Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 24 de marzo de 2012

Occupy Wall Street y algunos nombres de cualquiera- Israel: fantasías y realidades- Maíz: lo que cuentan las catarinas

Occupy Wall Street y algunos nombres de cualquiera
Ángel Luis Lara
 
     Occupy Wall Street nació de un impulso activista tradicional que se vio efimeramente desbordado por el roce con personas comunes sin bagaje político previo. Cuando se impuso de nuevo la hegemonía activista, la mayoría de esas personas se volvieron a casa. Entonces comenzó a encogerse la imaginación y a desatarse la memoria: lo imprevisible dejó paso a lo conocido, la repetición fue tomando la forma de un rito. Es el movimiento de un boomerang: alejarse para retornar siendo el mismo.
William. Ayer encontré a un señor de unos 70 años en un café cerca de casa. Llevaba un pin en la solapa con el lema We are the 99%!, y se llamaba William. Le pregunté cómo iba el movimiento. No lo sé, la verdad. Pasé por la plaza mucho en otoño; luego la cosa se puso solemne y ya no me divertía. Ahora el movimiento lo llevo por dentro, como si me hubiera poseído. Mientras me compartía su última frase, William sonreía y se tocaba la tripa.
Isabel y Leticia. Tal vez la mayoría de las personas comunes se fueron a casa, pero no todas. Algunas se quedaron atrapadas en los intersticios y las contradicciones del movimiento. Desde allí tratan con ahínco de que We are the 99%! deje de ser una mera semántica y se convierta en una pragmática. Descolonicemos Occupy Wall Street, dicen y hacen siempre que pueden.
Isabel y Leticia son de Puebla, en México. Aunque llevan más de 10 años en Nueva York están indocumentadas. Viven en Sunset Park, un barrio de Brooklyn poblado mayoritariamente por migrantes. Allí hay una asamblea de Occupy todos los sábados, pero ellas no acuden. Cuando les pregunto por qué no participan, su respuesta es sencilla: fuimos el primer día, pero no entendimos y ya no regresamos. Todo es en inglés y son puro gringos. Se calcula que en Nueva York hay cerca de 800 idiomas. Occupy Wall Street solamente habla uno.
Susana, Felipe, Gerardo y Fernando. Hace unos días se celebró en Nueva York el Left Forum, un encuentro anual de personas y organizaciones estadunidenses de izquierda que este año llevaba por lema: Ocupando el sistema. Se trata de un lugar en el que gente de izquierda, fundamentalmente blanca y de clase media, paga 30 dólares al día por hablar de sí misma consigo misma. Susana, que participa en Occupy Wall Street desde sus inicios, lo llama la taradez monológica: un acto infinito de endogamia. Susana inventó el apelativo cuando nació Occupy University, un proyecto de universidad alternativa que pretende conquistar el derecho a la educación para todo el mundo. Su programa inicial incluye cursos que abordan temáticas como el análisis histórico del concepto de huelga o el estudio macroeconómico de los procesos de financiarización y de deuda. Se lo conté a Felipe, que me está ayudando a reformar mi casa. Él es de México DF y lleva 15 años en Nueva York, indocumentado y saltanto de un trabajo a otro para juntar dinero que mandar a casa: al otro lado de la frontera tiene mujer y tres hijos. Felipe me dijo que no entendía muy bien lo de esos cursos, pero que lo que él necesita es uno de inglés. Su primo Gerardo, quien vino a ayudarnos con la pintura, dijo que si pudiera él estudiaría computación.
