Si el Papa no nos escucha, su Iglesia perderá credibilidad: Sicilia
Javier Sicilia, poeta.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Una vez que entregó en el Vaticano la carta dirigida al Papa Benedicto XVI, el poeta Javier Sicilia dice estar esperanzado en que dirija un mensaje de solidaridad y defensa de las víctimas de la guerra contra el narcotráfico porque, de lo contrario, advierte, la Iglesia católica y su jerarquía perderán más credibilidad ante los miles de afectados que han sido abandonados por el gobierno mexicano.
El jueves 22, la víspera de que el Papa arribara a México, Sicilia entregó a título personal la misiva a monseñor Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, en la que pide a Joseph Ratzinger que a los miles de familias mexicanas que han sido víctimas de esta guerra les dé algo del consuelo, de “la respuesta del Padre” que necesitan.
Le dice que si no reconviene a la Iglesia para que, “como la madre que debe ser”, tome la causa del hombre, del Cristo vilipendiado, “la esperanza en la comunión profunda de la resurrección quedará destrozada en el cuerpo humillado de Cristo que es hoy México, Centroamérica y todos aquellos que aguardan la respuesta del Padre al mal y la injusticia que nos destroza.
En la misiva, el dirigente del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad expresa al jefe máximo de la Iglesia católica que seguramente ya estará enterado del horror que vive México con 47 mil 551 asesinados, 20 mil desaparecidos y 250 mil desplazados, situación que está “detrás del decorado mediático y político” montado para su llegada.
Entrevistado por teléfono, Sicilia señala que monseñor Mario Toso le dio una buena recepción y le aseguró que ese mismo día pondría la misiva en las manos de Benedicto XVI.
“Monseñor Toso dijo que estaba muy pendiente, que tenía conocimiento de que veníamos con la misiva. De hecho, habló muy bien de la carta, y hablamos de lo grave que está el país, de la delincuencia, del Estado omiso y de las funciones de la jerarquía mexicana. Se conmovió mucho con los testimonios y estuvo muy receptivo. Nos dijo que le haría llegar la carta al Papa antes de que saliera a México.”
El escritor, a quien hace un año el crimen organizado le mató a su hijo Juan Francisco Sicilia Ortega en Cuernavaca, y quien desde entonces encabeza el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, manifiesta la esperanza de que su carta tenga efecto y el Papa se salga del protocolo para dar un mensaje evangélico muy duro contra el Estado mexicano, que ha sido omiso ante la tragedia nacional, contra el crimen organizado que ha originado un clima de violencia y contra una parte de la jerarquía católica mexicana “que ha cerrado los ojos ante tanto dolor”.
“Ojalá también ofrezca un gesto para abrazar el cuerpo de las víctimas de la guerra, y no sólo de la pederastia”, precisa Sicilia.
–¿Monseñor Toso dijo algo en especial?
–Fuera de esto, de que el mensaje llegaría hoy (jueves 22) al Papa, no hubo más. Nosotros tomamos esto como una buena señal de que sí va a llegar a las manos del Papa, pero no sabemos si habrá una respuesta, si se saldrá del protocolo y dará este mensaje. Nosotros esperamos una respuesta en el sentido evangélico profundo.
Javier Sicilia refiere que fue de manera personal a entregar la misiva al Vaticano porque dentro del movimiento no hubo acuerdo al respecto y se malinterpretaba la acción.
“Se trata de una acción ante la tragedia humana del orden de lo evangélico. Hay que entender que en el evangelio la causa de Dios es la causa del hombre, y la causa de las víctimas es la causa del hombre, no es la causa de la política interesada, es la dignidad de lo humano. Si la jerarquía no tiene una palabra fuerte, evangélica, contra esto, contra el envilecimiento de lo humano, una actitud de acogimiento por lo humano que ha sido envilecido por el crimen organizado, por el Estado, por los intereses políticos y por cierta jerarquía católica, entonces perdemos de vista la sustancia de la vida, que es el ser humano y su dignidad. Ese es el punto de vista de las víctimas.”
–¿No se trata de una acción política, de llamar la atención del Papa como jefe de Estado?
–No, sino como vicario de Cristo, como representante de Cristo aquí en la Tierra. La gran respuesta del Padre ante la injusticia de los hombres es la respuesta que un cristiano esperaría de un Papa, sobre todo un católico: la respuesta del Padre después de la resurrección y el señalamiento de la injusticia.
