Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 21 de octubre de 2012

EL DESPERTAR- La subasta de Pemex-Cómo quieren entregar Pemex-La hora de los principios

El Despertar
Calderón, un desastre previsible
José Agustín Ortiz Pinchetti
Ningún presidente contemporáneo ha terminado peor su régimen que Felipe Calderón. Salinas esquivó el desastre financiero desplazando su revelación y manejo a su sucesor. Lo más espectacular es el fracaso de la guerra contra el narco, que saturó de horror al país, provocó 120 mil muertes y una secuela de torturas, desapariciones, vindictas, amén de la destrucción de medio millón de familias y la descomposición de las fuerzas de seguridad. A cambio: cero reducción del tráfico y consumo de enervantes.
 
Su administración fue desastrosa en todos los campos, con excepción de los controles macroeconómicos impuestos con un costo social brutal por los ortodoxos funcionarios del viejo régimen. Al repasar el escenario nos encontramos un avance espectacular de la corrupción con el más pobre desempeño en la economía, más inseguridad, deterioro de la esperanza y calidad de vida, y de la cohesión social. No es un daño menor la derrota del PAN, en peligro de caer a menos de 20 por ciento del voto. Los malos resultados eran previsibles desde que tomó posesión el primero de diciembre de 2006, por varias razones:
 
1. Carencia de legitimidad. Es muy difícil echar a andar un proyecto de gobierno cuando más de la mitad de la población cree que te robaste la elección. Lo peor es que Calderón no tenía legitimidad ante sí mismo. Producto de una cultura clerical, vive en una conciencia culpígena que seguramente lo irritó al punto que quiso compensar lo perdido en las urnas con una guerra santa de exterminio del mal, sin objetivos estratégicos: una decisión enfermiza y autodestructiva.
 
2. No estaba preparado para gobernar México. Se movía muy bien dentro del PAN, pero su desempeño como coordinador de la fracción panista y como jefe del partido fue mediocre. El PAN se estancó y perdió el impulso que le había dado Salinas. Su paso por la administración pública durante el foxismo fue breve e irrelevante. ¿Cómo podría una persona así, sin grandes luces, conducir la compleja administración pública federal? Además, Calderón es un hombre resentido, rígido, iracundo e impulsivo; le gustaba provocar a sus adversarios y ofender a los priístas, de quienes ahora depende. ¿Cómo, con esas prendas, podría ser buen presidente?
 
3. Es un panista clásico, sin vocación de poder. El PAN, donde creció y se educó, no se proponía alcanzar el poder. Pretendía formar conciencia entre los ciudadanos y denunciar sistemáticamente al poder y los poderosos. Esto invalidaba a los panistas para ejercer el poder y sus riesgos. Esta debilidad ha arrastrado al PAN a una imitación de las peores cualidades del PRI que ellos criticaban con furia. Han caído en todas las corruptelas, simulaciones y disimulos que denunció Gómez Morín.
La subasta de Pemex
Arnaldo Córdova
Fiel a su propósito, ya enunciado desde antes de que empezara la campaña electoral, de abrir Pemex a la iniciativa privada, Enrique Peña Nieto ha venido aprovechando sus viajes al exterior para ofrecer puertas abiertas a la inversión privada extranjera en la industria y en la creación de infraestructura, casi sin ninguna restricción. El discurso, claro está, le alcanza para pregonar, como lo hizo en Alemania, que el Estado seguirá manteniendo la propiedad de los hidrocarburos y la rectoría económica de Petróleos Mexicanos [sic]. En qué sentido lo haría después de dar entrada a la inversión privada es, como cabe suponer, un misterio.
 
El dogma fijo en el que se asienta esa propuesta es, desde luego, que las empresas paraestatales difícilmente podrían encontrar por sí mismas la capacidad financiera para desarrollar los objetivos que buscan. Una y otra vez vuelve a repetir que nos hallamos atados a formas ideológicas obsoletas e inaplicables ya en el mundo de nuestros días (por ejemplo, aunque nunca lo dice, los principios constitucionales de rectoría del Estado de la economía, no de Pemex, como él dijo, o el que establece la propiedad exclusiva de la nación sobre los recursos naturales y sobre los procesos de explotación de los mismos).

Para él el problema es de recursos. Nunca ha hecho mención del hecho de que Pemex es expoliada presupuestalmente hasta dejarla en cueros y sin recursos, en lugar de permitirle aplicar sus colosales ingresos en el desarrollo de la industria petrolera y de muchas otras ramas de la economía. Para él, tenemos que cambiar nuestra forma de hacer las cosas y de aprovechar ese potencial con otros mecanismos que permitan la participación del sector privado. Sólo así se puede complementar la inversión que se demanda (La Jornada, 13.10.2012).

Parte del dogma peñanietista, como en general de la derecha mexicana, es que la experiencia de otros países muestra que el camino no es el que marca nuestra Constitución, sino la apertura al capital privado, sin límites y sin trabas. Se señala el caso ya resobado de Petrobras, ejemplo favorito cuando se argumenta acerca de lo exitosa que es la apertura al sector privado. Ni siquiera discuten el hecho de que la empresa brasileña fue en picada durante los ocho años de gobierno del derechista Fernando Henrique Cardoso, hasta que llegó Lula para rencausar en un sentido nacionalista la operación de Petrobras y la creación de otra empresa, solamente estatal, encargada en exclusiva de los nuevos hallazgos petroleros.

Los brasileños han venido rescatando su industria de manos de privados y no al contrario, como pretende la derecha hacer en México. Ellos están construyendo una infraestructura enorme y, sobre todo, no han renunciado a la investigación propia, científica y tecnológica, en materia petrolera. Su Instituto Brasileño del Petróleo les ha redituado enormidades en la promoción de su desarrollo y caminando sobre sus propios pies. Ellos están construyendo nuevas refinerías y reconfigurando las antiguas. En México, el Instituto Mexicano del Petróleo ya no es ni la sombra de lo que antaño fue y, por otra parte, ya sabemos la ridícula historia de nuestras refinerías.

Peña Nieto, cosa que es de veras novedosa, dijo en Alemania que su intención es promover reformas constitucionales en materia energética si eso se hacía necesario. O no supo lo que dijo o, de plano, le entró por bromear a lo loco. Tan sólo un día antes, Augusto de la Torre, economista en jefe del Banco Mundial, alertó sobre la necesidad de que en México se busque un consenso social para cualquier intento de reforma energética que se prospecte. “El área energética –dijo– ha sido objeto de un intenso debate en México, con visiones distintas de cuál es el modelo apropiado para desarrollar el sector”. Por lo visto, eso no basta, pues agregó que la búsqueda de un consenso social en torno al camino de la reforma va a ser decisiva en el crecimiento de México (La Jornada, 12.10.2012).
Foto
¿Cuánto más durará Pemex si se le sigue sometiendo a esta expoliación sin freno y a este dispendio de recursos que luego gravarán sobre su deuda? En la imagen, instalaciones de la refinería Ingeniero Antonio M. Amor, en Salamanca, GuanajuatoFoto Alfredo Domínguez
 
Una reforma constitucional en materia energética es lo menos que la derecha mexicana desearía, porque sabe que entraría en un terreno en el que saldría perdiendo, de todas, todas. Fox y Calderón promovieron sus reformas cuidándose mucho de tocar la Constitución, aunque sus iniciativas legales fueran abiertamente anticonstitucionales. Fue un buen método para violar la Constitución y pervertir el estado de derecho. Cuando se trató de reformas que tocaban, aun sin referirse a la Carta Magna, instituciones que están ligadas a la historia constitucional del país, como la propiedad nacional sobre el subsuelo (reforma de 2008) o el régimen del trabajo, la reacción de todos los sectores políticos fue muy viva y prefirieron no meterse con ellas, contentándose con hacer planteamientos de mera reforma legal.
 
Pero es de apostarse que Peña Nieto no será tan tonto de meterse en honduras. Se adivina que su elección serán siempre las reformas legales. La Constitución sigue siendo, en ciertos rubros, francamente intocable. Podrán hacer la prueba. El mexiquense no se ve para eso. Sus posturas derechistas y patronales no son más que alardes de principiante. ¿Qué diferencia hay entre él y los presidentes panistas en lo tocante a la reforma energética? No se ve ninguna y lo más probable es que siga exactamente los mismos pasos de sus antecesores. Ya ni siquiera, lo que es el signo de todos los priístas, hace un mínimo esfuerzo por diferenciarse de ellos. Todo radica, según él, en la eficacia de gobierno. Él sí sabrá hacer lo que los otros no pudieron. Y, ¿quién le va a creer?
 
Uno no entiende, por otra parte, cómo es que Pemex anda haciendo inversiones en España, primero comprando paquetes accionarios de Repsol y, luego, encargando hoteles flotantes en los astilleros gallegos, cuando declara no tener los recursos necesarios para construir una nueva refinería que se ha programado presupuestalmente y que se aplaza, una y otra vez, hasta las calendas griegas. Eso es simple, basta echar una mirada a la página del endeudamiento de la paraestatal para darse cuenta de que a Pemex no sólo se la esquilma de lo lindo sino que, además, se la endeuda con objetivos que nunca aparecen claros. ¿Para qué quiere nuestro ente petrolero esos llamados floteles? Una y otra vez, también, comprobamos que se trata sólo de tirar el dinero, como sucedió con las inversiones en Repsol y ahora resulta que Peña Nieto está interesado en esos mismos negocios.
 
¿Cuánto más durará Pemex si se le sigue sometiendo a esta expoliación sin freno y a este dispendio de recursos que luego gravarán sobre su deuda? Uno esperaría que en el PRI, al menos por pura demagogia, de la que nos tiene tan acostumbrados, se mantuvieran los antiguos ideales nacionalistas. Pero es un juego inútil, pues los que mandan en ese partido son los mismos que han guiado las acciones de gobierno de la derecha panista. El PRI hoy representa a esa misma derecha y sería una tontería hacerse ilusiones. Peña Nieto va por la riqueza petrolera para los privados y hasta lo anda anunciando.
Monumento-Fisgón
Cómo quieren entregar Pemex
Antonio Gershenson
Pemex ha hecho circular, en inglés y por lo tanto entre trasnacionales, un documento con una serie de cambios que señalan como las posibilidades. Traducimos algunas partes, que no se señalan como excluyentes entre sí. Están en la página 42.
 
Transformar a Pemex en una entidad independiente incluyendo Pemex excluido del presupuesto y venta de bonos.

Transformar a Pemex en una empresa incluyendo Eliminación del control por el Estado (cambios al Artículo 28) y también posibilidad de formar alianzas estratégicas.

Una industria gobernada por concesión política incluyendo “Eliminación del esquema de Área Estratégica (cambios al Artículo 27), y sujeto a una ley comercial.

Estos son los planteamientos. Recordamos los artículos 27 y 28 en sus partes más relacionadas con el petróleo:

Artículo 27.- Corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales... el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos;... En los casos a que se refieren los dos párrafos anteriores, el dominio de la Nación es inalienable e imprescriptible y la explotación, el uso o el aprovechamiento de los recursos de que se trata, por los particulares o por sociedades constituidas conforme a las leyes mexicanas, no podrá realizarse sino mediante concesiones, otorgadas por el Ejecutivo Federal, de acuerdo con las reglas y condiciones que establezcan las leyes...

Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que en su caso se hayan otorgado y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la Ley Reglamentaria respectiva.

2. Artículo 28.- En los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los monopolios, las prácticas monopólicas, los estancos y las exenciones de impuestos en los términos y condiciones que fijan las leyes. El mismo tratamiento se dará a las prohibiciones a título de protección a la industria.

No constituirán monopolios las funciones que el Estado ejerza de manera exclusiva en las siguientes áreas estratégicas: ...petróleo y los demás hidrocarburos; petroquímica básica... El Estado, al ejercer en ellas su rectoría, protegerá la seguridad y la soberanía de la Nación.

Los cambios que habría que hacer para los planteamientos de Pemex, para su privatización, están en estos párrafos que transcribimos. El supuesto futuro gobernante y su equipo han estado hablando de la entrada de empresas privadas y de las transnacionales a Pemex. Ya los actuales funcionarios y el actual gobierno han reducido el papel de Pemex en la industria petrolera, y dado la entrada a empresas privadas, sobre todo transnacionales.
 
Recientemente, han llamado mucho la atención las inversiones de Pemex en España. Hay un antecedente que es Servicios Administrativos Cuenca de Burgos SA de CV, dependiente el monopolio español Repsol, que tiene firmado con Pemex un contrato de largo plazo desde el pasado régimen panista, para ejercer todas las funciones relacionadas con la producción de gas natural en un gran tramo de esta cuenca.
 
Compró Pemex 5 por ciento de las acciones de Repsol, y luego otro tanto. Las pérdidas fueron enormes, al caer esas acciones en su conjunto, lo mismo sucedió con las de Pemex, 16 mil millones. Más recientemente, los negocios como hoteles flotantes, astilleros y otros en España, son enormes inversiones de Pemex que pueden perderse como el valor de las acciones, pues ese país está cada vez más en crisis.
 
En cambio, en México, Pemex gasta en España pero tiene abandonadas la refinería que supuestamente se empezó en 2009, y zonas de exploración y producción que todavía son de Pemex y que incluyen a las más productivas.
 
La suma de las regiones Marítima Suroeste y Sur, que en 2006 producían el 25% del total nacional de crudo, ahora produce el 43 por ciento del total. En cuanto al gas natural, la producción de estas regiones en el mismo período es del 45 por ciento del total nacional.
 
En cuanto a áreas especialmente productivas, Litoral de Tabasco ha aumentado su producción de gas natural ocho veces desde 2003 hasta la primera mitad de este año. Y su producción de petróleo crudo, en el mismo período, aumentó siete veces y un tercio.
 
Otra área especialmente productiva. El área de la Región Marina Suroeste, en aguas poco profundas, de Xux-Tsimín, su crudo es super ligero, 43 grados API, y los estudios muestran que es de las pocas en que su producción seguirá creciendo hasta 2026. Las mayores reservas probadas de gas natural en el país, descubiertas en 2008, en 2009 y en 2010, lo fueron en Xux o en Tsimín. En cada año las nuevas reservas en esta área fueron mayoría absoluta de las nacionales descubiertas.
 
Las reservas estimadas en Xux-Tsimin fueron las dos terceras partes del total de áreas importantes encontradas. Las otras áreas importantes son de crudo super-pesado de 12 grados API.
 
Estas áreas de más calidad y las más productivas deben ser especialmente cuidadas para Pemex, se debe cuidar que no sean entregadas. Son, además, una prueba viva de que Pemex puede hacer su trabajo, y de que no necesita ayuda del exterior. En cambio, hay todo un saqueo en las áreas entregadas a transnacionales, como Chicontepec y como Burgos.
 
Debemos defender a Pemex de los posibles cambios constitucionales y de las entregas a trasnacionales en general. Y debemos respetar sus recursos económicos, y no enviarlos al extranjero, para que puedan desarrollarse adecuadamente.
La hora de los principios
Rolando Cordera Campos
Presa del corto plazo, la sociedad asiste desarmada al cambio de poderes, mientras que quienes los detentan formalmente no encuentran el modo de comunicar sus visiones y ambiciones a una ciudadanía aturdida por la violencia y los desplantes autoritarios de última hora por parte del presidente Calderón. Haber presentado una iniciativa tan divisiva como la de la reforma laboral, so capa de estrenar el privilegio presidencial de la iniciativa preferente, no sólo muestra a un Poder Ejecutivo al borde de un ataque de nervios, sino a un empresariado embargado por una avidez de poder que no encuentra cauce ni dique apropiados en los partidos y los legisladores.
 
No se trata del derecho a la libertad de expresión de los propietarios, que no está en duda, sino de la prudencia y seriedad de los patrones para intervenir en un proceso político crispado que no puede gestar conductas apropiadas para construir el largo plazo. Éste es indispensable para deliberar sobre reformas de gran calado cuya mera definición precisa, en cuanto a su perfil y alcances, ha estado ausente del debate actual y de los pasados sobre las reformas que tanto necesitamos, mantra nefasto que no contribuye en nada a transparentar los intereses en juego y la posibilidad de volverlos compatibles con objetivos mayores de bien común o interés general. Tal vez sea por todo esto que vivamos hoy bajo la terrible sensación de que no hay Estado.

No hay tal cosa, pero el que la sensibilidad dominante en amplios grupos sociales sea ésta, señala una dirección peligrosa para la política futura e inmediata: que lo que se imponga sea un clamor por la recentralización del poder, por encima de las restricciones democráticas, políticas y jurídicas, como único camino para lidiar con la decadencia institucional y, a la vez, encarar los desafíos del cambio estructural que la crisis global plantea. Más que de la superchería sobre la restauración priísta, estaríamos aquí hablando de la irrupción de nuevas tendencias y fuerzas autoritarias sustentadas en coaliciones muy lejanas de aquellas nacional-populares que dieron lugar al presidencialismo mexicano y su corporativismo político, como atinadamente lo llamara Arnaldo Córdova.

Hablar y pensar en el largo plazo es crucial para sociedades en crisis, como la nuestra. Pero hacerlo es una tarea siempre acosada por la dictadura de lo inmediato que, para nuestro infortunio, no sólo sienta sus reales en el mercado y la empresa, sino en el Estado mismo, en los partidos y los congresos. Hace unas semanas, Arun Kumar, distinguido profesor indio de la Universidad Nehru, recordaba que Gandhi ofreció una salida sencilla a tan agresivo embrollo: para eso están los principios, que anclan y a la vez sirven de puente a las pasiones y a los intereses que ciegamente buscan su consumación en el corto plazo. ¿Podemos seguir la conseja gandhiana? Intentémoslo, por lo menos, recurriendo a los datos y estructuras duros de nuestra dura actualidad.
 
México ha sido un país marcado históricamente por la desigualdad. A través de los muchos cambios de régimen y formas de crecimiento que han moldeado su evolución, la desigualdad se ha mantenido como seña de identidad y forma cultural que afecta las relaciones sociales básicas y puede poner en riesgo la estabilidad política mínima que reclaman la democracia y el carácter abierto de su actual economía política. Por años, esta combinación pobreza de masas-desigualdad pudo dinamizarse gracias al crecimiento sostenido de la economía y un profundo cambio estructural dirigido a la industrialización del país. En esa etapa, que llegó hasta principios de los años 80 del siglo pasado, el Estado tuvo un papel central como promotor y líder del proceso económico y como conjunto institucional encargado de modular el conflicto social y crear mecanismos más o menos eficaces de protección social.
 
Con las crisis de aquellos años y el posterior cambio estructural para apresurar la inscripción del país en la escena global, mucho cambió en la estructura productiva y su orientación, en el tamaño y distribución de la población, en el sistema político y en el desempeño del Estado. Lo que no cambió positivamente fue una cuestión social caracterizada por la concentración de ingresos, riquezas y privilegios, la vulnerabilidad de la mayoría y la pobreza en sus diferentes categorías. La falta de un crecimiento sostenido y dinámico exacerbó estas tendencias y propició un divorcio fundamental entre la economía abierta y la demografía poblada de jóvenes. Todo este cuadro ha dañado la cohesión social y amenaza la reproducción democrática.
 
Construir un efectivo y legítimo Estado social y comprometerse con un crecimiento alto y sostenido, basado en una nueva industrialización capaz de interiorizar las promesas globales, es lo que México requiere con urgencia. Sólo así podrá ponerse en el centro la superación del mal empleo que hoy nos afecta y darle a la justicia social un significado actual que, además, esté a la altura los tiempos de crisis y transformación que viven el mundo y su globalización.
 
Nacionalizar la globalización y realizar la reforma social del Estado para convertirlo en un auténtico Estado de bienestar, serían las divisas maestras de un gran cambio de objetivos nacionales para cimentar un auténtico acuerdo en lo fundamental. He aquí unos principios iniciales de los que podríamos agarrarnos para evitar que el remolino nos alevante.
Encogida-Rocha

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