Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

sábado, 24 de marzo de 2012

Benedicto XVI / La Visita- El sexenio de Ernesto Zedillo visto desde el presente- Empleo fracaso sexenal

Benedicto XVI / La Visita
De 1.5 millones, la estimación oficial se redujo a 600 mil fieles
Ratzinger no logró convocar a la multitud esperada en León
Versión bíblica de Calderón sobre los males que sufre México
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Esperando el paso del Papa en las calles de LeónFoto Alfredo Domínguez
Arturo Cano, Carolina Gómez y Carlos García
Enviados y corresponsal
Periódico La Jornada
Sábado 24 de marzo de 2012, p. 7
León, Gto., 23 de marzo. Hace 13 años Felipe Calderón también era presidente, pero de su partido, y en esa calidad evaluó la visita de Juan Pablo II: Confío en que los reclamos emitidos por el Papa de manera pública o privada sean atendidos por el gobierno, particularmente para lograr el cese a la hostilidad en contra de los creyentes católicos en Chiapas, y también para avanzar en mayores espacios de educación religiosa, que siguen haciendo falta en México.
Que se sepa, el antecesor de Benedicto XVI nunca hizo tales reclamos ni había hostilidades contra los católicos en Chiapas (antes al contrario, en ese entonces y ahora son numerosos los testimonios de persecución a otras denominaciones religiosas en diversas partes del país).
Calderón, desde la Presidencia de la República, no ha quitado el dedo del renglón. Desde su alta investidura, por ejemplo, ha presionado a la Suprema Corte de Justicia de la Nación en el tema de la despenalización del aborto y ha empujado la reforma al artículo 24 para incluir el concepto de libertad religiosa en esa parte del texto constitucional, pese a que ya formaba parte del mismo.
Hoy, apenas pisa Joseph Ratzinger la tierra que no visitaba desde mayo de 1996, Calderón parece informarle que sí hizo la tarea: Visita usted un país donde avanzamos a la consolidación de nuestra democracia, con pleno respeto a la libertad, a la libertad de culto, a la pluralidad política, religiosa e ideológica que es posible en un Estado laico.
Claro, si de recibir al Papa se trata, la pluralidad tiene sus límites.
México sabe gritar
¡Ya dejen descansar a Benito Juárez!, grita el hombre, enfundado en una camiseta del club León, encabritado deveras con los jóvenes, una treintena, que vinieron con carteles y mantas a expresar su rechazo a la visita papal.
¡Lesbianas! ¡Prostitutas! ¡Ahórquense!, les han gritado durante varias cuadras. Ellos aguantan. Se quedan ahí con sus letreros y mantas que dicen cosas como: México libre, México laico, Ser homosexual no es un delito, pero la pederastia y el encubrimiento sí y Si Juárez viviera, con nosotros estuviera.
Mientras no pasa el papamóvil, no les hacen mucho caso. La gritadera, la emoción, duran sólo unos segundos. Uy, fue bien poquito, y tanto que esperamos.
Una de las manifestantes antipapa pide que se anote que ella es madre de familia –está ahí con su hija de 15 años– y auxiliar contable, sólo quiere que su retoño crezca en un país donde no le digan cómo debe vivir, donde pueda tener la ideología que quiera sin que por ello la agredan.
Justo en ese momento, los feligreses comienzan a cercar a los manifestantes. Del grito de se ve, se siente, el Papa está presente, pasan a los empujones y jaloneos. Luego, cubren las mantas y carteles que hablan del laicismo con las banderitas del Vaticano.
¡Tolerancia!, gritan unos. ¡Sáquenlos!, les responden.
Los policías estatales comisionados en el lugar tratan de interceder con mucho desgano.
Un atildado hombre mayor sugiere: Con una partida de madre entienden, mientras una niña lo jala del brazo: Ya abuelito, cálmate.
Uno de los muchos insultos que los jóvenes fieles lanzan a los jóvenes manifestantes es chilangos. Están enojados porque escogió León y no el DF, les dicen.
