Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 30 de octubre de 2012

ASTILLERO- El país está en otra parte- Las disyuntivas de la izquierda en 10 paradojas-

Astillero
132, etiqueta multiusos
Sin filtro y sin fondo
Relevos en la Corte
Barbas huracanadas
Julio Hernández López
Foto
LAS VACAS FLACAS. Durante la comida con la comunidad judía, el presidente Felipe Calderón señaló que los años del sexenio que termina fueron de vacas flacas, pues el país enfrentó adversidades que a otras naciones las hubieran derrumbado
Foto Carlos Ramos Mamahua
 
Con ganas de darle caracter épico a un asunto de aritmética que no está consiguiendo los resultados políticos anunciados, la bancada del sol azteca en el Senado ha sido equiparada por su cuestionado coordinador, Silvano Aureoles, con el movimiento #YoSoy132. Orgullosísimos de que la alianza en la que participaron alcanzó determinada cantidad mayoritaria de votos, los perredistas califican la sesión de histórica y se declaran Yo soy 128, aunque las consecuencias prácticas de esa presunta victoria estén entrampadas en los dominios de la Cámara de Diputados, con el taimado sonorense Manlio Fabio Beltrones como garante de los intereses caciquiles sindicales y anunciado corrector de la emotividad senatorial de panistas y perredistas, a tal grado que ha anunciado que Felipe Calderón verá la aprobación de la reforma laboral desde una silla distinta a la actual.
 
La misma etiqueta multiusos, la del 132, revoloteó durante algunos minutos en el experimento de presunta apertura de Televisa, en Foro TV, a críticas y análisis que se esperaban de tal crudeza que el título del programa correspondiente fue titulado Sin filtro. La polémica desatada, particularmente en Internet, por la participación de personajes identificados con el movimiento de estudiantes que este año estalló (sobre todo en el caso de Antonio Attolini, que fue uno de los voceros más destacados) quedó sin suficiente materia a los pocos minutos de que el moderador, Genaro Lozano, dio la voz de arranque a la discusión ante cámaras. El parloteo juvenil no confirmó (por su textura dispersa) las sospechas de quienes creían que se trataba de una elaborada estrategia de la empresa de Emilio Azcárraga para apropiarse de las mieles del 132, pero tampoco satisfizo a quienes estaban a la espera de un producto televisivo fuerte, directo, clarificador.
 
Cierto es que Televisa sabrá aprovechar para fines de posicionamiento mediático y político el hecho de abrir su programación a voces provenientes de universidades privadas a las que seleccionó conforme a sus criterios corporativos, y no porque representen una corriente de pensamiento juvenil aprobada y sustanciada por asambleas o movimientos, pero al menos en el programa inaugural no se vio que Sin filtro contenga más maquiavelismo que el aprovechamiento de las circunstancias y el jugueteo conceptual que de seguir en la línea vista en su primer programa podría ser victimado simplemente por la dictadura de la medición de audiencia.
 
Otros comparecientes ante el poder de la cámara fueron los aspirantes a ocupar una de las vacantes de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Ante miembros del Senado expusieron sus puntos de vista y respondieron preguntas Andrea Zambrana, Alberto Gelacio Pérez Dayán y Pablo Vicente Monroy, quienes buscan ocupar la silla que ha ocupado el ministro derechista Sergio Salvador Aguirre Anguiano. El simulacro de examen que hacen algunos legisladores a quienes buscan llegar a la cúspide de lo judicial tiene como trasfondo el arreglo de las fuerzas políticas dominantes para repartirse las sillas disponibles, para que en ellas queden quienes en el ejercicio del cargo respondan a los intereses de quienes los pusieron allí. Así resulta el proceso de impartición de justicia constreñido a esas visiones y arreglos de cúpula y nunca a los de la sociedad en general, que ningún papel determinante juega en las designaciones y relevos.
 
