Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 25 de marzo de 2012

“Aquí no somos católicos romanos…”

“Aquí no somos católicos romanos…”

Iglesia La Luz del Mundo. Resistencia anticatólica. Foto: Germán Canseco
Iglesia La Luz del Mundo. Resistencia anticatólica.
Foto: Germán Canseco
La presencia de Benedicto XVI en Guanajuato volcó todo el peso del catolicismo nacional –presidente Felipe de Jesús Calderón incluido– sobre esta zona, lo que provocó temor en las iglesias minoritarias. Una de ellas, La Luz del Mundo, realizó en estos días un encuentro en su templo regional, frente al parque Expo Bicentenario ya convertido en púlpito del Papa. A fin de evitar roces o agresiones, la congregación solicitó protección a la policía y al Ejército, pero no hubo respuesta: todos estaban 
cuidando la fiesta católica.

       SILAO, GTO. (Proceso).- El jueves 22, en vísperas del arribo de Benedicto XVI a tierras guanajuatenses, una enorme manta cubrió todo el muro de un edificio de tres pisos, aún en construcción, en la glorieta de la autopista Guanajuato-Silao, el centro neurálgico de la gira papal a México y cerca del escenario de la misa que oficiaría ante miles de fieles el domingo siguiente.
El mensaje: “¡Aquí no somos católicos romanos. Somos de la Iglesia La Luz del Mundo!”.
A un costado, las mismas palabras en una barda. Lo mismo se podía leer sobre un toldo desde la punta del Monumento Torre de la Fe, erigido como templo regional de la iglesia La Luz del Mundo (LLDM), donde el fin de semana miles de jóvenes realizaron un “encuentro de misioneros”, en franco desafío a la hegemonía católica y a la complacencia oficial con la presencia de Benedicto XVI.
El mismo jueves, alrededor de las cinco de la tarde, un funcionario de la Secretaría de Gobierno del estado, Jorge Dávila Juárez (exdirigente municipal del PAN en León y exdiputado local), se apersonó con su chofer y, desde el acceso principal a las instalaciones de LLDM, exigió que sus adeptos desmontaran la manta y borraran el letrero de la barda, que podían verse desde varios puntos de la carretera.
Los apoderados legales de LLDM le informaron que los mensajes están en una propiedad privada. Molesto –consta en un video del cual Proceso tiene copia–, el funcionario estatal amenazó con llevar una cuadrilla para desaparecer las pintas.
Cuando Dávila les advirtió que podrían estar incurriendo en una falta administrativa, uno de los abogados de la congregación le dijo: “Póngamelo por escrito. Usted es un servidor público, es una falta de respeto la forma como viene; usted incurre en responsabilidades”. El funcionario se retiró y los letreros se quedaron.
La condición minoritaria de esta Iglesia se acentuó frente a la avasallante parafernalia católica previa a la visita del Papa. Uno de sus obispos, Gilberto García Granados, denunció que las autoridades se mostraron indiferentes frente a las peticiones de la LLDM para reforzar su seguridad “ante el temor fundado de que en estas fechas los asistentes a los eventos con motivo de la visita de Benedicto XVI pudieran agredir no sólo las instalaciones, sino a los miembros de la Iglesia”.
Esta preocupación fue expuesta en sendos oficios que desde finales de febrero presentó García Granados a la XII Región Militar, con sede en Irapuato, así como a la Presidencia Municipal de Silao. Pero el alcalde, Juan Roberto Tovar Torres, ni siquiera lo recibió; se limitó a turnarlo con el comandante Ubaldo Calderón Valencia, subdirector operativo de la Policía Municipal, quien mandó una patrulla con dos efectivos para hacer rondines en la extensa propiedad de la asociación, donde también está su templo regional.
En el primero de estos oficios el representante de la LLDM se dirigió al general Rubén Venzor Arellano, comandante de la XII Región Militar de Irapuato, para exponerle que la congregación asentada en la Torre de la Fe, localizada a unos pocos kilómetros del Santuario del Cristo Rey del Cubilete, “por su ubicación ha sido objeto de recientes agravios de personas no identificadas y que no comulgan con esta organización”.
Especifica: “Ya hemos denunciado ante las autoridades competentes este tipo de situaciones, consistiendo en amenazas y ataque con piedras a este templo, advirtiéndose que este tipo de hechos se han venido manifestando y aparejando con la noticia pública relativa a la visita que hará en este estado en próxima fecha el representante del catolicismo mundial”, dice el oficio dirigido al comandante de la XII Región con fecha 24 de febrero y que fue recibido el día 27.
Por eso, se explica, “tratando de prever una situación que pudiera desencadenar en un hecho delictual irremediable en contra del gremio de esta organización evangélica y del propio edificio que nos alberga, se hace necesario solicitar su valioso apoyo e intervención, con la finalidad de que se mantenga en constante patrullamiento los alrededores donde se ubica este templo (sic) para los días 22, 23, 24 y 25 de marzo del presente año, ya que la institución militar es la única confiable en materia de seguridad, viendo que las policías tanto municipales como estatales han sido rebasadas en su función primaria de la prevención del delito”.
Al día siguiente de que la XII Región Militar recibió ese oficio, su jefe del Estado Mayor, general Carlos Fernando Luque Luna, respondió:
“Lamentablemente en esta ocasión no es posible acceder a su petición, debido a que la totalidad del personal se encuentra realizando actividades propias del servicio programadas con anterioridad; asimismo se le recomienda elevar su solicitud a las autoridades civiles correspondientes” (expediente 0-4720).

