Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 25 de noviembre de 2012

EL DSPERTAR- Reforma energética: última aproximación- ¿Cuánto y dónde debe invertirse en Pemex?-Cambiar la agenda y pronto -Tiene razón Felipe Calderón

El Despertar
El congreso fundador
José Agustín Ortiz Pinchetti
¿Hasta que punto aquello que vivimos y hacemos se volverá histórico, es decir, tendrá peso significativo en épocas venideras? Eso me pregunté al participar en el congreso de Morena. Como anotan Meyer y Márquez (Nueva Historia General de México, Colmex), en 2006 AMLO optó por ponerse al frente de un movimiento cuyo objetivo de largo plazo fue tan ambicioso como difícil: modificar de raíz la cultura política de las mayorías, y cuyas formas de acción se hicieran al margen de los partidos existentes.
 
Cualquiera que sea el destino final de Morena, los historiadores del futuro se preguntarán cómo un hombre apoyado por un grupo relativamente pequeño de leales, con escasos recursos, pudo levantar una organización política nueva, fincada por primera vez en las bases mismas de la sociedad. Cómo logró organizar a miles de grupos en todo el país, promover y defender una elección marcada por la compra y la coacción masiva de votos, y cómo alcanzó 16 millones de electores y luego, en lugar de inclinarse por la autovictimización, convirtió esa fuerza latente en orgánica. Al punto de celebrar 300 congresos en cada distrito del país y 32 en cada una de las capitales, y cómo a pesar del curso accidentado de muchas de esas asambleas logró concretar una representación legítima y estable de 2 mil 500 delegados y celebrar un congreso general, todo ello en menos de 90 días.
 
A muchos nos asombró la calidad de las asambleas, la excelente organización y la autodisciplina. La congruencia entre el discurso y los hechos. AMLO cumplió: no hubo línea ni consigna y se eligieron a centenares en plena libertad. Esto causó un curioso desconcierto. Los más cercanos a AMLO declinaron o no se autopromovieron. Algunos grupos de grillos menores impulsaron candidaturas, pero eso fue marginal. Las cosas sucedieron conforme a un programa prestablecido con una logística impecable, nada de clientelismo, grupismo ni control al estilo de los partidos vigentes.
 
Morena surge en una contradicción entre la vocación por la modernidad, la creación de un Estado más democrático y más justo, y una cultura autoritaria y corruptora arraigada en estructuras de muy larga duración, en la que aún vive, acepta, aprovecha y padece, como inevitable, un amplio sector de la población. Favorece a Morena una revolución cultural silenciosa que se ha venido acelerando en décadas recientes. Ese movimiento profundo es la única esperanza para que México no continúe en la descomposición, para que no caiga en la violencia. La calidad democrática y la excelente organización del congreso fundador de Morena son buen síntoma.
Reforma energética: última aproximación
José Antonio Rojas Nieto
Un aspecto medular de lo que seguramente será el esquema de reforma en el ámbito de lo energético será el de la selección de personas que encabecen las entidades y organismo del sector. Me refiero a no menos de unos 25 puestos que –a diferencia de los sexenios anteriores, incluyendo el que concluye– deberían ser ocupados por personas con conocimiento y experiencia probados, capaces de lograr más que el reconocimiento formal de la sociedad. El reto exige, por el contrario, un reconocimiento real social de su capacidad de dirección y orientación estratégica de un sector sometido en estos momentos a situaciones delicadas. El asunto no es menor. En el sector energía se vive una verdadera situación de emergencia. Varios hechos lo muestran. Sobresale, sin duda, la retracción en la capacidad productiva de crudo y gas natural. Recurramos a documentos oficiales, específicamente a las prospectivas sectoriales de reciente publicación.
 
Primer hecho delicado. De 2000 a 2011, la producción de petróleo bajó en 13 por ciento, pero el descenso llega a 25 por ciento considerando el nivel de producción de 2004, cuando se logró un máximo de 3.4 millones de barriles al día. Si esto no fuera de suyo grave, un segundo hecho delicado es la disminución de las reservas de crudo, incluso totales, no sólo probadas. Las totales han descendido poco más de 20 por ciento. Y las probadas cerca de 34 por ciento.

