Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 26 de marzo de 2012

EU: la reforma de salud, ante la Corte-. Unos esperaban, otros no

EU: la reforma de salud, ante la Corte
Arturo Balderas Rodríguez
 
     La próxima semana se inician en la Suprema Corte de Justicia de Estados Unidos una serie de audiencias en las que estará en juego la reforma que el presidente Barack Obama promovió para restañar el atrofiado sistema de salud en el país. Será el proceso judicial más importante para la Corte en una década, tal como lo describió la cadena CNN.
Vale recordar que uno de los ejes de los cambios prometidos por Obama fue la reforma al sistema de salud. Incluso antes de que fuera aprobada, fue motivo de virulentos ataques en su contra. No fue casual que la llegada de 60 legisladores ultraconservadores al Congreso fue una de las consecuencias de la campaña que el Partido Republicano montó en contra de la reforma y los congresistas que la apoyaron. Los estados gobernados por republicanos demandaron ante las cortes estatales y federales que se impida la entrada en vigor de la ley en 2014, como está previsto. Después de navegar por los laberintos del sistema judicial estadunidense, las demandas llegan ahora al máximo tribunal del país, donde se decidirá su suerte.
Vale recordar que sus principales características son: todos las personas deben obtener un seguro médico en una institución privada o pública; las aseguradoras tienen la obligación de ofrecer una cobertura amplia en el seguro para servicios médicos, incluyendo atención preventiva y, además, no pueden negar el seguro a quienes padezcan o hayan padecido una enfermedad; la federación subsidiará la ampliación del programa Medicaid, que atiende a las personas de bajos recursos.
La Corte ha determinado que los principales aspectos a los que se concretarán las audiencias son: constitucionalidad del mandato mediante el cual todos los ciudadanos tienen la obligación de adquirir un seguro médico; si ese mandato es en alguna forma un impuesto; ¿cuáles serán las partes de la ley que sobrevivirán en caso de que la Corte decida anularlo?; la disputa que se ha suscitado entre la federación y los estados por la ampliación en la cooperación que existe en torno al programa federal de ayuda a las personas de bajos ingresos, conocido como Medicaid.
La decisión de la Corte tendrá implicaciones que van más allá de la propia reforma de salud. De proceder la demanda, no sólo se estará vetando la ley, sino que además será un guiño a los sectores mas conservadores de la sociedad, incluídos el partido republicano y el Tea Party, de la complacencia del máximo tribunal con los subterfugios legales que han interpuesto para obstruir el gobierno de Obama entre ellos, las draconianas leyes migratorias en contra de los inmigrantes. Al final, lo que puede ser más relevante es que su relección se verá seriamente comprometida.
Valga como lúgubre epílogo recordar que cinco de los nueve ministros que integran la Corte han dejado de manifiesto en sus decisiones la afinidad que sienten por las causas que defienden los sectores más conservadores de la sociedad.
Unos esperaban, otros no
Hermann Bellinghausen
    
    Unos esperaban. Otros dejaban de hacerlo. En los zaguanes, las rejas, los portones y los accesos a los edificios, miraban para arriba por mirar en alguna dirección, esperando un milagro tal vez, una señal inequívoca, un anuncio, los primeros.
Los que habían dejado de esperar, siguiendo ese impulso se ponían en marcha de inmediato, pero al largarse encontraban que los caminos habían desaparecido, que reinaba la maleza allá afuera, que los escombros y la erosión se fundían en un abrazo demolido y polvoriento.
Los que esperaban, benditos ellos, permanecían ignorantes de que los caminos había que trazarlos de nuevo, si esperaban llegar a alguna parte. Miraban ¿al aire?, ¿al cielo?, ¿a su propio vacío? Con temor más que espanto, y paradójicamente serenos.
La discusión con los que habían dejado de esperar fue tremenda, y la ruptura tajante. Se dijeron de cosas antes de separarse. Los que esperarían se burlaron de los que no, y viceversa. No se concedían ni tantito crédito unos a otros.
En adelante los que esperaban nunca se alejaron de sus puertas entreabiertas, o entrecerradas, cuando se asomaban a continuar la espera y saludaban a los vecinos. Murmuraban unos de otros. No todos los que esperaban lo hacían por los mismos motivos, ni sobrellevaban la espera de la misma manera. Además, unos eran más iguales que otros. Existían rivalidades, inquinas, envidias, caprichos, que ya eran algo para aliviar el tedio crónico del que ahí sigue, eso sí, con la frente en alto, sorteando las tempestades de la duda en sus amuralladas ciudades, esas inmensas salas de espera.
A los que no esperaron les decían, muy inexactamente, los desesperados. Que, bueno, sí, se desesperaron de tanto esperar, y qué. Al menos habían salido al aire fresco, o al que hubiera, sin necesidad de andarse arrancando los pelos. Bien podían agradecérseles que ahuecaron el ala. No estorbaban.
Y unos a otros, cómo se echaban mierda. En eso gastaban la mayor parte de su saliva, y de su sangre llegado el caso. De lejos se gritaban. De cerca, al encararse en la quién sabe por qué siempre inesperada confrontación en entre los que esperaron y los desesperados, se decían más con las taladrantes miradas, y hasta se disparaban gruesas lágrimas.
Sobreactuaban, ni que fuera para tanto; era mero desdén lo que mutuamente sentían. Como sea, sucedía poco que se cruzaran. Los que se cansaron de esperar ya no estaban, y nada auguraba un pronto retorno, así que los que esperaban podían dedicar sus horas más preciosas a mirar para arriba sin nadie que les perturbara la paciencia ni les recordara lo que querían olvidar.
***
MANUSCRITO PEGADO EN UN MURO:
“Blancas cifras de pánico asoman por las celdillas de los pendones electrónicos que vigilan nuestro paso, alumbrados con foquitos cegadores y desquiciantes, millares de ellos, paralizados en el mensaje perfecto, la propaganda intravenosa que nos quiere detener, descerebrar, que desistamos.
“Las calles lucen abandonadas, pero no se confíen. Los perros a estas horas ladran más fuerte y, como los rateros con o sin uniforme, acechan dispuesto a morder y corretearnos.
“Nos anima saber que somos muchos. ¿Seremos suficientes? Nos temen los titiriteros detrás de sus hostigosas pizarras electrizadas, desde allí nos apuntan cuando caminamos por el medio las grandes avenidas que ellos tuvieron a bien dejar desiertas. En uno de cada dos postes las cámaras nos registran, numeran, ubican e identifican con fines meramente administrativos, para control de calidad en el servicio o por nuestra propia seguridad. Sí, Chucha.
“Nos consideramos caminantes de la libertad.
“Nos consideran hordas o ganado. Nos cuentan y descuentan. Nos oprime su vacío. Nos quieren oír aullar. Después nos quieren muertos. Por eso nos vamos. Por eso nos estamos yendo.
Volveremos, y seremos más. Primero vamos a recuperar el aire fresco y la...
(Aquí se interrumpe el manuscrito).

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