Crisis post Kadafi
Los provocadores saben que política y religión no se mezclan
Robert Fisk
Así que lo que publicaron en Internet unos intelectualoides vuelve a incendiar Medio Oriente: caricaturas del profeta, quemas de ejemplares del Corán, y ahora, un video de
terroristasde túnica en un falso desierto. Después de sus actos, los perpetradores occidentales cristianos se esconden en el anonimato (porque esto es un requisito indispensable para que la publicidad funcione) mientras los inocentes mueren asfixiados, decapitados. Así, la excesiva venganza de musulmanes
demuestralas afirmaciones racistas de quienes gustan de regar la mentira sucia de que el islam es una religión violenta.
curas católicos,
caricaturistas,
cineastasy
autores–las comillas son necesarias para marcar la diferencia entre quienes en verdad ejercen estas profesiones y los ilusionistas– que con conocimiento de causa deciden provocar a mil 600 millones de musulmanes.
Cuando una caricatura danesa que mostraba al profeta Mahoma con bombas en el turbante apareció en un periódico prácticamente desconocido, la embajada danesa en Beirut estalló en llamas. Cuando un pastor en Texas decidió
condenar a muerte al Corán, se desenfundaron cuchillos en Afganistán. Eso sin mencionar al personal estadunidense que quemó
accidentalmenteejemplares del Corán en una base militar en Bagram, Afganistán. Ahora, una película deliberadamente insultante provocó el asesinato de uno de los más justos diplomáticos del Departamento de Estado estadunidense.
En muchos sentidos, esto es territorio ya recorrido. En la España del siglo XV, caricaturistas cristianos pintaron ilustraciones del Profeta cometiendo actos abominables. Y para que no creamos que hoy en día tenemos las garras muy limpias, recordemos que cuando en París se proyectó una película en la que Cristo hacía el amor con una mujer quemaron el cine, una persona fue asesinada y quien la mató fue un cristiano.
Con la ayuda de la maravillosa nueva tecnología, bastan un par de locos para echar a andar una guerra en miniatura en el mundo musulmán en cuestión de segundos. Dudo que el pobre Christopher Stevens, un hombre que entendía a los árabes de una manera en que sus colegas no podían hacerlo, supiera algo del
filmeque desató el ataque contra el consulado estadunidense en Bengasi que causó su muerte. Una cosa es proclamar torpemente que Estados Unidos emprenderá “una cruzada contra Al Qaeda –gracias, George W. Bush– pero otra es insultar, de manera muy deliberada, a todo un pueblo. Este tipo de racismo enardece a muchos corazones enloquecidos.
¿Acaso Al Qaeda, derrotada por revolucionarios árabes que no querían pertenecer a un califato encabezado por Bin Laden en Medio Oriente sino que exigían dignidad, ha decidido beneficiarse de resentimientos populistas para avanzar en su causa islámica?
El prácticamente impotente gobierno libio culpa a los estadunidenses por el asesinato de Stevens, pues el consulado debió haber sido evacuado, y sugiere que la pandilla de Kadafi está detrás del ataque, lo cual es ridículo. La milicia armada de Bengasi, los Defensores de la Sharia, está formada por combatientes que se fingen rudos pero son unos cobardes, por lo que más bien hay que sospechar del involucramiento de Al Qaeda.
Curiosamente, se han abierto espacios de discusión serios sobre, por ejemplo, una reinterpretación del Corán. Pero con la provocación occidental y Occidente en general, se cierran esas posibilidades. Nos damos golpes de pecho en favor de una
prensa libre: el editor de un diario neozelandés me comentó orgulloso que publicó en las páginas de su periódico la caricatura del Profeta con el turbante lleno de bombas. Pero cuando le pregunté si planeaba publicar alguna caricatura de un rabino con una bomba en la cabeza la próxima vez que Israel invadiera Líbano, estuvo de acuerdo conmigo de inmediato en que eso sería antisemita.
© The Independent
Traducción: Gabriela Fonseca
El eurohéroe
Jorge Eduardo Navarrete
Hay una tendencia creciente de desconfianza y rechazo de la opinión europea hacia la forma en que se ha manejado la crisis del euro, en apariencia interminable. Se manifiesta desde la aguerrida resistencia a la austeridad en las calles de Madrid o Atenas hasta el vigoroso debate de ideas acerca de otras opciones, que rebasa con mucho los marcos estrechos de las cuestiones monetarias y financieras. En agudo contraste, las decisiones y acciones formales de autoridades e instituciones de la eurozona y sus integrantes siguen orientadas a responder a cuestiones que parecen de plazo cada vez más corto y alcance más y más limitado. Quizá tal resulte ser también el caso del conjunto de decisiones adoptadas el 6 de septiembre por el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo –con una etiqueta novedosa: transacciones monetarias directas– a propuesta de su presidente, Mario Draghi, visto ahora –excepto en Alemania, por supuesto– como el eurohéroe.