Por lo demás, cada día es más difícil descubrir y probar reservas, es decir, identificarlas como potenciales, transformarlas en probables y, finalmente, reconocerlas como probadas, o sea, con una probabilidad de 90 por ciento de que el volumen a recuperar sea igual o mayor al identificado. Léanse, si no, los cinco reportes técnicos de la Comisión Nacional de Hidrocarburo: 1) factores de recuperación de crudo de los yacimientos; 2) tecnología de exploración y producción; 3) clasificación de los proyectos de exploración y explotación (rentabilidad e incertidumbre); 4) recuperación avanzada y mejorada de yacimientos; 5) aceite terciario del golfo.

Y si esto no fuera delicado, un tercer elemento agrava la situación: estancamiento de la inversión neta real en Pemex, que de 2008 a 2012 (con números preliminares del sexto informe presidencial para este último año) se ha detenido en cerca de 21 mil millones de dólares constantes de 2011, a pesar de que de ese año a la fecha se ha recibido un promedio de 64 mil 500 millones de dólares de este 2012, por concepto de excedentes petroleros. Un cuarto elemento delicado es la severa retracción de las reservas de gas seco, cuyo desplome de 57 por ciento de inicios del año 2001 a inicios de este año lo muestra.
 
Y, sin embargo, se ha experimentado un incremento en la extracción diaria de gas, que se elevó de 4 mil 679 millones de pies cúbicos en 2000, a 6 mil 594 millones. Descontando el gas extraído sin hidrógeno esta cifra disminuye a 5 mil 913 millones de pies cúbicos. Y, sin embargo, el consumo nacional de gas natural se incrementó de 4 mil 326 millones de pies cúbicos al día en 2000 a 7 mil 923 millones –83 por ciento más– en 2011, lo que obligó a elevar las importaciones de 281 millones de pies cúbicos al día en 2000 a mil 749 millones en 2011.
 
Finalicemos la revisión de algunos de los puntos más delicados que enfrentará el nuevo gobierno –por el momento solamente del sector hidrocarburos–, reiterando –quinto elemento– el delicado asunto de la fiscalidad. Los derechos de extracción de hidrocarburos recogidos en este sexenio alcanzarán una espeluznante cifra cercana a los 380 mil millones de dólares actuales. Nunca gobierno alguno tuvo ingresos petroleros de esta magnitud. Y sorprende –de veras– que no se haya formulado una propuesta seria de utilización óptima de estos ingresos petroleros, en la que, sin duda, el reforzamiento tecnológico y productivo de Pemex debiera ocupar un lugar de primerísimo orden.
 
Asimismo en la que se contemplaran vías alternativas para incrementar los ingresos gubernamentales. Perdón por la insistencia, pero en este país la tributación nunca ha superado 11 por ciento del PIB. Y eso es terrible para una población con tantas y tantas carencias. Simplemente esto último muestra que no se puede enviar al sector energía –en realidad a ninguno– personeros sin conocimiento. También con capacidad y honestidad probadas. A más de visión clara para enfrentar los retos que, en esta delicada materia, tiene la sociedad mexicana. Sin duda.
¿Cuánto y dónde debe invertirse en Pemex?
Antonio Gershenson
No sólo hay derroche por los que operan a Pemex en el sexenio que termina, sino por los que hablan del que sigue. Vamos a tomar en cuenta la información de varias fuentes oficiales para ver qué regiones son productivas y cuáles no. Nos basamos en las reservas al primero de enero de 2012, y en la producción del año pasado.
 
Empezamos por las aguas profundas, que son muy evidentes y de las que se vuelve a hablar. La producción, tanto de petróleo crudo como de gas natural es totalmente cero después de años de excavaciones. Y se reportan reservas probadas 0.7 por ciento de las nacionales. La perforación es carísima. Por lo mismo, lo mejor es dejar de derrochar ahí.

En el área de Chicontepec, donde se ha invertido un dineral en empresas extrajeras, se habla de 2 por ciento e incluso de uno por ciento de la producción nacional, y de un 7 por ciento de las reservas probadas, y aún esta cantidad ha sido cuestionada.

A esto debemos agregar la entrega, por largos plazos, de campos maduros para su explotación, los que en realidad sólo pueden dar rendimientos muy menores, en condiciones excelentes, para los contratistas.

