Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

lunes, 26 de noviembre de 2012

DE ZARES DE LA COCAÍNA A TESTIGOS PROTEGIDOS

DE ZARES DE LA COCAÍNA A TESTIGOS PROTEGIDOS

Los gemelos Flores dominaron las rutas desérticas entre Sinaloa y Arizona. Chicago era suya. Un día, por salvar la vida, traicionaron al “Chapo”. Hoy informantes del gobierno de Estados Unidos, atestiguarán en contra de Vicente Zambada

Un auto abandonado es descubierto en el desierto de Sinaloa: se trata del carro de Margarito Flores, residente de Little Village, conocido barrio latino en Chicago. En el parabrisas hay un mensaje dirigido a sus hijos: “Dile a esos hijos de la chingada que se callen o vamos a enviarte sus cabezas”. Es el año de 2009.
Los gemelos Flores le habían advertido a su padre que no regresara a México, especialmente al conflictivo estado de Sinaloa, sede del cártel que es considerado por los servicios de inteligencia norteamericanos como el más rico y poderoso del mundo. Los Flores sabían de lo que hablaban: con entonces treinta y un años, eran ya connotados traficantes de drogas.
De Margarito Flores no volvió a saberse nada.
Los hermanos, actualmente se encuentran bajo custodia de Estados Unidos y sirven de informantes al gobierno de ese país gracias a un acuerdo del que se han reservado los detalles. Ellos serán los testigos principales en el juicio que se realizará en Chicago en contra de Jesús Vicente Zambada Niebla, uno de los líderes del cártel de Sinaloa y, por mucho, el capo mexicano más importante procesado por una corte norteamericana. El 12 de diciembre próximo en una audiencia previa a proceso, se fijará una nueva fecha para el juicio, el cual ha sido pospuesto en diversas ocasiones.
De acuerdo con los registros de la corte, los abogados de Zambada Niebla aducen que él, al igual que los hermanos Flores, trabaja para la Administración Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), y que a cambio de información sobre cárteles rivales, el gobierno norteamericano ha simulado no estar al tanto de las “toneladas de drogas ilícitas que continuamente son introducidas de contrabando a Chicago y otras regiones de Estados Unidos”. En los meses previos al juicio, ha sido publicada una letanía de documentos legales que muestran que Chicago es el mayor centro de distribución de drogas de Estados Unidos. Los registros también sugieren que serán revelados detalles comprometedores sobre la cooperación de Estados Unidos con algunos de los más poderosos narcotraficantes del mundo.
El negocio de distribución de droga de Pedro y Margarito Flores prosperó entre 2001 y 2008. Criados en Pilsen y Little Village, los hermanos tuvieron contacto directo con el líder del cártel del Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, a través de su padre, quien hizo carrera traficando drogas para dicho cártel.
Joaquín Guzmán Loera. Foto: Cuartoscuro.
Gracias a sus vínculos con “El Chapo”, los hermanos pudieron sustraerse del control que las pandillas callejeras tienen sobre la cadena de suministro de droga, y al mismo tiempo evitar las disputas entre bandas, insignificantes en realidad, frente al negocio que tenían entre manos. La cantidad y pureza de la cocaína que recibían directamente de México (entre mil 500 y dos mil kilos al mes aproximadamente, de acuerdo con los documentos de la corte) aseguró a los gemelos una posición lo suficientemente privilegiada como para responder solamente a los cárteles. La importancia de los Flores como traficantes para el cártel de Sinaloa, dado el valor de sus operaciones, los ubicó dentro del selecto círculo que tenía contacto directo con el elusivo “Chapo”, quien escapó hace 11 años del penal de Puente Grande y es uno de los fugitivos más buscados en el mundo.
Hacia el año 2001, los hermanos Flores se convirtieron en el principal contacto en Chicago de muchos de los principales cárteles mexicanos. Con apenas 22 años, los Flores eran el eje de la cadena de producción y distribución de droga, al conectar a los productores de Colombia con los consumidores de Norteamérica. Ser considerados hábiles negociantes les permitió responder sólo a los propios jefes de los cárteles. Para el cártel de Sinaloa y sus socios —el peligroso clan de los cinco hermanos Beltrán Leyva— los gemelos eran como la gallina de los huevos de oro. De acuerdo con los documentos de la corte, la droga que distribuían era transportada a Estados Unidos a través de diferentes medios: lanchas de alta velocidad, buques de pesca, aviones de carga Boeing 747, buques portacontenedores, tráileres e incluso submarinos.
Los cargamentos de droga tocaban tierra estadounidense en Los Ángeles y de ahí eran transportados a Chicago, donde los Flores los recibían, ascendiendo sus operaciones a cientos de kilos por semana. Descargaban tráileres de cocaína colombiana y heroína mexicana en modestos almacenes ubicados en Bedford Park y Chicago, en el estado de Illinois, y finalmente dividían el polvo y lo escondían en otros tantos almacenes de Chicago y de ciudades aledañas como Justice, Romeoville y Plainfield.
Los gemelos Flores vendían parte de su producto a intermediarios, que lo mezclaban y revendían, a su vez, a narcomenudistas distribuidos por toda la ciudad de Chicago. Sin embargo, el FBI señala que los gemelos manejaban una cantidad de estupefacientes lo suficientemente grande como para surtir a mayoristas a lo largo y ancho de Estados Unidos, y ser la cabeza de una red de distribución extendida por el norte hasta Milwaukee, por el Oeste hasta la frontera con Vancouver, cubriendo todo lo largo de la frontera canadiense, y hacia el Este hasta Nueva York, Filadelfia y Washington, D.C., pasando por Cincinnati, Detroit y Columbus.
Foto: Cuartoscuro.
En los documentos de la Corte se estima, con base en un artículo aparecido en 2009 en The Washington Post, que los ingresos anuales de los hermanos Flores ascendían a 700 millones de dólares. Según los datos de dicho artículo, los Flores ponían en fajos sus ingresos en efectivo y los escondían en casas suburbanas y condominios en Chicago, Hinsdale, Palos Hills y Plainfield, puestos a nombre de familiares y novias sin antecedentes penales. Sin embargo, de acuerdo con fuentes cercanas a los gemelos Flores, no había suficientes prestanombres de confianza en la red para ocultar tal cantidad de dinero, así que en el inmenso mercado cubierto por los hermanos surgió la necesidad de lavar el excedente de efectivo en negocios legales. Pedro y Margarito pusieron entonces una peluquería en Berwyn, Illinois, llamada Millennium Cuts, que continúa abierta, y también abrieron un restaurante mexicano en West Lawn llamado Mama´s Kitchen, que actualmente está cerrado.
Para tener una idea de qué tan grandes eran las operaciones de los Flores, solamente es necesario comparar sus ingresos anuales, estimados en 700 millones de dólares, con el valor total (en la misma moneda) de la droga incautada en las calles de Chicago: 208 millones en 2009, 139 millones en 2008, 118 millones en 2007, 143 millones en 2006 y 235 millones en 2005, de acuerdo con el Departamento de Policía de Chicago. En cualquiera de estos años, los decomisos de droga nunca alcanzaron una tercera parte del valor de lo que el clan de los Flores obtuvo. Después de que el imperio de los hermanos Flores fue desmantelado, los precios de la cocaína aumentaron en las calles de Chicago: de 18 mil dólares por kilo, a 29 mil en 2009, de acuerdo con el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

YA NADA SORPRENDÍA EN CHICAGO

Que las operaciones de los Flores hayan crecido tanto no es tan sorprendente, tomando en cuenta que Chicago tiene una de las poblaciones más grandes de mexicanos de entre las ciudades de Estados Unidos, dice el agente especial John “Jack” Riley, jefe de la División Regional de Chicago de la DEA (de acuerdo con el censo de 2010, la población mexicana en Chicago estaba muy cerca de la de Los Ángeles, San Antonio y Houston). “Eso permite a los traficantes de droga mexicanos mezclarse, pasar inadvertidos, al tiempo que se benefician del apoyo de más familia y amigos”, dice Riley. “Los familiares en Estados Unidos son clave para los cárteles, porque la confianza es fundamental para sus operaciones”.
Aun cuando el negocio se apoyara en los contactos que tenía su familia en México, los gemelos Flores se las arreglaron para seguir siendo independientes frente a los cárteles que controlaban el suministro de droga. Entre 2002 y 2008, obtuvieron grandes beneficios del acuerdo entre el cártel de Sinaloa y el clan formado por los cuatro hermanos de la familia Beltrán Leyva para compartir el poder.
Foto: Cuartoscuro.
Después de un lapso de seis años, que trajo prosperidad a ambos cárteles, una disputa devino en guerra en mayo de 2008. Uno de los puntos principales del conflicto era cómo dividir el botín de las lucrativas operaciones de los gemelos Flores. En una atmósfera signada por la mutua desconfianza, Alfredo Beltrán Leyva fue arrestado en México. Los Beltrán culparon a “El Chapo” de revelar a las autoridades el paradero de su hermano antes del arresto, y decidieron declararle la guerra al cártel de Sinaloa, tomando venganza en las calles de Culiacán, Sinaloa, donde la escalada de violencia vinculada con el narcotráfico costó la vida de 387 personas, algunas de ellas inocentes, en el sangriento verano de 2008.
La ética de la violencia por la violencia rápidamente se salió de control, poniendo en peligro la vida de los integrantes de la familia Flores. Los gemelos optaron por cooperar con la justicia estadounidense, conforme a la oferta que en 2011 les hizo el gobierno, cuyos detalles no se han hecho públicos. En 2008, los gemelos revelaron información delicada acerca de su cártel a las autoridades federales del vecino país.
Quizá una de las piezas más contundentes dadas por los hermanos Flores a los servicios de inteligencia norteamericanos sean las conversaciones con los líderes del cártel de Sinaloa que Margarito Jr. grabó en secreto en octubre de 2008, cuyas transcripciones fueron publicadas por la Oficina del Procurador Federal en Chicago. Margarito Jr. fue equipado con un cable durante un encuentro realizado en una montaña remota del estado de Sinaloa con Vicente Zambada Niebla, quien entonces tenía 33 años; su padre, Ismael “El Mayo” Zambada García, y “El Chapo”.
Es evidente el grado de familiaridad que hay entre los hombres cuyas voces se escuchan en las grabaciones —en un punto de la conversación puede oírse a Vicente llamando afectuosamente a Margarito Jr. “gemelo”—, lo cual representa, dada la casi legendaria secrecía con que estos hombres manejan sus negocios, un acercamiento extraordinario.
En una de las conversaciones grabadas, se escucha a El Mayo quejarse: “Este gobierno está dejando a los gringos hacer lo que quieren”, refiriéndose al presidente Felipe Calderón y su política de puertas abiertas a las agencias antidrogas norteamericanas.
“Nos están chingando por todas partes”, coincide “El Chapo”.
Poder de fuego —cómo obtener más y cómo usarlo— es un tema recurrente en los extractos de conversaciones grabadas. Se escucha a Vicente preguntando a Margarito Jr. cómo obtener explosivos y armas de grado militar. Incluso se le escucha expresar su deseo de “enviar un mensaje” a las autoridades de Estados Unidos causando una explosión cerca de algún edificio de gobierno o de algún medio de comunicación en la ciudad de México. Estos atentados nunca sucedieron.
Alfredo Beltrán Leyva. Foto: Cuartoscuro.
“Gemelo”, dice el más joven de los Zambada en una grabación, “tú conoces gente que regresa de la guerra. Encuentra a alguien que pueda darte armas de gran alcance, mierda gringa… no queremos porquerías. Quiero volar algunos edificios. Tenemos muchas granadas, tenemos muchas armas calibre .50, estamos cansados de las AKs”. Al referir esta conversación, los fiscales expresan confianza en la posibilidad que tienen de condenar a Zambada Niebla.
Zambada Niebla, mejor conocido como “El Vicentillo”, apodo que puede interpretarse como una alusión a su condición de “niño bien”, fue arrestado en marzo de 2009 en una redada realizada durante la madrugada por un equipo de élite del Ejército y agentes federales en la ciudad de México. De acuerdo con documentos de la corte norteamericana donde es procesado, a Zambada Niebla se le acusa de ser el coordinador logístico del envío de cargamentos de droga para el cártel de Sinaloa. El día en que “El Vicentillo” fue exhibido ante las cámaras de televisión, esposado bajo la custodia del Ejército, lucía un corte de cabello estilizado, una chaqueta de pana azul marino, jeans oscuros y una camisa a rayas desabotonada. El hombre a quien los jefes del Estado mayor condenaron por ser el líder de los escuadrones de la muerte en la guerra del cártel de Sinaloa contra la familia de los Beltrán Leyva, parecía más un nominado al Grammy Latino que un criminal detenido.

CUANDO “EL VICENTILLO” BRILLABA

Vicente Zambada Niebla capturó la atención de la prensa en marzo pasado cuando interpuso un alegato de no culpabilidad bajo el argumento de tener un acuerdo de inmunidad con la DEA. La defensa, hecha en dos frentes, alegó inmunidad y “autoridad pública”, un tipo particular de inmunidad en el que se sostiene que el acusado actuó bajo los auspicios del gobierno estadounidense. Zambada Niebla afirma que el aparato de justicia norteamericano le daba carta blanca para coordinar las operaciones de contrabando del cártel tanto en Chicago como en todo Estados Unidos, y que le permitía el envío de miles de millones de dólares en efectivo a México. Él también alega que Estados Unidos era cómplice, al proveer al cártel de Sinaloa armas semiautomáticas, que fueron usadas en la guerra contra sus enemigos.
Las circunstancias del arresto de Zambada Niebla han levantado sospechas. De acuerdo con documentos presentados el año pasado tanto por la fiscalía como por la defensa, apenas cinco horas antes de la redada en su casa de seguridad, Zamba Niebla se había reunido con dos agentes especiales de la DEA en un hotel “gran turismo” de la ciudad de México ubicado frente a la embajada de Estados Unidos. Zambada Niebla acudió a la cita con los agentes de la DEA acompañado de Humberto Loya Castro, abogado y asesor del cártel de Sinaloa. La defensa señaló que Loya Castro había acordado servir de intermediario en las comunicaciones de la DEA con el cártel.
Jesús Vicente Zambada Niebla. Foto: Cuartoscuro.
Humberto Loya Castro o el Comandante Loya —como sus correligionarios se refieren a él— es nada menos que la pieza clave en la defensa de “El Vicentillo”. Él sirvió desde la década de los ochenta como confidente y como el principal asesor en asuntos legales del cártel de Sinaloa. El procurador encargado del caso presentó en la corte documentos que confirman que Loya era en realidad un informante al servicio de la DEA. Cabe mencionar que Loya Castro era un nombre desconocido para muchos analistas de la guerra contra el narcotráfico, hasta su destacada aparición en julio en una presentación ante la Corte hecha por Zambada con miras al juicio en la Corte Federal del Distrito Norte en Chicago.
El documento hace referencia a Loya como “un miembro de alto nivel dentro de la dirigencia del cártel de Sinaloa” y “un confidente cercano” al “Chapo” Guzmán y el “Mayo” Zambada, los jefes criminales de la red más grande de distribución de cocaína, heroína y metanfetaminas en Estados Unidos. Documentos presentados en la Corte tanto por la defensa como por la fiscalía coinciden en lo fundamental. El contacto de Loya con las agencias antinarcóticos norteamericanas comenzó en 1995, cuando fue procesado in absentia en una Corte Federal de Distrito en San Diego. A Loya se le acusó de sobornar a las autoridades mexicanas para evitar la incautación de cargamentos de droga y de sobornar tanto a directores de penales en México como a altos funcionarios de la PGR para que libraran de custodia policiaca a miembros del cártel. La acusación apenas menciona la existencia de una grabación telefónica en la que un miembro del cártel le asegura a otro que Loya conoce gente en la prisión de Arizona que podría aceptar un soborno para ayudar a escapar a un socio sentenciado a 19 años de prisión.
Loya nunca fue presentado ante las autoridades norteamericanas para enfrentar los cargos en su contra. Sin embargo, a finales de los años noventa, comenzó a cooperar como informante. De acuerdo con el Fiscal Federal Patrick Fitzgerald, Loya se reunía periódicamente con oficiales estadounidenses en México. Durante más de una década les proporcionó información sobre gente involucrada en el tráfico de drogas y el lavado de dinero.
No obstante, Fitzgerald, quien renunció a su cargo en junio, descartó los alegatos de Zambada Niebla. “Contrariamente a lo que señala la defensa, no se le concedió inmunidad… ni tampoco se le dio inmunidad a Loya Castro”, declaró Fitzgerald en la Corte Federal de Distrito en Chicago, según lo asentado en los documentos de la corte en septiembre de 2011.
A pesar de las negativas de la DEA, el acuerdo que este organismo hizo con Loya fue revelado en la respuesta que dieron a los alegatos de “El Vicentillo” el 9 de septiembre del año pasado, justo antes de que tuviera lugar una de las seis audiencias preparatorias para un juicio que continúa siendo pospuesto. El acuerdo, que puede ser bajado de Internet, claramente muestra la relación que ha sostenido Loya con la DEA.
Vanda Felbab Brown, un experto en seguridad del Instituto Brookings, declaró que es común entre los cárteles de la droga proporcionar información a las agencias antidrogas norteamericanas, lo que resulta en la aprehensión de sus enemigos. Y es que el alto rango de Zambada lo hace aún más valioso como informante. “No es un traficante callejero cualquiera que ofrece información. Por el contrario, él está en una posición muy destacada, lo cual le da una nueva dimensión al asunto. A eso hay que añadirle que políticamente es sumamente explotable; razón por la cual la justicia norteamericana no quiere hacer públicos ese tipo de acuerdos”.
Lawrence Rosenthal, un ex fiscal federal que enseña leyes en la Universidad Chapman de California y que se especializa en casos relacionados con el crimen organizado en Chicago, señala que lo más delicado es cómo la corte va a reaccionar ante el señalamiento de Zambada de haber recibido una promesa verbal de inmunidad por parte de la DEA durante el mencionado encuentro en un hotel de la ciudad de México.
“Si hubo una promesa de inmunidad en marzo de 2009 el asunto se complica aún más”, escribió Rosenthal a estos reporteros en un correo electrónico. “Ya que el gobierno parece haber admitido tácitamente el acuerdo de inmunidad que le ofreció a Loya al retirar los cargos en su contra, no puedo descartar la posibilidad de que al señor Zambada Niebla también se le haya ofrecido inmunidad, aunque una oferta de inmunidad no puede, en forma retroactiva, dejar sin consecuencias legales actos criminales ya cometidos”.
A pesar de las oportunidades que pueda tener Zambada en la Corte, el argumento más explosivo con que cuenta la defensa continúa levantando el descontento de una incalculable cantidad de oficiales. Como fue asentado en el alegato de la defensa de Zambada el 29 de julio del año pasado, el cártel de Sinaloa recibió las armas de Rápido y Furioso como parte del acuerdo de cooperación que tenía con el gobierno de Estados Unidos. En esencia, este argumento legal aduce que Estados Unidos deliberadamente armó a este cártel para la guerra. ¿Tiene este argumento algún mérito?
Las investigaciones que el Congreso de Estados Unidos está llevando a cabo en torno al programa Rápido y Furioso apuntan en la misma dirección de los alegatos de Zambada. El verano pasado fueron sorprendentes los testimonios de informantes y los múltiples hallazgos de armas encontradas en posesión de miembros del cártel de Sinaloa e incluso resguardadas en sus propias viviendas, como fue el caso del principal lugarteniente del mismo “Chapo”, José Antonio Torres Marrufo, apodado “El Marrufo”, cuando se supone no sólo que el programa Rápido y Furioso había sido reprobado, sino desmantelado incluso.
José Antonio Torres Marrufo (derecha). Foto: Cuartoscuro.
En abril del año pasado, la Policía Federal allanó una casa en el norte de Ciudad Juárez que pertenecía a “el Marrufo”, presunto jefe de la ruta de contrabando del cártel en Juárez. La policía descubrió un arsenal de armas automáticas detrás de paredes cubiertas de espejos en un gimnasio situado en el sótano de su casa.
Esos son los delatores dentro del gobierno. El 26 de julio pasado en un conmovedor testimonio frente al Congreso, Carlos Canino, el diputado adjunto a la División de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF por sus siglas en inglés) en la ciudad de México, declaró que él simplemente no podía soportarlo más. Canino llamó al programa Rápido y Furioso “el peor caso de ineptitud jamás visto… es indignante”. Dijo que la ATF armó a los cárteles de la droga mexicanos —en primer lugar al cártel de Sinaloa— con suficientes rifles de asalto calibre .50 como para armar a un regimiento de dos mil marinos estadounidenses. Finalmente, Steve Martin, director adjunto de la Oficina de Información Estratégica e Inteligencia (OSSII, por sus siglas en inglés), testificó ante el Congreso el 6 de julio del año pasado que al menos 1,026 armas de Rápido y Furioso fueron directo al cártel de Sinaloa.

EL JUICIO QUE VIENE

La seguridad durante el juicio contra Zambada Niebla fue extrema. Como el cártel de Sinaloa es conocido por burlar los dispositivos de seguridad de las cárceles (“el Chapo Guzmán” rodó fuera del penal de Puente Grande en una carro de lavandería en 2001), los oficiales de la prisión sospechaban que esta organización delictiva tenía la suficiente influencia y el dinero para arreglar que Zambada Niebla escapara igualmente de forma dramática de Chicago.
Como resultado, durante 18 meses, Zambada Niebla fue confinado a una celda aislada en el Centro Correccional Metropolitano, una prisión federal de 27 pisos localizada en el distrito financiero de Chicago. De acuerdo con un abogado familiarizado con el caso, “El Vicentillo” fue privado de la luz del día y casi de cualquier contacto, a excepción de personal carcelario con un rango no menor al de teniente, con el que no se le permitía hablar a una corta distancia. Sus comidas eran servidas en trastos de aluminio y deslizadas a través de una ranura en la puerta de su celda de 1.8 por 2.4 metros, señaló el abogado.
En septiembre de 2011, el juez Castillo escuchó una petición de la defensa para permitirle a Zambada Niebla hacer ejercicio al aire libre. El fiscal respondió leyendo ante la corte una carta de Catherine Linaweaver, directora del centro correccional, donde advertía que permitir el acceso de “El Vicentillo” al área recreativa ubicada en el techo del penal, podría suscitar un ataque, o incluso un escape dramático al estilo Hollywood. Sin embargo, el representante del Departamento de Justicia de Estados Unidos, Thomas Shakeshaft, eventualmente cedió. “El señor Zambada Niebla será trasladado a otra institución”, le dijo al juez.
Foto: Cuartoscuro.
Cerca de tres años de reclusión en México y en Estados Unidos han hecho que la bravuconería que en otros tiempos distinguiera a “El Vicentillo” se fuera desvaneciendo.
Años de aislamiento han atenuado este rasgo: la burla que se dibujaba en su rostro por saberse impune ha dado paso a un tic nervioso. Su cabello antes estilizado ha sido rapado. Su barba incipiente luce ahora completamente rasurada. Se han marcado las ojeras en su cara. Su grave apariencia acrecienta la determinación que hay en su mirada.
Zambada fue transferido en octubre de 2011 a una prisión federal en Milán, Michigan. Sin embargo, sus abogados denuncian que las condiciones de su encierro han empeorado, con nuevas restricciones para recibir visitas y tener su correo a tiempo. La ubicación de la prisión, que está a cinco horas de Chicago, ha desatado las acusaciones de la defensa sobre la manera en que el gobierno estadounidense está dificultando la comunicación con su cliente.
Ningún capo de la droga espera tener tratamiento preferencial en las prisiones federales de Estados Unidos. Mucho menos un capo que está dispuesto a revelar ante la corte detalles delicados acerca de las operaciones encubiertas de Estados Unidos en la guerra contra el narcotráfico que se está librando en México.
Por otra parte, el que los gemelos Flores hayan obtenido beneficios por su cooperación con el gobierno estadounidense, ha generado conflictos entre los fiscales del gobierno y el equipo de defensa. En el centro de la cuestión está una lucha en torno a la publicación de archivos acerca de las transacciones entre agentes federales y miembros de cárteles, mantenidos hasta ahora en reserva por el gobierno norteamericano.
Estados Unidos está luchando por mantener esos documentos clasificados, o cuando menos limitar lo más posible la información que puede ser revelada. Shakeshaft advirtió al juez Castillo que cumplir las peticiones de Zambada podría comprometer las operaciones encubiertas en México de más de una agencia estadounidense. Entre tanto, los abogados de Zambada demandan conocer qué promesas hizo el gobierno norteamericano a los gemelos Flores a cambio de su cooperación.
Zambada Niebla. Foto: Cuartoscuro.
¿Qué tipo de acuerdo hicieron Pedro y Margarito Flores como para haber grabado a líderes de carteles en conversaciones incriminatorias, dar aviso a las autoridades de cargamentos de droga que estaban por llegar y, en los últimos tiempos, testificar en la corte en contra del hijo del “Mayo Zambada”? De acuerdo con el gobierno norteamericano, los gemelos Flores han urdido recursos —como por ejemplo declarar que un cargamento determinado de heroína era de mala calidad— para “tener conversaciones pormenorizadas con muchos de sus cómplices acerca de los cargamentos de heroína”. El gobierno estadounidense dice que posee un número considerable de grabaciones que los gemelos hicieron de sus conversaciones con líderes de cárteles acerca de asuntos como cargamentos de heroína y cocaína, así como de los encargos que los cárteles les hicieron a los hermanos para que arreglaran la compra de armamento de grado militar. Cuando llegó el momento de que los gemelos cumplieran con su promesa, dieron a las autoridades información que permitió interceptar un total de 21 cargamentos de cocaína y heroína entre Los Ángeles y Chicago en el otoño de 2008.
Cuando el 20 de agosto de 2009 la DEA desmontó el imperio de los Flores a través de una redada que cubrió buena parte del territorio del vecino país, el fiscal federal Patrick J. Fitzgerald calificó el caso en contra de los gemelos y del cartel de Sinaloa, como “la conspiración más grande vinculada con la importación de drogas que haya sido llevada a juicio en Chicago”. Los gemelos quedaron en silencio. Nunca se habían presentado ante ninguna corte. El último rastro de ellos son sus caras sonrientes en las fichas que les fueron tomadas el día de su arresto. Aun cuando su localización exacta se mantiene en secreto, fuentes cercanas al caso, declararon que están bajo protección federal en una prisión de Wisconsin.
Para castigar al cartel de Sinaloa, ¿el gobierno estadounidense está dispuesto a borrar el historial delictivo de los hombres que enviaron al corazón de ese país miles de kilos de la cocaína más pura? Alvin Michaelson, uno de los abogados de Zambada, acusó al gobierno norteamericano de ocultar el expediente del clan de los Flores para que los gemelos puedan parecer testigos confiables. “Sabemos que hay testigos entrevistados aquí en Chicago que… han hablado de la reputación de los hermanos Flores como asesinos, ladrones, mentirosos”, dijo Michaelson. “Nadie confía en los hermanos Flores, nadie y… ellos son los dos testigos clave en este caso”. Aun cuando el gobierno norteamericano declaró haber incautado cerca de dos mil millones de dólares en efectivo en Chicago, sin mencionar dos casas, Michaelson aduce que los bienes de los gemelos Flores han sido escatimados. “Creemos, sabemos, hemos escuchado que el gobierno dio enormes beneficios tanto a las familias de los hermanos Flores como a sus amigos, lo que incluye poder conservar sus ganancias mal habidas en tanto siguieran colaborando… es posible que los agentes de aquí de Chicago estén al tanto de esa situación”. En la Corte, Michaelson acusó al gobierno norteamericano de hacer un pacto con los gemelos Flores para dejar intacta su organización criminal. “Miren”, dijo Michaelson en la Corte, “a ningún miembro de la familia Flores, y hay varios de ellos involucrados en la organización, se les han fincado cargos por ningún crimen. Queremos conocer las pruebas que los deslindan de esos crímenes”.
Foto: Cuartoscuro.
El juez Castillo consideró que las declaraciones de Michaelson a la Corte eran retóricas. “No sé si se está dirigiendo a los medios de comunicación o a alguien más”, señaló.
“No, me dirijo a Su Señoría”, replicó Michaelson.
Cuando todo haya llegado a su fin, lo más significativo del juicio en contra de Vicente Zambada Niebla habrá sido la evidencia de colusión entre la justicia norteamericana y el cártel de Sinaloa. Se espera que Zambada se declare culpable y que aduzca que todos y cada uno de los crímenes que se le imputan los cometió en aras de la cooperación que mantenía con Estados Unidos y su guerra contra las drogas. El fallo de la corte respecto a la desclasificación de archivos concernientes a las operaciones encubiertas de Estados Unidos en México será arrojado tras un largo proceso, en el que la pericia de los gemelos Flores en el estrado juega un papel importante. Entre menor sea el número de documentos desclasificados, el desenlace del juicio estará más determinado por la palabra de un narcotraficante contra la de otro.
Los gemelos Flores están fuera del juego de la droga en Chicago. En realidad, el tamaño y alcance sin precedentes de su antiguo imperio no es ya un tema de conversación recurrente entre la policía antinarcóticos de aquella ciudad. Cuando se alude a los gemelos, parece ahora prevalecer entre las mismas autoridades que alguna vez los persiguieron, un pacto de silencio. La oficina de la fiscalía de Estados Unidos continúa arguyendo que es la seguridad la principal razón por la que se han reservado los términos del acuerdo de cooperación con los hermanos Flores. Riley, director de la DEA en Chicago, dice que no hay nada más que decir. Se niega a hacer declaraciones acerca de si los miembros del clan de los Flores que quedan libres continúan traficando droga en Chicago.
Una llamada inesperada hecha una tarde a un agente antinarcóticos confirma aquel pacto: la sola mención del nombre de los glos hizo que soltara una risa disimulada.
—¿Qué le parece divertido?
—Sin comentarios, respondió.
Traducción: Lorena Cervantes Reyes

No hay comentarios:

Publicar un comentario