Fernando no es de izquierdas y nunca antes de Occupy Wall Street había participado en política. Hace unos días, un amigo le invitó al Left Forum para hablar de su experiencia en el movimiento. Fernando sólo hizo preguntas: ¿Qué hacemos aquí hoy? ¿Por qué hemos pagado 30 dólares para hacer lo que hemos estado haciendo gratis en las plazas? ¿Debemos de alguna manera pensar que pertenecemos a este lugar? ¿Hemos regresado a casa? ¿Hemos vuelto a Itaca después de nuestro tiempo de travesía? ¿Habéis visto al perro sin nombre que reconoció a Ulises cuando éste regresó? Yo no lo he visto. ¿Dónde está Penélope? ¿Sigue todavía esperándonos o se casó ya con un verdadero comunista?.
Luis, Vicente y Begoña. Pese a las contradicciones y los límites que visten la experiencia de Occupy Wall Street, su energía ha logrado colarse en la climatología local impregnando el aire. Hay algo que ha cambiado en la ciudad, que no estaba antes, tal vez un estado de ánimo. Algo innombrable que no se toca, pero que se respira. Por eso Luis dice que Occupy Wall Street no es un movimiento, sino un clima: mueve el viento para que cosas que antes eran impensables ahora sean posibles. Mi ruta subterránea de esta semana por el metro de Nueva York me habla de ese cambio de clima: lunes, una joven afroamericana va leyendo el Manifiesto comunista en el tren F; martes, un joven devora un libro de James Clifford en el tren R; miércoles, un señor de unos 60 años lee La ideología alemana en el tren G; jueves, una señora con un pin del 99% lee el último libro de John Berger en el tren A. Mis ojos se quedan atrapados en una de las frases del texto: Quien hace un signo repite un gesto habitual. Quien hace un dibujo se encuentra solo en la infinita inmensidad.
Puede que el ojo mediático haya dejado de mirar lo que está pasando en Occupy Wall Street para transmitir la idea de que no está pasando nada. Sin embargo, el movimiento se ha convertido en una suerte de clima flotante repleto de actividades multiplicadas. Cada día, en diferentes sitios a la vez. Muchos grupos de pocas personas haciendo y conversando acerca de muchas cosas. Vicente, Begoña y Luis son parte del enjambre que convergerá el próximo primero de mayo en una movilización general para volver a dar visibilidad al movimiento. ¿El primero de mayo?, les pregunto con el gesto torcido. Sí, ya lo sabemos, esa fecha tiene más que ver con un ejercicio de memoria y con un ritual de fidelidad que con la imaginación y la ruptura que necesitamos. Sin embargo, esta vez va a ser distinto, me dicen. Quizá tengan razón. Aunque lo más importante es que nadie lo sabe.