Astillas
 
Según algunos republicanos miembros de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la famosa operación Rápido y furioso fue concebida y ejecutada con la pretensión de afectar al cártel de Sinaloa. Hayan sido ésas u otras las intenciones de los estrategas gringos, lo cierto es que esa organización, dirigida por Joaquín Guzmán e Ismael Zambada, ha recibido a lo largo de dos administraciones mexicanas panistas una notable protección, y que el saldo específico de la guerra de Calderón resultó marcadamente favorable para ese cártel... Aun cuando la materia sea deportiva, nada de lo que toca Carlos Slim está exento de especulaciones políticas. Ahora resulta que el multimillonario mexicano estaría interesado en participar en el futbol profesional español, impulsando algún equipo que llegue a competir con Barcelona y Real Madrid. Slim ya participa pecuniariamente en México con los equipos de Pachuca y León, y hay quienes creen que la balompédica es una vía por la que el dueño de Telmex da continuidad a su larga pelea contra Televisión Azteca y Televisa, que dominan las pantallas nacionales y el futbol profesional. A pesar del pomposo título que le acompaña, el de ser El hombre más rico del mundo, Slim no ha podido sumar a su colección personal un canal de televisión abierta en México, conjugados como están otros factores económicos y políticos para sostener el duopolio funcional y evitar que entre en escena un competidor del tamaño del empresario de ascendencia libanesa... En consonancia con la necesidad de poner las barbas propias a remojar cuando sean vistas las del vecino recortar, México debería afinar sus mecanismos de atención a damnificados por fenómenos naturales. El vecino, Estados Unidos, mantenía en acción toda su capacidad institucional a la espera del arribo del huracán Sandy, del que se auguraban múltiples daños. En México, la estructura nacional de protección civil ha sido aplicadamente destrozada por los nombramientos de índole partidista y de amiguismo en los cargos directivos, por el saqueo de fondos y recursos, por la improvisación y el descuido y por la falta de adecuada previsión… Seis años atrás, la Policía Federal Preventiva irrumpió en Oaxaca para enfrentar a sangre y fuego la movilización social contra el gobierno criminal de Ulises Ruiz. Fue un pacto entre el saliente Fox y el entrante Calderón, augural del sexenio de represión y muerte que implantó el michoacano. La ruta de mano dura desembocó en el histórico 25 de noviembre y dejó el camino listo para la llegada sombría del siguiente administrador de la violencia institucional… ¡Hasta mañana!
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El país está en otra parte
Pedro Miguel
Llega a su tramo final el espuriato que empezó en diciembre de 2006 entre conatos de represión masiva, desfiguros en San Lázaro y una indignación popular vehemente pero desarticulada. Para entonces no quedaban en Felipe Calderón rastros del joven abogado comprometido con la democracia. La ambición y los intereses lo habían carcomido por dentro y se aprestaba a servir de gerente y abogado de los poderes fácticos empresariales, mediáticos y caciquiles y al gobierno de Estados Unidos.
 
Sus promesas formales consistían en bienestar, empleo, desarrollo, rebasar por la izquierda, y todo eso. Su verdadero proyecto de gobierno tenía por objetivos facilitar el saqueo de los bienes nacionales por monopolios y trasnacionales, el impulso la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, la continuación del proceso de devaluación de la población en general iniciado con Salinas y la entrega del país a los designios geopolíticos de Washington y a los intereses de las industrias militares y paramilitares, siempre ávidos de nuevos escenarios bélicos. En términos generales los consiguió todos, si bien tuvo que dejar pendiente, por causas de resistencia mayor, la privatización de las partes medulares de la industria petrolera.

La magna obra de destrucción nacional desde el Ejecutivo federal a lo largo de estos seis años resulta más visible en la demolición de la paz social y del estado de derecho. El calderonato ha empeñado en esa tarea un esfuerzo persistente y sostenido que incluye el establecimiento del terror militar en ciudades y regiones, la millonaria propaganda de guerra, la ofensiva legislativa contra las garantías individuales, y la cesión del control territorial a la delincuencia organizada para después usar ese control como coartada de arbitrariedades, atropellos e incluso atrocidades de lesa humanidad. En este sexenio las balaceras se volvieron combates, la violencia devino espectáculo televisivo –aunque posteriormente haya sido censurada, a la vista de los resultados contraproducentes que generaba, pues ponía en evidencia la ingobernabilidad–, el ejercicio de los derechos humanos quedó reducido a una exasperada sensación de impotencia e indefensión y el asesinato dejó de ser motivo de pesar para convertirse en objeto de celebración oficial: ahora se festeja, a costa del erario, a cada presunto delincuente abatido por las fuerzas del orden.
 
Una decena de bajas en cualquier bando (si es que hay bandos) ya no es motivo de indignación y escándalo, sino parte del acontecer rutinario de México.
 
Bajo este paroxismo de violencia armada hay una violencia menos referida en los medios pero más profunda y determinante: el despojo generalizado a la población por las vías de la privatización de bienes públicos, la corrupción en contratos y concesiones, la ofensiva contra el salario y los esquemas fiscales que favorecen a los grandes capitales y perjudican a los individuos en su carácter de trabajadores y consumidores. El resultado de esa violencia es un desempleo inmenso, aunque minimizado por el maquillaje de las cifras oficiales, el crecimiento de la marginación y la pobreza, la destrucción de tejido social y la proliferación de la desesperanza y el cinismo.
 
