirá luchando por México, entendido esto como advertencia de que tratará de mantener el control del PAN, que desarrollará negociaciones con Peña Nieto para impulsar reformas favorables a las élites contentas con el bipartidismo funcional, y que buscará influir en las candidaturas intermedias y las de 2018, con el interés conyugal (y familiar) antes mencionado.
Andrés Manuel López Obrador también ha hecho saber que seguirá en activo. No se irá a reposar a su finca chiapaneca de retumbante denominación ni se hará a un lado a causa de que nuevamente le ha sido obstruido el camino rumbo a la Presidencia de la República. Se mantendrá en activo, según hizo saber mediante un atento aviso tuiteado. Pasará a retiro, advirtió,
cuando la patria sea de todos, no de 30 potentados. Largo plazo y objetivo de muy difícil consecución, pero no tanto como la otra condicional impuesta por el tabasqueño: y
cuando hagamos realidad el bello ideal de la justicia.
El mensaje de perdurabilidad pejiana busca frenar el oleaje de opiniones muy interesadas en que AMLO se jubile políticamente, atribuyéndole responsabilidad personal en el
fracasoreciente de la izquierda electoral. No es, en realidad, que a esas voces tan analíticamente generosas les preocupe el destino de la citada izquierda, ni que esta formación ideológica cumpla un papel de
equilibrioen el diseño político futuro o que
se haga valerla fuerza obtenida con el segundo lugar asignado en el reciente proceso de compraventa presidencial. Lo que le urge a ese conjunto de intereses es que AMLO se haga a un lado en el contexto de la resistencia civil contra la imposición pero no solamente contra ella (cuya frontera temporal llega al primer día de diciembre próxima) sino, específicamente, contra las reformas impulsadas por el bipartidismo amafiado y las siglas colaterales (Verde, Panal, chuchismo perredista).
En el reacomodo y en el reparto de cartas para el juego del nuevo sexenio solamente López Obrador desentona. Con todos sus errores, responsable directo de cesiones, zigzagueos y malos cálculos, López Obrador logró levantar su campaña presidencial, consiguió el apoyo de segmentos universitarios y de clase media que habían estado lejanos a él y provocó, ante tal crecimiento, que el priísmo y el calderonismo, con apoyo de los fétidos sótanos de ambas corrientes, construyeran un costoso escenario de forzado
triunfodel candidato de tres colores que ahora tendrá en su agenda inmediata el pago de todos esos favores recibidos. Frente a esa reinstalación del peor priísmo (con los añadidos del calderonismo, el foxismo, los verdes, la maestra y las televisoras que también tienen ya sus bancadas) será necesaria una resistencia civil que sólo puede ser nucleada hoy por López Obrador. De allí la urgencia de promover su retiro inmediato. Por ello, también, el mensaje en Twitter que muestra a AMLO deseoso de prolongar su vida política hasta alcanzar metas tan sabidamente lejanas, por no decir que inalcanzables. ¡Hasta mañana, con Ebrard internacional!
Twitter: @julioastillero
Facebook: Julio Astillero
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Cada quien su pelona-Fisgón
El sexenio de las catástrofes
Luis Hernández Navarro
El verdadero informe de gobierno de Felipe Calderón no fue el que hizo llegar al Congreso de la Unión este 1º de septiembre, sino el que rindió ante embajadores, gobernadores y funcionarios del gobierno federal el pasado 19 de abril. Su sexenio, les confesó en un acto público, estuvo marcado por el sello del infortunio.
por no citar desde luego la virulencia, la irracionalidad, la brutalidad de la delincuencia que afecta principalmente las actividades de comercio.
Y, aunque la lista omitió predecir la llegada a Los Pinos de Peña Nieto, no le falta razón al jefe del Ejecutivo al describir sus seis años de gobierno como un periodo marcado por la catástrofe. Sin embargo, sus palabras omiten que esa calamidad no fue hechura de la diosa fortuna, sino producto de su pecado de origen: la ilegitimidad de su mandato.
