Aflora la suciedad del golpe a Luz y Fuerza
Aspectos elementales como descripciones detalladas de los activos y pasivos
de la extinta Luz y Fuerza del Centro siguen siendo escamoteados por el gobierno
de Felipe Calderón, que en octubre de 2009 disolvió el organismo descentralizado
y trasladó su infraestructura a la Comisión Federal de Electricidad. Este
ocultamiento de cifras correspondientes a los estados financieros de LFC
prevalece no obstante la reciente desclasificación de algunos de los documentos
relativos al proceso de extinción, los cuales muestran ya, con todo, evidencias
claras de la naturaleza perversa del decreto calderonista.
Apunto de que se cumplan tres años del decreto mediante el cual el presidente
Felipe Calderón extinguió Luz y Fuerza del Centro, prevalece la opacidad en lo
relativo a los inventarios de la infraestructura del organismo descentralizado y
la incógnita respecto de lo que sucederá en octubre próximo, cuando venza la
entrega en comodato de los bienes del organismo descentralizado a la Comisión
Federal de Electricidad (CFE).
El pasado 22 de febrero, la dirigencia del Sindicato Mexicano de
Electricistas (SME) y un grupo de diputados del PRD lograron que el Instituto
Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (IFAI)
ordenara la desclasificación de una serie de documentos sobre la extinción de
LFC, toda vez que el gobierno de Calderón había determinado mantenerlos en
reserva por un periodo de 12 años, lo que fue considerado improcedente por el
IFAI.
Entre la información desclasificada figura el convenio mediante el cual el
Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SAE) asumió la
administración de LFC y de un plumazo la otorgó en comodato a la CFE.
El comodato es un tipo de contrato consistente en otorgar a una persona
física o moral el usufructo de un bien de manera gratuita pero con un plazo
establecido de restitución. Para este caso, el comodato vence en octubre próximo
y, de no haber ninguna acción en contrario, se prorrogará por tres años más.
La operación de extinción de LFC se inició con la negativa de la Secretaría
del Trabajo, el 5 de octubre de 2009, de conceder la toma de nota al dirigente
del SME, Martín Esparza. El mismo día la Comisión Intersecretarial de Gasto
Público, Financiamiento y Desincorporación dictaminó en secreto la
extinción.
Durante los primeros minutos del 11 de octubre de 2009, Calderón emitió el
decreto referido mientras miles de policías federales y soldados tomaban las
instalaciones del organismo que abastecía de electricidad a la región centro del
país y se realizaban los trámites administrativos para la extinción,
considerados inconstitucionales por la dirigencia del SME.
El convenio millonario
El decreto emitido por Calderón estipuló que la administración de LFC
recaería sobre el SAE; en su artículo 2 señala que a esta instancia se le
otorgaron las “más amplias facultades para actos de administración, dominio y
pleitos y cobranzas, y para suscribir u otorgar títulos de crédito, incluyendo
aquéllas que, en cualquier materia, requieran poder o cláusula especial en
términos de las disposiciones aplicables, así como para realizar cualquier
acción que coadyuve a un expedito y eficiente proceso de liquidación”.
También ordenó que el SAE tomara el control y dispusiera de todos los bienes,
derechos, activos, juicios, obligaciones, pasivos, contratos, convenios y
recursos de LFC.
“(El SAE) tomará de inmediato las medidas necesarias para que los bienes del
organismo que se extingue que estén afectos a la prestación del servicio público
de energía eléctrica en el área geográfica en la que hasta antes de la
expedición del presente decreto venía prestándolo Luz y Fuerza del Centro, así
como los demás que sean necesarios para dicho servicio, sean utilizados para tal
fin conforme a lo dispuesto en la Ley del Servicio Público de Energía
Eléctrica.”
Bastaron 25 minutos para que el SAE asumiera el control de LFC, recibiera un
oficio de la Subsecretaría de Electricidad de la Secretaría de Energía y
redactara el convenio para otorgar en comodato a la CFE los bienes del organismo
extinto, así como los derechos accesorios y asociados a dichos bienes.
El trámite fue celebrado por el director del SAE, Luis Miguel Álvarez Alonso,
y por el entonces director de Operación de la CFE, Néstor Félix Moreno Díaz,
actualmente preso tras ser acusado de enriquecimiento ilícito por un monto de 34
millones de pesos.
