De Siria a Palestina: ¿un cambio de foco?
Immanuel Wallerstein
Si analizamos la geopolítica de Medio Oriente, ¿cuál debería ser el foco principal? Hay muy poco acuerdo en cuanto a la respuesta y, no obstante, la pregunta es clave. El gobierno israelí ha sido diligente y constante en su intento por hacer que el foco sea Irán. Esto, muchos observadores lo consideran un esfuerzo israelí por desviar la atención de su falta de voluntad para continuar con unas negociaciones serias con los palestinos.
Durante el último año, el centro de atención fue Siria, no Irán, aun cuando haya un vínculo entre ambos. Son primordialmente Arabia Saudita y Qatar quienes han luchado, con un éxito considerable, por hacer de Siria el foco de atención. Algunos observadores afirman que se trata de un esfuerzo por desviar la atención de los problemas internos de Arabia Saudita y de la opresión antishiíta en los Estados del Golfo, especialmente en Bahrain.
Sin embargo, este foco puesto en Siria está por llegar a su fin, por dos razones. En primer lugar el gobierno sirio y su principal oposición, el Ejército Libre de Siria, están más o menos empantanados en su combate militar. No parece que alguno de los dos bandos pueda destruir por completo al otro. Esto significa que lo que ahora pudiera llamarse una guerra civil está destinada a continuar por tiempo indefinido.
Ciertamente, lo que podría hacer que la lucha alcanzara un fin rápido sería que hubiera una intervención militar seria desde el exterior. Pero ni Estados Unidos, ni Europa occidental, ni Turquía, Arabia Saudita o algún otro, están dispuestos a enviar tropas a Siria. Solamente están dispuestos a amenazar con hacerlo. Esto no es suficiente para ponerle fin a los combates en Siria.
Lo segundo es que hay una reaparición espectacular de Egipto en la escena geopolítica, ahora que tiene un gobierno dominado por la Hermandad Musulmana. El presidente, Mohamed Morsi, parece tener una agenda bastante diferente de la de sus predecesores. Y Morsi resultó ser un operador político mucho más astuto que lo que la mayoría de la gente pensaba al principio. Le Monde apuntó esto en un editorial titulado
El ingenioso y sorprendente M. Morsi. Para la reunión del MNA, Morsi voló a Teherán, haciendo una escala en Pekín. Al hacerlo, pospuso hasta septiembre la invitación que Obama le hiciera para visitar oficialmente Estados Unidos, la cual tenía por objeto evitar el viaje que ahora está haciendo. Morsi argumenta que el objetivo de sus visitas es ayudar a resolver el asunto sirio.
Si Siria es lo que tiene en mente, tiene una manera curiosa de mostrarlo. Comenzó con una propuesta imaginativa –que Egipto uniera fuerzas con Turquía, Arabia Saudita e Irán para formar un grupo que intente resolver políticamente los asuntos que dividen a ambos bandos en Siria. Esto es de hecho imaginativo. Pero seguramente Morsi sabe que, al menos por el momento, Arabia Saudita lo va a rechazar, como también es posible que lo haga Turquía. Entonces, ¿para qué se molestó en hacer la propuesta? Primero que nada, por supuesto, está buscando colocar a Egipto y a la Hermandad Musulmana en posición de ser el negociador más poderoso de la política en Medio Oriente. Por supuesto, no hay nada que satisfaga menos a los saudíes. Esta centralidad egipcia no sólo les arrebata este papel; los saudíes y la Hermandad Musulmana llevan mucho tiempo en una relación hostil.
Habiendo ofrecido la propuesta como
soluciónal asunto sirio, Morsi está demostrando que, por el momento, no hay solución a la cuestión siria. Eso prepara el terreno para un gran viraje –de Siria a Palestina.
Debemos recordar dos cosas acerca de la relación de Egipto con Israel/Palestina. Una es que Hamas fue fundada por miembros de la Hermandad Musulmana. Los vínculos son reales, aun cuando Hamas busque jugar un papel independiente en la región.
Pero aún más importante es que el tratado de Egipto con Israel es muy, muy impopular en Egipto. Morsi no pretende romper el tratado. Siente, y tal vez está en lo cierto, que no es lo suficientemente fuerte al interior del país ni a escala internacional para hacerlo. Y no necesariamente ve una gran ventaja de que Egipto lo haga.