Todo un privilegio, sin duda, porque en sus siete años de pontificado, Ratzinger ha realizado 18 viajes, 13 de ellos a países de Europa y sólo uno a América Latina (Brasil, hace un lustro).
Decía Juan Pablo II que México sabe, sobre todo, gritar. Y es cierto.
Los feligreses no quedarán contentos hasta que no rompan algunos carteles y echen a los manifestantes del lugar, ya muy altos los decibeles, al grito de ¡Viva Cristo Rey!
Por la noche, el vocero papal alude al suceso. Dice, de entrada, que las protestas son normales en todos los viajes del Papa. Algo así ocurre cuando minorías quieren oponerse a la alegría de la gran mayoría del pueblo.
Cuentas irrefutables
Para la Juventud del Papa –así se hacen llamar las muchachas y muchachos que hacen valla con pantalón azul, camisa blanca y pañoleta amarilla– la jornada comienza tan temprano que aún no es mediodía cuando ya algunos, a punto de caer, se echan bajo las pocas sombras disponibles.
Hacia las dos de la tarde el amplio camellón que remata en el Arco de la Calzada está lleno, pero de letreros que dicen zona de amortiguamiento. Se supone que habría tanta gente en la ruta del papamóvil que se habían dispuesto espacios con servicios sanitarios, vigilancia, ambulancias e Internet gratuito para quienes no alcanzaran un lugarcito. Pero sólo caminan por aquí los vecinos de siempre.
Al terminar el camellón han colocado un enorme puesto de venta de refrescos y aguas.
–¿Cuántas ha vendido?
–Nomás dos– responde el regordete encargado.
Hará cosa de un mes, las autoridades de Guanajuato anunciaban la llegada de un millón y medio de visitantes. Sin embargo, en los días recientes el gobernador Oliva redujo la cifra a la mitad.
Un helicóptero del Ejército sobrevuela el centro de la ciudad. Las calles que desembocan en la plaza principal están cerradas por la policía municipal. Hay arcos detectores de metales y revisión de bolsos, aunque hoy Benedicto XVI no andará por aquí.
La vida transcurre normalmente. Incluso hay menos gente debido a que las oficinas públicas y muchas empresas privadas dieron el día a sus empleados. Tampoco, por supuesto, hubo clases ni abrieron los bancos.
Conforme pasan las horas, más gente se acerca al bulevard Adolfo López Mateos. Los negocios de la zona ofrecen baños, agua, comida y recuerdos de la visita. Se quedan con la mayor parte de la mercancía.
Más tarde, el vocero del Vaticano dirá que participaron entre 600 y 700 mil personas en el recibimiento, ajustándose así a la estimación del gobernador.
Aunque a lo largo del recorrido de 35 kilómetros hay muchos huecos, o largos tramos donde sólo hay una valla simple de jóvenes voluntarios, no hay manera de contradecir al vocero papal, pues quienes darán la cifra oficial son las autoridades de Guanajuato, entusiastas organizadoras de la visita.
El mero mero
En varios negocios y casas de la ruta papal sacan los televisores a la banqueta. En torno a cada uno se reúnen decenas de personas para mirar, bajo el solazo, a Felipe Calderón hablando como presidente de los católicos –82.7 por ciento de la población, según el Inegi– y hacer un recuento de los sufrimientos del pueblo mexicano. Va de la crisis económica mundial a la epidemia de influenza y la violencia del crimen organizado, en una enumeración que parece la de las plagas de Egipto.
Según la misma fuente, la tendencia histórica que identifica a la región centro del país, sobre todo los estados que conforman el Bajío, son los altos porcentajes de población católica. Y Guanajuato está a la cabeza, pues casi 94 por ciento de su población profesa esa fe.
Su visita, particularmente en estas circunstancias, es un gesto de solidaridad y de fraternidad con nuestro pueblo que nunca olvidaremos, dice Calderón, como si su gobierno nada tuviese que ver con las circunstancias.
La fiesta sigue. Al caer la noche, los fieles se desperdigan en pequeños grupos hacia sus hogares. ¿Quién es el mero mero?, suelta la tonadita un ramillete de muchachas. Y se contesta: ¡El mero mero es el Señor!

El sexenio de Ernesto Zedillo visto desde el presente
Miguel Ángel Romero Miranda *
 
   
 
 
       La demanda civil contra Ernesto Zedillo Ponce de León en Estados Unidos por su responsabilidad en la masacre de Acteal el 22 de diciembre de 1997 ha abierto una reflexión y un debate sobre su permanencia en la política mexicana, y sobre su responsabilidad en la reproducción del autoritarismo del Estado mexicano y la violación a los derechos humanos.
El ex presidente mexicano y los intelectuales orgánicos han cultivado la leyenda de que se encuentra alejado de las grandes decisiones nacionales, y de que desempeñó un papel fundamental en la democratización del país y en la instauración de un estado de derecho. Él mismo lo ha dicho como defensa a raíz de que fue acusado en Estados Unidos.
Ambas acusaciones son cuestionables. Como mandatario, Zedillo construyó un entramado institucional para construir un poder transexenal que le ha sido enormemente eficaz. Con discreción, sin tener que pagar los costos de una injerencia política directa, influye en aspectos centrales de la política nacional. Ese poder ha servido para consolidar el proyecto neoliberal en México y tratar de silenciar las graves violaciones a los derechos humanos cometidos durante su gobierno.
Aún falta armar el gran rompecabezas que permita identificar la poderosa red de poder transexenal que Ernesto Zedillo construyó en el ámbito jurídico, político y económico, que ha sido capaz de blindar el modelo neoliberal que él profundizó y que busca garantizar su vigencia por treinta años, tal como proclamó José Ángel Gurría.
La primera pieza del rompecabezas zedillista fue una reforma judicial. Al iniciar su sexenio, EZPL promovió la restructuración de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN): los 26 ministros que la integraban fueron destituidos, para crear otra con sólo 11 miembros. Para realizar este cambio constitucional contó con el voto del PAN.
Algunos compararon esa acción con un golpe de Estado técnico, similar a lo que hizo Alberto Fujimori en Perú. Uno de sus resultados netos fue que dejó fuera a nueve ministros que había nombrado el ex presidente Carlos Salinas de Gortari.
El proyecto neoliberal en México contó, a partir de ese momento, con un blindaje jurídico. Quien osara realizar cambios legales que amenazaran los pilares del libre mercado, debían pasar por la aduana que define, en última instancia, su constitucionalidad.
Vicente Fox gobernó con una SCJN nombrada durante el gobierno de su antecesor. A eso se llama poder transexenal. Hoy, aún ejercen cuatro ministros nombrados durante el sexenio zedillista y el próximo presidente iniciará su mandato con dos de ellos, que permanecen desde enero de 1994.
No sólo obtuvo el control político del Poder Judicial, también creó tres órganos reguladores con un diseño institucional que, en lugar de propiciar la competencia, fortaleció a los monopolios.
Otra de las reformas producto del consenso zedillista fue la reforma política que, en una muestra de soberbia, calificó como definitiva. Tal reforma fue producto de negociaciones fuera del Congreso.
El Ejecutivo le amarró las manos al PRI y en la bancada de este partido se hizo lo que el equipo de Los Pinos ordenó, pero los panistas y los perredistas sí tuvieron voz, sus propuestas fueron votadas favorablemente y vetaron a quienes consideraban cercanos al PRI. “La diputación obrera, encabezada por José Ramírez Gamero, expresó no sentirse identificada con José Woldenberg, Mauricio Merino ni Jaqueline Peschard, quienes fueron impulsados por el tricolor en las negociaciones de Bucareli” (La Jornada, 30 de octubre de 1996).
En la integración del IFE el PRI tuvo representantes impuestos desde Los Pinos. En los hechos, el presidente contribuyó a debilitar a su partido. Visto desde el presente, ese objetivo se logró con creces y permitió a EZPL encumbrarse a nivel mundial como el demócrata que logró la alternancia política.
Otra pieza del rompecabezas político fue la creación del Tribunal Federal Electoral en octubre de 1996. De nueva cuenta fueron los presidentes de PAN y PRD, junto con el equipo de Los Pinos, quienes se pusieron de acuerdo para elegir a los siete magistrados que lo integrarían.
Con una vigencia de diez años, este órgano constitucional trascendió el sexenio y fueron los miembros electos en 1996 (con una excepción) los que calificaron la elección de 2006. En otras palabras, los integrantes electos durante el gobierno de Zedillo reconocieron el triunfo de Felipe Calderón en esa contienda presidencial. ¿A quién apoyaron los zedillistas? El dato duro es que cogobiernan con Calderón.
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Integrantes del gabinete de Ernesto Zedillo son ahora dueños de tres de las más influyentes encuestadoras del país. El ex presidente en imagen de archivoFoto Carlos Ramos Mamahua
Durante su sexenio, EZPL privatizó sectores estratégicos altamente sensibles para mantener la seguridad nacional: puertos, minas, electricidad, ferrocarriles, el gas doméstico y aeropuertos. Con esas acciones consolidó un conjunto de relaciones con empresas trasnacionales que, al término de su mandato, le permitió integrarse a laborar con firmas que se vieron beneficiadas con sus decisiones. EZPL construyó un complejo entramado de relaciones trasnacionales que le ha permitido ser, tal vez, el personaje político mexicano que mayor reconocimiento en el sector empresarial internacional.
EZPL forma parte de juntas directivas, consejos de administración y consejos ejecutivos de importantes empresas a nivel global. Es asesor de otras tantas y tiene el nombramiento de director de algunas más. Además de ser profesor, es director del Centro para el Estudio de la Globalización en Yale, consejero asesor en la Initiative for Policy Dialogue (IPD) de la universidad de Columbia. Asesor del Instituto Internacional de Economía y becario visitante del Centro para el Estudio del Gobierno Global. Además de ser miembro del Club de Madrid y del Consejo de Inter Acción.
Lo cierto es que en la reciente sesión anual del Foro Económico Global, tanto Felipe Calderón como Enrique Peña estaban deseosos de tomarse la foto con Zedilllo. Sin duda, la cercanía con EZPL da prestigio y es la llave que abre o cierra el mar de relaciones de poder trasnacional que ha construido quien se ha convertido, para unos, en un talibán del neoliberalismo para otros, en un prestigiado global speaker.
La pieza faltante del rompecabezas zedillista ha sido encontrada tras la investigación que desarrolló el periodista Jenaro Villamil, en la cual documenta tanto la intervención de Zedillo en el proceso de restructuración de la deuda de Televisa como los movimientos para que Emilio Azcárraga Jean tomara el control de la empresa.
El acuerdo incluyó la incorporación de miembros del equipo zedillista en puestos clave dentro de la empresa. Lo sorprendente es que son personajes que permanecen en Televisa y cada día tienen un mayor poder dentro y fuera de la empresa (Salvi Rafael Folch Viadero, Leopoldo Gómez). Así, Televisa juega un papel central durante los procesos electorales. Golpea o proyecta a personajes, partidos, empresarios u organizaciones de distinta índole.
El elemento complementario de la red de poder en el ámbito de la comunicación política son las encuestadoras. Los dueños de tres de las más influyentes tienen en común que fueron parte del gabinete de EZPL: Jesús Reyes Heroles, secretario de Energía; Liébano Sáenz, secretario particular, y Ulises Beltrán, secretario técnico de la Presidencia de la República y encuestador de cabecera. El equipo de Zedillo controla las principales encuestadoras y una más está asociada a Televisa, su aliado mediático.
El último elemento de este entramado son los llamados intelectuales orgánicos. Su tarea es acreditar y defender el papel de la encuesta como un instrumento que orienta las preferencias electorales. Ningún candidato a la Presidencia se atreve a desacreditar las encuestas ni a sus voceros. Cuando lo han hecho, los intelectuales orgánicos se encargan de desacreditarlo. En cambio, cuando fallan las predicciones de las encuestadoras acreditadas, el silencio de los medios y los analistas es la respuesta.
Para ver el alcance de esta pieza mediático-electoral, hay que recordar la función que GEA-ISA desempeñó en 2006. En abril aseguró que Felipe Calderón había alcanzado a AMLO. A partir de ahí, el puntero trastabilló, cometió errores, hasta que perdió. El premio a los principales socios de esa empresa fue enorme: a Jesús Reyes Heroles lo nombraron director general de Pemex y a Guillermo Valdez correspondió la titularidad del Cisen. Eso es lo que Felipe Calderón pagó por el maquillaje de una tendencia electoral, con un reconocimiento implícito al tejedor de esa red de poder mediático.