Se discute, como se sabe, dotar al MEE de un estatus similar al de las instituciones bancarias, que le permitiría obtener créditos del BCE e incluso emitir bonos que servirían como garantía colateral de los créditos que recibiera del banco. Se evitaría así que los países comprometiesen directamente mayores recursos para el MEE, evitando los engorrosos requisitos nacionales de autorización, que han entorpecido y demorado anteriores ampliaciones. La idea, hasta ahora, no ha sido aprobada por Alemania, que tampoco coincide con un instrumento alternativo, favorecido por el BCE: la adquisición por el BCE de bonos soberanos emitidos por los países europeos endeudados para abatir el costo de sus créditos. A principios de septiembre parecía haberse llegado, otra vez, a un callejón sin salida.
Por ello fue muy tenso el ambiente para la reunión del Consejo de Gobierno del BCE el 6 de septiembre, alrededor de la cual se había creado una gigantesca expectativa. Tras los desencuentros entre los líderes políticos –manifiestos o disimulados– se entronizó al presidente del BCE como la figura que puede tener la clave para desterrar la incertidumbre y encontrar una salida a la crisis del euro, en otras palabras, como el menos inverosímil de los posibles eurohéroes.
Al término de la reunión del consejo, Draghi anunció las modalidades de una novedosa forma de operación del BCE: las transacciones monetarias directas (TMD) en los mercados secundarios de bonos soberanos de la zona del euro. (El portal del banco –ecb.int– ofrece la documentación del caso.) Resultó evidente que la adopción de sus principales modalidades o características obedeció a propósitos específicos o, en otras palabras, a la necesidad de complacer o responder a las preocupaciones de destinatarios determinados. Cuatro instancias:
1. Como se trataba de imbuir confianza en los mercados financieros y, en lo inmediato, abatir el costo del endeudamiento de los países más afectados de la eurozona, se decidió no establecer límites cuantitativos ex ante a los montos de bonos soberanos que el BCE podrá adquirir a través de las TMD, si bien se preferirán los instrumentos
con vencimiento de uno a tres años. El BCE, se señaló en las primeras apreciaciones, tiene
bolsillos muy profundosporque puede crear, vía emisión de moneda, todos los recursos que resulten necesarios.
2. Para satisfacer los temores de que las TMD relajen las disciplinas exigidas a los emisores de deuda soberana y sus compromisos en materia de consolidación fiscal, es decir, de austeridad y ajuste recesivo, se les sujetó a
una condicionalidad estricta y efectiva, diseñada y supervisada por las autoridades europeas y reforzada por el FMI; la continuidad de las TMD dependerá del cumplimiento de esa condicionalidad y el Consejo de Gobierno del BCE decidirá libremente sobre su inicio, mantenimiento o suspensión, sin apenas escuchar la posición de los países implicados.
3. Para evitar objeciones de las instituciones financieras privadas, el BCE renunció a su privilegio de acreedor preferente, aceptando igualdad de trato con acreedores privados respecto de las obligaciones derivadas de las TMD.
4. Asimismo, para eliminar todo riesgo de generar presiones inflacionarias y evitar una oposición más extremada del Bundesbank, se anunció que
la liquidez creada a través de las TMD será completamente esterilizada.
En la conferencia de prensa de 6 de septiembre, Draghi subrayó que las TMD permitirán hacer frente a las severas distorsiones que se advierten en los mercados de bonos gubernamentales, derivadas, entre otras causas, de los temores de algunos inversionistas sobre la reversibilidad del euro. Agregó:
Actuamos dentro de los límites estrictos de nuestro mandato de mantener la estabilidad de precios a mediano plazo; actuamos de manera independiente en la determinación de la política monetaria; el euro es irreversible. El eurohéroe del momento respondió así a quienes lo acusaron de abandonar o rebasar el mandato del banco; de aceptar los dictados de algunos gobiernos, en especial el de Alemania, y de no hacer lo necesario, como había prometido, para defender la moneda única.
Los mercados tuvieron una reacción inmediata positiva. Diversos analistas subrayaron algunas falencias del nuevo instrumento. Si buen puede contribuir a abatir los costos de las futuras emisiones de deuda de corto plazo de los países más afectados de la zona del euro, debido a la estricta condicionalidad que impone, supondrá restricciones adicionales a la actividad económica en momentos en que la eurozona se encuentra ya, de hecho, en recesión.