Insiste en que esperan de Ratzinger un mensaje duro y claro. “No queremos ese lenguaje oscuro de las encíclicas, ese lenguaje oscuro y ambiguo de las cartas pastorales, llenas de eufemismos; queremos un mensaje directo, como lo enseñó Cristo, como lo enseña el evangelio. No sólo un mensaje de palabra, sino también un mensaje de actos”.
–Las víctimas se han acercado a todas las autoridades en México, inclusive al presidente, y no les han hecho caso. ¿Este es un llamado desesperado al Papa?
–Sí, podríamos decir que es un llamado desesperado. Es como el llamado de Cristo en el Huerto de los Olivos o cuando está crucificado en medio de dos ladrones, luego de que le ha caído todo el peso del Imperio sobre su cuerpo. Es el mismo clamor al Papa, porque las instancias políticas, las jurídicas e incluso parte de las instancias eclesiales –no los religiosos que nos han acompañado en el movimiento de las víctimas– han sido omisas, han despreciado a las víctimas. En ese sentido podríamos decir que sí es un llamado desesperado.
–¿Esperarían un gesto del Papa en su visita a México ante este llamado desesperado de las víctimas?
–Sí, esperaríamos la respuesta del Padre, de esperanza de la resurrección, la respuesta del Padre a los clamores ante el Cristo abandonado. En ese sentido está nuestra esperanza.
–Decía que esperan la respuesta en los hechos, las acciones.
–Que vaya al encuentro de las víctimas. Dicen que no lo pedimos; eso no es verdad, porque no sólo lo hemos pedido, sino que lo hemos clamado en cinco años. Ahora sólo se habla de las víctimas de la pederastia, del grito desesperado de esta gente para la cual hubo una respuesta de Benedicto y se castigó a Marcial Maciel, e intervino en la orden de los Legionarios de Cristo. Eso mismo es lo que hace falta ante las víctimas de la guerra.
–Pero ahora tampoco se quiere atender a las víctimas de Maciel…
–Sí, faltan esas víctimas y también las víctimas de la guerra, las víctimas de la omisión, las víctimas del desprecio, las víctimas de la injusticia, las víctimas del narcotráfico, del abuso del poder, de los casi 60 mil muertos que tenemos, de los 20 mil desaparecidos y tantas otras víctimas que se van acumulando con el tiempo.
Por eso, prosigue Sicilia, ojalá que el Papa acepte ir a un encuentro con las víctimas de la guerra contra el narcotráfico, rompiendo el protocolo, porque en la agenda que le organizó la jerarquía católica mexicana no lo incluyeron.
“Que vaya y haga una condena evangélica fuerte al Estado, a los delincuentes y a la jerarquía católica; que abrace el cuerpo adolorido de los familiares. Esos son los gestos evangélicos que tenemos esperanza de ver, que lo haga el Papa rompiendo los protocolos.”
–¿Qué pasa si no se atiende esta petición?
–La Iglesia perderá más credibilidad, perderá fuerza evangélica; esa parte de la Iglesia tendrá ese efecto porque hay otra parte de la Iglesia que sigue con nosotros, ese pueblo doliente que no es creyente pero que ama y tiene presencia en nosotros. Me refiero a esa parte de la jerarquía que perderá más credibilidad.
–Pero si da ese mensaje, ¿qué pasaría?
–Ganaría credibilidad, nos daría consuelo.
–¿Tendría peso un mensaje del Papa?
–Creo que sí, porque visibilizaría el hecho de que el Estado no está cumpliendo con su trabajo; quedaría al desnudo esa faramalla electoral, esa mentira de los partidos, sus simulaciones, y con esto quedarían más comprometidos con las víctimas que ahora comienzan a borrar y a despreciar nuevamente. Esto ayudaría muchísimo.
Se le recuerda que mientras a las víctimas de la guerra y de la pederastia no las incluyeron en la agenda del Papa, a los candidatos sí los consideraron. Ante ello Sicilia manifiesta su preocupación de que la visita del pontífice sea usada como cortina de humo para ocultar la impunidad y las omisiones de una parte del clero, así como las complicidades del gobierno con el crimen organizado.
“Esperamos que el Papa se salga de los protocolos, que nos dé desde su corazón esa sabiduría con un mensaje duro para que estas cosas se compongan. Es una esperanza. Nosotros entregamos la carta y ahora la pelota está en su cancha”, confía el poeta desde Roma.
El jueves 22, la víspera de que el Papa arribara a México, Sicilia entregó a título personal la misiva a monseñor Mario Toso, secretario del Pontificio Consejo “Justicia y Paz”, en la que pide a Joseph Ratzinger que a los miles de familias mexicanas que han sido víctimas de esta guerra les dé algo del consuelo, de “la respuesta del Padre” que necesitan.
Le dice que si no reconviene a la Iglesia para que, “como la madre que debe ser”, tome la causa del hombre, del Cristo vilipendiado, “la esperanza en la comunión profunda de la resurrección quedará destrozada en el cuerpo humillado de Cristo que es hoy México, Centroamérica y todos aquellos que aguardan la respuesta del Padre al mal y la injusticia que nos destroza.
En la misiva, el dirigente del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad expresa al jefe máximo de la Iglesia católica que seguramente ya estará enterado del horror que vive México con 47 mil 551 asesinados, 20 mil desaparecidos y 250 mil desplazados, situación que está “detrás del decorado mediático y político” montado para su llegada.
Entrevistado por teléfono, Sicilia señala que monseñor Mario Toso le dio una buena recepción y le aseguró que ese mismo día pondría la misiva en las manos de Benedicto XVI.
“Monseñor Toso dijo que estaba muy pendiente, que tenía conocimiento de que veníamos con la misiva. De hecho, habló muy bien de la carta, y hablamos de lo grave que está el país, de la delincuencia, del Estado omiso y de las funciones de la jerarquía mexicana. Se conmovió mucho con los testimonios y estuvo muy receptivo. Nos dijo que le haría llegar la carta al Papa antes de que saliera a México.”
El escritor, a quien hace un año el crimen organizado le mató a su hijo Juan Francisco Sicilia Ortega en Cuernavaca, y quien desde entonces encabeza el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, manifiesta la esperanza de que su carta tenga efecto y el Papa se salga del protocolo para dar un mensaje evangélico muy duro contra el Estado mexicano, que ha sido omiso ante la tragedia nacional, contra el crimen organizado que ha originado un clima de violencia y contra una parte de la jerarquía católica mexicana “que ha cerrado los ojos ante tanto dolor”.
“Ojalá también ofrezca un gesto para abrazar el cuerpo de las víctimas de la guerra, y no sólo de la pederastia”, precisa Sicilia.
–¿Monseñor Toso dijo algo en especial?
–Fuera de esto, de que el mensaje llegaría hoy (jueves 22) al Papa, no hubo más. Nosotros tomamos esto como una buena señal de que sí va a llegar a las manos del Papa, pero no sabemos si habrá una respuesta, si se saldrá del protocolo y dará este mensaje. Nosotros esperamos una respuesta en el sentido evangélico profundo.
Javier Sicilia refiere que fue de manera personal a entregar la misiva al Vaticano porque dentro del movimiento no hubo acuerdo al respecto y se malinterpretaba la acción.
“Se trata de una acción ante la tragedia humana del orden de lo evangélico. Hay que entender que en el evangelio la causa de Dios es la causa del hombre, y la causa de las víctimas es la causa del hombre, no es la causa de la política interesada, es la dignidad de lo humano. Si la jerarquía no tiene una palabra fuerte, evangélica, contra esto, contra el envilecimiento de lo humano, una actitud de acogimiento por lo humano que ha sido envilecido por el crimen organizado, por el Estado, por los intereses políticos y por cierta jerarquía católica, entonces perdemos de vista la sustancia de la vida, que es el ser humano y su dignidad. Ese es el punto de vista de las víctimas.”
–¿No se trata de una acción política, de llamar la atención del Papa como jefe de Estado?
–No, sino como vicario de Cristo, como representante de Cristo aquí en la Tierra. La gran respuesta del Padre ante la injusticia de los hombres es la respuesta que un cristiano esperaría de un Papa, sobre todo un católico: la respuesta del Padre después de la resurrección y el señalamiento de la injusticia.
Insiste en que esperan de Ratzinger un mensaje duro y claro. “No queremos ese lenguaje oscuro de las encíclicas, ese lenguaje oscuro y ambiguo de las cartas pastorales, llenas de eufemismos; queremos un mensaje directo, como lo enseñó Cristo, como lo enseña el evangelio. No sólo un mensaje de palabra, sino también un mensaje de actos”.
–Las víctimas se han acercado a todas las autoridades en México, inclusive al presidente, y no les han hecho caso. ¿Este es un llamado desesperado al Papa?
–Sí, podríamos decir que es un llamado desesperado. Es como el llamado de Cristo en el Huerto de los Olivos o cuando está crucificado en medio de dos ladrones, luego de que le ha caído todo el peso del Imperio sobre su cuerpo. Es el mismo clamor al Papa, porque las instancias políticas, las jurídicas e incluso parte de las instancias eclesiales –no los religiosos que nos han acompañado en el movimiento de las víctimas– han sido omisas, han despreciado a las víctimas. En ese sentido podríamos decir que sí es un llamado desesperado.
–¿Esperarían un gesto del Papa en su visita a México ante este llamado desesperado de las víctimas?
–Sí, esperaríamos la respuesta del Padre, de esperanza de la resurrección, la respuesta del Padre a los clamores ante el Cristo abandonado. En ese sentido está nuestra esperanza.
–Decía que esperan la respuesta en los hechos, las acciones.
–Que vaya al encuentro de las víctimas. Dicen que no lo pedimos; eso no es verdad, porque no sólo lo hemos pedido, sino que lo hemos clamado en cinco años. Ahora sólo se habla de las víctimas de la pederastia, del grito desesperado de esta gente para la cual hubo una respuesta de Benedicto y se castigó a Marcial Maciel, e intervino en la orden de los Legionarios de Cristo. Eso mismo es lo que hace falta ante las víctimas de la guerra.
–Pero ahora tampoco se quiere atender a las víctimas de Maciel…
–Sí, faltan esas víctimas y también las víctimas de la guerra, las víctimas de la omisión, las víctimas del desprecio, las víctimas de la injusticia, las víctimas del narcotráfico, del abuso del poder, de los casi 60 mil muertos que tenemos, de los 20 mil desaparecidos y tantas otras víctimas que se van acumulando con el tiempo.
Por eso, prosigue Sicilia, ojalá que el Papa acepte ir a un encuentro con las víctimas de la guerra contra el narcotráfico, rompiendo el protocolo, porque en la agenda que le organizó la jerarquía católica mexicana no lo incluyeron.
“Que vaya y haga una condena evangélica fuerte al Estado, a los delincuentes y a la jerarquía católica; que abrace el cuerpo adolorido de los familiares. Esos son los gestos evangélicos que tenemos esperanza de ver, que lo haga el Papa rompiendo los protocolos.”
–¿Qué pasa si no se atiende esta petición?
–La Iglesia perderá más credibilidad, perderá fuerza evangélica; esa parte de la Iglesia tendrá ese efecto porque hay otra parte de la Iglesia que sigue con nosotros, ese pueblo doliente que no es creyente pero que ama y tiene presencia en nosotros. Me refiero a esa parte de la jerarquía que perderá más credibilidad.
–Pero si da ese mensaje, ¿qué pasaría?
–Ganaría credibilidad, nos daría consuelo.
–¿Tendría peso un mensaje del Papa?
–Creo que sí, porque visibilizaría el hecho de que el Estado no está cumpliendo con su trabajo; quedaría al desnudo esa faramalla electoral, esa mentira de los partidos, sus simulaciones, y con esto quedarían más comprometidos con las víctimas que ahora comienzan a borrar y a despreciar nuevamente. Esto ayudaría muchísimo.
Se le recuerda que mientras a las víctimas de la guerra y de la pederastia no las incluyeron en la agenda del Papa, a los candidatos sí los consideraron. Ante ello Sicilia manifiesta su preocupación de que la visita del pontífice sea usada como cortina de humo para ocultar la impunidad y las omisiones de una parte del clero, así como las complicidades del gobierno con el crimen organizado.
“Esperamos que el Papa se salga de los protocolos, que nos dé desde su corazón esa sabiduría con un mensaje duro para que estas cosas se compongan. Es una esperanza. Nosotros entregamos la carta y ahora la pelota está en su cancha”, confía el poeta desde Roma.
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