La región de Burgos, también entregada a trasnacionales extranjeras y que produce gas natural en cantidad decreciente, tiene menos de 3 por ciento de las reservas probadas, y produce poco más de 20 por ciento del gas natural del país. Otra zona gasera, Veracruz, tiene 1.4 por ciento de las reservas probadas, y produce 11 por ciento del gas natural nacional, en cantidad también decreciente.

El resto de las reservas probadas (88 por ciento), la producción de crudo (99 por ciento) y la de gas (68 por ciento), están en el suroeste. Es ahí donde debemos buscar lo mejor y las mayores cantidades. La mitad de las reservas, el 51 por ciento de la producción del crudo y el 22 por ciento de la producción de gas están en la región marina noreste. Ésta, a su vez, incluye a Cantarell, que llegó a producir más crudo que el resto del país junto, pero que ha caído a menos de 20 por ciento de su máximo histórico y está contaminado con nitrógeno. La otra parte de esta región es Ku Maloob Zap, más nueva, pero con crudo pesado y súper pesado. De todos modos, tiene la mayor producción de crudo frente a otras regiones consideradas aisladamente.
 
Finalmente, están las regiones sur y marina suroeste, que tienen 44 por ciento de las reservas probadas, incluyendo las de mejor calidad. Producen 48 por ciento del crudo, incluyendo todo el crudo súper ligero y una buena parte del crudo ligero. Incluyen también la producción de 46 por ciento del gas natural. Debemos agregar que son las áreas trabajadas por Pemex con sus propios ingenieros y técnicos, sus equipos y demás.
 
Dentro de una de estas regiones, la marina suroeste, y dentro de ella el litoral de Tabasco, hay pozos nuevos que apenas empiezan a producir: Xux-Tsimin. El crudo es super ligero, 43 grados API. Hay otro pozo posterior vecino, el Kinbe-1.
 
Las proyecciones apuntan a que su producción de crudo y gas seguiría creciendo hasta por lo menos 2026. La principal es la de gas, para la cual se prevé, en 2017 y sólo de Tsimin, una producción casi igual a la actual de todo el litoral de Tabasco, que es de 719 millones de pies cúbicos diarios.
 
Conclusiones: Sólo se deben destinar recursos a zonas en decadencia o de mala calidad en la medida en que esté garantizada la recuperación con, por lo menos, algo de beneficio y en poco tiempo no agregar ninguna inversión ni ningún proyecto en estas áreas.
 
En vez de destinar la mayor parte de la información sísmica de la exploración a aguas profundas y similares, se deben destinar a zonas vecinas a las más productivas ya exploradas.
 
Aumentar las perforaciones en las mejores áreas, y no, como ahora, en zonas controladas por trasnacionales, pero con producción decreciente como Burgos, o muy caras y de producción muy baja como Chicontepec.
 
Se debe invertir en nuevas refinerías, para reducir la importación de gasolina y otros combustibles. Se debe generar energía con hidroeléctricas, viento y geotermia para reducir las importaciones de gas y otros combustibles, y para usar la producción nacional de gas en la petroquímica.
 
Se debe integrar en una sola entidad a Pemex, de modo que no se vendan productos o servicios de unas entes a las otras, sino que funcionen, como antes, de manera integral. Con eso, además, se reducen las múltiples burocracias de cada entidad, subdirección, sociedades anónimas y demás.
 
Con todo esto las inversiones rendirán mucho más y el país se beneficiará.
Cambiar la agenda y pronto
Rolando Cordera Campos
En consonancia con los pronósticos recientes sobre la economía mundial, los que se han hecho sobre nuestra economía advierten de una sustancial pérdida de dinamismo. Según los economistas de BBVA Bancomer, por ejemplo, este año creceremos por debajo del 4 por ciento programado y el año entrante todavía menos.
 
De no lograr el presidente Obama un pronto arreglo con los republicanos, Estados Unidos empezaría a caminar por el desfiladero del llamado precipicio fiscal, y el mundo entero –nosotros entre los primeros– encararía la ominosa perspectiva de una nueva y tal vez más profunda recesión económica. Europa, incluida la prepotente Alemania, viviría momentos de grave y aguda crisis social que no dejarían intacta la, hasta ahora, robusta democracia capitalista de masas construida con esmero y asiduidad al calor de la segunda posguerra y de la guerra fría que la marcara casi hasta el fin del siglo pasado.

No es en balde, ni exagerada, la emergencia que inunda los círculos de análisis y formulación de políticas de las instituciones financieras internacionales y de los bancos centrales de los países desarrollados. Tanto el señor Bernanke, de la Reserva Federal estadunidense, como la señora Lagarde, del Fondo Monetario Internacional, lanzan sus llamadas de alerta alrededor del globo y claman al cielo por un pronto y feliz arreglo en Estados Unidos, mientras los trabajadores europeos marchan contra la agudización del ajuste recesivo con el que los gobiernos quieren crear riqueza y auspiciar la recuperación.

Morir en Madrid remite a aquella terrible guerra civil con la que se inauguró el reino del nazifascismo, pero hoy, aquí y ahora, ha dejado de ser remembranza para volverse realidad cruel para muchas familias sin empleo y con seguro a punto de fenecer. Desde ahí, la capital de la transición tranquila a la democracia con que se inaugurara su tercera ola, la presidenta de Brasil puso el dedo en la llaga con claridad y elegancia: la austeridad excesiva, declaró Dilma Rousseff, se autoderrota porque sofoca el crecimiento y, al hacerlo, comprime el empleo y la demanda, y los déficit fiscales se reproducen en vez de reducirse: los desempleados dejan de consumir y pagar impuestos y, mientras pueden, reclaman seguro de desempleo y el gasto público tiende a crecer sin que lo hagan los ingresos del Estado. El dictum brasileño no mereció sino un rebuzno por parte del lamentable presidente de las Cortes españolas, quien reiteró sus creencias en las recetas nefastas de la inefable señora Merkel.

Difícil estreno este, para un gobierno que promete la eficacia y propone una reforma administrativa del Estado de gran calado, pero que tendrá que lidiar de inmediato con una cuestión social marcada por empobrecimiento y el mal empleo. La informalidad ascendente, que ya rebasa a la mitad de la población ocupada y la precariedad consecuente, desembocan en los bajos, muy bajos, salarios medios de los mexicanos, en tanto que el desempleo que puede venir con la reducción del crecimiento a lo largo de los próximos meses no hará sino agravar tal circunstancia.
 
De confirmarse tan lúgubres pronósticos, no puede esperarse que la recuperación venga presta al rescate. Contrariamente a lo que en estos días se ha puesto en circulación en la televisión y en algunas deslustradas columnas, lo ocurrido en 2009 fue un desastre del que apenas estamos saliendo, mientras que otros países de la misma talla que la nuestra lo hicieron antes y sin registrar caídas tan espectaculares como la que sufrió México ese año. Esta vez, de ocurrir, el golpe puede ser mayor y las magras expectativas despertadas por el cambio de gobierno desplomarse de un momento a otro.
 
La sociedad y el gobierno no pueden posponer sin fecha de término este momento hostil y adverso que ya llegó a nuestras playas. Podemos sentirnos felices y satisfechos hasta más no poder, como informan las curiosas encuestas de estos días, pero la vulnerabilidad y la pobreza laborales no son realidades virtuales que puedan diluirse al antojo de la demoscopia.
 
Proteger a débiles y vulnerables y preparar programas emergentes de empleo es indispensable, pero lo es más asumir abiertamente la urgencia de iniciar un giro real y sostenido en la orientación de la política económica y social, hacia un nuevo curso de desarrollo. Como quiera que sea o vaya a ser, parece inevitable que en lo inmediato tengamos que cruzar el desierto y los pantanos de un mal empleo mayúsculo y unas expectativas sometidas por una realidad laboral inclemente.
 
Protección social universal y reconstrucción de la pauta de crecimiento para hacerla menos vulnerable al ciclo económico internacional, debería ser la consigna de la hora e iluminar los trabajos y los días del Congreso de la Unión, dedicados al paquete económico y, en particular, al Presupuesto de Egresos de la Federación para 2013. Sin un aliento efectivo a los trabajadores y una oferta real y creciente de bienes públicos para el conjunto de la sociedad, no podrá haber eficacia gubernamental capaz de enfrentar el descontento social y el desencanto ciudadano con la democracia.
La agenda del nuevo gobierno tiene que empatarse con la que surja de las bases de la sociedad, para hacerse cargo y eco de una coyuntura adversa que puede volverse prolongada y corrosiva. Cuando no duradera, bajo la forma de un estancamiento desestabilizador y sin refugio.
 