En no pocos análisis y comentarios se estima que, más temprano que tarde, las TMD se sumarán a la gama de instrumentos fallidos con los que se ha querido responder, sin éxito, a la crisis del euro.
La propuesta solidaria de Barack Obama
Soledad Loaeza
El discurso que pronunció el presidente Obama en la Convención Demócrata, que lo eligió candidato para un segundo periodo presidencial, planteó diversos asuntos, desde los esfuerzos del pasado hasta las dificultades del futuro, pasando por la política exterior y la propuesta rival de los republicanos. Obama es un gran orador, elocuente, articulado, apasionado y conmovedor. En la convención puso en juego todo su encanto personal, que es mucho, y toda su inteligencia, que es todavía más grande, para afianzar su liderazgo político. No había más que ver los rostros de los asistentes, empezando por el de la esposa del vicepresidente Biden, para comprobar que sus palabras tenían el efecto buscado y que sus simpatizantes lo son de a de veras.
Obama hizo recordar a sus compatriotas que cada uno de ellos forma parte de un todo mucho más grande, y se refirió al país generoso que construyeron cuando se veían a sí mismos como integrantes de un proyecto inspirado por objetivos comunes. Conste que no habló de ideas ni de partidos políticos, sino de fines precisos: educación para todos los estadunidenses, empleos en una industria nacional, seguridad y prosperidad, bienestar. No mencionó explícitamente el nacionalismo, pero la reconstrucción nacional es la idea subyacente del discurso; cuando el presidente estadunidense apeló a la solidaridad de sus compatriotas estaba evocando el sentimiento de pertenencia a una comunidad nacional:
Como ciudadanos entendemos que América no es lo que se pueda hacer por nosotros, sino lo que podemos hacer juntos.
Desde esta misma perspectiva planteó, de manera elegante, el tema de los impuestos, sin mencionarlos explícitamente, pero todos entendimos cuando habló de la ciudadanía como una condición que integra derechos y obligaciones que se refería a la esencia de los impuestos como la aportación individual al bienestar general. Tal vez esto quedaría más claro si habláramos de contribuciones, como se hacía en el pasado, y ya no de impuestos, palabra cuyo significado original provoca siempre y naturalmente una reacción de rechazo, entre otras razones porque no sugiere de ninguna manera un acto voluntario. Dijo Obama que su país sólo funcionaba cuando los estadunidenses aceptaban las obligaciones que tenían hacia los demás y hacia las futuras generaciones. A partir de ahí subrayó el tema de la solidaridad, con lo que resultó la conclusión natural de su argumento: las oportunidades de unos dependen de las aportaciones de otros.
El presidente Obama también apeló al patriotismo cuando rindió homenaje a los veteranos de la guerra de Irak, y otra vez se refirió a la reciprocidad como principio básico de una sociedad que se guía por objetivos comunes:
Cuando se quiten el uniforme (militar) los serviremos a ustedes como ustedes nos han servido a nosotros.
¿Qué escuchamos los extranjeros cuando habla el presidente de Estados Unidos? Primero, escuchamos las posiciones de un líder político cuya influencia puede inspirar la reorientación de las políticas de los gobiernos de otros países. De ahí que Luis Rubio, por ejemplo, se apresure a compararlo con Luis Echeverría (Reforma, 9/9/12), no vaya a ser que le entren ideas raras a Peña Nieto.
Sin embargo, hay que tener presente que este discurso era en primer lugar para consumo interno; fue además un acto partidista, cuyo público eran los demócratas, pero también los republicanos, que han elegido candidatos profundamente ideologizados, como lo refleja una plataforma conservadora radical que eleva los valores de los republicanos texanos a la categoría de propuesta nacional. Sus posiciones son diametralmente opuestas a las posturas de los demócratas en prácticamente todos los temas: desde la importancia del conocimiento como distinto de la fe religiosa, hasta el papel del gobierno en la economía y en la solución de problemas sociales como la vejez, la enfermedad y la educación de quienes han nacido en medios desfavorecidos.
El aspecto mismo de la Convención Demócrata acentuaba las diferencias entre un partido multicolor y diverso, integrado por las minorías que se han abierto paso a trompicones desde los años 60, y un partido predominantemente blanco y todo cristiano que, curiosamente y pese a ser tan igual, no habla de solidaridad, sino del triunfo del egoísmo.
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