Calderón ha cumplido con la tarea para la que fue impuesto en el cargo. Alentó el engrose de las principales fortunas del país, restauró las redes de complicidad que mantienen unido al sistema político y ahora se apresta a entregar la titularidad del Ejecutivo federal a un nuevo gerente general que, según los planes, habrá de dar continuidad a los negocios jugosísimos del saqueo, la destrucción y la muerte. Si todo sale bien –el régimen oligárquico sabe que estos 30 días son un tramo particularmente peligroso para su hegemonía–, Calderón podrá seguir relajándose en go-karts, de la mano de Eruviel Ávila, mientras prosiguen los trabajos rutinarios de entrega-recepción de lo que queda de la administración pública. Por su parte, Enrique Peña Nieto se prepara para asumir el cargo en una forma extraña para cualquier otro, pero común en él: en vez de recorrer el país para empezar a entrar en contacto con la suma de catástrofes a la que, se supone, tendría que hacer frente, opta por la ausencia, como si estuviera a punto de ser el próximo presidente de Finlandia.
 
Las cosas parecen marchar bien en la esfera de lo institucional. Pero queda la impresión de que el país está en otra parte.
Twitter: @Navegaciones
Patrones opacos-Rocha
Las disyuntivas de la izquierda en 10 paradojas
Armando Bartra
1. Si nos cierran la vía electoral con más ganas debemos insistir en la vía electoral. Con tres grandes fraudes comiciales: 1988, 2006 y 2012, la oligarquía nos manda el mensaje de que si de ellos depende la izquierda no llegará al gobierno por elecciones. Nuestra conclusión en cambio es que debemos luchar aún más para abrirnos paso al gobierno mediante elecciones, pues éstas siguen siendo la mejor vía. Para salvar a México se necesitan muchas cosas y una de ellas es un cambio de régimen, dado que mientras gobiernen ellos seguiremos en la ruina. Que hace falta tomar el poder arriba no está a discusión, sí lo está el modo de lograrlo.
 
2. A la oligarquía le dan más miedo los reformistas que los revolucionarios. La mafia se espanta más con los llamados electoreros que con los muy contestatarios, porque los movimientos sociales fuertes y aun los alzamientos armados ocasionalmente la desestabilizan, mientras una opción electoral de verdadera izquierda amenaza su poder político. La insurrección del EZLN en 1994 se zanjó con menos de 40 muertos; la construcción de aquel PRD, a partir de 1989, dejó más de 600 víctimas mortales. En los dos casos el gran operador fue Carlos Salinas, que algo sabe de eso.

3. A la oligarquía la asusta más la intransigente ética de AMLO que sus prudentes planes económicos. Se ha visto en América Latina que el gran capital puede seguir ganando en el marco de un modelo posneoliberal. Pero nuestra cleptoligarquía no acumula por las buenas, sino a costa del erario y los bienes nacionales; es una burguesía latrofacciosa, rentista y parasitaria que necesita vitalmente la impunidad que le da el control del poder político. Un nuevo modelo económico que impulse el crecimiento, chance; una renovación moral de la administración y del país, ¡eso sí no!

4. En México para ganar elecciones hay que olvidarse un poco de las elecciones. En 2006 estábamos mejor organizados electoralmente que en 1988, y en 2012 mejor que en 2006, y en cada ejercicio la izquierda tuvo más votos que en el anterior. Y sin embargo, nos ganaron, con trampa pero nos ganaron. Está visto que con fraudes se derrota cualquier estrategia comicial, de modo que para ganar deberemos intentar una estrategia no centralmente comicial.

5. Para tomar el gobierno primero hay que tomar el poder. Para sacar a la mafia del gobierno hay que quitarle primero su base de sustentación, hay que acorralarla socialmente, hay que cercarla con un estrecho cinturón de poder popular formal e informal. Cuando la mayoría resista las imposiciones, cuando los mexicanos no le crean a Televisa, cuando las corporaciones gremiales pierdan clientela, cuando recibir recursos públicos no signifique sumisión, entonces ganaremos elecciones, no antes. Y al que le parezca cuesta arriba que le rece a la Virgen de Guadalupe.