Israel: fantasías y realidades
Immanuel Wallerstein
 
      El primer ministro Benjamin Netanyahu de Israel visitó Estados Unidos a principios de marzo de 2012. Vino a decir, una vez más, que un Irán con energía nuclear implicaría una amenaza existencial para Israel, y que Israel se reservaba el derecho de tomar acciones en el tiempo apropiado para contrarrestar esto. El presidente Obama expresó con vigor equivalente que sí, que un Irán nuclear implicaría una amenaza existencial para Israel y que Estados Unidos no aceptaría esta cuestión, pero que la sincronía planteada por Netanyahu no era correcta. Las acciones no militares contra Irán deberían agotarse primero antes de pensar en otras acciones.
Examinemos las premisas. ¿Por qué Irán, con armamento nuclear, implicaría una amenaza existencial para Israel? Es decir, ¿quién cree que si Irán tuviera armamento nuclear sus autoridades las utilizarían para bombardear Israel? De hecho, nadie con algún puesto de responsabilidad en Israel, en Estados Unidos, o en el resto del mundo, cree esto. Únicamente dicen que lo creen.
Comencemos por los argumentos ostensibles. Los funcionarios israelíes se refieren al hecho de que el presidente Ajmadineyad y otros han dicho que desearían arrasar (o algún término semejante) a Israel. Por supuesto, muchos expertos han señalado que esta traducción de los eventos es incorrecta. Pero incluso si fuera precisa, ¿es esto algo más que la repetición de la duradera posición de un vasto número de personas en Medio Oriente que se opone al concepto de un Estado judío y que favorece varios otros resultados para la prolongada disputa?
¿Por qué Irán habría de bombardear a Israel? Si lo hiciera, esto mataría al menos tantos árabes como israelíes. De inmediato respondería Israel, puesto que está muy bien armado con armas nucleares. Que Irán bombardee a Israel es una fantasía que ningún líder responsable cree.
Así que si no lo creen, ¿por qué lo dicen? La respuesta me parece clara. Si Irán contara con algunas cuantas armas nucleares, de hecho cambiaría algo. Cambiaría el equilibrio geopolítico en Medio Oriente y debilitaría la posición de Israel. Esto también conduciría a la rápida adquisición de armas nucleares por parte de algunos otros países. Pienso en Arabia Saudita, Egipto y Turquía, para empezar.
Si Israel o Estados Unidos bombardearan a Irán preventivamente, habría de inmediato enormes consecuencias políticas. Primero que nada, existe la casi total certeza de que sería relativamente ineficaz en cuanto a detener el proyecto iraní. Segundo, debilitaría la posición política de Israel y Estados Unidos en todo el mundo. Las dos razones juntas explican por qué hay tanta oposición por parte de los servicios militares y de inteligencia, tanto de Israel como de Estados Unidos, a todo el discurso militar. Lo que temen es que el discurso prenda y permita que algunos líderes políticos, que por el momento no controlan los gobiernos de Israel o Estados Unidos, sean lo suficientemente insensatos como para iniciar la guerra.
Israel y Estados Unidos están atrapados en una situación donde de todos modos pierden. Hagan lo que hagan, perderán en lo político. Creo que están conscientes de esto, y ni Netanyahu ni Obama pueden imaginar lo que harán en realidad ni cómo mantener sus propios interese políticos a nivel interno. Así que desperdician su tiempo culpándose y chantajeándose uno al otro. Mientras tanto, el liderazgo iraní utiliza el discurso para agitar los estandartes del patriotismo y fortalecer su postura interna, que ha sufrido serios ataques recientes.
Entretanto, en Palestina, que sigue siendo un punto real para Israel, y no sólo una fantasía, Hamas decidió vincular su estrategia con Egipto y con la Hermandad Musulmana –que parece a punto de controlar al gobierno egipcio. Es claro que Fatah teme, correctamente, que podría perder el control de Cisjordania ante Hamas. Atrapado entre Hamas y el gobierno estadunidense, el presidente Mahmoud Abbas, de la Autoridad Nacional Palestina, se halla también en una posición donde de todos modos pierde y tampoco sabe qué hacer. Así que titubea, lo que no parece ser la mejor táctica de supervivencia.
El futuro está en las calles palestinas. Y yo simplemente no pienso que puedan mantenerse latentes. ¿Puede Israel llegar a arreglos con las calles palestinas? Muy pronto lo sabremos.
Traducción: Ramón Vera Herrera
© Immanuel Wallerstein