Felipe Calderón asumió la Presidencia entrando al recinto legislativo por la puerta de atrás, entre enérgicas protestas, con un país dividido y enfrentado. Gobernó protegido por vallas, cercas, policías, militares y el silencio cómplice de la mayoría de los medios de comunicación. Termina su periodo dejando un México tanto o más fracturado y polarizado como el que existía cuando le fue colocada la banda presidencial.
El michoacano inició su gestión presidencial con una parada militar. El 3 de enero de 2007, en Apatzingán, durante su primera actividad pública ese año, se hizo retratar con uniforme de campaña, gorra de campo de cinco estrellas y el escudo nacional. Cuatro meses más tarde, el 8 de mayo, en la misma ciudad, la foto era una continuación de la del 3 de enero: elementos del Ejército, utilizando vehículos blindados y lanzagranadas, se enfrentaron a presuntos narcotraficantes.
El inquilino de los Pinos hizo de la guerra contra el narcotráfico el eje de su gobierno. Su afición por los uniformes castrenses, las fanfarrias y los actos públicos con las fuerzas armadas como telón de fondo fueron la marca de la casa. El combate al crimen organizado le proporcionó durante cierto tiempo una vía de legitimación que las urnas le negaron. La militarización de la política le dio las herramientas para administrar el país con medidas de excepción.
El balance final de su cruzada es desastroso: 88 mil 361 homicidios y más de 13 mil desaparecidos, miles de mutilados, huérfanos, desplazados, regiones enteras del país en llamas, ciudades asoladas por la violencia, las fuerzas armadas sumidas en el desprestigio. Como señaló Javier Sicilia:
Felipe Calderón será recordado como el presidente de la violencia, como el presidente de una guerra inútil, una guerra perdida; como el presidente de la obstinación de la violencia y de la negación de la vida humana (...) se va como criminal, incumplió su misión con el país.
Amarga ironía para quien quiso pasar a la historia como el presidente del empleo y ofreció crear un millón de nuevos empleos al año y fracasó en el intento. De acuerdo con las estadísticas del IMSS, a lo largo de estos seis años se abrieron, solamente, un millón 219 mil empleos permanentes nuevos, en parte, en el nuevo sector maquilador.
Además de recuperar el camino a convertirse en Maquilatitlán y Taiwanajuato, Felipe Calderón logró convertir a México, cada vez más, en Changarrotilán. En julio de este año, 29 de cada 100 personas se emplearon en la economía informal.
Por si eso fuera poco, según la Cepal, el sexenio de Felipe Calderón será el de menor crecimiento económico en el país desde hace 24 años. En cambio, la pobreza y la indigencia en México se incrementaron 4.6 por ciento en cuatro años. Fuimos el único país latinoamericano en el que entre 2006 y 2011 registró una contracción del PIB por habitante.
Pero este fracaso no impidió que el mandatario sirviera a sus patrocinadores. México es una de las naciones más desiguales de América Latina, región de por sí desigual. En 2008, la décima parte de los mexicanos que está en la punta de la pirámide de la riqueza concentró ingresos por el equivalente al 41.3 por ciento del ingreso total nacional. La cifra creció 40 por ciento en cuatro años. Indicadores de estos
serviciosprestados a los señores del dinero son la salida del país más de 145 mil millones de dólares, y que compatriotas tengan en paraísos fiscales al menos 417 mil millones de billetes verdes.
Pero, más allá de estos servicios prestados, Calderón fracasó en dos dos tareas centrales. Tuvo seis años y toda la fuerza del Estado a su disposición para acabar con el movimiento de Andrés Manuel López Obrador. No escatimó recursos para hacerlo. Apoyó a un sector de la izquierda institucional para desplazarlo de la política nacional. El resultado final de su empresa fue un fracaso. Las cuentas que le rinde a los poderes fácticos en este rubro no son buenas. Su enemigo cosechó casi 16 millones de votos, más de los alcanzados por el partido del gobierno.
Tampoco pudo aniquilar a los centenares de movimientos de resistencia que en todo el país obstaculizan y descarrilan los negocios de quienes buscan explotar irracionalmente los recursos naturales, apropiarse de bienes públicos y comunes, precarizar aún más el mundo del trabajo y destruir el tejido comunitario. Esos movimientos, que frecuentemente se encuentran por afuera de los marcos de la política institucional y de la izquierda electoral, siguen activos a pesar del acoso gubernamental y la falta de solución a sus demandas.
