Desaparecen en el mar 200 libios que intentaban llegar a Túnez: agencia
La agencia oficial tunecina TAP informío que un
navío sobrecargado encalló en un banco de arena, a unos 36 km frente a las islas
tunecinas de Kerkennah, y se hundió cuando los pasajeros intentaron subir a
bordo de pequeñas lanchas de rescate.
AFP
Publicado: 02/06/2011 09:42
Publicado: 02/06/2011 09:42
Túnez. Unas 200 personas que huyeron de Libia desaparecieron frente
a las costas de Túnez, y otras 570 fueron socorridas cuando intentaban viajar a
Italia en un barco que llevaba a bordo a unos 800 pasajeros, anunció este jueves
la agencia oficial tunecina TAP.
Las autoridades informaron de momento que dos personas murieron.
Los guardacostas y el ejército tunecino llevan a cabo desde el miércoles
operaciones de socorro para traer a tierra a estos refugiados que salieron de
Libia e intentaban llegar a la isla italiana de Lampedusa.
El navío sobrecargado encalló el martes en un banco de arena, a unos 36 km
frente a las islas tunecinas de Kerkennah (sur), y se hundió cuando, en medio de
empujones, los pasajeros intentaban subir a bordo de pequeñas lanchas de
salvamento traídas por las autoridades, en medio de malas condiciones
meteorológicas.
Entre las personas socorridas, unas 200 han sido transferidas al campamento
de refugiados de Shucha (sur), a 8 km de la frontera entre Tünez y Libia.
Marco Appel
BRUSELAS.- Luego de que Francia decidió cerrar
unilateralmente sus fronteras con Italia para evitar el paso de miles de
inmigrantes provenientes de Túnez y Libia --muchos de ellos provistos de
permisos italianos de residencia temporal--, el Tratado de Schengen, que
significó uno de los avances más valiosos de la integración europea, la libre
circulación de personas y mercancías sin controles fronterizos, podría
ser modificado y limitado para regocijo de la extrema derecha.
Francia e Italia, con gobiernos conservadores y fuertes partidos
de extrema derecha --en Francia el Frente Nacional se coloca en tercer lugar en
los sondeos de cara a las elecciones presidenciales del año entrante-- han
promovido una reforma del Tratado Schengen que les permita reintegrar las
barreras fronterizas en caso de “situaciones excepcionales”, como el flujo
masivo de inmigrantes.
El Tratado Schengen fue firmado el 14 de junio de 1985 en esa ciudad
de Luxemburgo por cinco de los entonces diez Estados miembros de la Comunidad
Económica Europea. En 1997 se incorporó al acervo legislativo de la UE.
Actualmente forman parte del llamado "espacio Schengen" 22 de los 27
países asociados a la UE (Gran Bretaña, Irlanda, Chipre, Rumania y Bulgaria
están fuera), más Noruega, Suiza, Islandia y Liechtenstein. Así, para
los jóvenes europeos menores de 30 años, la reintroducción de las fronteras
representa el regreso a un pasado que no conocieron.
En ese espacio de libre circulación, las personas atraviesan de un
país a otro por tierra sin percatarse que lo han hecho. Por vía aérea, un
individuo que ha pasado los controles aeroportuarios puede viajar libremente
hacia otros países Schengen, incluso un turista no europeo dentro del tiempo
permitido de estancia (tres meses en el caso de los mexicanos).
Más aún: los autobuses de línea belgas entran a pueblos
holandeses fronterizos como parte de su recorrido habitual.
Sin embargo, los Estados miembros mantienen el control de sus
fronteras y pueden restringir el desplazamiento de una persona en cualquier
momento bajo ciertas condiciones muy precisas.
Por ejemplo, la policía belga y holandesa realizan con frecuencia
controles antidrogas sobre el tren que va de Ámsterdam a Bruselas, y la policía
alemana detiene incluso en la madrugada los autobuses que vienen de Francia y
Bélgica para llevar a cabo un control de pasaportes de los pasajeros.
Durante ciertas cumbres de líderes mundiales o eventos deportivos
internacionales, como las Copas del Mundo de futbol, los países del espacio
Schengen recuperan el control absoluto de sus fronteras.
La Comisión Europea considera que hay "lagunas" en el tratado, por lo
que elabora actualmente una propuesta de ley que reinstale los controles
fronterizos en ciertos casos, que aún tiene que determinar con suma
exactitud.
La problemática se complica: un grupo de expertos de los Estados
miembros evaluó positivamente la entrada de Rumania en el espacio Schengen y
podría aprobar el ingreso de Bulgaria a finales de este año.
Varios países, entre ellos Francia y Alemania, se oponen a que se
incorporen a la libre circulación de personas ambos países de la UE desde 2007,
pero Hungría, que detenta la presidencia semestral de la UE, está presionando
para que los ministros del interior de la UE tomen formalmente nota de esas
buenas evaluaciones durante su reunión el 9 de junio entrante, lo que empujaría
su causa.
Por otro lado, este 24 de mayo la Comisión Europea propondrá un sistema
temporal de visados a ciertos países de los Balcanes. La razón: algunos Estados
miembros se quejaron de que las solicitudes de asilo de ciudadanos de Serbia y
Macedonia se dispararon desde que en diciembre de 2009 se les permitió viajar
sin visa a los países del espacio Schengen.
Caso danés
El pasado 10 de mayo tuvo lugar en el Parlamento Europeo un debate en torno
al Tratado Schengen, en el que participó el presidente de la Comisión Europea,
José Manuel Durao Barroso.
El funcionario europeo puntualizó que era "un gran progreso de
civilización que los países sean capaces de derribar las fronteras y dejar a los
ciudadanos fluir libremente", y recordó que desde el año pasado la institución a
su cargo está preparando una propuesta para "fortalecer" el mecanismo de
Schengen.
Tal propuesta, enfatizó, tiene el objetivo de dar "un paso adelante
en la gestión comunitaria del sistema Schengen" y en "la cooperación entre
Estados miembros", incluyendo el fortalecimiento de la agencia policiaca que
vigila las fronteras exteriores de la UE (FRONTEX) y el avance hacia un Sistema
Europeo Común de Asilo.
Y advirtió: "No se trata de encontrar la manera de que los Estados
miembros reintroduzcan los controles fronterizos. Estoy convencido que hacer eso
socavaría catastróficamente no solo lo que Europa ha construido en los últimos
61 años, sino que sabotearía la viabilidad de nuestros esfuerzos para construir
una Europa próspera y unida en el futuro".
Al día siguiente, 11 de mayo, Barroso quedó en ridículo: el
gobierno de Dinamarca anunció que había decidido, unilateralmente, implantar
controles permanentes en sus fronteras con Suecia y Alemania, cuyas
autoridades no habían sido informadas previamente, como tampoco el presidente de
la Comisión Europea.
El ministro danés de Economía, Claus Hjort Frederiksen, dijo ese día
que el aumento del crimen en los últimos años había empujado al gobierno a tomar
esa decisión.
Explicó que edificarán nuevas instalaciones en la frontera con
Alemania, las cuales dispondrán de modernos equipos electrónicos, como
dispositivos de identificación de matrículas y escáneres que puedan descubrir
personas, armas o drogas en contenedores. También se redoblará la vigilancia
en sus fronteras marítimas y en los aeropuertos del país.
Los controles carreteros --que requerirán una inversión de 36
millones de euros-- comenzarán a funcionar a principios de junio próximo, y
estarán completamente operativos en 2013.
En realidad, Dinamarca ha endurecido fuertemente sus leyes
migratorias y restringido los derechos de los extranjeros desde que en
2001 llegó al poder una coalición entre los partidos Liberal y Conservador en
alianza con el Partido Popular Danés (PPD), de extrema derecha. Entre 2001 y
2009 tal gobierno lo encabezó Anders Fogh Rasmussen, el actual secretario
general de la Organización del tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En noviembre pasado, el gobierno danés aprobó una ley que restringe
el reagrupamiento familiar de los inmigrantes provenientes de países pobres.
Tras el anuncio del restablecimiento de controles fronterizos en
Dinamarca --que celebrará elecciones generales-- la presidenta del PPD, Pia
Kjaersgaard, declaró que ella había trabajado "muy duro" para que se diera tal
decisión.
Con esa polémica abierta, un día después en Bruselas tuvo lugar una
reunión especial de ministros del Interior de la UE, en la que discutieron la
propuesta franco-italiana que planteaba la suspensión temporal del Tratado
Schengen para afrontar la llegada masiva de inmigrantes.
Ahí, el ministro danés del Interior, Soren Pind, aclaró que los
nuevos controles fronterizos no tenían el propósito de verificar
sistemáticamente los pasaportes ni combatir la inmigración ilegal, sino frenar
el crimen y la evasión fiscal, y que conciernen solo áreas que no contempla el
Tratado Schengen.
Furioso, Barroso dirigió el 13 de mayo una carta al primer ministro
danés, Lars Lokker Rasmussen. En ella expresa su "grave preocupación" acerca del
propósito de tales medidas, y advierte que éstas "parecen poner en duda el buen
funcionamiento del mercado único europeo y los beneficios que un área
integrada generan tanto a empresarios como a ciudadanos".
Barroso elevó su tono al señalar que Dinamarca debía "probar que sus
medidas no violan las leyes comunes a la UE", en tanto que pide al país una
actitud de "cooperación abierta y constructiva" con la Comisión Europea,
institución que, amenaza, "tomará todos los pasos necesarios" para que el
gobierno danés cumpla a cabalidad con las leyes europeas.
Cortina de humo
El día de la reunión especial en Bruselas, el 12 de mayo, el director de la
oficina para la UE de Amnistía Internacional, Nicolas Beger, acusó que "la
verdadera agenda de los ministros europeos es bloquear la llegada de gente
desesperada y vulnerable.
"No han hecho ni un simple compromiso tangible para recibir
refugiados de África del Norte y, en cambio, han creado una cortina de humo,
haciendo pequeños ajustes a medidas innecesarias y satisfaciendo caprichos
políticos sin compartir la responsabilidad para acoger a esta gente",
lamentó.
Berger denunció que los gobiernos europeos exageraban la dimensión
del flujo migratorio proveniente de la región norafricana: "Los países vecinos
de Libia han acogido a la mayoría de las personas que han huido del conflicto,
es decir aproximadamente 710 mil. A las costas europeas han llegado unos 30 mil:
ese modesto número no debería de ejercer ninguna presión sobre los sistemas de
protección y recepción de la UE".
Los grupos mayoritarios del Parlamento Europeo se oponen a cualquier
modificación del Tratado Schengen.
En el citado debate del 10 de mayo, Barroso fue acusado por éstos de
haber cedido a las presiones de la extrema derecha de Italia y Francia con
su propuesta de reforma del Tratado Schengen, que presentó una semana antes.
El líder del grupo de la Alianza Progresista de Socialistas
y Demócratas, el alemán Martin Schulz, consideró tal propuesta "exagerada y
fuera de lugar". El líder del grupo del Partido Liberal, el ex primer ministro
belga Guy Verhofstadt, la describió como "una vergüenza"; en tanto que el líder
del grupo del partido Verde, el alemán Daniel Cohn-Bendit, consideró que se
estaba configurando una "Europa a la carta" con el argumento de la
"inseguridad".
Incluso el eurodiputado alemán Manfred Weber, a nombre del Partido
Popular Europeo --familia ideológica a la que pertenecen Silvio Berlusconi y
Nicolas Sarkozy-- afirmó que "nadie pone en tela de juicio" el Tratado Schengen
porque lleguen cada año a Suecia 25 mil inmigrantes, por lo que le sorprendía
que ahora se discuta su modificación ante la llegada del mismo número de
personas a las costas de Malta y a la isla italiana de Lampedusa.
El apoyo del Parlamento Europeo es determinante. La Comisión
Europea tiene que elaborar una propuesta de ley sobre cómo se coordinaría una
reintroducción temporal de los controles fronterizos, basándose en las
discusiones de los Jefes de Estado y de Gobierno de la UE reunidos en el Consejo
Europeo del 23 y 24 de junio próximos.
Cualquier promulgación de ley al respecto necesita, desde que entró
en vigor el Tratado de Lisboa en 2010, el aval del Parlamento Europeo.
Los gobiernos europeos reunidos en el Consejo podrían saltarse la
aprobación tanto del Parlamento Europeo como de la Comisión Europea si abandona
el procedimiento de una propuesta legislativa y opta por, simplemente, emitir
una Declaración formal con sus propias reglas de funcionamiento del Tratado
Schengen.
Tal opción, que sería interpretada como autoritaria por las
instituciones ignoradas, no la descartan funcionarios del Consejo
consultados para su edición del 19 de mayo por el semanario británico
European Voice, especializado en asuntos de la UE.
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