Pero sí está interesado en revisar sus términos de forma importante. En particular, quiere cambiar las reglas acerca de cómo se relaciona Egipto con la lucha en Palestina. Los egipcios quieren continuar intentando mediar las diferencias entre la Autoridad Palestina y Hamas. Y quieren crear una frontera más abierta con Gaza. Podrían entonces ofrecerse directamente como negociadores honestos, un papel que Estados Unidos ha reivindicado como su propiedad exclusiva por algún tiempo ya.
Parece al menos una buena predicción que, para 2013, Egipto habrá acallado la discusión mundial en torno a Siria y habrá logrado remplazarla con una discusión mundial en torno Palestina. Los israelíes se sentirán profundamente infelices. Los saudíes se verán hechos a un lado y por tanto necesitarán reafirmar con más vigor sus propias credenciales pro Palestina. Y Estados Unidos –sea que su próximo presidente se llame Romney u Obama– se hallarán en una posición donde tendrán relativamente poca influencia en lo que ocurra en Israel/Palestina, Egipto, Arabia Saudita, o Irán.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein
Apuntes posoviéticos
Colgados de la brocha
Juan Pablo Duch
Contra su voluntad, con la disolución de la Unión Soviética, unos 25 millones de rusos se quedaron, como en el viejo chiste pero con sentido más bien trágico, colgados de la brocha. Amanecieron de pronto fuera del territorio de Rusia, sin la protección de Moscú, en un país muchas veces hostil hacia ellos, sin hablar el idioma local ni practicar la religión predominante, con penurias para subsistir, relegados por los habitantes autóctonos, ajenos a las costumbres del lugar y con el sentimiento de que la patria no los reclama ni necesita. Son rusos, como los que viven aquí en la Federación Rusa, que se volvieron inmigrantes sin haber abandonado su lugar de residencia –otras repúblicas ex soviéticas–, víctimas de la política de traslados obligatorios que practicaba el Kremlin para diluir el nacionalismo en el interior del entonces vasto Estado socialista. Veinte años después siguen esparcidos por el espacio posoviético. Su situación es más o menos estable en Ucrania y Bielorrusia, países eslavos como Rusia, y tal vez en Moldavia. Se ha reducido su número en Azerbaiyán, Armenia y Georgia. Y donde más problemas afrontan es en las repúblicas de Asia central y en las tres del Báltico. Veamos, por ejemplo, la situación de los rusos en Letonia, el país báltico con mayor porcentaje de habitantes de ese origen. Las repúblicas bálticas fueron las últimas en incorporarse a la Unión Soviética, producto del pacto secreto entre el Kremlin y la Alemania nazi, y las primeras en independizarse, en 1990.
Por eso, los rusos que vivían ahí –en Letonia llegaron a representar cerca de 30 por ciento de la población–, eran vistos como
ocupantespor unos y
colonizadores forzadospor otros. En Letonia se les dio a escoger regresar a Rusia o romper con ella para siempre. Muchos no aceptaron ni lo uno ni lo otro y, desde entonces, tienen el discriminatorio estatus de
no ciudadano. Es lógico que Letonia establezca condiciones para conceder su ciudadanía: dominar su idioma y demostrar conocimiento de la historia y respeto a los valores del Estado letón es lo menos que debería pedir. Aunque la mayoría de los rusos podría aprobar esos exámenes, no quiere cumplir el otro requisito: renunciar a la ciudadanía rusa, que les da algunos privilegios como la pequeña pensión de los jubilados o la posibilidad de visitar a sus familiares sin solicitar visa. Se están reuniendo firmas de apoyo para un referendo en favor de otorgar de modo directo la nacionalidad letona a los 319 mil
no ciudadanosde origen ruso, que ahora son 16 por ciento de la población. Pero aun si se logra juntar el número de firmas, difícilmente los
ciudadanosapoyen esta demanda. Tampoco es solución la ley de doble nacionalidad que acaba de adoptar Letonia, aplicable sólo con estados de la UE, la OTAN o con los países que se tienen convenios de reciprocidad en la materia.
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