Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

miércoles, 31 de octubre de 2012

Bajo la Lupa- Sandy: más allá del desastre natural- Argentina: los malos aires del buen porteño


Bajo la Lupa
EU: la elección huracanada de Frankenstorm
Alfredo Jalife-Rahme
Foto
Sandy, además de dejar graves secuelas, influirá en la intención de voto de muchos estadunidenses
Foto Ap
 
La vez anterior inquiría: “¿Existirá un efecto Sandy, que azota Nueva York y la costa este, en los cruciales comicios de Estados Unidos (EU)? Las elecciones están tan apretadas que cualquier noticia y la capacidad de respuesta de los candidatos pueden afectar el resultado” (ver Bajo la Lupa; 28/10/12).
 
DeDefensa.org (28/10/12), centro de pensamiento geoestratégico europeo, desglosa la escatológica sorpresa de octubre del letal huracán Sandy bautizado como Frankenstorm –en alusión a una tormenta Frankenstein– que comporta “potenciales proporciones épicas y políticas considerables desde la catástrofe de Katrina, a finales de agosto de 2005”.
 
 
Dada la ventaja de Mitt Romney en las encuestas populares (que no se cotejan con la ventaja selectiva en el colegio electoral que lleva Obama), a juicio del portal europeo, el presidente pudiera salir beneficiado si juega al capitán valiente que socorre a los damnificados en las pequeñas aldeas perdidas o hasta en las grandes ciudades ya damnificadas por la crisis económica y privadas de electricidad y de víveres por la tempestad.
 
Cita la existencia de teorías de la conspiración (que suenan descabelladas hasta cierto punto): “Sandy es manipulada en un Frankenstorm, por algún procedimiento secreto (¡súper-sic!) del Pentágono, para hacer ganar a un presidente en zozobra”.
 
Es conocida la sicología colectiva sobre las catástrofes cuando los damnificados buscan tanto una explicación para su flagelada cosmogonía como al chivo expiatorio idóneo que pague por su recomposición mental perturbada.
 
A mi juicio, es de doble filo esta hipótesis de la manipulación climática por el Pentágono –existen muchas versiones sobre el proyecto HAARP que el mismo ex secretario del Pentágono William Cohen confesó y a lo que la prensa rusa le suele dar credibilidad–, ya que puede también perjudicar a Obama si no exhibe su liderazgo durante la contingencia.
 
El portal cita a Paul Joseph Watson (Infowars.com; 27/10/12), quien aduce que Sandy implique quizá mas preocupación en el campo de Obama, ya que su flagelo está garantizado que golpeé áreas de la costa donde domina Obama (…) Si la tormenta alcanza la escala de Katrina, la elección presidencial puede casi seguramente tener que ser pospuesta (¡súper-sic!), lo que solamente favorecería a Obama. Agrega que si el huracán acarrea destrucción y devastación, Obama sin duda buscará explotar la oportunidad para erigirse como líder y protector (muy similar a la reveración que cosechó Baby Bush después del 11/9).
 
Bernie Rayno, meteorólogo de AccuWeather.com, predice interrupciones eléctricas e inundaciones como el peor escenario que inhibiría la votación temprana en algunos estados, lo cual podría tener un impacto aún una semana después dependiendo de la calamidad.
 
Yahoo News especula que Sandy pudiera representar la sorpresa de octubre. Según Scott Bomboy, la tormenta es tan amplia que probablemente imponga severas condiciones en un área habitada por 66 millones de personas, incluyendo partes de Carolina del Norte, Virginia, Virginia del Oeste, Ohio, Pennsylvania, Nueva Jersey, Delaware, Maryland, Distrito de Columbia, Nueva York y Connecticut –curiosamente, muchos considerados estados indecisos (swing states).
 
Dedefensa.org insiste en que muy respetables políticos y ABC News “también sugieren que Sandy puede representar la sorpresa de octubre”, cuando algunos especulan que el huracán pudo haber sido artificialmente guiado (¡super-sic!) con el fin de impactar la elección.
 