6. El mayor partido de la izquierda mexicana no es partido, mientras que los que se dicen partido no lo son. Con principios sólidos, programa estratégico, organización nacional, liderazgo y capacidad de lucha Morena es más partido que el PRD, el PT y MC que dicen serlo y tienen registro. Porque la historia enseña que un partido para el cambio es una fuerza social y política organizada en torno a un proyecto nacional y en lucha por materializarlo. Requisitos que cumple Morena, aunque por el momento no haya cumplido los burocráticos que pide el IFE.
 
7. Para seguir siendo partido Morena debe seguir siendo movimiento. Morena es ya un gran ejército electoral que fue decisivo para conseguir 16 millones de votos en los pasados comicios. Pero, diseñado para las elecciones, Morena tiene que cambiar si quiere convertirse en un gran movimiento de resistencia. Resistencia a la imposición de presidente, de reformas estructurales, de políticas públicas antinacionales; resistencia a todas las agresiones que nos agravian cotidianamente.
 
8. La energía invertida en registrar un partido es energía perdida por el movimiento. Las condiciones formales que exige la legislación mexicana para obtener el registro como partido político son en extremo farragosas, rígidas y burocráticas, además de que las opera el IFE, de modo que marchar por esa vía puede significar ausentarse de la resistencia. En tal caso tendríamos la paradoja de que cuando Morena hubiera conseguido ser partido formal habría dejado de ser partido real.
 
9. A los movimientos les haría falta visión de partido, y a los partidos, espíritu de movimiento. Los movimientos sociales son por lo general reactivos y reivindicativos, además de sectoriales o territoriales, y aunque la tengan algunos de sus miembros, como tales, carecen de la visión integral, incluyente y estratégica que caracteriza a los verdaderos partidos. Los partidos electorales, en cambio, tienden a convertirse en aparatos políticos profesionales, burocráticos y patrimonialistas, presentes en las instituciones donde pagan y ausentes de la lucha social donde no pagan. Preocupémonos por el partido si estamos en un movimiento y por el movimiento si (¡Dios no lo quiera!) estamos en un partido.
 
10. Sin mito no hay utopía. Decía Mariátegui que los pueblos triunfan si tienen un mito multitudinario, y la fuerza del obradorismo está en haber encendido una gran esperanza popular: ganar las elecciones y salvar a México. Nos pueden robar una y otra vez los comicios, no nos robarán la esperanza. Es necesario que la izquierda haga renacer la multitudinaria expectativa que el fraude resquebrajó y que la oligarquía nos quiere arrebatar. Morena debiera proponer a los mexicanos de a pie un renovado plan de salvación nacional; un proyecto generoso con grandes objetivos, rumbo claro y formulación sencilla; un sueño alcanzable, capaz de despertar otra vez el entusiasmo. Con menos no podremos.
Calavera de Caldera-Hernández
El michoacanazo
Luis Hernández Navarro
Michoacán es en 2012 como Oaxaca fue en 2006. Hace poco más de seis años, en la tierra de Benito Juárez, el gobernador Ulises Ruiz ordenó reprimir a los maestros democráticos de la sección 22 e incendió del estado. La madrugada del pasado 15 de octubre, el gobierno de Michoacán precipitó el desbordamiento popular cuando policías federales y estatales golpearon salvajemente y detuvieron a 176 estudiantes normalistas rurales de Tiripetío, Cherán y Arteaga.
 
 
Los jóvenes exigían el diálogo con el gobernador para presentar una propuesta de mejora educativa de las normales del estado, suspender la imposición de un plan de estudios que no fue consultado con la comunidad y ampliar las plazas docentes. Nunca tuvieron respuesta real de las autoridades. Por el contrario, el gobernador Fausto Vallejo dijo que no iba a negociar bajo presión.
 
Desde dos meses antes las ocho normales de la entidad comenzaron a efectuar paros. Los primeros días de octubre, para forzar el diálogo, los estudiantes retuvieron autobuses y los resguardaron en las instalaciones escolares, práctica usual entre los movimientos sociales en el estado desde hace mucho tiempo.
 
La respuesta popular a la represión estudiantil fue impresionante. Miles de maestros democráticos de la sección 18 tomaron Morelia en una movilización no vista en años, tanto por su fuerza como por su tamaño. Muchas comunidades indígenas de la meseta purépecha expresaron su solidaridad con los jóvenes detenidos. Los vecinos de Tiripetío cubrieron las ventanas y zaguanes de sus casas, y los postes y vehículos, con cartulinas, hojas, post-it, con frases en apoyo a los estudiantes, comunicando una idea central: la indignación del pueblo todo por la barbarie de los federales y estatales en contra de los normalistas. La protesta se sostuvo ininterrumpidamente en toda la entidad durante varios días.
 