   
      Quienes pensaron que EZPL era un tonto se equivocaron rotundamente. Creó un aparato jurídico, económico e informativo de carácter transexenal que continuará vigente por muchos años, a menos que un movimiento social de gran envergadura decida quitarlo mediante la fuerza de la organización. Sin ese giro fundamental, seguiremos peleando contra los molinos de viento y el neoliberalismo y sus defensores seguirán dirigiendo el país.
* Director de la revista El Cotidiano de la UAM-A


Empleo fracaso sexenal
 
 
 
   
     De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la tasa de desempleo en febrero pasado mostró un incremento notable –de 0.42 por ciento– respecto del mes anterior, y se ubicó en 5.18 por ciento de la población económicamente activa, lo que equivale a 2.6 millones de desempleados en el país.
A la insuficiencia de puestos de trabajo se suma el crecimiento del empleo informal, que según cifras del propio instituto pasó de 29.02 a 29.14 por ciento de la población ocupada entre febrero de 2011 y el mismo mes de 2012, porcentaje que se traduce en 13.9 millones de personas.
Aun dando por bueno el dato del Inegi sobre la informalidad –pues hay estudios académicos que señalan que ese sector representa más de 60 por ciento de la población económicamente activa–, las cifras referidas ofrecen un balance nada halagüeño de las políticas económica y laboral en curso, las cuales no sólo han sido incapaces de generar fuentes de empleo, sino que han propiciado, según puede verse, una dislocación de los vínculos laborales formales, un retroceso de la seguridad social y de las prestaciones de ley, una huida de los trabajadores hacia pequeños negocios de supervivencia y condiciones precarias, casi nunca productivos, y una consecuente reducción en el universo de contribuyentes.
A pocos meses de que concluya el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa –quien ofreció ser el presidente del empleo–, la incapacidad gubernamental para propiciar la generación de puestos de trabajo apunta como uno de los grandes fracasos del sexenio, y deja fuera de lugar el discurso triunfalista y autocomplaciente de la propaganda oficial en ese ámbito: por más que el titular del Ejecutivo y los funcionarios de su gabinete se vanaglorien cada que tienen oportunidad con las cifras récord en generación de plazas laborales, las propias estadísticas oficiales señalan que el grupo en el poder ha desperdiciado años valiosos para una reactivación económica seria y sólida que no puede, a todas luces, fundamentarse en la economía informal.
Ahora, para colmo, vuelven las presiones presidenciales sobre las instancias legislativas para aprobar una contrarreforma laboral que es presentada como solución para que haya más empleos para los jóvenes y para las mujeres, pero que en los hechos implicaría la aniquilación de derechos y conquistas históricas de los trabajadores y daría cobertura formal a la precarización laboral en curso. Pero incluso si la demanda presidencial cristalizara en una nueva ley laboral, cabe dudar que ello se traduciría en la generación de trabajos suficientes y dignos para la población: la política económica vigente, con sus componentes intrínsecamente recesivos y sus obsesiones por atraer capitales foráneos a como dé lugar, por mantener bajos los salarios y por privilegiar actividades especulativas sobre las productivas, es un lastre fundamental para la creación de puestos de trabajo y para la reactivación económica.
El fracaso sexenal en materia de trabajo debiera ser prueba suficiente para concluir que lo que el país requiere es un viraje en las directrices económicas fallidas aplicadas hasta ahora, si se quiere evitar que las generaciones actuales y futuras tengan como únicas opciones de horizonte personal el ingreso a trabajos miserables o el desempleo.

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