Bajo la Lupa
Irán
debe poseer la bomba, para el equilibrio nuclear en Medio Oriente, según Kenneth Waltz
Alfredo Jalife-Rahme
El presidente iraní, Mahmoud Ahmadinejad, durante una rueda
de prensa en ocasión de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Desarrollo
Sustentable en Río de Janeiro, el pasado jueves 21 de junio
Foto Ap
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En la revista Foreign Affairs (julio/agosto) –portavoz del influyente Council of Foreign Relations (CFR, por sus siglas en inglés)–, el icónico académico Kenneth Waltz lanza el equivalente a una bomba nuclear ideológica:
La razón por la cual Irán debe poseer la bomba: el equilibrio nuclear significaría estabilidad, que ha cimbrado a los círculos estratégicos a los dos lados del Atlántico norte y ha impactado en los circuitos BRICS.
Kenneth Waltz, prominente teórico
realistadel equilibrio del poder, es uno de los iconos de las relaciones internacionales de Estados Unidos y miembro de las universidades Columbia y California (Berkeley), por lo que su muy lúcida tesis es obligada de tomar en consideración y contrasta, en la misma revista, la obsesión de los turiferarios de una guerra de Israel/EU/OTAN contra Irán, la cual puede desembocar en una tercera guerra termonuclear, como advirtió el premier ruso Dimitri Medvediev en su célebre ponencia ante el Foro Jurídico Internacional en San Petersburgo (ver Bajo la Lupa, 20/5/12).
Waltz refiere que
la mayoría (sic) de los comentaristas en Estados Unidos, Europa e Israel advierten que un Irán con bombas nucleares sería el peor resultado posible. El académico los contradice:
De hecho, sería el mejor resultado posible: el que más probablemente restaure el equilibrio en Medio Oriente.
Considera que
la crisis sobre el programa nuclear puede concluir de tres maneras diferentes:
1)
Diplomacia acoplada con severas sanciones convence a Irán de abandonar su búsqueda del arma nuclear. Considera
improbableesta opción (aporta el ejemplo de Corea del Norte):
Las sanciones no variarán la actitud de Irán si decide que su seguridad depende de la posesión de armas nucleares.
2)
Irán desarrolla la capacidad y se queda corta de realizar la prueba de una bomba nuclear(cita el ejemplo de Japón, que no posee bombas pero que detenta el know how y la capacidad de experimentar). Esta opción puede convenir a las necesidades de política doméstica de los ayatolas, lo que les permitiría zafarse de la condena y el aislamiento
internacionales.
A juicio de Kenneth Waltz,
Estados Unidos y sus aliados de Europa están preocupados con la fabricación de la bomba atómica, por lo que podrían aceptar un escenario en el que Irán se quede corto en adquirirla.
El escollo mayúsculo proviene de
Israel, que considera como amenaza inaceptable la capacidad de significativo enriquecimiento (de uranio).
Israel,
insatisfecho, estaría
menos intimidado por una arma nuclear virtual (¡súper sic!) y probablemente continúe sus riesgosos sabotajes y asesinatos (sic) para socavar el programa nuclear iraní, que puede llevar a Irán a concluir que, sin la bomba, carece de seguridad y de una disuasión apropiada.
3)
Irán prueba su bomba nuclear, que Estados Unidos e Israel dramatizan de
amenaza existencial (sic), lo cual, a juicio del académico, es una retórica
típica de las grandes potenciascuando no controlan la fabricación de armas nucleares de otros países.
Viene la parte medular:
Al reducir los desequilibrios del poder militar los nuevos estados nucleares producen generalmente mayor estabilidad regional e internacional.
Lo grave proviene de que
el monopolio nuclear regional de Israeldurante cuatro décadas
ha alimentado la inestabilidad en Medio Oriente(también mi tesis).
En ninguna otra región del mundo existe un Estado nuclear solo y sin vigilancia. Es el arsenal nuclear de Israel, no el deseo de Irán de poseerlo, lo que ha contribuido mayormente a la crisis. ¡De acuerdo!
Sorprende que
en el caso de Israel haya tomado mucho tiempo para que emerja un equilibrador potencial, ya que
el poder ruega por el equilibrio.