Simultáneamente, un aire de indignación sacudió a maestros, normalistas y estudiantes en otras entidades. A pesar de la campaña en medios de comunicación en contra de los detenidos, las protestas se extendieron por diversos estados. En la ciudad de México, colectivos estudiantiles bloquearon avenida de los Insurgentes y ocuparon las oficinas de la representación del gobierno de Michoacán. En Morelos, Guanajuato, Oaxaca, Chihuahua y Nuevo León se efectuaron manifestaciones y tomas de casetas.
 
La represión del gobierno de Fausto Vallejo a los normalistas fue la gota que derramó el vaso del descontento social en la entidad, y un catalizador del descontento que existe entre sectores de la población en todo el país.
 
El choque no es nuevo. Desde que el mandatario local tomó posesión del cargo, en febrero de este año, la confrontación se ha exacerbado. Su determinación de romper con el pacto social informal existente en el estado a lo largo de la última década, y cerrar las vías de negociación a los movimientos populares, ha generado enorme descontento. Muchos de esos conflictos existían desde antes de su llegada, pero hace nueve meses comenzaron a crecer.
 
La lista de problemas pendientes de solución en Michoacán es enorme: la Universidad Nicolaíta, los Conalep, los municipios de Salvador Escalante y Aquila, la comunidad indígena de Capácuaro, de Urapicho y Cherán, son sólo algunos casos.
 
El descontento social y las confrontaciones con el poder en Michoacán tienen tras de sí una larga y cruenta historia. Tan sólo entre 1988 y 1990 fueron asesinados en la entidad 250 dirigentes populares o neocardenistas que luchaban por la democracia. El estado se transformó al calor de las luchas del neocardenismo y los movimientos sociales. El proceso comenzó aun antes de la llegada de Lázaro Cárdenas Batel a la gubernatura, en 2002. Los maestros democráticos de la sección 18 desempeñaron un papel central, ya sea a través de sus propias luchas o como mediadores entre distintos grupos sociales y el gobierno estatal.
 
Como parte de estos cambios en el gobierno y en la forma de gobernar, las distintas administraciones abrieron espacio a la negociación con las organizaciones populares, a menudo promoviendo su división, la cooptación de algunos de sus dirigentes y la recuperación de su agenda. Desde el gobierno estatal se gestionó la protesta social, fraccionándola y retomando como propia parte de su discurso. Esto no evitó que se produjeran violentas expresiones de malestar, como en el caso de los trabajadores mineros de Lázaro Cárdenas en 2006, los comuneros de Cherán o los mismos normalistas de Tiripetío en 2008 y en marzo de este año, pero facilitó que la entidad pudiera gobernarse.
En el camino, el desencanto con los gobiernos del Partido de la Revolución Democrática (PRD), la crisis y la sobrevivencia de núcleos de la izquierda no institucional en la entidad facilitaron el resurgimiento de organizaciones radicales.
 
La situación cambió radicalmente a raíz de la llegada al poder de Fausto Vallejo. Despidiendo un fuerte tufo porfiriano, recogiendo el sentir de los grupos de poder más retrógrados en la entidad, recuperando lo peor del autoritarismo priísta, sin presupuesto, el nuevo mandatario quiso romper con la cultura y los modos de hacer política locales, se negó a negociar y optó por reprimir a los movimientos sociales que no se sujetan a su visión de lo que debe ser el nuevo orden.
 
El pasado 15 de octubre, el modelo de restauración autoritaria de Fausto Vallejo explotó. Con el fantasma de lo sucedido en la Normal Rural de Ayotzinapa el 12 de diciembre de 2011, los estragos de la crisis económica, la inseguridad pública y la acumulación de agravios a cuenta del nuevo gobierno, la represión a los normalistas provocó el michoacanazo. La enfermedad del mandatario y las elecciones para gobernador en 2016 han hecho más difíciles aún las cosas.
 
 
 
 
La protesta local encontró un clima de solidaridad nacional significativo. Jugaron a su favor las iniciativas de #YoSoy132, la huelga de la UACM, los exitosos paros en el IPN, el descontento en el normalismo nacional y el repunte de la CNTE.
 
En ese clima, el gobierno estatal tuvo que doblar las manos, liberar a los detenidos y posponer la reforma curricular. De no haberlo hecho muy probablemente el estado se habría incendiado y opacado la toma de posesión de Peña Nieto. El normalismo rural y el movimiento popular en Michoacán se apuntaron un triunfo.

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