Llegó la hora de cambiar y de poner por delante las necesidades y reclamos de los descobijados. Como dijera Gandhi, los últimos vienen primero y en México estos últimos forman ya la mayoría. Sin ella, no hay ni puede haber gobierno democrático y eficaz.
Rebautizando-Hernández
Tiene razón Felipe Calderón
Néstor de Buen
Le doy la razón a Felipe Calderón en su propuesta de que nuestro país se llame México y no Estados Unidos Mexicanos. Ni siquiera hace falta una reforma constitucional, ya que el artículo 40 sólo compromete a que nos consideremos unidos en una federación, lo que sí corresponde a nuestra realidad política y geográfica.
 
El nombre hoy oficial de Estados Unidos Mexicanos –y tengo mis dudas de que sea obligatorio–, da la impresión de que nos consideramos como una sucursal americana de los Estados Unidos de Norteamérica y nos complica enormemente en muchas cosas, particularmente al tratar de identificarnos en lo personal como estadunidenses, nombre sin sustancia que olvida nuestros antecedentes como descendientes en gran parte de los mexicas y otros pueblos indígenas.

Yo no tenía ni idea de que hace muchos años se presentó una iniciativa en ese mismo sentido, pero la pura verdad es que no hace falta ir muy lejos para advertir el arraigo del nombre de México, que lo encontramos en todo.

En este país en que tanta importancia tiene el deporte, no quiero ni pensar que nuestras selecciones tuvieren que presentarse como estadunidenses, con la necesaria salvedad de que la expresión tendría que ir acompañada de la aclaración de corresponder a los otros Estados Unidos, los que están al sur del río Bravo.

Se trata, ciertamente, de un caso de prescripción por falta de uso. Si no utilizamos abiertamente la expresión que hoy se promueve dejar sin valor alguno, lo que supondrá ciertamente la redocumentación de pasaportes, licencias, títulos académicos, cédulas profesionales y muchas cosas más, no tenemos por qué seguir utilizándola. De otro modo tendríamos que cambiar el himno nacional y en lugar de “mexicanos al grito de guerra…” tendríamos que sustituirlo por estadunidenses al sur de los Estados Unidos de Norteamérica al grito de guerra, lo que me parece espantoso.
 
Quizá ha parecido inoportuna la propuesta por haber sido hecha al final del sexenio, pero la culpa es del Congreso, que por lo visto no hizo caso de la misma en otros tiempos. El nuevo presidente (¡ni tan nuevo!) debe asumir la responsabilidad de actualizar el tema y amenazar al Congreso con un despido justificado si no cumple la orden recibida.
 
Si hiciera falta, habría que reformar el apartado B del artículo 123 constitucional y su ley reglamentaria para prever la conducta y la sanción. Y siendo el despido justificado, exigir nuevas elecciones para integrar el Congreso con mexicanos y no estadunidenses del sur de los Estados Unidos de Norteamérica.
 
Es curioso que Calderón haya reservado para el final un tema tan espectacular. Como quiera que sea, en este momento en que se le atribuye la culpa de muchas cosas negativas, la defensa de un tema tan popular ayudará a que su imagen futura mejore un poco. No demasiado, por supuesto, porque como iniciador de una propuesta tan negativa como la reforma a la Ley Federal del Trabajo, en los términos en que lo ha hecho y parece haber sido aceptada por el Congreso, por lo menos el sector obrero y quienes nos preocupamos por sus problemas, lo tenemos ubicado en el peor de los lugares de la historia.
 
Lo que pasa es que habría que notificar personalmente a todos los países de la humanidad del cambio de nombre y reiterar el domicilio para todo lo que se pueda ofrecer.
 
Me imagino que a los diplomáticos mexicanos les será mucho más cómodo identificarse como tales y no como deben hacerlo ahora, aunque dudo que lo hagan.
 
Un aplauso, pues, para Felipe Calderón, y ojalá que venza las resistencias que seguramente tendrá que enfrentar. El tema vale la pena sin la menor duda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario