Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

jueves, 29 de noviembre de 2012

ASTILLERO- IFE: opacidad y dispendio emblemáticos-Se va Calderón- La seguridad en la frontera México-EU

Astillero
Pacto de la discordia
EPN se autodesmiente
Chuchos pillados
Invitación al Hard Bar
Julio Hernández López
Foto
CERCO A SAN LÁZARO. Las vallas colocadas en el entorno del Palacio Legislativo de San Lázaro continúan obstaculizando el tránsito. Ayer por la tarde comenzó la llegada de más elementos del Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal
Foto Francisco Olvera
Extraños giros en las alturas de un poder que por ser priísta se supondría cuando menos experto en el muy practicado arte de los tiempos y las formas (si fuera el panismo párvulo y torpe de Fox o Calderón, cabría la excusa simplona de la novatez).
 
He allí que estaba muy contento el licenciado Peña Nieto en Canadá, dedicado a diplomáticas faenas mediante exageraciones manuales (es decir, las manos abiertas, extendidas, casi desesperadas, como enfática confesión de que las ideas expresadas verbalmente necesitan reforzamiento o distracción gestual, manoteos y teatralización), cuando se le ocurrió suponer que ya estaba cocinado el platillo a tres manos que en la capital mexicana se habían quedado preparando los tres tenores de la concertación sancochada: el panista Gustavo Madero, el priísta Pedro Joaquín Coldwell y el perredista Jesús Zambrano.
 
Poderoso, bien informado y seguro de sí mismo, el antes mencionado lic. EPN procedió a declarar solemnemente inaugurada la repartición de una parte del pastel sexenal, bajo el inatacable título de Pacto por México. Tan impactante demostración de control político y de buena marcha futura fue hecha durante una conferencia de prensa que compartió con el primer ministro canadiense al que había visitado. Allí fue donde QuePeNi calificó al mencionado pacto (de inminente firma, pues estaba programado para ser suscrito hoy en Querétaro) como un primer paso significativo y relevante a partir de la consolidación democrática de México para trabajar sobre los grandes objetivos y metas nacionales. Gulp.
 
Pero resulta que los aliados chuchos no pudieron sacar adelante su parte y el equipo de Peña Nieto (que tal vez se mueve de manera autónoma, pues el jefe anuncia lo que el otro desmiente, sin que entre ambas partes de un mismo aparato haya siquiera alguna explicación ruborizada) hubo de anunciar la cancelación del histórico acto queretano cuando aún no transcurrían ni 60 minutos del anuncio hecho en Canadá (60 minutos equivalen más o menos a una hora, si las condiciones no cambian y los relojes se sostienen en el convencionalismo hasta ahora aceptado: astillado breviario impreciso como contribución solidaria con las características del equipo de métrica móvil que está por asumir el control de las manecillas oficiales).
 
Ni siquiera ha protestado (el participio se refiere al cumplimiento de la ceremonia de toma de posesión, no a las manifestaciones de repudio a las que este tecleador asistirá de madrugada el sábado para ir a San Lázaro) y ya va acumulando el antes mencionado lic. EPN varias faltas políticas que exhiben falta de destreza y provocan enredos innecesarios (nomás por recordar uno reciente: el de la reforma patronal que Beltrones pretendía frenar, quitarle el carácter de preferente y guardar para que saliera en tiempos del mexiquense, cuando éste ya estaba apalabrado con Calderón y ordenó al mando legislativo priísta un recular destemplado).
 
Los destanteos del peñanietismo tuvieron como origen los problemas que en el PRD surgieron luego de que uno de los Chuchos, Zambrano, alegremente se permitió anunciar que estaba en tratos con el PAN, el PRI y el equipo de transición del mexiquense para firmar ni más ni menos que un pacto de entendimientos a corto, mediano y largo plazo, con el propósito de dar gobernabilidad al hombre que un año atrás naufragaba en la Feria Internacional del Libro y para sacar adelante una batería de reformas que el recato impedía nombrar en ese momento pero que cualquiera adivinaría relacionadas con los energéticos (la privatización de Pemex) y lo fiscal (mantenimiento de privilegios a las élites y más presión a causantes cautivos, más un IVA de mayor alcance).
 
El pretendido madruguete de Zambrano se topó con una reacción adversa encabezada por el bejaranismo al interior del sol azteca, en especial en la comisión política que durante una larga sesión hizo recriminaciones al Chucho dirigente, incluyendo especulaciones acerca del beneficio específico que ese presidente partidista y su grupo recibirían por la firma del ya para entonces tan manoseado pacto. En busca de recomponer figura, Zambrano reunió a los gobernadores de origen perredista, quienes habrían extendido una amplia autorización al dirigente del sol azteca para que imprimiera su impugnada firma. Se habló de que esos gobernadores podrían asistir a Querétaro para suplir a los perredistas rejegos.
 
Al final, con tufo a división interna que no terminará en este episodio, los acomedidos Chuchos, y sus nada cándidos aliados, tuvieron que aceptar que no hubo condiciones para el acto queretano. Y Peña Nieto, a pesar de su optimista anuncio canadiense, hubo de ordenar a su equipo de transición que apurara el amargo trago de anunciar la cancelación que luego fue convertida en posposición, pues según eso el pacto de la discordia será firmado más delante, luego que haya nuevo ocupante de Los Pinos.
 
El que va de salida, mientras tanto, hizo saber al respetable público que se ha dignado aceptar la solicitud que él mismo había hecho para ser aceptado como académico en Harvard (en Twitter, @ballesterosag resolvió parte del enigma, al considerar que la invitación a Felipe no había sido para ir a Harvard, sino al Hard Bar). El proFe Lipe recibió de inmediato múltiples propuestas para el contenido de sus futuras clases, desde la descomposición de un país para tratar de mejorarlo ya en la autopsia hasta la exaltación doctrinal de su postulado básico, el haigasidismo (haiga sido como haiga sido), rogándole al catedrático que a sus colaterales alumnos no los califique mediante sistema alfabético (A,B,C). La coronación académica del hombre de las 80 mil muertes fue empañada por revelaciones de un jefe del narcotráfico apodado La Barbie que acusó al profe en fuga, a su ejecutor preferido, el productor García Luna y a otros funcionarios del sexenio feneciente de recibir dinero de capos y maniobrar en busca de establecer una gerencia oficialista de ese negocio que tan próspero durante este sexenio fue. ¡Hasta mañana!
IFE: opacidad y dispendio emblemáticos
Según un informe elaborado por la contraloría general del Instituto Federal Electoral (IFE), dicho organismo ha incurrido en diversas irregularidades en el manejo de los recursos públicos que ejerce. Entre ellas destacan los excedentes de plazas laborales, los gastos excesivos y no comprobados en combustible, los pagos duplicados de telefonía celular, las erogaciones no autorizadas para la renta de inmuebles y automóviles de funcionarios e incluso las compras de edificios inexistentes.
 
Semejante conducción dispendiosa, opaca y presumiblemente ilegal de los recursos resulta doblemente inadmisible si se coteja con el desempeño reciente del IFE en su responsabilidad fundamental: organizar procesos electorales equitativos, transparentes y confiables. En efecto, durante los dos recientes comicios presidenciales –2006 y 2012–, los integrantes de ese organismo, empezando por sus presidentes, Luis Carlos Ugalde y Leonardo Valdés, decidieron mirar hacia otro lado ante los episodios de intromisión indebida de autoridades federales y de poderes fácticos en las elecciones y ante la puesta en marcha de maniobras tradicionales y sofisticadas de manipulación; calificaron de limpios y ejemplares procesos plagados de irregularidades y actuaron, en suma, en forma omisa respecto de sus facultades y obligaciones legales. Ante la falta de certidumbre en el trabajo del IFE, los dos pasados comicios presidenciales han dado pie a conflictos poselectorales –expresados en movilizaciones o por la vía jurídica–, la sociedad ha experimentado una fractura política que no será fácil remediar, se ha restado legitimidad a las instancias gobernantes y la propia institucionalidad electoral ha sido expuesta a severo descrédito.
 
A la luz del conjunto de anomalías documentadas por la contraloría general del IFE, es claro que ese organismo requiere de una profunda transformación en sus prácticas y composición si se quiere evitar que la pérdida de confianza ciudadana llegue a un punto de no retorno.
 
Por lo demás, las irregularidades referidas en el IFE son ejemplos de la opacidad y la discrecionalidad con que se manejan los recursos en el conjunto de las entidades autónomas federales, las cuales, en uso distorsionado de sus potestades, y valiéndose de la ausencia de controles externos de fiscalización, generan entornos propicios para la corrupción y el desvío de recursos por sus integrantes.
 
No menos grave es el derroche y la frivolidad imperantes en los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, cuyos integrantes perciben salarios y otras percepciones insultantes para la mayoría depauperada de la población, emplean el dinero público para dotarse de condiciones de trabajo faraónicas, expanden sus equipos de colaboradores sin control alguno y ostentan sin pudor todos esos beneficios a través de ejercicios de transparencia administrativa.
 
El telón de fondo del dispendio, o incluso del enriquecimiento personal a costa del poder, es un entorno social caracterizado por la necesidad, la pobreza y la miseria, sistemas públicos de salud y educación severamente deteriorados y una aplicación regular de aluviones impositivos, incrementos en tarifas y servicios públicos y demás medidas lesivas para las mayorías.
 
Ante el elevado costo y las consecuencias nocivas que tales prácticas tienen para el conjunto de la población, la clase política en su conjunto no tiene, en suma, motivo para sorprenderse ante el desprestigio que padece en la opinión pública.
Sensibilidad-Helguera
Se va Calderón
Adolfo Sánchez Rebolledo
Llegamos al final del sexenio de Felipe Calderón, que estuvo marcado por la crisis de 2006, cuya naturaleza, alcances y soluciones aún sigue siendo uno de los secretos del presente mexicano. La necesidad de asegurar la gobernabilidad a cualquier precio desató procesos que luego adquirieron vida propia, como la guerra contra el narcotráfico, que se convirtió en un monstruo de mil cabezas, capaz de mostrar hasta qué punto la sociedad mexicana, las instituciones de la República y las élites dirigentes habían perdido el rumbo. México se miró con azoro en el espejo de la barbarie criminal, en la cotidianeidad de una violencia de indescriptible crueldad convertida en código, en expresión de la caída de todo principio moral o racional como sustento de la convivencia: la delincuencia organizada como metáfora trágica de los valores que rigen la competencia en el mercado y el omnipresente afán de lucro premiado en todas las demás esferas de la vida ciudadana. El recurso de poner en tensión las fuerzas del Estado para arrinconar la acción de las bandas fue adoptado sin un diagnóstico serio y flexible en el contexto de la corrupción y la impunidad que carcome la justicia y otros ámbitos institucionales. El gobierno adujo que no tenía opción. O combatir con las armas disponibles a la delincuencia organizada o entregar el Estado a las bandas. ¿No era el solo enunciado del problema la prueba de hasta qué punto las instituciones estaban inmersas en una crisis tan profunda como difícil de soslayar con remedios puntuales, así fueran la movilización militar o la aplicación de tecnologías de última generación? El gobierno y buena parte de sus aliados en la sociedad civil prefirieron ignorar la realidad sin asumir que en la crisis política, la legitimidad del poder (o su ilegitimidad) podía ser compatible con el fortalecimiento de los grandes negocios que detenta una minoría cada vez más reducida en la pirámide social. La lucha contra el narcotráfico no redujo la violencia ni hizo disminuir el delito pero le dio al gobierno calderonista una razón de ser.
 
La razón de ser no puede aducirse ante la carga de las decenas de miles de muertos que ahí están, aunque la memoria oficial los ignore. Es una losa moral que algún día pasará factura a los grupos que han preferido convivir con la tragedia sin nombrarla, aparentando una normalidad inexistente, oculta bajo la hipocresía del llamado a la modernidad y a las buenas costumbres democráticas.

Ahora, cuando faltan horas para el gran ritual presidencialista de la entrega de la banda tricolor, la propaganda oficial remacha los grandes éxitos obtenidos en rubros importantes como carreteras, salud y otros temas, pero aun así surgen dudas en cuanto a cómo se juzgará a la administración saliente una vez que los nuevos se instalen en los espacios palaciegos. Calderón se va sin entender qué es lo que estaba –y está– en juego. La propuesta de cambiarle el nombre al país y la iniciativa para instaurar la segunda vuelta (bajo una fórmula semiautoritaria) dan cuenta de la frivolidad que incluso a última hora distingue al panismo. Es la falta absoluta de proyecto la que marca sus años de alternancia. Pretender que el balance de un gobierno se mida exclusivamente por la dimensión de algunas obras públicas hace olvidar que México es un país de más de 100 millones de habitantes, con una economía poderosa y atractiva (y apetecible) en el mundo global. Tiene recursos naturales extraordinarios y condiciones geopolíticas únicas para pensar en grande, de modo que las inercias de la actividad económica de por sí arrojan cifras que en otros países resultan inimaginables, pero México tiene un talón de Aquiles: la desigualdad, la terrible polarización que perpetúa la injusticia, la irritación, la desesperanza. Según los datos más optimistas de la Cepal, la pobreza afecta a 35 de cada 100 personas y disminuye más lentamente que en otros países de Latinoamérica. Como quiera, es evidente que años y años de políticas compensatorias han fracasado en la tarea de romper con el círculo vicioso de la pobreza fortaleciendo el empleo como un derecho universal. Lo más grave es que no hay nuevas ideas, un verdadero proyecto de cambio y desarrollo que permita dejar atrás la ruta del estancamiento. La promesa de hacer reformas sin un replanteamiento en serio de los objetivos nacionales llevará, sin duda, a reforzar la integración a la economía trasnacional, pero difícilmente dará cumplimiento a las aspiraciones de la mayoría.
 
Como hemos visto durante décadas, la estrategia de modernizar el país a partir de mejorar la situación de unas hipotéticas clases medias creadas a modo para darle vida al catecismo económico fracasa no sólo en el terreno de la satisfacción de las necesidades inmediatas sino también, y sobre todo, en el terreno de la cohesión social. La crisis del sistema, como decía nuestro viejo lugar común, no se circunscribe a los cuellos de botella estructurales, sino que recorre de arriba abajo las relaciones sociales, la vida en común, aunque México ya no es el mismo que en 1988 o en 2006. También se tambalea la idea otra vez en boga (gracias al peñanietismo) de vender la modernización como un paraíso al alcance de la mano a partir de la masiva manipulación de los medios como alternativa al voluntarismo parroquial de Felipe Calderón. El debate nacional es imprescindible dentro y fuera del Congreso, en los medios y en la sociedad, pero hay que pasar del regodeo en los sujetos al examen de las ideas, a la confrontación de las opciones programáticas que, en definitiva, distinguen entre sí a las distintas corrientes políticas. Hemos estado demasiado tiempo ensimismados en las formas de la lucha política descuidando los contenidos, las definiciones que no emanan espontáneamente de los liderazgos. Necesitamos, es verdad, una nueva ética para un nueva política, capaz de poner en pie los cimientos de un ciclo histórico de desarrollo. Y tenemos que hacerlo por medios pacíficos antes de que la lógica de la violencia consuma también la voluntad democrática, la fidelidad a la nación.
 
Mientras, una encuesta arruina el momento del adiós. Se va el PAN y en México se lee menos. En 2006, según datos publicados en este diario, 56 por ciento de los mexicanos decía que leía libros; en 2012 es de 46 por ciento. Al buen lector pocas palabras
Tumba-Hernández
 
La seguridad en la frontera México-EU
Simón Vargas Aguilar*
El estado de la seguridad a lo largo de la frontera México-Estados Unidos es uno de los temas más importantes que se debaten tanto en territorio estadunidense como en México, ya que la preocupación en torno del terrorismo, las posibles amenazas de quienes entran ilegalmente y el miedo de que la violencia mexicana se desborde hacia Estados Unidos han derivado en grandes esfuerzos para asegurar el territorio fronterizo, garantizando la estabilidad, por todas las vías, incluyendo la alternativa militar.
 
Y es que con una línea divisoria de 3 mil 185 kilómetros, la situación geográfica y política dota a la relación bilateral entre México y Estados Unidos de peculiares características e inescapables realidades; mismas que se reflejan en el ambiente de asimetría, transición, violencia y ambigüedad que se experimenta en ambos lados de la frontera.

De acuerdo con estadísticas dadas a conocer por la Oficina Federal de Investigación (FBI), relacionadas con la tasa de homicidios en 2011, las ciudades fronterizas de Estados Unidos son las más seguras en todo el país, contrastando con la frágil situación de seguridad en la mayoría de las localidades mexicanas, destacando Ciudad Juárez y Tijuana.

De hecho, mientras que en los estados fronterizos de México la tasa de homicidios aumentó 29 por ciento entre 2005 y 2010, en Estados Unidos disminuyó 24 por ciento, lo cual sugiere que a pesar de que el crimen organizado ha aumentado los incidentes violentos en México, allá no se han visto alcanzados por este clima de inseguridad.

En este sentido, James R. Clapper, director nacional de Inteligencia, declaró ante la Comisión del Comité Permanente de Inteligencia que “los cárteles mexicanos tienen una presencia en Estados Unidos, pero no es probable que veamos el nivel de violencia que azota a México, ya que los traficantes reconocen que hay una aplicación más efectiva de la ley en Estados Unidos.

Por otra parte, el factor que impulsa el derramamiento de sangre en México es la competencia por el control de las rutas de tráfico y las redes de funcionarios corruptos, hecho que no es aplicable en las actividades comerciales de tráfico de drogas en el lado estadunidense.

Asimismo, la disparidad del crimen y la violencia a lo largo de la frontera puede ser explicada desde la vasta diferencia en las capacidades institucionales que existen entre los dos países.
 
Es así que el estudio Estado de la seguridad en la frontera México-Estados Unidos, realizado por Eric L. Olson, director asociado del Instituto México del Centro Internacional para Académicos Woodrow Wilson, y Erik Lee, director asociado del Centro Estadunidense de Estudios Transfonterizos de la Universidad de Arizona, así como por El Colegio de la Frontera Norte, señala que el aumento sin precedentes de la seguridad estadunidense a lo largo de la frontera después del 11-S queda reflejado en el alza del rol federal, ya que cuenta con más de 21 mil agentes asignados en diversos sectores de patrullaje, los cuales, desde 1990 a la fecha, aumentaron en 518 por ciento.
 
En contraste con esta alza en la seguridad fronteriza estadunidense se ha de destacar que el tráfico de armas continúa siendo un problema, ya que el estudio señala que, de acuerdo con la Oficina de Responsabilidad Gubernamental, más de 65 por ciento de las armas decomisadas por autoridades mexicanas provienen de Estados Unidos.
 
Aunado al hecho de que menos de 0.2 por ciento del dinero ilícito que cruza la frontera es incautado, el gobierno de Estados Unidos estimó que en 2010 se blanquearon entre 19 y 29 mil millones de dólares en México y Colombia; pero únicamente se decomisaron 32.4 millones en territorio estadunidense y 7 millones en México.
Es por ello que los gobiernos de México y Estados Unidos deben cumplir la declaración relativa a la gestión fronteriza del siglo XXI, firmada el 19 de mayo de 2012, en la que se comprometieron a trabajar de manera coordinada en la restructuración de la forma en que se administra la frontera para favorecer la entrada de visitantes legítimos, fomentar el comercio, fortalecer los lazos culturales y reducir el costo de hacer negocios en América del Norte; así como prevenir la delincuencia, desarticular y desmantelar las organizaciones delictivas trasnacionales.
 
Cuando las fronteras sangran, podemos ver con temor cómo las líneas a lo largo del mapa se van tornando rojas.
Marya Mannes (escritora estadunidense)
 
* Analista en temas de seguridad, educación y justicia; simon.9@prodigy.net.mx,
Twitter:
@simonvargasa, Facebook: simonvargasa
El superamigo en apuros-Rocha

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