Chile: ensayo diplomático de un escritor
Roberto Ampuero, nuevo embajador de Chile en México.
Foto: Miguel Dimayuga
Foto: Miguel Dimayuga
Al recientemente designado embajador de Chile en México, Roberto Ampuero, lo caracterizan dos vertientes de actividad: la literaria, como escritor reputado que es, y la política, que lo ubica como un hombre controvertido. La razón: su viraje ideológico. De haber sido partidario de la revolución cubana y haber combatido la dictadura de Pinochet, incluso al costo del exilio, hoy es anticastrista declarado y se halla al servicio de un gobierno de derecha, el de Sebastián Piñera. En entrevista exclusiva con Proceso, Ampuero expone sus motivaciones políticas y parte de su proyecto diplomático.
VALPARAÍSO, CHILE (Proceso).- Designado embajador de Chile en México, país donde presentó sus cartas credenciales el pasado 24 de febrero ante el presidente Felipe Calderón, al escritor Roberto Ampuero se le pregunta:
–Si usted vivió parte de su largo exilio en la República Democrática Alemana y en Cuba, ¿por qué razón apoyó una candidatura presidencial de la derecha (la de Sebastián Piñera), cuando en las filas de los partidos de esta tendencia figuran personas que son responsables de su exilio, así como del exilio y otros sufrimientos de miles de chilenos?
–No es el pasado lo que separa hoy a los chilenos, sino las visiones sobre el país que queremos construir a partir de lo que tenemos y de los aspectos que debemos modificar o perfeccionar.
En entrevista exclusiva con Proceso, puntualiza: “Si el pasado siguiese dividiendo a los chilenos, no habría existido la Concertación que, tras la dictadura de Augusto Pinochet, dirigió con éxito a nuestro país entre 1990 y 2010”.
Explica que la Concertación está integrada por la izquierda (en la que convergen los partidos Socialista, Radical y Por la Democracia) y la Democracia Cristiana, y cuenta con el apoyo del Partido Comunista.
“Sin embargo –dice–, la izquierda y la Democracia Cristiana fueron antagónicas durante el gobierno del presidente Salvador Allende, conflicto que desembocó en el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Lo que la ciudadanía valora en las elecciones es la capacidad que muestran los políticos para alcanzar consenso, resolver los problemas del presente y liderar al futuro”.
Agrega: “En Chile hubo una dictadura que terminó hace 22 años. Vivimos en democracia desde entonces, y lo que separa ahora a los chilenos son fundamentalmente los temas que presenta un país que ha crecido una enormidad, que tiene un ingreso per cápita superior a los 15 mil dólares, que ha reducido en forma drástica la pobreza, que muestra una clase media creciente, pujante y exigente, que enfrenta nuevos desafíos económicos, sociales y políticos en su proceso de modernización”.
He ahí algunos de los motivos que, según sus argumentaciones, lo llevaron a representar al gobierno derechista de Piñera habiendo sido él un intelectual de izquierda.
Nacido en Valparaíso en 1953, Roberto Ampuero es periodista, profesor de literatura hispanoamericana y autor de numerosos libros, seis de los cuales son novelas policiacas, género en el que ha alcanzado renombre internacional. Entre éstas –que tienen invariablemente por protagonista al detective privado Cayetano Brulé– destacan ¿Quién mató a Cristián Kustermann? (1993), Boleros en La Habana (1994), Cita en azul profundo (2004) y El caso Neruda (2008).
Su novela Pasiones griegas fue elegida por la Casa Editorial de Literatura Popular de China como uno de los dos mejores libros en castellano de 2006, junto con La enfermedad, del venezolano Alberto Barrera Tyska. Sus obras han sido publicadas en 10 idiomas y en Chile han obtenido récord de ventas.
El embajador Ampuero tiene una fuerte vinculación con la política. “Ingresé a las Juventudes Comunistas mientras estudiaba en Chile en un colegio exclusivo y conservador: el Colegio Alemán de Valparaíso. Di ese paso inspirado por el ideario revolucionario de Allende y la fascinación que ejerció sobre mí el movimiento cultural chileno de finales de los sesenta”, comenta.
Luego del golpe militar de septiembre de 1973 partió a Alemania Oriental, donde estudió periodismo en la Universidad de Leipzig, entonces llamada Karl Marx. Allí conoció a la que sería su esposa: la cubana Margarita Flores, hija de Fernando Flores Ibarra, un alto funcionario de Cuba, lo que le permitió tener acceso a la nomenclatura fidelista.
En julio de 1974 partió con su mujer a la isla. Sin embargo, no tardó en desilusionarse al ser testigo de un sistema político en el que prevalecían el “desastre económico” y una ausencia de democracia.
Renunció al Partido Comunista de Chile en 1976. “Una cosa me quedó clara a los 23 años, después de haber vivido bajo Pinochet y en el socialismo real: no quería para Chile ninguno de esos modelos. Desde entonces me identifico con principios esenciales: respeto a los derechos humanos; democracia parlamentaria; libertad de expresión, de prensa, de asociación y de desplazamiento; justicia y equidad social, y el derecho a la propiedad privada. En términos de valores soy liberal, y tolerante en lo político; no milito en partido alguno y rechazo dictaduras de derecha e izquierda. En mi literatura y mis columnas se expresan con claridad mis convicciones”, plantea.
Hacia la disidencia
Pese a su desilusión con el sistema socialista y haber roto –en 1977– con su esposa Margarita, Ampuero se mantuvo en la isla hasta 1979. Allí estudió literatura latinoamericana en la Universidad de La Habana. Entre sus contactos más cercanos hubo varios disidentes, como el poeta Heberto Padilla.
Su distanciamiento ideológico con los socialismos reales y su renuncia al Partido Comunista no le impidieron volver a la RDA, país en el que profundizó sus estudios de marxismo en la Escuela Juvenil Superior Wilhelm Pieck, conocida como El Monasterio Rojo.
En 1983 cruzó a Alemania Federal, donde tuvo una nutrida actividad periodística y escribió sus primeras dos novelas: El hombre golondrina (1983) y La guerra de los duraznos (1984), ambas en alemán.
En 1993 volvió a Chile, viaje que coincidió con la obtención del primer premio en el concurso Revista de Libros, del diario El Mercurio, con ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, lo que marcó su despegue como escritor.
Su postura ante los regímenes socialistas devino en anticastrismo. Hace tres años, cuando la entonces presidenta Michelle Bachelet realizó una visita oficial a Cuba, Ampuero la acusó de ser complaciente con el régimen de la isla: “Una presidenta que ha vivido y ha sufrido los rigores de la dictadura de Pinochet (…) no puede ir a un país donde hay una dictadura desde hace 50 años, hacer como que no existe esa dictadura e, incluso, no reunirse con la gente que ha sufrido la represión” (carta a El Mercurio, 9 de enero 2009).
Tras una estancia en Suecia (1997-2000), obtuvo un doctorado en literatura en la Universidad de Iowa con la tesis La historia como conjetura: La narrativa de Jorge Edwards. Posteriormente se desempeñó como profesor de literatura y cultura latinoamericana en el mismo centro de estudios.
“Aliados naturales”
Durante la entrevista con Proceso –realizada mediante correo electrónico–, Ampuero es optimista en lo que respecta al estado de las relaciones entre Chile y México. “Son excelentes”, asegura.
Ofrece argumentos: “Tenemos un acuerdo de libre comercio y un acuerdo de asociación estratégica de una potencialidad infinita, así como provechosos vínculos en el ámbito de cooperación para el desarrollo, cultura, seguridad, ciencia y tecnología y educación”.
“México y Chile –continúa– son aliados naturales porque comparten valores, intereses y cultura. Además, muestran coincidencias en el análisis del mundo actual, en acciones internacionales y de cooperación en terceros países, y porque exhiben un alto grado de intercambio comercial y de inversiones, que pueden ser incrementados mucho más aún.
“Las buenas relaciones entre ambos países se iniciaron prácticamente con la independencia política de España, y tradicionalmente han sido estrechas y basadas, diría yo, en un respeto y una admiración mutua. Fue generoso y notable el apoyo de México a Chile después del terremoto del 27 de febrero de 2011, de lo cual estamos agradecidos. A esto se agrega la fina sintonía existente entre ambos mandatarios y cancilleres, lo que siempre añade un plus importante en las relaciones entre dos países.”
–¿Qué importancia le dará Chile a la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC, teniendo en cuenta que Piñera es presidente pro tempore de este organismo?
–Esta entidad ofrece oportunidades para resolver asuntos y desafíos regionales en forma mancomunada. De ahí su relevancia. No sustituye ni sucede a ninguna otra organización ni esquema de articulación regional. Es una articulación novedosa, largamente ansiada por muchos, en donde países con orientaciones y visiones diferentes encuentran la posibilidad de colaborar y resolver desafíos concretos.
Al embajador se le pregunta qué significa para él su nuevo cargo y si le quedará tiempo para dedicarse a la literatura.
Responde: “El presidente Piñera me ha honrado al designarme embajador en México y a esa función dedicaré todo mi esfuerzo. Llegué a México para cumplir labores como embajador, no como escritor. Aunque uno nunca deja de ser escritor, es evidente que ya no podré dedicar a la escritura las horas que le dedicaba a diario hasta hace unos meses, pues mi función, mis prioridades y responsabilidades ahora son otras”.
–¿Qué opina acerca de los modelos de izquierda existentes en el continente, como las de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina? ¿Considera que las izquierdas del continente aprendieron las lecciones del fracaso de los socialismos reales.
–A mi juicio los países que usted menciona muestran diferencias como para colocarlos bajo una sola etiqueta. Cada uno está afrontando a partir de sus convicciones y realidades los retos del mundo globalizado y de la crisis mundial. Por otro lado, Brasil juega hoy en las ligas mayores de la economía y la política mundial, y pronto será una de las cinco economías más poderosas del planeta.
–En el transcurso del último año se han registrado en Chile grandes manifestaciones estudiantiles, ambientalistas, de pescadores y de indígenas que muestran un agotamiento del modelo de desarrollo que ha mantenido el país desde hace tres décadas. ¿Qué reflexiones hace usted respecto del modelo neoliberal en Chile?
–Me gustaría aportar ciertos matices a su análisis: Chile registra un proceso de crecimiento económico sostenido durante los últimos 25 años, lo que lo ha colocado a las puertas de convertirse en una nación desarrollada en términos estadísticos, un logro notable. Además, a partir de 1990 el país comenzó su exitoso proceso de democratización. Hoy, el país crece al 6% anual, muestra récords en exportación e inversión nacional y extranjera, y el desempleo disminuye.
“Sin embargo, han emergido demandas sociales masivas y urgentes, entre ellas las que usted menciona. Estas demandas se acumularon en los últimos decenios y el gobierno del presidente Sebastián Piñera, que asumió hace dos años, las está afrontando y solucionando.”
Ampuero considera que estas demandas sociales son parte de “un proceso vinculado con lo que denominaría el síndrome del ingreso per cápita superior a los 15 mil dólares”.
Busca explicarse: se trata de “un fenómeno que observamos en otros países que superaron esa barrera. El país ha crecido y así también lo ha hecho el nivel de su consumo y de expectativas. Ha disminuido la pobreza y crece una pujante clase media, que exige más de la sociedad, la clase política y del Estado, y que aspira a cumplir sus expectativas de movilidad social. La gente sabe hoy que esto pasa por tener una educación que sea mejor y económicamente asequible, porque se respeten más sus derechos como personas y consumidores, porque se le reconozca una labor fiscalizadora mucho mayor”.
Resume: “La sociedad chilena está hoy más empoderada y tiene una visión crítica de la clase política y de muchas de sus instituciones. Es una ciudadanía exigente con todos: con el gobierno y también con la oposición, como lo demuestran las encuestas”.
El nuevo embajador de Chile en México subraya que el gobierno de Piñera “se encontró con demandas acumuladas después de uno de los peores terremotos en la historia de la humanidad y en la víspera de una crisis económica mundial”.
Sin embargo, plantea que es necesario tener cautela a la hora de sacar conclusiones, pues, dice, así como percibe que los chilenos “son hoy más exigentes con los políticos y las instituciones”, no cree que un proyecto que busque cambiar drásticamente el modelo obtenga apoyo relevante en las elecciones.
Concluye: “Los niveles de consumo y construcción, de adquisición de automóviles y viviendas, de bienes para el hogar, siguen creciendo; la demanda actual por una mejor educación es fruto de la convicción de que la sociedad retribuye mejor a los más calificados profesionalmente. Dentro de esta economía, que el próximo año crecerá a poco menos de 4% debido a la crisis mundial, siento que los chilenos desean mayor cohesión, equidad y movilidad social, y también políticos que la representen de forma adecuada. Las encuestas muestran que la ciudadanía no brinda apoyo relevante a quienes abogan por un cambio drástico del país”.
VALPARAÍSO, CHILE (Proceso).- Designado embajador de Chile en México, país donde presentó sus cartas credenciales el pasado 24 de febrero ante el presidente Felipe Calderón, al escritor Roberto Ampuero se le pregunta:
–Si usted vivió parte de su largo exilio en la República Democrática Alemana y en Cuba, ¿por qué razón apoyó una candidatura presidencial de la derecha (la de Sebastián Piñera), cuando en las filas de los partidos de esta tendencia figuran personas que son responsables de su exilio, así como del exilio y otros sufrimientos de miles de chilenos?
–No es el pasado lo que separa hoy a los chilenos, sino las visiones sobre el país que queremos construir a partir de lo que tenemos y de los aspectos que debemos modificar o perfeccionar.
En entrevista exclusiva con Proceso, puntualiza: “Si el pasado siguiese dividiendo a los chilenos, no habría existido la Concertación que, tras la dictadura de Augusto Pinochet, dirigió con éxito a nuestro país entre 1990 y 2010”.
Explica que la Concertación está integrada por la izquierda (en la que convergen los partidos Socialista, Radical y Por la Democracia) y la Democracia Cristiana, y cuenta con el apoyo del Partido Comunista.
“Sin embargo –dice–, la izquierda y la Democracia Cristiana fueron antagónicas durante el gobierno del presidente Salvador Allende, conflicto que desembocó en el golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Lo que la ciudadanía valora en las elecciones es la capacidad que muestran los políticos para alcanzar consenso, resolver los problemas del presente y liderar al futuro”.
Agrega: “En Chile hubo una dictadura que terminó hace 22 años. Vivimos en democracia desde entonces, y lo que separa ahora a los chilenos son fundamentalmente los temas que presenta un país que ha crecido una enormidad, que tiene un ingreso per cápita superior a los 15 mil dólares, que ha reducido en forma drástica la pobreza, que muestra una clase media creciente, pujante y exigente, que enfrenta nuevos desafíos económicos, sociales y políticos en su proceso de modernización”.
He ahí algunos de los motivos que, según sus argumentaciones, lo llevaron a representar al gobierno derechista de Piñera habiendo sido él un intelectual de izquierda.
Nacido en Valparaíso en 1953, Roberto Ampuero es periodista, profesor de literatura hispanoamericana y autor de numerosos libros, seis de los cuales son novelas policiacas, género en el que ha alcanzado renombre internacional. Entre éstas –que tienen invariablemente por protagonista al detective privado Cayetano Brulé– destacan ¿Quién mató a Cristián Kustermann? (1993), Boleros en La Habana (1994), Cita en azul profundo (2004) y El caso Neruda (2008).
Su novela Pasiones griegas fue elegida por la Casa Editorial de Literatura Popular de China como uno de los dos mejores libros en castellano de 2006, junto con La enfermedad, del venezolano Alberto Barrera Tyska. Sus obras han sido publicadas en 10 idiomas y en Chile han obtenido récord de ventas.
El embajador Ampuero tiene una fuerte vinculación con la política. “Ingresé a las Juventudes Comunistas mientras estudiaba en Chile en un colegio exclusivo y conservador: el Colegio Alemán de Valparaíso. Di ese paso inspirado por el ideario revolucionario de Allende y la fascinación que ejerció sobre mí el movimiento cultural chileno de finales de los sesenta”, comenta.
Luego del golpe militar de septiembre de 1973 partió a Alemania Oriental, donde estudió periodismo en la Universidad de Leipzig, entonces llamada Karl Marx. Allí conoció a la que sería su esposa: la cubana Margarita Flores, hija de Fernando Flores Ibarra, un alto funcionario de Cuba, lo que le permitió tener acceso a la nomenclatura fidelista.
En julio de 1974 partió con su mujer a la isla. Sin embargo, no tardó en desilusionarse al ser testigo de un sistema político en el que prevalecían el “desastre económico” y una ausencia de democracia.
Renunció al Partido Comunista de Chile en 1976. “Una cosa me quedó clara a los 23 años, después de haber vivido bajo Pinochet y en el socialismo real: no quería para Chile ninguno de esos modelos. Desde entonces me identifico con principios esenciales: respeto a los derechos humanos; democracia parlamentaria; libertad de expresión, de prensa, de asociación y de desplazamiento; justicia y equidad social, y el derecho a la propiedad privada. En términos de valores soy liberal, y tolerante en lo político; no milito en partido alguno y rechazo dictaduras de derecha e izquierda. En mi literatura y mis columnas se expresan con claridad mis convicciones”, plantea.
Hacia la disidencia
Pese a su desilusión con el sistema socialista y haber roto –en 1977– con su esposa Margarita, Ampuero se mantuvo en la isla hasta 1979. Allí estudió literatura latinoamericana en la Universidad de La Habana. Entre sus contactos más cercanos hubo varios disidentes, como el poeta Heberto Padilla.
Su distanciamiento ideológico con los socialismos reales y su renuncia al Partido Comunista no le impidieron volver a la RDA, país en el que profundizó sus estudios de marxismo en la Escuela Juvenil Superior Wilhelm Pieck, conocida como El Monasterio Rojo.
En 1983 cruzó a Alemania Federal, donde tuvo una nutrida actividad periodística y escribió sus primeras dos novelas: El hombre golondrina (1983) y La guerra de los duraznos (1984), ambas en alemán.
En 1993 volvió a Chile, viaje que coincidió con la obtención del primer premio en el concurso Revista de Libros, del diario El Mercurio, con ¿Quién mató a Cristián Kustermann?, lo que marcó su despegue como escritor.
Su postura ante los regímenes socialistas devino en anticastrismo. Hace tres años, cuando la entonces presidenta Michelle Bachelet realizó una visita oficial a Cuba, Ampuero la acusó de ser complaciente con el régimen de la isla: “Una presidenta que ha vivido y ha sufrido los rigores de la dictadura de Pinochet (…) no puede ir a un país donde hay una dictadura desde hace 50 años, hacer como que no existe esa dictadura e, incluso, no reunirse con la gente que ha sufrido la represión” (carta a El Mercurio, 9 de enero 2009).
Tras una estancia en Suecia (1997-2000), obtuvo un doctorado en literatura en la Universidad de Iowa con la tesis La historia como conjetura: La narrativa de Jorge Edwards. Posteriormente se desempeñó como profesor de literatura y cultura latinoamericana en el mismo centro de estudios.
“Aliados naturales”
Durante la entrevista con Proceso –realizada mediante correo electrónico–, Ampuero es optimista en lo que respecta al estado de las relaciones entre Chile y México. “Son excelentes”, asegura.
Ofrece argumentos: “Tenemos un acuerdo de libre comercio y un acuerdo de asociación estratégica de una potencialidad infinita, así como provechosos vínculos en el ámbito de cooperación para el desarrollo, cultura, seguridad, ciencia y tecnología y educación”.
“México y Chile –continúa– son aliados naturales porque comparten valores, intereses y cultura. Además, muestran coincidencias en el análisis del mundo actual, en acciones internacionales y de cooperación en terceros países, y porque exhiben un alto grado de intercambio comercial y de inversiones, que pueden ser incrementados mucho más aún.
“Las buenas relaciones entre ambos países se iniciaron prácticamente con la independencia política de España, y tradicionalmente han sido estrechas y basadas, diría yo, en un respeto y una admiración mutua. Fue generoso y notable el apoyo de México a Chile después del terremoto del 27 de febrero de 2011, de lo cual estamos agradecidos. A esto se agrega la fina sintonía existente entre ambos mandatarios y cancilleres, lo que siempre añade un plus importante en las relaciones entre dos países.”
–¿Qué importancia le dará Chile a la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños CELAC, teniendo en cuenta que Piñera es presidente pro tempore de este organismo?
–Esta entidad ofrece oportunidades para resolver asuntos y desafíos regionales en forma mancomunada. De ahí su relevancia. No sustituye ni sucede a ninguna otra organización ni esquema de articulación regional. Es una articulación novedosa, largamente ansiada por muchos, en donde países con orientaciones y visiones diferentes encuentran la posibilidad de colaborar y resolver desafíos concretos.