La administración de Felipe Calderón se recordará como uno de los periodos más negros de la historia nacional, por lo menos para quienes no son parte de la pequeña minoría beneficiada por sus favores. Será conocido como el sexenio de las catástrofes.
Hombre de palabra-Hernández
Nada nuevo en política
René Drucker Colín
El resultado de la elección presidencial induce a la reflexión, sobre todo a quienes, como yo, deseábamos un cambio real y apoyamos a Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Lo primero que cabe destacar es que sí hubo fraude, pero éste no se localizó en el propio proceso electoral del 1° de julio. El fraude se hizo en otro lado y en diversas formas, las cuales se sumaron para poder obtener el resultado que hace pocos días fue vergonzosamente avalado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
nuevo PRI–, la compra de votos, las encuestadoras, cuyas caras más visibles son Roy Campos (Consulta Mitofsky), y Gea Isa, que hicieron encuestas a modo de que constantemente EPN estuviera al frente con una ventaja, que si hubieran sido ciertas, daban la impresión que era imposible de remontar. La pregunta es: ¿quién las pagó? Los nauseabundos comentarios constantes de Milenio a través de Marín, Gómez-Leyva, etcétera, sumados a Radio Fórmula y otros.
Los señores del dinero que no querían que las cosas cambiaran en el país. Todos estos quieren, como siempre, asegurar que sus privilegios bastardos no se toquen. El lamentable espectáculo de aprovecharse de la pobreza, tanto económica como educacional de un sector de la población, que por migajas es capaz de vender su voto a un partido sin escrúpulos, lo que muestra bien lo que nos espera en los próximos seis años.
A todo esto hay que sumar a esa clase media, y media alta mexicana, conservadora e incapaz de apostarle al cambio que el país requiere, aun cuando se dan cuenta de que 82 años de PRI y PAN han sumido a la nación en un estancamiento, que requiere un modelo distinto de desarrollo para salir de ello. Se dejaron engañar por los poderes fácticos, pensando más en su comodidad que en su realidad. La suma de todo esto se encuentra en los poco más de 3 millones de votos que dieron ventaja a EPN.
Lo lamentable, pues, es que EPN será el próximo presidente de México, quien, de entrada, llegará debilitado a ejercer la Presidencia, pues ahora va a tener que pagar todos los favores otorgados para poder ganar. Esto lo va a sufrir la enorme mayoría de los mexicanos, pues las prebendas y los jugosos arreglos cupulares no se dejarán esperar mucho y nos impactarán muy pronto.
Ejemplo todavía más preocupante es la composición de las Cámaras de Diputados y Senadores. Sin dejar de admitir que, de seguro, hay algunos elementos valiosos, de éstos no parece haber muchos. Uno se pregunta, aparte de ser amigo, pariente o parte de un grupúsculo de poder, ¿cuáles son los méritos para que alguien ocupe una diputación o senaduría? En México no parece haber necesidad de tener preparación, conocimientos y reconocimientos como legislador o estadista. Lo único que se requiere, eso sí, son vínculos y preferentemente familiares, aunque amigos del alma también se valen. Realmente el nivel de corrupción es tal, que se permite que personajes tan impensables, como el llamado Niño Verde –que ya ni es niño, pero si es verde, pero de dólares–, el nieto de la Gordillo, Romero Deschamps, Añorve, Murillo, aunado a la hija de Salinas Pliego, Gómez del Campo, Gabriela Cuevas, Mr. Bean Cordero, Lozano y muchos otros reciclados que han sido a través de los años incapaces de hacer avanzar el país, ahora inunden las dos Cámaras, para hacer de comparsa al futuro presidente de México, quien obtuvo tal título por medio de una elección fraudulenta.
Es lamentable también que miembros prominentes de la izquierda se hagan comparsa de todo esto y en varios casos hasta lo imiten. Así pues, me temo que el país no avanzará mucho hacia las metas de crear un México más justo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario