El Despertar
¿Un cambio de época?
José Agustín Ortiz Pinchetti
El nuevo gobierno y el PRI intentan recuperar el reflejo condicionado de su época de oro y crear la ilusión de que Peña iniciaría una nueva etapa en la vida nacional. Incluso alentarán las críticas al panismo y dirán que sus 12 años fueron una época negra que habrá de dejar atrás como un mal sueño. Aunque no está claro el proyecto de Peña, la elección de los personajes del primer círculo nos revela un equipo de conservadores (varios de ellos en posiciones clave vinculados a Carlos Salinas). Se habla de firmar un pacto por México que involucra 70 reformas, pero cuyos contenidos no han sido revelados. No será difícil traicionar con diferimientos cualquier promesa. Como lo señala Guillermo Knochenhauer, Calderón deja el gobierno en tales condiciones que a Peña no le será difícil mejorar cualquier política. Además, contará con un conjunto bien disciplinado de medios electrónicos y periódicos que encubrirán cualquier fracaso y magnificarán cualquier éxito.
El recambio de dos partidos con propuestas reaccionarias no significará un cambio en las políticas económicas, ni es de suponer que se dé nuevo impulso a la democratización. De seguirse aplicando las mismas recetas por los mismos hombres pueden augurarse los mismos resultados. Habrá una gran ofensiva de propaganda. Nuevos alardes de mercadotecnia política, pero el crecimiento será escaso. Se concentrará en los grandes grupos. Aumentará inevitablemente la corrupción, el desempleo y la desigualdad. Pero no nos hagamos ilusiones, el modelo está agotado y su cambio no dependerá de un nuevo gobierno manchado de ilegitimidad sino del impulso popular. Un cambio de época se producirá cuando una parte sustancial de la población se organice políticamente para participar y lo haga con disciplina y entusiasmo.
Las buenas intenciones y la pavimentación del infierno
Guillermo Almeyra
Morena se constituyó como partido, con la firme intención (sincera en el caso de Andrés Manuel López Obrador y de la inmensa mayoría de sus afiliados) de ser un partido diferente de todos los otros partidos electorales de México por su moral y sus usos y costumbres.
La sinceridad y humana fraternidad de los cristianos de las catacumbas eran grandes pero su doctrina se transformó en dogma y, desde el poder religioso e imperial, declaró ilegales a todos los demás cultos, organizó sangrientas cruzadas, instituyó la Inquisición, combatió las ciencias, el libre pensamiento, la democracia, provocó genocidios y, concebida como herramienta de liberación, fue en cambio arma para imponer la peor barbarie. Dejemos entonces las intenciones para los sicoanalistas.
Un partido es, antes que nada, su programa, sus objetivos declarados. Morena no intenta superar al capitalismo: trata de reformarlo sólo en México resucitando el nacionalismo distribucionista y desarrollista y la sustitución de la debilísima burguesía nacional por la acción estatal que ya fracasó en épocas de Echeverría y López Portillo. Morena no es un partido de los trabajadores: es un partido nacionalista, que acepta el capitalismo como su marco natural y que integra a los capitalistas y servidores políticos de éstos en su seno. Morena no está hecho para ser una palanca de transformaciones sociales ni una herramienta para la lucha: es un instrumento meramente electoral, que cree que el mundo se cambia poniendo más papeletas que otros en las urnas e imagina que en las instituciones que disputará, y no en las sedes del capital financiero internacional, se deciden las leyes y las políticas, y piensa, además, que la ocupación de puestos de gobierno equivale a conquistas de posiciones de poder. Morena no se da por misión educar a la inmensa mayoría de los mexicanos –que es conservadora y se abstiene o vota por los partidos del capital– en qué es el capitalismo, cómo combatirlo, cómo preparar las condiciones para superarlo. No opta por ganar las conciencias ni por dar una batalla ideológica porque su ideología misma, como movimiento, es conservadora y confusa. No opta tampoco por las luchas, sino por las movilizaciones electorales, por otra parte convocadas y desconvocadas por su dirigente que, aunque es honesto y luchador, no escucha e interpreta la voluntad de sus dirigidos, sino que los mueve como masa de maniobra. Morena se mueve como si la economía y la lucha política en México estuvieran en otro planeta. Nada, absolutamente nada, de lo que sucede en el mundo –la crisis terrible del capitalismo, con la posibilidad de guerras devastadoras y hambrunas, la respuesta de los trabajadores europeos a esa crisis, lo que está sucediendo en otros países de América Latina, el desastre ecológico y la urgencia de preparar un cambio de tecnologías energéticas para cuando, inevitablemente, se acabe el petróleo– estuvo presente en su congreso nacional ni está presente en sus programas ni en la acción y preocupación de sus dirigentes que, como los del EZLN son, desgraciadamente, nacionalistas estrechos y autistas desde el punto de vista político.
¿Cómo combatir contra los efectos en México de un sistema capitalista que es mundial con una visión que ni siquiera llega a ser regional y que, para colmo, cree natural e inalterable el régimen que nos arrastra cada vez a abismos peores? ¿Cómo impedir el nacimiento de tendencias en Morena cuando hay en él un vasto sector, desorganizado e informe, que busca ligarse a las luchas sociales e intervenir en ellas y, otro que, en cambio, alentado por el carácter electoral del partido, cree que su objetivo es una curul que le dará dinero y posibilidad de carrera? ¿Cómo crear un partido capaz incluso de ganar votos si se convierte apenas en la quinta rueda del carro electoral y no satisface el ansia liberadora y de lucha de, por ejemplo, la juventud organizada en #YoSoy132 ni responde a ninguno de los objetivos urgentes que tienen los trabajadores, que defienden sus conquistas y las de México amenazadas por la ofensiva brutal del capital?
No hablemos pues de las intenciones: discutamos en cambio política, programa, objetivos, métodos de lucha, alianzas sociales, perspectivas mundiales y la construcción de un partido de los trabajadores que México necesita.
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