Al embajador se le pregunta qué significa para él su nuevo cargo y si le quedará tiempo para dedicarse a la literatura.
Responde: “El presidente Piñera me ha honrado al designarme embajador en México y a esa función dedicaré todo mi esfuerzo. Llegué a México para cumplir labores como embajador, no como escritor. Aunque uno nunca deja de ser escritor, es evidente que ya no podré dedicar a la escritura las horas que le dedicaba a diario hasta hace unos meses, pues mi función, mis prioridades y responsabilidades ahora son otras”.
–¿Qué opina acerca de los modelos de izquierda existentes en el continente, como las de Venezuela, Brasil, Bolivia y Argentina? ¿Considera que las izquierdas del continente aprendieron las lecciones del fracaso de los socialismos reales.
–A mi juicio los países que usted menciona muestran diferencias como para colocarlos bajo una sola etiqueta. Cada uno está afrontando a partir de sus convicciones y realidades los retos del mundo globalizado y de la crisis mundial. Por otro lado, Brasil juega hoy en las ligas mayores de la economía y la política mundial, y pronto será una de las cinco economías más poderosas del planeta.
–En el transcurso del último año se han registrado en Chile grandes manifestaciones estudiantiles, ambientalistas, de pescadores y de indígenas que muestran un agotamiento del modelo de desarrollo que ha mantenido el país desde hace tres décadas. ¿Qué reflexiones hace usted respecto del modelo neoliberal en Chile?
–Me gustaría aportar ciertos matices a su análisis: Chile registra un proceso de crecimiento económico sostenido durante los últimos 25 años, lo que lo ha colocado a las puertas de convertirse en una nación desarrollada en términos estadísticos, un logro notable. Además, a partir de 1990 el país comenzó su exitoso proceso de democratización. Hoy, el país crece al 6% anual, muestra récords en exportación e inversión nacional y extranjera, y el desempleo disminuye.
“Sin embargo, han emergido demandas sociales masivas y urgentes, entre ellas las que usted menciona. Estas demandas se acumularon en los últimos decenios y el gobierno del presidente Sebastián Piñera, que asumió hace dos años, las está afrontando y solucionando.”
Ampuero considera que estas demandas sociales son parte de “un proceso vinculado con lo que denominaría el síndrome del ingreso per cápita superior a los 15 mil dólares”.
Busca explicarse: se trata de “un fenómeno que observamos en otros países que superaron esa barrera. El país ha crecido y así también lo ha hecho el nivel de su consumo y de expectativas. Ha disminuido la pobreza y crece una pujante clase media, que exige más de la sociedad, la clase política y del Estado, y que aspira a cumplir sus expectativas de movilidad social. La gente sabe hoy que esto pasa por tener una educación que sea mejor y económicamente asequible, porque se respeten más sus derechos como personas y consumidores, porque se le reconozca una labor fiscalizadora mucho mayor”.
Resume: “La sociedad chilena está hoy más empoderada y tiene una visión crítica de la clase política y de muchas de sus instituciones. Es una ciudadanía exigente con todos: con el gobierno y también con la oposición, como lo demuestran las encuestas”.
El nuevo embajador de Chile en México subraya que el gobierno de Piñera “se encontró con demandas acumuladas después de uno de los peores terremotos en la historia de la humanidad y en la víspera de una crisis económica mundial”.
Sin embargo, plantea que es necesario tener cautela a la hora de sacar conclusiones, pues, dice, así como percibe que los chilenos “son hoy más exigentes con los políticos y las instituciones”, no cree que un proyecto que busque cambiar drásticamente el modelo obtenga apoyo relevante en las elecciones.
Concluye: “Los niveles de consumo y construcción, de adquisición de automóviles y viviendas, de bienes para el hogar, siguen creciendo; la demanda actual por una mejor educación es fruto de la convicción de que la sociedad retribuye mejor a los más calificados profesionalmente. Dentro de esta economía, que el próximo año crecerá a poco menos de 4% debido a la crisis mundial, siento que los chilenos desean mayor cohesión, equidad y movilidad social, y también políticos que la representen de forma adecuada. Las encuestas muestran que la ciudadanía no brinda apoyo relevante a quienes abogan por un cambio drástico del país”.
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