Maíz: lo que cuentan las catarinas
Silvia Ribeiro*
 
      Un reciente artículo científico de investigadores del Instituto Federal de Tecnología de Suiza (ETH) confirmó que el maíz transgénico Bt es letal para las larvas de catarinas, que son insectos altamente beneficiosos para la agricultura y la biodiversidad. Se suma a las muchas evidencias sobre los graves impactos que conllevan los transgénicos.
Al mismo tiempo, contra todas las evidencias y contra recomendaciones de autoridades de Naciones Unidas, el gobierno de México aprobó nuevas siembras a campo abierto de grandes extensiones de maíz transgénico, absurdamente llamadas experiencias piloto, pese a que no hay medidas de bioseguridad: el polen se difunde abiertamente, contaminando la biodiversidad y el maíz campesino en su centro de origen, cometiendo un crimen de proporciones históricas.
El nuevo estudio de los investigadores suizos, encabezado por la doctora Angelika Hilbeck, confirma resultados ya publicados en 2009, donde se muestra con pruebas de laboratorio que la toxina Cry1Ab del Bacillus thuringiensis (Bt) producida por el maíz transgénico, aumenta la mortalidad de las larvas de catarina (Adalia bipunctata L.). El estudio de 2012 fue publicado por la revista científica Environmental Sciences Europe (www.enveurope.com/content/24/1/10)
Luego del primer estudio en 2009 –que arrojaba resultados equivalentes–, la doctora Hillbeck y su equipo fueron víctimas de un furioso ataque orquestado por varios científicos amigo$ de la industria de los transgénicos, que dijeron que haber repetido los mismos estudios, obteniendo resultados opuestos. El estudio de Hillbeck ahora publicado, además de confirmar el daño que produce el maíz Bt a las catarinas, demuestra que el método de investigación de los que la atacaron fue absolutamente inconsistente, ya que repitiendo el mismo protocolo ¡ni siquiera mueren las plagas del maíz para las que está diseñado el maíz Bt!
La muerte de las larvas de catarinas es un tema muy preocupante, porque son insectos que cumplen una función muy importante de control biológico, natural, de plagas. Las larvas de catarinas (o como se las llama en otros países, mariquitas, san antonios, joãninhas) se alimentan de pulgones, mosquitas blancas y otras plagas de cultivos y jardines. Su función es tan benéfica, que sumadas a su forma y alegres colores, son consideradas en muchos países como signo de buena suerte. En realidad traen buena suerte: si existen en su jardín y en sus cultivos, los cuidarán de muchas plagas.
Como el hecho de que los transgénicos maten las catarinas es muy grave, la industria y sus amigo$ científicos, están dispuestos a inventar, deformar y publicar cualquier falsedad, para defender los intereses de unas pocas multinacionales que controlan los transgénicos, que casualmente son las mismas que controlan los agrotóxicos para combatir las plagas –de algunas de las cuales se ocupan las catarinas sin cobrarnos nada más que la alegría de verlas.
Cada vez que algún científico independiente, no financiado directa o indirectamente por las empresas, se atreve a publicar la verdad sobre los efectos de los transgénicos, hay una serie de otros científicos, con intereses económicos en los transgénicos, que salen a defenestrarlos, defendiendo los transgénicos con falsedades y una gran falta de ética y de escrúpulos. En México tenemos un ejemplo reciente de ese tipo de cobertura, con la publicación titulada cínicamente Por un uso responsable de los organismos genéticamente modificados, compilada por Francisco Bolívar Zapata, quien tiene múltiples vínculos con la industria y reconocidos intereses económicos en el desarrollo de transgénicos.
Los daños comprobados a las catarinas, se suman al desastre que están produciendo los transgénicos en la biodiversidad y la apicultura –tanto por que usan muchísimo más agrotóxicos y matan las abejas, como porque al contaminar la miel con polen transgénico, impiden la exportación del producto, un importante rubro económico que es producido mayoritariamente por apicultores campesinos, no por grandes industrias. ¿Será por ello que al gobierno no parece importarle el daño a las 40 mil familias que hacen apicultura en el país? Porque sigue aprobando la siembra de transgénicos en la península de Yucatán y otras regiones donde existen la mayor cantidad de comunidades y ejidos productores de miel, pese a que Europa ya ha rechazado miel mexicana de allí por estar contaminada con transgénicos. ¿A favor de quién sacrificar a las familias campesinas, a las abejas, a la biodiversidad y hasta la exportación? De las transnacionales Monsanto, Syngenta, DuPont-Pioneer, Dow.
La reciente asamblea nacional de la Red en Defensa del Maíz denunció y rechazó estos ataques. A 10 años de su fundación, la red recordó que se formó justamente a partir de la comprobación de la contaminación transgénica del maíz campesino y que desde entonces, el gobierno ha trabajado para legalizar –y aumentar– la contaminación transgénica, regalando el patrimonio genético más importante del país a 4 trasnacionales que con sus transgénicos tóxicos contaminan irreparablemente la creación milenaria de millones de campesinos e indígenas. La red denunció también que el mapa de los centros de origen que usa el gobierno, fue amañado para señalar los lugares de interés de la industria como no centros de origen, cuando todo México y Mesoamérica es centro de origen y que en cualquier lugar del país que se plante, se contaminará el resto. Pese a que el gobierno apura las siembras transgénicas pensando que saldrá impune por estar al final de su sexenio, la red reafirmó la decisión y el trabajo para llevar el caso ante tribunales internacionales.
*Investigadora del Grupo ETC

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