Relata cómo
Israel ha bombardeado a potenciales rivales nucleares con impunidad (¡súper sic!)–Irak en 1981 y Siria en 2007– con el fin de
permanecer como la única potencia nuclear en la región, lo cual es
insostenible en el largo plazo. So what? Le vale un comino a Israel.
Juzga que
los estadios finales de la crisis nuclear de varias décadas en el Medio Oriente concluirán sólo cuando el equilibrio del poder militar sea restaurado. ¡De acuerdo!
Kenneth Waltz desecha la propaganda muy primitiva sobre la supuesta
locurade los ayatolas (nota: como si la contraparte israelí fuera muy cuerda), a quienes, al contrario, juzga de muy
racionalesporque tampoco desean ser borrados del mapa, cuando lo que buscan es su seguridad y su disuasión contra terceros (el monopolio nuclear de Israel).
Tampoco los países podrían transferir sus arsenales nucleares a
terroristas(guión publicitario muy trillado de Hollywood, controlado por el sionismo mesiánico), que Estados Unidos detectaría con su
impresionante y creciente habilidad en identificar la fuente de materiales fisibles.
Aduce que
nunca ha existido un guerra de amplia escala entre dos estados nuclearesy una vez que
Irán atraviese el umbral nuclear, la disuasión se aplicará, aunque su arsenal sea relativamente pequeño.
Apela para que sean levantadas las sanciones contra Irán, que
dañan a los iraníes comunes con poco propósito.
Concluye que
los hacedores de la política y los ciudadanos en el mundo árabe, Europa, Israel y Estados Unidos deben tener tranquilidad de que la historia ha mostrado que cuando emergen las capacidades nucleares también las acompaña la estabilidad.
Tal es la gran paradoja de las armas nucleares: su gravedad no radica en su posesión, sino en su distribución desequilibrada, como es el caso flagrante de Israel en el Medio Oriente, lo cual ha llevado a su incurable irredentismo mesiánico.
Yo me hubiera satisfecho con la segunda opción –que va en el sentido de la Declaración de Teherán apuntalada por Turquía y Brasil, que además justifica la fatwa –proclama musulmana– del supremo líder Jomenei de que la posesión de la bomba por el chiísmo persa es
antislámica–, digna salida en una negociación fructífera del
P5 más 1con Irán, pero no había reparado (contaminado quizá por mi casi ingenua proclividad al pacifismo nuclear), como lo hace persuasivamente Kenneth Waltz, en el factor perturbador de Israel que proseguirá con sabotajes (con virus letales) y asesinatos de científicos persas, que no se detendrán hasta que Teherán fabrique finalmente su bomba nuclear.
Interesante: es el permanente acoso de Israel a Irán, y a todos los países de la región, lo que ha orillado a la teocracia dirigida por Jomenei a buscar su bomba, por lo que sólo queda la opción 3 de Kenneth Waltz. ¡Lástima!
DeDefensa.org (16/6/12), think tank europeo, con sede en Bruselas, cita la crónica de Jordan Michael Smith en Salon.com (15/6/12), que coloca el luminoso ensayo de Kenneth Waltz junto a dos análisis que describen
la prospectiva catastrófica en caso de un ataque contra Irán.
Smith conjetura que el apoyo de Foreign Affairs a la fracasada guerra de Irak lo obligó a un mayor equilibrio (sic) editorial con el ensayo de Kenneth Waltz.
Los argumentos de Kenneth Waltz sobre el equilibrio nuclear no son nuevos y han sido secundados por John Mearsheimer, otro gigante académico, y del lado militar de Estados Unidos, por el jubilado general John Abizaid (DeDefensa, 19 y 20/9/07).
A DeDefensa no le impresiona lo que dice Kenneth Waltz, sino que Foreign
Affairs, portavoz del CFR (
organizadordel fantasmagórico Grupo Bilderberg), se haya atrevido a colocarlo en su portada.
Sólo el ejército tiene la victoria garantizada en las
elecciones egipcias
Robert Fisk
El fantasma de Mubarak, independientemente de si el ex mandatario
sigue vivo o no, presidirá los resultados de la elección presidencial, los
cuales serán dados a conocer este domingo. Ahmed Shafik y Mohamed Mursi
representan dos caras de la narrativa que usó Mubarak para permanecer en el
poder: la estabilidad o la pesadilla islamita. Shafik, último primer ministro de
Mubarak, es la
estabilidad, y el candidato ya proclamó su victoria. Mursi, de la Hemandad Musulmana, también se proclamó triunfador. Agreguemos a ello la pueril y arrogante afirmación del ejército y su codicioso mariscal, Mohamed Tantawi, quien pretende aferrarse a todos sus privilegios sin importar lo que los egipcios hayan votado, y todas sus promesas se convertirán en uno de esos momentos para inmortalizar en libros que tanto aman los historiadores.
Claro, si Mubarak muere, las teorías de la conspiración excederán cualquier
otra de la historia árabe reciente. ¿Qué mejor para apaciguar la furia por una
victoria de Shafik o Mursi que el anuncio del funeral de Estado del gran viejo,
quien representó un Egipto que tenía una economía aunque ninguna libertad? El
generoso pueblo egipcio seguramente no profanará la memoria de un gran líder
egipcio, no importa cuán cruel haya sido su mandato. Después de que Sadat fue
asesinado su cortejo fúnebre recorrió las calles en silencio. Hubo algunas
multitudes, pero ni pizca de violencia o enojo.
Pero Mubarak, vivo o muerto, no puede cambiar el horrible significado de los
resultados electorales. Si son parejos, como se predice –52 por ciento contra
51–, ello representará a una nación dividida, partida por la mitad, no tanto por
una secta o familia, sino por el capitalismo de un lado y el islam del otro.
Shafik, al final de cuentas, es un elitista mubarakista cuyo interés por la
libertad se ve empañado por sus promesas de seguridad, lo cual significa que
sólo habrá libertad para sus simpatizantes. Mientras tanto, el islamismo de
Mursi, si bien en estos momentos está templado por la solidaridad con los
egipcios, seguramente llevará a un estado de sharia blanda, en la cual
cada minarete se erigirá a mayor altura que el edificio del Parlamento.
Aun cuando los militares ya se hayan aprovechado de los resultados de las
elecciones parlamentarias, celebradas previamente –en las que triunfaron la
Hermandad Musulmana y sus aliados–, y hayan decidido que sólo ellos son capaces
de redactar una nueva Constitución y únicamente ellos definirán las facultades
de un nuevo presidente, habrá poco que debatir en cuanto a quién resulta el
ganador oficial de las presidenciales.
De seguro si existe un ganador oficial también habrá uno no oficial (no se
tratará del mismo hombre). Entonces, el ejército, o bien el Consejo Supremo de
las Fuerzas Armadas (CSFA), como dicen que debemos llamarlos, se ofrecerá a
garantizar la seguridad pública y en su infinita sabiduría a gobernar Egipto
hasta que los ciudadanos hayan decidido a quién coronar como el mejor
postor.
Si eso suena demasiado siniestro –los faraones tienen mal historial en
Egipto– debe recordarse que el CSFA ha gobernado con nada más que torpeza los 16
meses desde el derrocamiento de Mubarak. No supo si cerrar o no la revolución en
la plaza Tahrir, permitió que oficiales de policía de alto rango asesinaran
impunemente y luego permitió que sus jóvenes soldados corrieran enloquecidos
ante las cámara de televisión, que los captó abusando sexualmente de mujeres y
golpeándolas. Tantawi puede ser amigo de toda la vida de Mubarak, pero no es
ningún Nasser ni un Sadat ni Hafez Assad, hombres que nunca tropezaron en
público. Los voceros del CSFA, sufriendo en cada hombro el peso de la insignia
de general, que son dos espadas cruzadas, suenan muy incómodos, tímidos y hasta
desdichados en sus conferencias de prensa.
¿Dictadura? ¿Nosotros?
Claro, aun si Shafik gana con su supuesto 51 por ciento de los votos, eso
difícilmente valida una dictadura, y a menos que la hermandad declare un fraude
y tome las calles masivamente, lo cual no es difícil de imaginar, sobre todo si
consideramos que la policía bien puede tornar violenta una acción así, el
ejército ya no podrá adoptar tan fácilmente las técnicas de represión masiva del
pasado. De seguro tratarán de dividir a la hermandad de los salafistas, quienes
obtuvieron tan buenos resultados en las elecciones parlamentarias, pero no es
probable que los egipcios se enfrasquen en una guerra civil entre islamitas.
Lo más probable –aquí intervienen las políticas corrosivas del viejo Egipto–
es que se ofrecerán oportunidades tentadoras. Si Mursi es declarado presidente,
el ejército hará alarde de su lealtad hacia el triunfador de una elección
democrática y garantizará que permanezca amordazado. La Hermandad Musulmana,
cabe recordar, estaba negociando con el gobierno de Mubarak, aun mientras los
manifestantes de la plaza Tahrir recibían los disparos de la policía. La idea de
que el mayor movimiento islamita en Egipto ha pasado sus más oscuros años en la
clandestinidad no es verdad. Mubarak, por razones propias, alentó a la hermandad
a participar en elecciones con candidatos independientes y los islamitas
obedecieron dócilmente.
En otras palabras, la hermandad no es necesariamente la otra cara de la
moneda del emperador. Pueden ser seducidos y comprados, adulados con falsos
elogios, y siempre y cuando no intenten disolver al ejército y al aparato de
seguridad que los ha torturado (literalmente) durante tanto tiempo, bien pueden
trabajar para el sistema dentro del
Estado profundoque está emergiendo en Egipto.
Esto no dejará satisfechos a los verdaderos revolucionarios. Los jóvenes,
valientes e intelectuales (que no necesariamente son todos lo mismo), quienes se
sienten traicionados por los hechos del pasado año y medio. Los El Baradeis
seguirán ahí para denunciar lo mismo: los fracasos políticos derivados de la
primera elección presidencial, y Occidente vociferará, si los derechos humanos
son violados, por cualquiera que sea el
ganadorde las elecciones. Ah, y Mubarak podría sobrevivir para ver todo esto.
© The Independent
Traducción. Gabriela Fonseca
Paragüay, ¿otro Honduras?
Guillermo Almeyra
La conspiración contra el presidente paraguayo, el ex obispo
Fernando Lugo, comenzó el mismo día en que éste triunfó en las elecciones
presidenciales, pues sólo pudo asumir su cargo gracias a la movilización
popular. Sin partido propio, sin una bancada parlamentaria relativamente
importante que lo respaldase, con una base de apoyo vasta en el campesinado,
pero dispersa y desorganizada, obligado a enfrentar la oposición de la jerarquía
de su propia Iglesia, dependió siempre de su frágil alianza con el partido del
vicepresidente Federico Franco, el Liberal Radical, el cual es sumamente
conservador y representa a un sector de los terratenientes.
Los partidarios de la dictadura de Stroessner, en tanto, siguieron y siguen
enquistados en la administración pública, las fuerzas represivas, la llamada
justicia y la Suprema Corte. Tardíamente, Lugo intentó crear un partido-frente:
el Frente Guasú (
grande, en guaraní), que está dando sus primeros pasos y está lejos de ser homogéneo. Pero todas las derechas paraguayas, respaldadas desde la sombra por Estados Unidos, aunque falta más de un año para el fin del mandato de Lugo y 10 meses para las elecciones en las que el presidente no podía ser relegido, no quisieron dejar ningún espacio para que el centroizquierda se organizase y tratase de mantener el gobierno.
Bajo la batuta de Horacio Cardes, terrateniente ultraconservador del Partido
Colorado, ligado además al narcotráfico, organizaron la parodia de un juicio
político que duró un día y que se basó en acusaciones sin pruebas de que Lugo
estimulaba las ocupaciones de tierras por los campesinos o sólo combatía
blandamente contra la pequeña guerrilla campesina que existe en el departamento
donde estaba su diócesis. Cardes, junto con los oviedistas, el partido
conservador Patria Querida y los liberales, dieron su golpe
blancoparlamentario –como sus colegas hondureños–, aunque sin tener que secuestrar a mano armada al presidente y expulsarlo del país en ropa interior, pues Lugo probablemente conseguirá refugiarse en la embajada de Ecuador.
El pretexto para acelerar el golpe fue la matanza de Curuguaty, ocurrida hace
una semana, donde las fuerzas armadas agredieron a campesinos, que se
defendieron, con un saldo de 17 muertos entre policías y campesinos, 80 heridos
y decenas de presos. La destitución parlamentaria de Lugo fue resistida por los
manifestantes que se reunieron espontáneamente ante el Congreso; por los
campesinos del interior, que cortaron rutas; por los emigrantes paraguayos en
Argentina, que volvieron por miles a Paraguay para impedir el golpe o que
realizaron una manifestación en el Obelisco de Buenos Aires.
En el Senado, sólo cuatro legisladores defendieron a Lugo; pero el apoyo de
éste no está en la capital, donde pesa la clase media de funcionarios y
colorados, sino en las provincias campesinas del interior, donde la resistencia
será larga y dura.
Fernando Lugo, además, era presidente pro tempore de la Unión de
Naciones Suramericanas (Unasur) y el golpe contra él es, por tanto, un nuevo
golpe de la derecha paraguaya contra la integración sudamericana, después de la
negativa del Congreso paraguayo de aceptar a Venezuela en el Mercado Común del
Sur (Mercosur) y de la resistencia a integrar el Bancosur. Los cancilleres de la
Unasur que viajaron a Asunción para tratar de disuadir a los golpistas, no
pudieron impedir este golpe mal disfrazado, como la Organización de Estados
Americanos no pudo impedir la dictadura de Micheletti en Honduras cuando el
parlamento de ese país destituyó ilegalmente al presidente constitucional Manuel
Zelaya hace tres años, también en junio.
Es que detrás de ambos golpes –como fue demostrado ampliamente y documentado
en el caso hondureño– está Estados Unidos. Paraguay es clave para controlar el
acuífero Guaraní, la reserva de agua más grande del mundo, que abarca su
territorio y partes del brasileño, el argentino y el uruguayo. En Paraguay está
también la base militar estadunidense en Estigarribia, que controla la zona de
la Triple Frontera argentino-brasileña-paraguaya. En la provincia argentina del
Chaco, junto a Paraguay, Estados Unidos quería instalar otra base más pequeña,
con el apoyo del gobernador Jorge Capitanich –el mismo que dice que los
camioneros en huelga son antipatrióticos–, pero la protesta popular impidió esa
violación de la soberanía argentina en el momento en que la presidenta Cristina
Fernández decía defender la soberanía en las islas Malvinas.
Un gobierno paraguayo ligado a la Unasur y en particular influenciado por el
eje brasileño-argentino, es contrario a los intereses de Estados Unidos. De ahí
la luz verde para un golpe que, sin duda alguna, fue discutido y pergeñado junto
a los diplomáticos estadunidenses en Asunción y que repite los métodos, algo
mejorados, empleados hace poco en Honduras, otro país pobre y débil con un
presidente vacilante.
Los países de la Unasur podrían ahora aislar económicamente a Paraguay, que
no tiene salida al mar, y quitarle el apoyo a su economía; podrían también no
reconocer al gobierno fantoche de Franco, que durará apenas el tiempo necesario
para adelantar las elecciones presidenciales o hacerlas en 2013, dejando su
sillón a los colorados. Pero los campesinos no esperarán esas presiones
diplomáticas y reaccionarán con tomas de tierras, cortes de rutas, construcción
de poderes locales y, posiblemente, dadas sus tradiciones, recurriendo a las
armas para hacer guerrillas, las cuales podrían contar en las fronteras con la
benevolencia de los gobiernos de Bolivia, Argentina y Brasil, que no pueden
aceptar esta puñalada a la Unasur.
Los golpistas echaron al débil Lugo sin disparar un tiro, pero probablemente
en lo sucesivo deberán disparar, y a menudo, contra crecientes protestas
sociales que serán alimentadas por la ira de todos los movimientos sociales y
campesinos del continente ante esta descarada repetición de la aventura
hondureña.
El gobierno de Rajoy y el supuesto exilio mexicano
Néstor de Buen
Leo con verdadera pena la noticia de que España no está permitiendo
el ingreso de mexicanos que viajan a ese país y que los devuelven de manera
inmediata. El pretexto es que, dada la situación económica española, tienen
temor de que se trate de aspirantes a un empleo, que hoy no alcanzan los propios
españoles.
Es una vergüenza, aunque no me extraña viniendo de un gobierno fascista como
es el del Partido Popular, lamentablemente a cargo del gobierno por el fracaso
del Partido Socialista Obrero Español en las elecciones más recientes.
Si hay un país que enfrentó la necesidad de recibir españoles que habían
perdido la guerra y con ello el empleo, es México. Gracias al general Lázaro
Cárdenas llegaron a México miles de españoles que fueron recibidos con los
brazos abiertos y que ocuparon, sin duda alguna, puestos de trabajo a los que
aspiraban muchos mexicanos.
Puedo invocar la propia situación de mi familia, no sólo mi padre y mi madre,
sino también tíos y primos que encontramos en México, a partir de los años
cuarenta, hogar, estudios y trabajos generosamente facilitados por México en
favor de los españoles.
Me da vergüenza la actitud del gobierno español que desde el aeropuerto
devuelve a México a los mexicanos que pretenden entrar a España si no cuentan
con la invitación de alguna familia española que seguramente tendrá que asumir
la responsabilidad de hacerse cargo de esos supuestos extranjeros que vienen de
un país en crisis pero que indudablemente, con respecto a España, tendrían todo
el derecho del mundo para trabajar allí, si es que eso buscan.
En estos días he estado leyendo libros escritos por exiliados españoles que
enternecen cuando narran las vicisitudes para conseguir medios de vida en un
México que tampoco estaba en la mejor condición económica. Fue la generosidad
del general Cárdenas la que permitió la recepción y permanencia de miles de
refugiados que respetuosamente hicieron lo necesario para sobrevivir, no
solamente consiguiendo empleos sino también creando empresas y puestos de
trabajo. Hay que reconocer, y lo digo con mucho orgullo, que el exilio español
fue no sólo generoso para los republicanos españoles sino, además, positivo para
la economía del país, para su cultura y para el arte mexicanos.
Me bastaría con poner como ejemplo la presencia del exilio en la Universidad
mexicana. En lo que era la Escuela de Jurisprudencia, después convertida en
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, los
profesores españoles hicieron historia y colaboraron de manera totalmente eficaz
en el crecimiento de la cultura jurídica de México. Puedo invocar muchos
nombres, entre ellos el de mi padre, Demófilo de Buen, y con él a don Felipe
Sánchez Román, don Manuel Pedroso, don Luis Recasens Siches, don Niceto Alcalá
Zamora, don Mariano Ruiz Funes, don Joaquín Rodríguez y Rodríguez, don Javier
Elola y don Rafael de Pina Milán, entre otros. El nacimiento del Instituto de
Derecho Comparado, hoy Instituto de Investigaciones Jurídicas, fue resultado de
la iniciativa de esos profesores y, particularmente por la influencia de Niceto
Alcalá Zamora, se constituyó el doctorado en derecho. No es escasa la aportación
bibliográfica de estos autores.
Me horroriza la conducta de las autoridades españolas al devolver a México a
los viajeros que no pueden acreditar una invitación personal para viajar a
España. Se les olvida a los majaderos que han puesto en vigor esas reglas que
México fue parte importante de España y que siempre ha estado con los brazos
abiertos para recibir españoles. Pero, por lo visto, el fascismo actual de
España o, mejor dicho, del partido político dominante, no puede olvidar que
México fue el único país del mundo que durante la Guerra Civil proporcionó
armamento y alimentos a la República, y al final, el asilo. Lo que pasa ahora es
un evidente saldo del franquismo.
Me temo que estamos en el caso en que se justifica una sonora mentada de
madre a quienes sean responsables de esta conducta indecente.
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