Luego de las declaraciones de rigor, en las que los funcionarios acreditan su
personalidad jurídica y la procedencia de sus acciones, la primera cláusula del
convenio establece que el SAE “pone a disposición de CFE los bienes” citados en
el oficio de la Subsecretaría de Electricidad. También dispone que sean
devueltos los bienes que no sean necesarios para la prestación del servicio
público de energía eléctrica.
La segunda cláusula señala que a partir de la firma del convenio la CFE se
haría cargo de la operación, mantenimiento y seguridad de los bienes. La tercera
faculta a la paraestatal para que realice facturación y cobranza pendientes y
entregue al SAE los recursos, y ordena la presentación de un informe mensual
sobre el particular, entre otros puntos.
Con generalidades, sin cifras ni especificación alguna, el SAE asumió la
extinción y entregó a la CFE los bienes referidos, cuyo valor es de varios
cientos de miles de millones de pesos.
Por ejemplo, en el comodato se asentaron sin especificaciones ni costos los
listados de plantas de generación, líneas de transmisión, subestaciones
eléctricas y cientos de inmuebles. En una pequeña lista identificada como “Otros
bienes necesarios para la prestación del servicio público de energía eléctrica”,
se lee que éstos se componen de lo siguiente:
Vehículos y equipo de transporte; mobiliario y equipo diverso; materiales
contenidos en almacenes; materiales, muebles y equipos de proveedores recibidos
con posterioridad al 10 de octubre; subestaciones móviles; plantas de
emergencia; torres de emergencia; información administrativa y jurídica; bases
de datos de los sistemas de facturación, comercialización, transmisión, control
y distribución, y proyectos y obras en proceso.
Fue hasta el 26 de agosto siguiente cuando el SAE y la CFE ratificaron el
comodato ante el notario público número 14 del Distrito Federal, Maximino García
Cueto.
Inventarios difusos
Luego de conocer las condiciones en que se realizó el convenio y luego el
comodato, el dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas, Martín Esparza,
sostiene que la entrega de los bienes de LFC a la Comisión Federal de
Electricidad debe declararse nula por violar el procedimiento que se estipuló en
los artículos transitorios del decreto.
En entrevista con Proceso, Esparza explica que el decreto instruye al titular
del sector para que publique las bases de desincorporación en los tres días
hábiles siguientes a la publicación del decreto; pero, afirma, en virtud de que
el convenio se celebró 25 minutos después, cuando ya era domingo, día no hábil,
se violó el procedimiento establecido por el mismo Calderón.
“La gran pregunta ahora es respecto al SAE, que le transfirió todos los
bienes de la CFE en comodato. Nadie sabe qué va a pasar con la infraestructura y
eso lo tiene que resolver el Congreso, no el Ejecutivo”, advierte, y señala que
el SAE no ha informado sobre el patrimonio de LFC, lo que constituye otra
irregularidad.
“Ellos debieron tener acta de entrega-recepción de lo que les dieron a
administrar y no la tienen. Debieron elaborar un inventario de la
infraestructura y registrarla en la Dirección de Bienes Nacionales. Luego, abrir
una página que se pudiera consultar por todos los interesados, pero a la fecha
no se ha integrado ningún informe sobre los inventarios”, afirma.
El dirigente sindical asegura que durante estos años y debido a las lagunas
jurídicas, lo que ocurrió con Luz y Fuerza del Centro bajo el SAE y la CFE es
que saquearon sus instalaciones, vehículos y herramientas. Hay, dice, vehículos
que se compraron en licitaciones con montos en dólares pero que ya no se
utilizaron, lo mismo que contratos con terceros, como con ABB, de subestaciones
encapsuladas que no se instalaron.
“Calderón se ufana de la extinción de LFC. No hace mucho dijo que había
acabado con una empresa ineficiente y corrupta, pero no dice cómo es que no hay
nadie sancionado ni investigado por corrupción y aplica sanciones a corruptos si
era parte de su responsabilidad, no como la extinción. Lo único que provocó fue
un saqueo horrible que, por las omisiones del SAE, nadie está observando.”
La desclasificación
La justificación de Felipe Calderón para extinguir LFC fue que la empresa no
era sostenible “por su probada ineficiencia operativa y financiera”, lo que la
hacía inconveniente para la economía nacional y el interés público.
Con una enumeración de razones y recitando cifras millonarias que pintaban al
organismo descentralizado como incapaz de sostenerse, el mandatario extinguió
LFC y ordenó que se reservaran los documentos relacionados con el
procedimiento.
Desde que Luz y Fuerza del Centro quedó extinguida, el SME ha insistido en la
inconstitucionalidad del decreto y brindado una serie de argumentos que no han
podido sustentarse debido a que el gobierno federal clasificó los documentos que
respaldaban el decreto, de manera que cuando el asunto llegó a la Suprema Corte
de Justicia de la Nación (SCJN) los trabajadores no pudieron comprobar sus
dichos, refiere Martín Esparza.
Con la desclasificación de cuatro documentos, el SME considera que ha
empezado a encontrar las claves de la ilegalidad que no había podido
comprobar.
Esa información, dada a conocer por Esparza en el programa radiofónico de
Carmen Aristegui y cuya copia tiene Proceso, está constituida por una carta de
la entonces titular de la Secretaría de Energía, Georgina Kessel; por el
comodato; por las bases de la extinción, y por un diagnóstico mediante el cual
se intentó fundar y motivar la medida.
Al contrastar el contenido de los documentos con el acta de la última sesión
del órgano de gobierno de LFC, celebrada en junio de 2009, así como con los
estados financieros del organismo, Martín Esparza descalifica lo sostenido por
Calderón en el sentido de que el organismo era insostenible y causaba un daño
económico al país imputable a los trabajadores.
El acta de la última sesión de la junta de gobierno, celebrada apenas cuatro
meses antes de la extinción, en ningún momento contempló la extinción y hasta
fueron aprobados los estados financieros.
“Lo que decimos es que Felipe Calderón mintió a la sociedad; por eso
reservaron los documentos”, dice.
Añade que, si el asunto hubiera sido un problema económico, se debió dirimir
en la instancia laboral competente, pero como no era posible fundar ni motivar
una acción de ese tipo, una vez decretada la extinción, a los tres días el SAE
demandó la terminación de las relaciones laborales por causas fortuitas y de
fuerza mayor.
Para Esparza, el caso del SME ejemplifica el interés del gobierno federal por
aplicar mecanismos como los que prevé la reforma laboral que tanto promueve
Calderón en sus discursos. La decisión de poner fin a las relaciones laborales
por causas de fuerza mayor se aplicó también contra los trabajadores de la
sección 65 del sindicato minero, quienes, aun cuando después de mucho litigar
obtuvieron el reconocimiento legal de su huelga, fueron dejados en la calle.
Lo que se desprende del informe relativo a los documentos desclasificados es
en realidad un alegato sin fundamento, tratando de atribuir a los trabajadores
la debacle financiera de LFC, cuando el propio diagnóstico deja ver que el
problema financiero fue provocado, afirma.
Para ejemplificar lo anterior, Esparza sostiene que el costo del Contrato
Colectivo del Trabajo (CCT) con todo y prestaciones representa 6% de los
ingresos de LFC, mientras que se le resta importancia al hecho de que LFC tuvo
ingresos por 50 mil millones de pesos, pero compró electricidad por 60 mil
millones a la CFE.
El problema, dice, es que la CFE vendía a LFC la electricidad por encima del
valor industrial, pero a esta última se le impedía vender a un precio superior
al valor industrial. Además, se le impidió avanzar en el desarrollo de
generación propia, pues el propósito era entregar la generación a particulares.
Añade: “Esos documentos demuestran que la quiebra no fue debido al costo del CCT
ni exceso de personal. Las propias cifras que señala el gobierno muestran que
los salarios nunca fueron causantes del mal desempeño de LFC”.
Además, indica, los documentos hacen proyecciones de pasivos a 2030, pero
mezclan las cifras con las que había al momento de la extinción, generando una
crisis financiera virtual para el organismo, pero que no existe. Aunque la SCJN
resolvió que el decreto era constitucional, hay dos aspectos que son
significativos para el SME. El primero tiene que ver con el hecho de que la
Corte dejó a salvo los derechos laborales de los trabajadores, por lo que aún se
desahogan miles de demandas en las instancias laborales. Por otra parte, la
sentencia consideró que el SME no pudo probar que se falseó la viabilidad
financiera.
“No lo pudimos probar –insiste Martín Esparza– porque esos documentos estaban
reservados, pero ahora que los tenemos estamos pugnando en instancias
internacionales para que se instruya al Estado mexicano la restitución del
procedimiento y, ahora sí, poder demostrar que todo fue una farsa de Felipe
Calderón con la que dejó en la calle a 44 mil trabajadores.”
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