Zona del epicentro
Ruinas, temor, más sismos... y la ayuda continúa sin llegar
Habitantes de varios municipios de Guerrero aún duermen en las calles
Censan pobladores las viviendas dañadas, ante ausencia de autoridades
Voluntarios de la Cruz Roja entregan despensas a pobladores de Huixtepec, en Guerrero, uno de las localidades más dañadas por el sismo de 7.4 grados Ritcher ocurrido el 20 de marzoFoto Pedro Pardo
Héctor Briseño
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 25 de marzo de 2012, p. 2
Domingo 25 de marzo de 2012, p. 2
Ometepec, Gro., 24 de marzo. Elida Carmona Rodríguez recuerda que el mediodía del martes 20 sus pollos no la dejaban hacer la siesta, por lo que decidió alimentarlos y salió al patio segundos antes de que el techo de su terraza se viniera abajo con todo y hamaca, lo que le salvó la vida.
Como ella, que es viuda desde hace 12 años, mujeres solas se cuentan por decenas en la Costa Chica, la zona más afectada por los movimientos telúricos a partir de ese día, pues sus hombres se fueron al norte en busca de un mejor destino. Ahora ellas tienen que enfrentar el desastre solas.
De 76 años de edad, vestida de negro, Elida camina descalza en el traspatio de su casa, a la que no quiere entrar por miedo a que se desplome. Vive con su nieta en una vivienda de adobe y madera en la comunidad La Guadalupe, municipio de Ometepec, aunque de momento duerme en una bodega.
Tiene algunos ingresos por la venta de cazuelas que elabora de forma manual, pero las actividades están detenidas desde el martes pasado en la zona, pues la gente siente temor.
–Nadie quiere trabajar, las escuelas están cerradas, los hombres van al campo a ver sus animalitos pero se regresan luego porque tienen miedo de que siga temblando– expresa Elida mientras frota sus manos y reflexiona.
Bajo un árbol de mango, relata que durante el sismo del 20 de marzo, de un altar de santos formados ante la Virgen de Guadalupe, lo único que se cayó fue la figura del niño Dios.
–¿Usted a quién le reza?
–A la Virgen de Guadalupe todas las noches, quizá por eso me quiso ayudar.
Hace nueve años, Cirilo Gálvez, esposo de Martina Felipa Pérez Torres, dejó Huixtepec para ir a Estados Unidos y hasta la fecha no se sabe de él: heredó a su esposa una deuda impagable de 20 mil pesos que usó para viajar y un hijo que ya tiene 11 años.
Sin contener el llanto, Martina Felipa prepara tortillas sobre el comal, desea que la apoyen para reconstruir su vivienda con piso de tierra, en la que yacen pedazos de tabique y cemento regados sobre los muebles.
La misma incertidumbre se apodera de Alfonsina Ceballos Chávez, de 48 años, quien perdió a su esposo por diabetes hace dos. Vende tamales en la calle principal de La Guadalupe para mantener a cuatro menores.
Estaba haciendo tamales de elote cuando se empezó a mover todo, el temblor acabó con mis ollas y lo que tenía para vender, mis cazuelas se rompieron; ahora me están regalando para que coma, dice y aguanta el llanto.
Castigo de Dios
En las localidades Huixtepec, Huajintepec, La Concepción, Guadalupe, Cuadrilla Nueva y Tierras Blancas, las actividades están paradas, los niños no van a clases y aunque las réplicas han disminuido, los hombres no quieren dejar a sus familias.
Aquí la situación está muy crítica, la gente no está trabajando, todos están a la expectativa, señala el comisario municipal de Huajintepec, Manuel Bautista Morales.
Por las noches las personas duermen en la calle y en terrazas cubiertas por lonas. Son las 22:15 cuando el comisario recorre la calle Independencia, a cuyos lados lucen escombros y tabiques rotos.
A esa hora suena el canto de una lechuza y se lamenta, pues un viejo dicho refiere que
cuando el tecolote canta, el indio muere.
–¿Qué piensa la gente de esos temblores?
–Aquí la gente es muy religiosa, piensa que es castigo de Dios, pero nosotros no merecemos eso.
¡Que pase el desgraciado!
Ante la pasividad oficial, pobladores tomaron la iniciativa de censar los bienes dañados, son ellos quienes poseen los datos duros del sufrimiento en sus comunidades, como Alberto Santiago de los Santos, campesino de 23 años, oriundo de Cuadrilla Nueva, asentamiento de 25 familias donde 20 casas de palos y adobe tienen daños.
Con un pedazo de tabla de anotaciones bajo el brazo, camina de un lado a otro en Huixtepec en busca de algún funcionario que nunca llega.
Lo mismo sucede en Guadalupe, donde residentes formaron dos guardias para esperar por horas alguna camioneta oficial, pues han contado más de 200 casas con daños.
En Huixtepec fueron contabilizados 559 hogares afectados, 39 con pérdida total, pues 10 más se desplomaron con las réplicas del viernes.
En La Concepción se reportaron 30 estructuras afectadas, en Huajintepec 525 y en Tierras Blancas más de 100, para un aproximado de mil 400 casas con daños sólo en esta área.
Un reportero de televisión difundió el rumor de que una tal Laura subiría a apoyarlos; nunca supieron si se trataba de la esposa del gobernador, Laura del Rocío Herrera, o la rubia y gritona conductora de televisión Laura Bozzo, que es seguida por hombres y mujeres de las comunidades.
¡Que pase el desgraciado!, repiten una y otra vez entre sonrisas de camino a Guadalupe, mientras cuestionan esperanzados a este reportero si sabe qué día irá a conocerlos la tal Laura.
Zona del epicentro
Increíble que Félix Guerra no haya venido al municipio más dañado: edil
Siguen almacenados productos que se destinarían a damnificados de Pinotepa
A cuatro días del temblor, comunidades afectadas de Oaxaca reclaman apoyos
De acuerdo con el censo realizado en Pinotepa Nacional hay 960 casas dañadas, que tienen desde fisuras hasta desplome totalFoto Pedro Pardo
Jorge A. Pérez Alfonso
Corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 25 de marzo de 2012, p. 3
Domingo 25 de marzo de 2012, p. 3
Pinotepa Nacional, Oax., 24 de marzo. Entre el abandono y la zozobra viven en los municipios afectados por el sismo del 20 de marzo, el cual vino a cambiar la vida de los habitantes de San Juan Cacahuatepec, San Juan Bautista Lo de Soto, Pinotepa de Don Luis y Pinotepa Nacional, cuatro de los 26 municipios declarados zona de desastre por la Secretaría de Gobernación.
A cuatro días del temblor de 7.4 grados Richter y a 24 horas del anuncio de la dependencia federal, el apoyo es nulo, asegura Carlos Saravia Camacho, edil de Pinotepa Nacional.
Estamos viendo por nuestra gente, recorrimos las agencias afectadas e instalamos un albergue, pero nada de ayuda hemos recibido, asegura.
El reclamo viene también de los habitantes de las agencias municipales y de policía, principalmente de Santa María Jicaltepec, donde viven personas originarias de la Mixteca Baja y que en su mayoría no hablan español, al igual que los pobladores de Corralero, pueblo de raza negra dedicado a la pesca.
De acuerdo al censo levantado por el ayuntamiento, dice Saravia Camacho, hay 960 casas dañadas, que tienen desde fisuras hasta el desplome total, y más de 4 mil personas afectadas.
El alcalde no esconde su molestia con el gobierno de Gabino Cué y señala: “Es increíble que el secretario de Desarrollo Social –Heriberto Félix Guerra, quien visitó Mártires de Tacubaya– no haya venido a Pinotepa Nacional, más bien no lo quisieron traer, somos el municipio más grande y el más afectado”.
No hay ayuda, es el reclamo generalizado,
¿para qué traen las colchonetas y cobijas si no las van a entregar?, cuestionan los habitantes indignados; y es que aseguran que el Instituto Estatal de Protección Civil solicitó una bodega al municipio de Pinotepa Nacional para almacenar los apoyos desde el pasado jueves, pero
hasta este sábado siguen ahí guardados, aseguran.
La fuente de trabajo, frenada
En Corralero, que se ubica a 40 minutos de la cabecera municipal por un camino en pésimo estado y calles de terracería, con una población cercana a los 3 mil habitantes, hubo 11 casas colapsadas y 40 con daños parciales. Ahí habita don Cándido González, de 56 años, quien como la mayoría se dedica a la pesca.
Su casa, de una sola pieza de cuatro por seis metros, parece segura, pues la fachada permanece de pie; pero basta caminar unos pasos para ver que las paredes laterales y traseras fueron derribadas por el movimiento telúrico, dentro dejó sus cosas.
No he podido trabajar, tengo que cuidar mis cosas, no se las vayan a robar, es lo único que me queda, murmura. A un costado en la calle Niños Héroes se encuentra la telesecundaria, a la que asistían unos 200 adolescentes; las clases están suspendidas, la barda perimetral se cayó.
Integrantes de la Secretaría de Marina recorren el lugar, pero no traen apoyos, sólo recorren para verificar los daños.
En Corralero son pocas las personas que se aventuran a salir a la laguna o al mar abierto,
con estos temblores los peces no muerden, la principal fuente de trabajo está frenada.
Acompañado de su hijo, Martín Serrano regresa en su lancha. Fueron por jaibas, dos cubetas llenas; sin embargo no se ve contento:
No pagan mucho por la jaiba, sólo 10 pesos el kilo, se queja.
Desprotección social y neoliberalismo
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) dio a conocer, en su informe Ciudadanía social y reformas de protección social para América Latina, que 44 por ciento de la población pobre en el país carece de cualquier tipo de seguridad social, derecho a la jubilación o ayuda de los programas asistenciales del gobierno. La circunstancia, según el mismo documento, se repite incluso en los sectores medios (40 por ciento) y altos (35 por ciento) de la población.
Menguado orgullo puede representar para el país estar ubicado por debajo de la media regional en cuanto a la falta de protección social para los menos favorecidos (48 por ciento), cuando la circunstancia en México en ese rubro es peor que la que prevalece en naciones como Costa Rica, Uruguay, Chile, Argentina Panamá y Ecuador, y cuando los niveles de pobreza en el país –según informes recientes de la propia Cepal– han venido registrando un aumento sostenido en los últimos años, a contrapelo de lo que ocurre en la mayoría de las economías latinoamericanas.La circunstancia de precariedad y desprotección que enfrenta un amplio sector de la población, y particularmente los grupos menos favorecidos, es un colofón lógico de las políticas económicas y de seguridad social del gobierno federal en turno y de los que le han antecedido, las cuales guardan absoluta congruencia con el proyecto neoliberal global encaminado a retirar al Estado incluso de sus funciones constitucionales más elementales. En el México contemporáneo, a la par del desmantelamiento de la propiedad pública y la apertura indiscriminada de los mercados, se ha dado un proceso de conversión de los derechos sociales en
beneficiosasistencialistas; el proyecto de construir un sistema de seguridad social de cobertura universal ha degenerado en sucedáneos engañosos y demagógicos, como el Seguro Popular, y los regímenes de pensiones basados en los principios de solidaridad social han sido aniquilados para dar paso a modelos de retiro individualizado que representan un gran negocio para los bancos.
A la luz de los datos de la Cepal, es inevitable concluir que los canjes mencionados han sido un fracaso para el mejoramiento de las condiciones de vida de la población, pero han resultado, en cambio, sumamente rentables para los intereses privados nacionales y trasnacionales. Un ejemplo claro de ello es que, mientras que un porcentaje importante de los estratos sociales bajos y medios carecen, entre otras cosas, de jubilaciones, las empresas propietarias de las administradoras de fondos para el retiro han registrado ganancias de más de 50 mil millones de pesos desde el comienzo de la privatización del sistema, en 1997, hasta diciembre pasado. Tal contraste encierra, en suma, el verdadero cariz del modelo neoliberal en curso, el cual está diseñado no para beneficiar a las personas sino a los capitales.
Como señala el documento de la Cepal, la desprotección social que se vive en los sectores medios y altos puede obedecer a factores diversos, entre los que se encuentra el avance formidable del trabajo informal registrado en años recientes en el país. En cambio, en lo que toca a los estamentos más depauperados de la sociedad, la circunstancia referida se presenta como un reflejo de que, en los tiempos del neoliberalismo, los más pobres se han quedado literalmente sin nada.
Con los niveles de pobreza y desigualdad social existentes en México, el repliegue del Estado en el cumplimiento de derechos consagrados en la Constitución –al trabajo, a la alimentación, a la salud, a la educación, entre otros– no sólo es irresponsable, sino criminal. Urge, pues, emprender una reconfiguración solidaria, justa y viable del modelo económico y social vigente.
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