Es sicológicamente normal que la sincronía de la elección y la enormidad de la tormenta alimenten las inquietudes electorales de algunos analistas carentes de una explicación fehaciente de la calamidad.
 
The Washington Post (29/10/12) ubica “cinco sitios donde Sandy puede afectar la elección”:
 
1) Filadelfia: es donde los demócratas ganan las elecciones en Pennsylvania ¿Se verá afectada la participación electoral?
2) Boston: es donde se encuentra el centro de campaña de Romney, mientras Obama tiene el suyo a salvo en Chicago. Una interrupción eléctrica puede afectar el manejo de la campaña de Romney.
3) Suroeste de Virginia: Se pronostican tormentas de nieve que pueden impedir a los votantes acudir a las urnas (la parte más conservadora del estado: afecta a Romney).
4) La costa de Carolina del Norte y su parte occidental: esta parte enfrenta potenciales tormentas de nieve. El solo voto de la clase media urbana en Raleigh y Charlotte afectaría más a los republicanos.
5) Ohio (este y norte): “es donde se encuentran la mayor parte de las pequeñas ciudades donde Obama obtuvo su victoria en 2008. Parece que la tormenta podría afectar más a los votantes demócratas que a los de Romney.
 
Algo fundamental para la gran mayoría de los estados afectados es el voto temprano que no existe en Nueva Hampshire, pero que puede ser determinante en Virginia y en Ohio.
 
Jurek Martin, del Financial Times (30/10/12), coincide en señalar que Frankenstorm genera la sorpresa de octubre. Considera que en la tormenta beneficia al Partido Republicano, debido a la dificultad de transportación de los pobres (Partido Demócrata) en situación adversa. Muy discutible.
 
Cita un estudio académico (3 mil condados durante 64 años) en el que la votación disminuye casi uno por ciento por cada pulgada de lluvia y 0.5 por ciento por cada pulgada de nieve. El sentido común ostentaría lo contrario, pero como no hay nada que hacer ante la dictadura de las estadísticas, ergo, una pulgada de lluvia o nieve puede marcar la diferencia el primer martes de noviembre, si es que el Congreso no pospone la elección (cuya decisión también puede incidir en el resultado), lo cual denota, en última instancia, la extrema fragilidad del sistema plutocrático de EU y su sociedad fracturada: cualquier aleteo de una mariposa, dadas las condiciones iniciales de hipersensiblidad del sistema, provoca una tormenta a la distancia.
 
Un punto crucial que aborda Jurek Martin es la situación sui generis de Virginia, donde se concentra la tormenta meteorológica y política: tiene una ley estatal que permite al gobernador (el republicano Bob McDonnell) posponer la elección hasta 14 días en caso de un desastre natural. Virginia cuenta con 13 votos en el colegio electoral. Ni imaginarse la querella electoral que empalidecería el conflicto de 2000 en Florida.
 
Como si lo anterior fuera poco: a sólo cuatro días de la elección, debe salir el transcendental reporte del desempleo que puede sacudir al país, pero cuya publicación puede ser pospuesta, según Huffington Post (29/10/12), portal cercano a Obama. Aquí también se ha desatado la especulación, debido al control del Departamento del Trabajo por los demócratas.
 
Ahora si que nos encontramos ante una elección huracanada. Las bolsas de valores suspendieron su actividad por dos días y Gallup pospuso sus encuestas hasta el cese de la tormenta en medio de inundaciones y apagones masivos.
 
Obama tiene la oportunidad dorada de proyectar su titubeante liderazgo cuando planea el Síndrome Miguel de la Madrid quien padeció catatonia después del trágico terremoto de México que le fue severamente cobrado en las urnas y por la Historia.
Twitter: @AlfredoJalife
Argentina: los malos aires del buen porteño

José Steinsleger
A orillas del Plata se alza la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), megalópolis prodigiosa y macrocéfala en la que sus moradores, los porteños, parecen estar condenados “…a la suerte de los seres teratológicos, que es la de vivir para sí mismos y no para la especie” (Ezequiel Martínez Estrada).
 
 
Subrayo esa opinión del gran escritor argentino en La cabeza de Goliat (1940), aunque sin suscribir las ideas del erudito que, junto con otros espíritus libres, nutrieron el errático imaginario liberal que las izquierdas y derechas de América Latina continúan guardando con respecto al país sudamericano.
 
La visión de Martínez Estrada fue atinada, pero denotaba algo más  que un acierto literario. Con 2.9 millones de habitantes (14 mil 500 por kilómetro cuadrado), la CABA ocupa la séptima milésima parte del territorio que los porteños llaman el interior. Y cabe 872 veces en Austria y Portugal, cuyas superficies, medidas en hectáreas, equivalen a las de tan sólo cinco familias líderes de la burguesía terrateniente argentina.
 
Urbe de clases medias, la CABA genera 70 por ciento del valor agregado nacional, concentra 90 por ciento de las entidades financieras, 53 de los depósitos bancarios, 60 de los préstamos al sector privado no financiero, 70 por ciento de las empresas de software, y un enjambre de negocios inmobiliarios, profesionales y de servicios.
 
De ahí, posiblemente, la proverbial quejumbre de los porteños. Que acaso obedezca a su prosperidad histórica, pues fuera de altibajos, reductos de pobreza y miseria, y el abismo neoliberal de 2001, nunca les fue tan mal que digamos. En 2008, la CABA ya registraba el mayor ingreso per cápita de América Latina, después de ciudad de México.
 
En 2003, un político con bajo perfil y subestimado por sus propios coidearios, ganó las elecciones luego que el contendiente, el impresentable Carlos Menem, desistió de medirse con Néstor Kirchner en el ballotage. Y como bien recordó el sociólogo Julio Fernández Baraibar (citando a Alberto Guerberof), Argentina tuvo un presidente sin partido, de un país sin Estado.
 
Nueve años después, 54.11 por ciento de los argentinos convalidaron la gestión de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner. ¿Por qué? Izquierdas sin pueblo y tecnócratas responden: a raíz de los precios al alza de las commodities (en particular, soya). Falso. Así como Venezuela, con o sin chavismo kirchnerismo, la soya y el petróleo ya estaban allí.
 
En ambos procesos, lo determinante tampoco fue la bonanza a secas de la economía, sino la voluntad política de redistribuir el ingreso en favor del Estado y los pulverizados por el modelo neoliberal. Por consiguiente, no se entiende bien qué reclaman hoy los porteños, cuando vuelven a proponer que la gente salga a las calles para protestar contra la presidenta.
 
¿De qué se quejan? El parque automotor aumentó 75 por ciento, surgieron 190 mil pymes, y la tropa clasemediera se triplicó de 20 a 60 por ciento. Por otro lado, 5 millones de jóvenes encontraron empleo, un millón accedió por primera vez a la universidad, 5 millones de jubilados recibieron 18 aumentos (70 por ciento de las familias, con dos jubilaciones), trabajadores y empleadores celebraron 2 mil acuerdos, y el pastel del ingreso se corta a favor de los sectores pobres y medios.
 
¿Guarismos oficiales? El articulista solicita indulgencia. Porque si bien la centrifugación semántica de palabras y conceptos es real, se niega a reconocer que el término oficial sea igual a mentira, “uhmmm…”, quién sabe. ¿O lo políticamente correcto consiste en dar por buenos los datos oficiales de México, Colombia, Chile y Perú, y sospechar los de Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Venezuela?
 
Incluyendo a Borges, se dice que los porteños son progresistas. Sin embargo, el autor de Ficciones fue genio y figura, y el año pasado más de 64 por ciento de los porteños eligieron a su álter ego como jefe de la CABA: el racista, ridículo y reaccionario Mauricio Macri.
 
Con todo, si los cinco partidos de la izquierda verdadera hubieran apoyado al kirchnerismo en la CABA, los resultados tampoco se alteraban. Y esto marcha asociado a un trauma político bicentenario: la peculiar mentalidad porteña, que suele asociar sus ideas con las del país, confundiendo sus intereses con los de la nación.
 
Botón de muestra: a finales de 1983, cuando el gobierno de Raúl Alfonsín impuso el control de cambios, los porteños aceptaron la medida como un acto de soberanía económica. Y el mes pasado, luego que el gobierno de Cristina hizo lo mismo, estallaron: ¡cepo cambiario! ¿Incluyendo 1.5 millones de argentinos que, entre enero y julio pasado, se pasearon por el exterior?
 
Echando mano a un plomizo término gramsciano, hegemonía, puede afirmarse que las oligarquías de finales del siglo XIX impusieron a los porteños la capacidad para generalizar una visión del mundo.
 
Hegemonía que subyace en todos y cada uno de los editoriales y artículos del monopolio mediático Clarín, y el diario La Nación: ¿la democracia, che? El mejor sistema del mundo… ¡siempre y cuando no haya elecciones!
 
 
 
Sandy: más allá del desastre natural


 
Tras dejar grave saldo de muerte y destrucción en Haití, Cuba, Jamaica, Bahamas, República Dominicana y Puerto Rico, el huracán Sandy pasó por la costa este de Estados Unidos y causó desastres equiparables que aún no terminan de cuantificarse pero que continúan en aumento en todos los ámbitos. La cifra de muertos subió ayer a medio centenar, se incrementó a 8 millones el número de viviendas sin electricidad y comienza apenas a dimensionarse la magnitud de las afectaciones materiales.
 
La pérdida de vidas humanas es, por definición, irreparable y dolorosa. En este caso permite además ponderar el potencial destructivo del meteoro: se trata de una de las contadas ocasiones en que un huracán golpea con fuerza descomunal a una sociedad opulenta y altamente desarrollada, sin que esa característica haya podido aminorar, hasta ahora, el sufrimiento de la población.
 
Por lo demás, es claro que los efectos de Sandy no se circunscriben a los ámbitos de la devastación material y humana, y que trascienden los límites del territorio estadunidense. En primer término, la paralización de las actividades económicas en una extensa región del país vecino condiciona severamente el proceso de reactivación económica en que se encuentra Estados Unidos a raíz de la crisis financiera que inició en 2008-2009. A ello deberá añadirse el costo que implicará reparar los daños materiales, que se calculan entre 10 mil millones y 50 mil millones de dólares, según fuentes diversas.
 
El panorama no es alentador para una economía mundial que, tras los descalabros financieros de hace tres años, ha tenido una recuperación por lo menos accidentada y claramente insatisfactoria, que actualmente enfrenta factores de preocupación e incertidumbre por la crisis de la deuda que aqueja a varios países de la eurozona.
 
Por lo que hace a México, dicho escenario descrito debiera ser un llamado de alerta para los encargados del manejo económico del país, en la medida en que pudiera reducir el flujo de divisas provenientes del país vecino y afectar severamente la actividad comercial binacional. En tal contexto, sería lamentable que el gobierno federal reditara la actitud indolente, irresponsable y falta de visión que caracterizaron los tristemente célebres pronósticos formulados hace cuatro años por el entonces secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quien calificó de catarrito una crisis económica que a la postre derivó en la peor caída del PIB nacional en la historia, así como en un aumento de la pobreza, la marginación y el desempleo en el país.
 
 
Ante los barruntos de lo que parece ser un nuevo ciclo recesivo en el planeta, cabe esperar que las autoridades nacionales muestren la altura de miras que no tuvieron ante la crisis financiera de 2008 y 2009 y tomen las precauciones necesarias: desde la puesta en marcha de mecanismos de protección a la economía de los más desprotegidos hasta acciones concretas para revertir la vasta dependencia económica de México hacia la nación vecina, como la reactivación y fortalecimiento del mercado interno, el manejo eficiente del gasto público y la aplicación rigurosa del cobro de impuestos a las grandes fortunas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario