Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

viernes, 30 de marzo de 2012

Oda a Calderón: cosmética y retórica de un presidente verde- Encarnizamiento y deshumanización-¿El PAN en 2012?

Oda a Calderón: cosmética y retórica de un presidente verde
Víctor M. Toledo
      ¿Puede un presidente neoliberal criticar de fondo la economía neoliberal? De entrada la respuesta es negativa. Nadie puede poner en práctica un conjunto de ideas y al mismo tiempo ponerlas en duda. Sin embargo, en su afán de convertirse en presidente verde Felipe Calderón acaba de realizar un acto mágico de congruencia incongruente y durante la inauguración del Centro de Desarrollo Sustentable, un proyecto del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la organización estadunidense Climate World, y los gobiernos de México y Dinamarca, asentó que el modelo económico se ha seguido a costa de una desigualdad creciente y de una dramática degradación del medio ambiente. No se sabe si Calderón se hizo públicamente un harakiri, escupió hacia arriba o pronunció su discurso frente a un espejo. Lo que sí se hizo patente es que su habilidad cosmética le ha permitido llegar lejos en su intento por ser identificado como un presidente ecologista, a pesar de que su mandato ha establecido nuevas marcas de depredación ambiental y de desigualdad social. El año pasado el mismo PNUMA le otorgó en Nueva York el premio Campeón de la Tierra (ver mi artículo en La Jornada, 27 de mayo, 2011), y ahora el científico hindú Rajendra K. Pachauri, el presidente del panel sobre el cambio climático, le entregó el premio del Liderazgo para Desarrollo Sustentable. ¿Sabrá el doctor Pachauri a ciencia cierta lo que ha hecho Calderón en estos casi seis años? Al igual que le ha sucedido al doctor Mario Molina, cuya ingenuidad aumenta al mismo ritmo que las anomalías climáticas, el doctor Pachauri fue engañado por la retórica presidencial. ¿Qué ha hecho en términos ambientales el gobierno de Calderón, además de enviar a la pobreza a 13 millones de mexicanos y dejar sin empleo a otros 700 mil? Podemos, en síntesis, registrar los siguientes impactos.
La primera contribución del calderonismo al verde atardecer mexicano es la minería a cielo abierto. Su gobierno ha otorgado concesiones y permisos a casi 200 compañías canadienses, inglesas, estadunidenses y mexicanas, que se llevan oro, plata, cobre y otros metales prácticamente gratis, afectando y usurpando territorios comunitarios y utilizando métodos altamente contaminantes. Las emisiones tóxicas de la minería constituyen 70 por ciento del total, principalmente plomo, ácido sulfhídrico, cadmio, cromo, níquel y especialmente cianuro. Hoy, las concesiones mineras alcanzan una superficie de más de 50 millones de hectáreas (la cuarta parte del territorio de México). ¡Lo que las mineras han extraído en esta década equivale a todo el oro y a la mitad de la plata extraída por la Corona española en 300 años! ¿Le mantenemos los premios a Calderón?
El segundo aporte tiene que ver con los proyectos megaturísticos que se permiten en varios puntos de las costas mexicanas y que han acabado con 75 por ciento de los manglares. Cabo Pulmo en Baja California Sur es el más reciente, un proyecto tolerado por la Semarnat. Aquí no es posible dejar de señalar, de nuevo, un hecho inolvidable y paradójico: la sesión central de la cumbre de Cancún en diciembre del 2010 fue realizada en un majestuoso hotel que, violando la ley ambiental, fue construido sobre una zona original de manglares protegidos. En tercer lugar están las energías. A pesar de que el petróleo de México se acaba en una década, el gobierno ha hecho muy poco para establecer una política de transición hacia energías renovables. Incluso el uso actual del petróleo se realiza bajo prácticas irracionales como el mantener un diesel y combustóleo de baja calidad, caros y con muy altos niveles de azufre, un fenómeno que se ha eliminado en Europa, Japón, China e India. El azufre contamina el aire de las ciudades.
Otro tema es el de los proyectos inmobiliarios que se reproducen y expanden por todo el país sin planeación alguna. Otro más es la predilección gubernamental por la agricultura industrial de monocultivos y orientada a la exportación, basada en agroquímicos, pesticidas, el despilfarro del agua y los altos costos energéticos. Se invierten miles de millones de pesos en apoyos a ese tipo de agricultura. No ha habido un solo intento o programa por incentivar, favorecer o fortalecer la agricultura ecológica para la autosuficiencia alimentaria. Todos los proyectos de agroecología del país han tenido que avanzar a pesar del gobierno de Calderón. Finalmente debe citarse el caso trágico del maíz transgénico que las corporaciones (Monsanto, Syngenta, Dupont, Dow) intentan desde hace una década introducir en México en complicidad con las oficinas gubernamentales. Frente a ello, la resistencia campesina crece y se expande por numerosas regiones del país y los científicos demuestran con hechos contundentes que todo el territorio mexicano es centro de origen y diseminación del maíz, emblema civilizatorio. La contaminación genética también alcanzaría la producción de miel. En la península de Yucatán, 25 mil familias de apicultores mayas están amenazadas por los transgénicos: su miel se exporta a Europa, donde se exigen productos genéticamente limpios.
Como sucede en muchos países, en México la cosmética verde se ha vuelto una práctica frecuente. Corporaciones, empresas, gobiernos y elites científicas se hacen la corte de manera recíproca, se conceden premios, se hacen cómplices, inventan espectáculos, guardan silencio y terminan formando parte de un círculo perverso o falso. Aquí destacan los científicos mexicanos, principalmente ecólogos de la UNAM, Instituto de Ecología, Universidad Veracruzana y otros, que se han prestado para avalar y aprobar técnicamente muchos proyectos que destruyen recursos, contaminan o afectan la biodiversidad.
¿Puede un presidente neoliberal pintarse de verde? Imposible. La causa primera y última de la crisis ecológica de escala global, incluido el cambio climático, ha sido el modelo dominante que busca mercantilizar los procesos naturales. La economía es verde por el color de los billetes que se vislumbra acumular (S. Ribeiro). No hay pues desarrollo sustentable, sin una transformación radical de valores; sin que se cambie la lógica de acumulación de capital y se supriman los mecanismos de voracidad insaciable que caracterizan al neoliberalismo. El caso de Calderón es un ejemplo de cinismo o de esquizofrenia. El maquillaje lo revela.
Twitter: @victormtoledo
La educación del siglo XXI-Rocha
Encarnizamiento y deshumanización
      El miércoles pasado la Cámara de Diputados aprobó, por mayoría, la Ley Federal de Justicia para Adolescentes que establece nuevos procedimientos para procesar a los menores infractores de entre 12 y 18 años; reduce de 18 a 14 años la edad mínima para que un individuo pueda ser imputado por la comisión de un delito y establece un nuevo régimen de sanciones para los adolescentes que violen la ley: sustituye el sistema de consejos tutelares para menores y decreta la prisión preventiva para los casos de ilícitos federales –homicidio, terrorismo, delitos contra la salud, violación, secuestro, asalto en carreteras, robo calificado y acopio de armas, entre otros–, si bien establece otras formas de reclusión, como la prisión domiciliaria y el internamiento por hora.
Con todo y esas restricciones, la ley profundiza la situación de precariedad que enfrentan los jóvenes en el país, e implica un grave retroceso en la procuración de las garantías de ese sector de la población.
Es innegable que la delincuencia juvenil constituye un problema de gran peligrosidad social en el México contemporáneo, y que el Estado debe contar con instrumentos jurídicos adecuados para hacer frente a ese flagelo. Pero la referida ley pasa por alto que la existencia de menores infractores es consecuencia de un orden social caracterizado por la pobreza, los rezagos sociales, el desempleo y las carencias en materia de educación, salud, vivienda y cultura para la población en general, y para los jóvenes en particular. En un entorno semejante, con la consecuente falta de horizontes de desarrollo personal más allá de la economía informal, la emigración y la delincuencia, es inevitable que ese sector de la población sea particularmente propenso a ser reclutado por las agrupaciones delictivas, y resulta desolador que las mismas instituciones que han sido incapaces de proveer alternativas de supervivencia no tengan más respuesta a dicha problemática que la criminalización, la persecución y el castigo.
Tan improcedente como la pretensión de combatir un fenómeno tan complejo como el referido con medidas meramente coercitivas es la estipulación legal de otorgar a los menores infractores un trato judicial idéntico al de los adultos en los casos de delitos federales: dicha disposición pasa por alto las diferencias que existen entre unos y otros en materia de derechos políticos, niveles de responsabilidad y potencial de rehabilitación, e implica una claudicación por parte del Estado de su obligación a procurar la reinserción social de los adolescentes que violan la ley.
En el contexto de una sociedad que considera sospechosos por principio a los jóvenes, sobre todo a los de escasos recursos, y con el telón de fondo de la injusta circuntancia que enfrenta ese grupo poblacional a consecuencia de la política económica vigente, la aprobación de la referida ley equivale, en la medida en que no vaya acompañada de mecanismos para prevenir la delincuencia juvenil, a un encarnizamiento del Estado en contra de ese sector de la población.
Por otra parte, el aval del Legislativo a las normativas citadas ha de ser contrastado con la actitud indolente y omisa del Ejecutivo federal, que no ha querido promulgar la Ley de Migración avalada por ambas cámaras del Congreso durante la primera mitad del año pasado. Como denunció ayer la propia Cámara de Diputados en un punto de acuerdo, el injustificable retraso del gobierno federal obstaculiza las acciones, la aplicación de mecanismos e instrumentos previstos en dicha ley para brindar protección a los migrantes foráneos, y ello deriva en una afectación a los derechos de millones de personas que transitan por el territorio nacional.
Ya sea por acción o por omisión de las autoridades o de las instancias legislativas, el marco legal vigente en el país profundiza la circunstancia de precariedad y de indefensión que enfrentan sectores de la población de suyo vulnerables, como los jóvenes y los migrantes. Dicha circunstancia constituye un rotundo desmentido a las pretensiones humanistas que sistemáticamente pregona el titular del Ejecutivo federal, Felipe Calderón Hinojosa, y pone en perspectiva, en cambio, el proceso de deshumanización por el que atraviesan la justicia, la ley y las instituciones del Estado en México.
Ya lo perdimos-Helguera


¿El PAN en 2012?
Jorge Camil
     El poder implica responsabilidades. Por eso los errores, corrupción o mala fe de los gobernantes deben tener consecuencias. Debe existir castigo para los partidos que promueven candidatos que traicionan la confianza de los electores. No todo se arregla con echar las cosas al juicio de la historia, porque en el siglo XXI, donde reinan la tecnología y la comunicación, la historia es aquí y ahora. No obstante, para George W. Bush, el ranchero que aguarda impasible el juicio de la historia en Crawford, Texas, la historia nos alcanzará cuando todos estemos muertos. Con esa misma confianza el PAN, Vicente Fox y Felipe Calderón esperan la llegada de la historia. Sin temores, sin prisas. Conscientes de que llegaron al poder haiga sido como haiga sido y gobernaron un país al que jamás le rindieron cuentas.
En un partido fundado en 1939 sobre principios y valores, pero que habría de caer en manos de empresarios neopanistas, Fox y Calderón, los primeros mandatarios salidos de esa institución, entronizaron el pragmatismo político, insinuado en el socarrón ¿y yo por qué? de Vicente Fox, y abrazado abiertamente en el haiga sido como haiga sido de Calderón (el fin justifica los medios…). Con 60 mil muertos y 60 millones de pobres necesitamos gobernantes comprometidos.
No es cierto que la frivolidad de Fox democratizó la Presidencia. Únicamente le restó dignidad. Y Calderón, intransigente y autoritario como pocos, suplió la legitimidad que le negaron las urnas con el estilo de gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Pero fue más allá. Con asesores inexpertos se echó en brazos de políticos y militares estadunidenses, que a cambio de las migajas de la Iniciativa Mérida buscaban conocer nuestros sistemas de seguridad para blindar su frontera sur y extenderla hasta Centroamérica (esta semana nuestros secretarios de Defensa y Marina se reunieron con sus contrapartes de Canadá y Estados Unidos para fijar el plan de seguridad: http://bit.ly/GR63Mz. Ahí, el secretario Leon Panetta de Estados Unidos declaró que un informe detallado de los mexicanos mostraba que los muertos han sido 150 mil: http://bit.ly/GYvj1m.) ¡Más que en Irak!
Así se fue urdiendo la trama del monstruo apocalíptico del narcotráfico: un espantajo que creció incontrolable hasta convertirse en nuestro equivalente de las armas de destrucción masiva inventadas por Bush. Igual que Bush en Irak, Calderón desató sin conocimiento de causa una guerra civil de iguales proporciones. Eso le permitió gobernar bajo un régimen militar y ostentarse como adalid.
Rubén Aguilar y Jorge G. Castañeda demostraron en El narco: la guerra fallida, que “la razón primordial de la declaración de guerra (…) fue política: lograr la legitimación supuestamente perdida en las urnas y los plantones, a través de la guerra en los plantíos, las calles y las carreteras, ahora pobladas por mexicanos uniformados”.
Con Fox y Calderón los panistas abandonaron el bien común. Hoy vuelven a manos de consultores extranjeros y hacen campañas mediáticas desprovistas de ideología. Por eso, la traicionada transición democrática, el desafuero, las correrías de la pareja presidencial, los hijos de Marta, el fraude electoral, el contrabando de armas, los sobrevuelos de la CIA, la fallida separación de poderes y la muerte de 60 mil (¿o 150 mil?) mexicanos no han tenido consecuencias. El PAN prepara sin temores las elecciones de 2012. Pero no deberían premiarse la incompetencia, intransigencia y frivolidad con otro periodo presidencial.
La desaparición de 10 mil mexicanos, y los 3 mil casos de tortura investigados por organizaciones de derechos humanos, no son parte de la agenda oficial porque Calderón niega los hechos. Tampoco importa el ataque frontal al Estado laico, disfrazado de libertad religiosa. A Raúl Vera, obispo de Saltillo, le sorprendió que Calderón asistiera a la misa papal con una cola de 60 mil muertos. Y declaró que “le da vergüenza que tengamos al frente de México a una persona que se confiesa (…) católica y que está llevando una estrategia con ausencia de procuración de justicia, con el Ejército en las calles, con las denuncias que tiene de violaciones a derechos humanos y con el crecimiento terrible de la corrupción” (http://bit.ly/GJPKja).
En 2006 el IFE decidió que las irregularidades de Fox no afectaron la elección. Ahora tampoco fue violación la encuesta sobre los cuatro puntos de Josefina presentada a 700 consejeros de Banamex (http://bit.ly/zOq2qM). ¿Y la visita papal, disfrazada de visita de Estado, a una entidad panista, yunquista y cristera en plena campaña presidencial? ¿Y las presiones para detener la sentencia de Florence Cassez hasta después de las elecciones? Son sólo ejemplos de pragmatismo panista…
Con 15 millones más de pobres el presidente del PRI, basado en un estudio del Tecnológico de Monterrey, afirmó que el PAN dejará el país al borde de un colapso social (http://bit.ly/GVHQYq). Nuestras opciones parecen limitadas al voto de castigo. En dos sexenios sucesivos el PAN ha defraudado a los mexicanos. Eso debiera reflejarse en las urnas.

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