“No para nosotros”

En el parque Expo Bicentenario, sobre la carretera de cuota Guanajuato-Silao, todo estaba listo. La Iglesia católica y el gobierno del estado, que juntos organizaron, pagaron y movilizaron todo lo necesario para los actos públicos de Benedicto XVI, previeron que a la misa del domingo 25 asistirían hasta 600 mil fieles.
Pero los que días antes comenzaron a arribar a la zona no fueron fieles católicos, sino cientos de jóvenes –ellas con faldas largas y chalinas sobre la cabeza– para asistir al 48 Encuentro Internacional de Misioneros convocado por LLDM en la Torre de la Fe, sólo separada de Expo Bicentenario por la autopista de cuota.
Las áreas de estacionamiento fueron ocupadas por autobuses desde el miércoles 21 y seguían llegando el viernes 23, cuando a escasos kilómetros de ahí, en el Aeropuerto Internacional del Bajío, aterrizaba el avión papal. Los organizadores de LLDM recibieron a contingentes de jóvenes de Guadalajara, del Estado de México, de Puebla, del Distrito Federal y de los municipios guanajuatenses.
Según el programa, talleristas y ponentes –entre ellos regidores, diputados, dirigentes sindicales, presidentes de barras de abogados y militares retirados, todos integrantes de esa Iglesia– impartirían conferencias sobre derechos humanos, laicidad y las reformas al artículo 24 de la Constitución, entre otros temas.
Los organizadores calcularon que para el domingo 25, el último del encuentro, habría entre 6 mil y 10 mil jóvenes, acomodados en campamentos y en un albergue que alquilaron frente a la central de autobuses de Silao.
Un grupo de voluntarios les servía alimentos a los “misioneros” en carpas colocadas alrededor de la Torre de la Fe. Además, se le asignaron tareas al personal de los “ministerios” de salud, de seguridad social y de organización para el hospedaje, a fin de resolver cualquier emergencia o necesidad.
El representante regional de LLDM, el obispo García Granados, asegura que el encuentro se organizó con un año de antelación pero decidieron que no le harían publicidad al enterarse de que Benedicto XVI vendría a esta región, precisamente para no generar roces o conflictos.
–¿No lo planearon a propósito para estas fechas, ante la presencia del jefe católico en Guanajuato? ¿No es una forma de provocar?
–De ninguna manera. Nosotros tenemos esta y muchas actividades durante todo el año: encuentros con jóvenes, días de oración, nuestra cena… Aquí todos los días hay gente.
Relata que al acudir a la sede de la región militar “porque quería informarles del evento que teníamos previsto, para darles más detalles y que entendieran la importancia del apoyo que les solicitábamos”, le preguntó a un teniente por qué sí iban a encargarse de la seguridad de Benedicto XVI y de los católicos.
“Me dijo que él es un jefe de Estado. Pues sí –argumenta el obispo de LLDM–, pero nosotros somos ciudadanos mexicanos, que trabajamos, pagamos nuestros impuestos, contribuimos, y merecemos también ser atendidos y protegidos.”
En los días previos a la gira del Papa, personal que se identificó con credenciales de la Secretaría de Gobernación se presentó en las instalaciones de la LLDM para pedir información sobre su encuentro, el número de asistentes previsto y cuántos camiones y desde dónde viajarían hasta Silao. Advirtieron que tal vez algunos vehículos no pasarían por los filtros carreteros si no contaban con una contraseña como la que se proporcionaría a los contingentes de las diócesis católicas para la misa en Expo Bicentenario.
“No entendemos por qué no podrían pasar; se supone que estamos en un país libre, con libre tránsito. Nuestro evento es en el interior de las instalaciones, por lo que no necesitamos ni un permiso ni un aviso. En todo caso, los que debieron avisar previamente y pedir un permiso son los de la Iglesia católica romana, porque su evento es fuera de los templos, el evento extraordinario lo harán ellos”, dice García Granados.
Con una patrulla de la Policía Municipal de Silao en el acceso principal del Monumento a la Fe, los representantes de esta asociación optaron por contratar elementos de seguridad privada y solicitar el respaldo de sus propios correligionarios para “evitar cualquier incidente”.
Así y todo, decidieron hacer patente su presencia y su intención de enraizarse aquí, entre el santuario del Cerro del Cubilete y el parque Expo Bicentenario convertido en púlpito masivo para Benedicto XVI.
–¿Por qué las mantas y la barda con estos mensajes? –se le pregunta al obispo García Granados
–Nosotros somos respetuosos de la Iglesia católica romana. Pero desde que se supo que venía su líder, mucha gente empezó a llegar al templo creyendo que aquí sería la misa, preguntando por los boletos, que cuánto costaban…
Entonces pregunta: “¿Quién se haría responsable si algo sucede, si hay un problema? Yo estoy pidiendo el apoyo y me mandan una patrulla. No existe comparación alguna con todo el Ejército, las fuerzas policiacas, el Estado Mayor, que estarán en esta misma zona…pero no para nosotros”.

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