El 1 de julio y las redes sociales
Una joven estudiante del movimiento #YoSoy132.
Foto: Alejandro Saldívar
Foto: Alejandro Saldívar
MÉXICO, DF, 26 de junio (apro).- La inevitabilidad del triunfo de Enrique
Peña Nieto funcionó en 2011, en las elecciones locales del Estado de México. El
candidato del PRI, Eruviel Avila, ganó con un margen tan amplio y aplastante
como grande fue el abstencionismo y el ostentoso despilfarro. El “voto más caro
del mundo” caracterizó ese proceso previo a los comicios presidenciales de este
año.
El objetivo no era demostrar la superioridad de Eruviel Avila sino la
invulnerabilidad del aparato que llevó a Peña Nieto ser candidato único del PRI.
De ahí a convertirse en el aspirante puntero en las encuestas, la mayoría
patrocinada por grupos mediáticos (Televisa, Excélsior, El Universal, El Sol de
México) con millonarios acuerdos publicitarios previos con el exmandatario
mexiquense.
Sin embargo, todo parece apuntar a que el aplastamiento no funcionará este 1
de julio. El escenario ideal para el proyecto Peña Nieto es una victoria
electoral con una ventaja mayor a 10 puntos. Esta es la narrativa que nos
cuentan esas mismas encuestas, y las opiniones y análisis que funcionan como una
especie de nado sincronizado entre los principales columnistas, comentaristas y
propagandistas de los medios electrónicos e impresos, relacionados con el
peñismo.
Algo sucede que están muy nerviosos. Incluso, en su cierre de campaña en el
Estadio Azteca, Peña Nieto revivió la frase de “triunfo inobjetable y
contundente” que recordó la triste expresión de Jorge de la Vega Domínguez,
dirigente nacional del PRI en la “caída del sistema” de 1988. Los líderes
priistas responden “golpe por golpe” y los publicistas sueltan los últimos spots
de “contraste” o guerra sucia.
¿Qué es lo que ha sucedido? ¿Por qué no están tan tranquilos los peñistas, a
pesar de la insistencia en una ventaja tan amplia que repiten como mantra?
Hay varios factores. El más obvio: el país no es Toluca y el PRI mexiquense
no es extrapolable a todos los estados. Incluso, ni en el Estado de México tiene
asegurada una victoria que repita la hazaña de Eruviel Avila en 2011.
Uno de los factores dominantes y novedosos fue la irrupción de las audiencias
deliberativas en el escenario electoral. El ciudadano de la Web 2.0 simplemente
no estuvo en el plan estratégico de Televisa ni del PRI.
A la defensiva, los analistas priistas insisten en que la impopularidad de
Peña Nieto en Twitter o Youtube no garantiza los votos en su contra. Atribuyen
este fenómeno a los “pejezombies” o a los simpatizantes de la izquierda y del
PAN. Ese no es el problema. El verdadero desafío es que en los medios
interactivos el candidato del PRI “moderno” tiene un severo problema de falta de
credibilidad y legitimidad. Invirtieron demasiado dinero en ciberactivistas y en
@ectivistas que no lograron convencer a los críticos.
Las redes sociales irrumpieron en un modelo de candidato analógico, incapaz
de interactuar de una forma horizontal. Ni su equipo, ni el PRI ni los asesores
de Televisa han podido revertir este fenómeno.
Cinco elementos determinan el factor redes sociales en esta contienda:
1. Desde el episodio de la FIL de Guadalajara, en diciembre de 2011, las
redes sociales quebrantaron el aura de intocable a Peña Nieto. Lo humanizaron de
una forma poco elegante: exhibiéndolo como ignorante y clasista. Sus
simpatizantes reaccionaron mal y tarde. Lo más paradójico de este episodio es
que el candidato de menor edad, el más telegénico, resultó ser el más anticuado
y anacrónico en una comunidad interactiva repelente a la vieja retórica
priista.
2. La “cargada digital” no funcionó. Menos la construcción de una popularidad
instantánea en Facebook o en Twitter. No entendieron que las redes sociales no
son piramidales ni publicitarias, sino horizontales y deliberativas, que son
como el océano, con mareas y corrientes cambiantes, surgidas fuera de los
circuitos burocráticos o en contraposición con la hegemonía de la televisión y
la radio.
3. Los usuarios más jóvenes de las redes sociales salieron a las calles.
Primero, tras el episodio del 11 de mayo en la Universidad Iberoamericana, luego
bajo la convocatoria del #YoSoy132, que no es un partido ni una confabulación
maquinada por los opositores de Peña Nieto. El #YoSoy132 es una expresión
generacional, mediática y urbana, con errores y carencias, pero muy distinta a
los movimientos sectoriales y clientelares que el PRI acostumbra procesar. El
#YoSoy132 es la réplica al monólogo insistente del discurso televisivo de la
“inevitabilidad de Peña Nieto”.
4. De las calles irán a las urnas. El gran desafío para este 1 de julio no es
evitar el relleno de ánforas sino la alteración de las actas de cada una de las
casillas. Distintos colectivos en redes sociales se han movilizado ya para
vigilar las casillas y el conteo. Con un teléfono móvil y una cámara digital,
los votantes 2.0 tomarán imágenes de las “sábanas” o actas que se colocan en
cada una de las casillas. Antes de las 19:00 horas es probable que tengan las
fotos de la mayoría de esas actas.
5. De las urnas al conteo. Por primera vez, la estructura formal,
institucional del IFE se enfrentará a un ejército de usuarios de Twitter,
Facebook, Youtube y miles de blogs y sitios online que ejercerán una observación
electoral interactiva.
Las redes no darán legalidad al proceso (eso le corresponde al IFE y al
Tribunal Electoral), pero sí determinarán la legitimidad de los comicios.
El sistema analógico-corporativo difícilmente soportará una nueva crisis de
legitimidad. Por eso, los usuarios de las redes sociales pueden ser los
protagonistas de la última etapa de la alternancia o, quizá, la primera fase de
una transición democrática desde la ciudadanía.
El rumor que crece
El aspirante presidencial priista, Enrique Peña
Nieto y su homólogo perredista, Andrés Manuel López Obrador.
Foto: Eduardo Miranda y Benjamin Flores
Foto: Eduardo Miranda y Benjamin Flores
MÉXICO, D.F. (Proceso).- En esta semana que corre culminan las campañas
electorales para elegir a nivel federal un nuevo Poder Ejecutivo y otro
Legislativo, al igual que varias representaciones de gobierno en estados de la
República. En lo que va del proceso se ha pasado de una suerte de certeza de
triunfo del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto (arropada por una derrama
extrema de dinero y por enormes recursos de imagen), a un vuelco social y
político que crece como un rumor inquietante, el cual consiste en que el puntero
real en la contienda presidencial y, en consecuencia, quien tiene más
posibilidades de ganar, es Andrés Manuel López Obrador.
Este movimiento pendular de un candidato a otro ha tenido diversas causas y
sentidos, así como algunas sorpresas y amenazas que están latentes. Entre los
acontecimientos que se han venido dando se halla la irrupción de un nuevo
movimiento estudiantil. Con su novedoso despertar, los estudiantes se organizan
de forma creciente a niveles local y nacional, y se están sumando a los millones
de jóvenes indignados de otros países, en una convergencia tan multitudinaria
como insólita, mediada por las redes sociales e internet.
Este nuevo movimiento estudiantil ha desenmascarado la orquestación de las
grandes televisoras y de algunos medios impresos a favor de la candidatura del
PRI, dejando en caída libre a la de Josefina Vázquez Mota, a quien se le ve sin
la fuerza necesaria para poder remontar su tercer puesto (en una contienda de
tres) con su cantaleta de frases sin contenido y su discurso plano e
inconsistente.
Otra de las tendencias de este vuelco electoral es el vaciamiento y pérdida
de significado de las encuestas y cifras que equivocadamente han buscado
sustituir a la percepción, al imaginario social y al análisis político crítico.
Las encuestas y sus pregoneros, que insistían en el triunfo de Peña Nieto, han
pasado a ser un asidero poco confiable frente a las evidencias de la acción
masiva, de la organización de grandes conglomerados sociales, de la
proliferación de grupos de ciudadanos y jóvenes que se comunican entre sí de
forma extraordinaria día tras día, por encima de las cifras que machaconamente
proliferan pero que han perdido credibilidad.
Se confirma de este modo que, cuando el conocimiento y el aprendizaje
sociales se vuelven una constante, bajo la forma de una inteligencia colectiva,
los excesos mediáticos dejan de tener eficacia porque evidencian la intención de
confundir a gran escala por medio de un discurso de aparente base científica,
como las encuestas. En todo caso, las decisiones políticas de los ciudadanos
organizados no se basan de manera absoluta en lo que se difunde, sino en lo que
se sabe y se aprende cotidianamente en el espacio público. Y es esto lo que
genera rupturas y movimientos emergentes, como los que están ocurriendo entre
los estudiantes, las víctimas de la violencia, los trabajadores despedidos y
maniatados, los jóvenes que viven sin futuro, las familias amenazadas de
despojo, los millones de personas agraviadas por las mentiras y la impunidad,
así como por esa imagen que Foucault tenía del poder: “pobre en recursos, parco
en sus métodos, monótono en las tácticas que utiliza, incapaz de invención y
como condenado a repetirse siempre a sí mismo”.
La mayor novedad es el creciente rumor de que López Obrador ganará las
elecciones a la Presidencia de la República, y, con esta prefiguración, quienes
se sentían muy cómodos en sus certidumbres y nostalgias, en la representación de
sus futuros enriquecimientos ilícitos y de continuidad de sus placeres, en las
alianzas que han tejido para repartirse los recursos del gobierno y los cargos
públicos, han desembocado en la desesperación o llegado al borde de un ataque de
nervios, por decir lo menos.
Es por ello que durante esta semana las fuerzas se tensarán al máximo, se
redefinirán los escenarios prefabricados y se hará uso de lo indecible, de todo
lo que esté a la mano, con una parafernalia de repetición de cifras, imágenes y
vituperios hasta el cansancio. Ya están moviéndose los hilos de la corrupción y
de la compra de votos a lo largo y ancho del país; ya se conocen las maneras
como buscarán enlodar el proceso electoral y, llegado el momento, hasta buscar
tronarlo. Ya veremos cómo se atiza el odio y se recurre a los fantasmas y
monstruos de siempre. Pero el rumor seguirá adelante y seguirá moviéndose hacia
el próximo domingo para verificar hasta dónde llegó la bolita. Allí se verá si
la inteligencia cooperativa se impuso a la ignorancia promovida y certificada.
Vota por Peña Nieto…
El aspirante presidencial priista, Enrique Peña
Nieto.
Foto: Germán Canseco
Foto: Germán Canseco
MÉXICO, D.F. (apro).- Los mexicanos están hartos de la violencia, la
inseguridad, el desempleo, la carestía, la pobreza, la corrupción y la impunidad
que todo lo pudre, y algunos creen que Enrique Peña Nieto será el remedio.
Este domingo 1 de julio casi 80 millones de electores decidirán su futuro y
el de sus familias, cuyo bienestar –y el de todos los 112 millones de mexicanos–
dependerá de si respaldan a Peña.
Pero el voto no es sólo por Peña, sino por su proyecto, su trayectoria, su
equipo y su partido, el Revolucionario Institucional (PRI).
Todo junto.
Por eso, si quieres que tus hijos y nietos crean como tú que el que no transa
no avanza, no te conflictúes: Vota por Peña y el PRI.
Si eres de los que dicen que el PRI roba pero deja robar, vota por Peña y ese
partido.
Si consideras normal que los alcaldes, gobernadores y el presidente de la
República se enriquezcan con el dinero del pueblo, vota por Peña y el PRI.
Si crees que Carlos Salinas es un político honorable y su hermano Raúl hizo
su fortuna con trabajo duro, vota por Peña y el PRI.
Si tomas como elogio que su hija te llame con desprecio pendejo y prole,
entonces vota por Peña y el PRI.
Vota por Peña y el PRI si estás convencido de que Gustavo Díaz Ordaz fue un presidente demócrata y generoso con los jóvenes.
Vota por Peña y el PRI si estás convencido de que Gustavo Díaz Ordaz fue un presidente demócrata y generoso con los jóvenes.
Si no te importa que policías del Estado de México hayan violado sexualmente
a mujeres en Atenco y hayan sido premiados por sus jefes, vota por Peña y el
PRI.
Si te gusta el despilfarro en viajes en aviones privados y la prepotencia de
guaruras, el cierre de calles porque va pasar el cortejo del “señor presidente”,
vota por Peña y el PRI.
Vota por Peña y el PRI si quieres que la educación de tus hijos siga en manos
de Elba Esther Gordillo y ella siga aumentando su fortuna.
Si has olvidado o no viviste las matanzas de Acteal, Aguas Blancas y El
Charco, entonces vota por Peña y el PRI.
Si sabes que el próximo senador Carlos Romero Deschamps es un dirigente
sindical honesto y su hija vive con modestia, vota por Peña y el PRI.
Si cree que Ernesto Zedillo heredó bienestar para tu familia, vota por Peña y
el PRI.
Vota por Peña y el PRI si estás convencido de que no importa que más de 60
millones de mexicanos vivan en pobreza.
Vota por Peña y el PRI si crees que Televisa y TV Azteca son ejemplo de
imparcialidad y filantropía.
Si olvidaste o no sabes que Roberto Madrazo se gastó en su campaña 72
millones de dólares, vota por Peña y el PRI.
Vota por Peña y el PRI si crees que se vale reprimir y asesinar impunemente a
campesinos, de San Salvador Atenco o de cualquier lado.
Vota por Peña y el PRI si no te conmueve la tortura y el encarcelamiento de
inocentes.
Si crees que Mario Marín, Ulises Ruiz y Arturo Montiel son políticos
incapaces de reprimir, asesinar y ultrajar a sus gobernados, vota por Peña y el
PRI.
Si cree que la inteligencia es repugnante y la ignorancia es plausible, vota
por Peña y el PRI.
Vota por Peña y el PRI si eres de los que llaman nacos a los mexicanos que
son indígenas y pobres.
Si nunca te ha extorsionado una patrulla al transitar por el Estado de México
por traer placas de otro estado, vota por Peña y el PRI.
Si el endeudamiento de Coahuila por Humberto Moreira te parece plausible,
vota por Peña y el PRI.
Si estás contento con las balaceras y la inseguridad en Reynosa, Nuevo
Laredo, Matamoros, Guadalajara, Zapopan, La Piedad, Ciudad Valles, Tijuana,
Caborca, Tepic, Monterrey y El Oro, entonces vota por Peña y el PRI.
Vota por Peña y el PRI si crees que la riqueza de éste es producto de su
esfuerzo como servidor público y no por corrupción.
Vota por Peña y el PRI si crees que gobernará con un decálogo que presenta
como novedades garantías que la Constitución establece y que permanentemente ha
violado.
Si crees en medios y periodistas corruptos, vota por Peña y el PRI.
Si te fascina la manipulación informativa, vota por Peña y el PRI.
Si no tienes duda de que Vicente Fox fue un gran presidente y cumplió lo que
ofreció a los mexicanos en su campaña, entonces vota como él te dice: Vota por
Peña y el PRI.
Y si después de todo esto sigues pensando lo mismo, estás en todo tu derecho
de votar por Peña y el PRI, por el hampa. Hazlo…
Después no vale quejarse.
Apuntes
La captura del falso hijo de Joaquín El Chapo Guzmán no es un “oso” ni un
“traspié”, sino una colosal arbitrariedad del gobierno de Felipe Calderón. Y no
fue sólo en contra de los dos jóvenes que presentó como criminales provistos de
un arsenal y una fortuna –que seguramente es apócrifa también–, sino contra los
mexicanos. Es, también, una estampa de la ineptitud de Calderón que, en cinco
meses, se va por fin…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
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