Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 22 de abril de 2012

El Presidente se va- Propuesta a los candidatos- Los eruditos siguen promoviendo malas ideas en una mala economía

El Presidente se va
Rolando Cordera Campos
 
        El Presidente se equivocó de nuevo, o bien decidió que su chamba ya no es la de él. Que es mejor pasar a retiro cuanto antes y acomodarse al mundo que le mal enseñaron en su año sabático de Harvard y le reafirmaron sus cuates de los diplomados del ITAM.
Al descalificar a la presidenta argentina, en realidad al faltarle el respeto a ella y a su pueblo, y llevar a la candidata de su partido a condenar infantilmente la nacionalización del petróleo argentino en posesión de Repsol, Calderón no sólo se pone enfrente y en contra de las disposiciones constitucionales sobre la política exterior de México, sino que lleva a su partido y a su abanderada a una posición política de opciones ideológicas extremas, que bien no hubieran querido hacer hoy ni Josefina ni el inefable Madero. Ya no juega con fuego, como se lo han advertido críticos generosos; se vuelve un incendiario de peligro en medio de la pradera más seca imaginable.
Sabemos que el PAN surge como un proyecto de oposición al nacionalismo popular de Lázaro Cárdenas, entre cuyas acciones exitosas estuvo y está la expropiación petrolera y la creación de Pemex, como organismo descentralizado del Estado encargado de explotar el oro negro previamente definido como propiedad de la nación y de nadie más. Sabemos también que el partido de Gómez Morín abominaba del populismo y reclamaba una patria ordenada y generosa, como divisa de lo que hoy llamaríamos una reforma a fondo del Estado. Lo que no sabíamos y pocos imaginaron es que tanta enjundia civilista y normalizadora del Estado y la sociedad fuera a convertirse en una lamentable renuncia a interpretar el interés nacional y defenderlo, conforme a una u otra interpretación que pudiese emanar de la deliberación democrática.
En 2008, la representación popular fue clara y su voto contundente: el petróleo debe ser explotado y usufructuado por el Estado en nombre de la nación y, para asegurarlo, es menester hacer cambios institucionales congruentes con la época y las necesidades generadas por la propia evolución de la industria, muchas de las cuales no han sido satisfechas a lo largo del tiempo. Esta posposición, a su vez, ha dado lugar a nuevos rezagos que urge encarar con políticas y decisiones que están al alcance de la mano de Pemex, sus órganos de gobierno y, sin duda, del gobierno federal, que debe velar por la salud del organismo y el cumplimiento de sus obligaciones legales y constitucionales.
La forma de gobernar la entidad pública llamada Pemex siempre ha estado a discusión, y muchos de sus críticos han llegado a la conclusión de que se trata de algo ingobernable. De aquí el reclamo repetido de privatización, so pretexto de que sólo con un choque de esta naturaleza podrá ponérsele al servicio de los intereses nacionales. La candidata panista habla de bursatilizar, sin saber bien a bien lo que dice, y el candidato priísta reitera su convicción de abrir la industria al capital privado, para explorar, explotar, refinar el crudo y lo que siga.
Sin dar a entender mínimamente lo que cada una de esas ocurrencias implica legal, constitucional y políticamente, los aspirantes del PAN y el PRI acaban en el frente absurdo inventado por Calderón, para quien cualquier decisión soberana de los estados que afecte acciones lucrativas es irracional, imprudente, irresponsable, enemiga de la modernidad y de la fe, etcétera. Para este jurista desatado, no hay lugar ni razón alguno para el primigenio derecho estatal de ejercer su soberanía y, con ello, defender o desplegar la soberanía nacional y popular, como lo hizo Cárdenas, pero también Roosevelt.
Eso, que forma la savia y la vena de los estados modernos y constituye el nervio de cualquier constitucionalidad imaginable, no pasa por los ojos o la imaginación de Calderón y, si acaso así ocurriera, podemos apostar a que no lo entendería. Su renuencia a estar en el presente y asumir los riesgos de cualquier futuro se ha vuelto patológica.
El país tiene un problema serio con el petróleo y sus usos y, ciertamente, no lo va a resolver recurriendo solamente a los mandatos constitucionales. Tiene que hacer política popular y política económica de la buena, no para emular a la presidenta Cristina (como parecen temer Calderón y su coro), sino para actualizar la posición nacional constituida, con vistas a hacer del petróleo un pilar del nuevo impulso desarrollista que México reclama.
Recuperar el uso de la riqueza del subsuelo para fines del desarrollo y la justicia social no es un eslogan más de campaña. Con su absurda intervención en las decisiones soberanas de Argentina, Calderón actualiza la centralidad de nuestra cuestión petrolera, que retoma su papel crucial para definir el rumbo del país y plantear un curso de desarrollo diferente, por su capacidad y compromiso con la igualdad social y la garantía universal de los derechos fundamentales.
Nadie mejor que el Presidente y su insólita conducta para recordarnos que, por más que se haya hecho, la del petróleo es una asignatura pendiente del desarrollo y la democracia nacionales. La deriva calderoniana, como reducción al absurdo, cumple una impensada tarea pedagógica.
Nadie puede hacerse a un lado, mucho menos quienes pretenden gobernar el Estado y representar a la nación. Los bienes y recursos nacionales no pueden ponerse a subasta, ni su uso prestarse al abuso gremial o de intereses privados so pretexto de la racionalidad económica, la estabilidad política o, ¡peor aún!, de la seguridad nacional. De aquí la necesidad urgente del momento: que Vázquez Mota y Peña Nieto revisen o rectifiquen sus simplistas posiciones, y que Andrés Manuel López Obrador detalle sus visiones y entendimientos de lo que el petróleo y Pemex significan para el cambio verdadero que postula.
En los detalles está el diablo, quien nos escrituró la riqueza cuyo valor vuelve a brillar por obra y gracia de la obsecuencia de un Presidente que renunció a cumplir con sus elementales obligaciones políticas y constitucionales y ha puesto en peligro no una elección más, como hizo su triste antecesor, sino el futuro de un país que a pesar de su tamaño, todavía depende en gran medida de lo que la naturaleza le dio. El Presidente se va, pero no para Sayula.
PS. Para enriquecer la deliberación y entendimiento del petróleo mexicano, leer a Ramón Carlos Torres, El petróleo en México: ¿anemia o anomia?, Configuraciones Núm. 31, México, julio-diciembre 2011, pp. 70-84.
No hay peor ciego...-Fisgón

Propuesta a los candidatos
Jorge Durand
 
      Las promesas de los candidatos a la Presidencia generalmente quedan en el olvido, son tan amplias y generales que fácilmente se las lleva el viento, al igual que sus propias palabras. Y si no es el caso, su falta de aplicación se atribuye a una crisis del pasado o a la que vendrá en un futuro. Recordemos al Presidente del empleo, para no ir más lejos.
En las campañas de 2012 se ha revisado el expediente de cada candidato y se exige el cumplimiento de promesas puntuales, como lo que demanda el PAN al PRI por su falta de cumplimiento en el caso del estado de México, o lo que demanda el PRI al PRD en la capital. Pero más allá de si el puente o la obra se hizo o no, o se equivocaron de puente o de escuela, lo que resulta interesante para la sociedad es que los políticos se hayan sentido obligados a comprometerse, en algunos casos ante notario, a terminar determinadas obras.
La ventaja de la propuesta o promesa concreta es que puede ser evaluada y fiscalizada por la sociedad; la promesa del empleo es tan general que siempre se encuentran justificaciones a la catástrofe. Calderón tiene incluso la desfachatez de presentar cifras y pronunciarse públicamente cuando mejoran un poco los índices de empleo. El balance general de su sexenio es obviamente negativo y tendrá que pagar la factura.
Cambiar los balazos por abrazos tampoco es la solución, es retórica pura. Pero acabar con el cacicazgo de la maestra Gordillo es una promesa concreta, urgente, necesaria, factible y que puede ser recordada y demandada. Para lograrlo se requiere de mano izquierda, de manejo y voluntad política, y en este caso no sirven las excusas de la crisis, huracanes y terremotos. Es el gobierno de turno el que se encarga de deducir las cuotas sindicales de los cheques de los maestros y el que le entrega religiosamente, cada quincena, millones de pesos al sindicato.
De ahí que es necesario y oportuno exigir el cumplimiento de compromisos concretos y no de promesas utópicas y generales. Al mismo tiempo, es pertinente e indispensable proponer a los candidatos acciones o propuestas viables, de beneficio público y que obviamente le puedan redituar ciertos beneficios políticos. De eso viven y tienen derecho.
Por tanto, para acortar el trecho entre el dicho y el hecho va una propuesta concreta, y a ver quién toma el guante.
En agosto de 2011 los senadores estadunidenses Dick Durbin y Orrin Hatch presentaron ante el senado una propuesta llamada Dream Act, el acrónimo de Development, Relief and Education for Alien Minors (Desarrollo y apoyo educativo para menores extranjeros), que proponía legalizar la situación de los menores migrantes que vivían en situación legal irregular y que se les había cerrado el acceso a la educación superior. Se ponían una serie de condiciones, como haber llegado a Estados Unidos antes de los 16 años, haber residido en el país al menos cinco años, tener entre 12 y 35 años y haber terminado la preparatoria con buenas calificaciones (GED), entre otras.
La propuesta ha sido rechazada en numerosas ocasiones, la última en mayo de 2011, y forma parte de las promesas incumplidas del presidente Obama, aunque verbalmente siempre la ha apoyado y por lo menos ha puesto límites a la represión y deportación de estos menores, en especial a aquellos que se han manifestado públicamente.
Pues bien, si esta propuesta no tiene futuro en Estados Unidos y ha sido vetada sistemáticamente, México puede hacerla suya y becar a estudiantes que hayan terminado la preparatoria en Estados Unidos y quieran estudiar en una universidad mexicana.
Si Estados Unidos rechaza a estos buenos estudiantes, los condena y les cierra las puertas a un futuro mejor, por una falta que no cometieron ellos sino sus padres, México puede tenderles una mano y ofrecerles una beca de sostenimiento para que puedan terminar una licenciatura.
Se trata de repatriar a mexicanos que han demostrado ser buenos estudiantes y que además tendrían la notable ventaja de ser bilingües y biculturales, algo de lo que muy pocos pueden presumir. Que no sólo saben inglés y español, sino que lo leen y lo escriben correctamente y tienen además el soporte cultural que les da haber estudiado en Estados Unidos y concluido su carrera en México.
Se pueden ofrecer 100 becas anuales que podrían ser administradas fácilmente por Conacyt; las becas serían semejantes a las que se otorgan a los estudiantes de maestría (en torno a 8 mil pesos) y estudiarían en el sistema nacional de universidades públicas, que son gratuitas. También podría incorporarse a las universidades privadas que reciben apoyos de Conacyt para estudiantes y proyectos de investigación. Dados los diversos orígenes regionales de los migrantes, éstos podrían distribuirse en diferentes universidades del país.
Cada estudiante repatriado tendría un asesor, que debe ser miembro del Sistema Nacional de Investigadores, para garantizar un apoyo académico adecuado. Por su parte, los estudiantes repatriados tendrían la obligación de tener un promedio de calificaciones superior a 8 y deberían aportar trabajo voluntario en clases de inglés, dos horas semanales, en cualquiera de los niveles del sistema educativo escolar o universitario. En Estados Unidos las becas no se regalan, hay que corresponder a la sociedad de alguna manera por el apoyo recibido: es un rasgo cultural que debemos aprender y ellos pueden empezar a dar el ejemplo.
El costo de este programa, que podría llamarse Apoyo a estudiantes migrantes mexicanos residentes en el extranjero, no excedería de los 10 millones de pesos en el primer año.
El beneficio para los estudiantes, para las familias de los migrantes y para el país sería inmenso. El beneficio político, al que le pueden sacar partido, también.
Un billetote-Rocha
Los eruditos siguen promoviendo malas ideas en una mala economía
Paul Krugman*
 
      Una de las cosas notables de la actual crisis económica es la forma en que tanta gente ha respondido a los acontecimientos adoptando doctrinas que aumentarán nuestros problemas.
Los infortunios de España e Irlanda demuestran que un presupuesto equilibrado y poca deuda no ofrecen protección alguna contra las crisis en los buenos tiempos, así que los líderes europeos hacen que las reglas fiscales más estrictas sean parte central de su agenda.
El caso más amplio de la crisis del euro demuestra la desventaja de los tipos de cambios fijos y de la política monetaria rígida, así que la derecha duplica la apuesta en el estándar de oro. La quiebra financiera demuestra la necesidad de una regulación bancaria eficaz; la derecha exige aún menos intervención gubernamental.
Y ahora, luego de leer el reciente artículo de opinión de Luigi Zingales para Bloomberg, veo algo nuevo: justo cuando la experiencia está demostrando que la estabilidad de precios no basta, que los bancos centrales realmente necesitan metas más amplias, hay una ofensiva para declarar que la Reserva Federal sólo debería encargarse de la estabilidad de los precios.
“Al contrario del Banco Central Europea, que sólo está a cargo de la estabilidad de precios, la Fed tiene dos metas principales legisladas: promover el pleno empleo y promover la estabilidad de precios.
Esto da a la Fed demasiada flexibilidad, forzándolo a sustituir al gobierno en el diseño de la política económica, escribió Zingales, profesor de finanzas y actividad empresarial en la Universidad de Chicago, en un artículo publicado el 5 de abril.
¿Por qué este momento es precisamente el incorrecto para tal ofensiva? Porque la evidencia está ahí: la rigidez nominal descendente es una realidad.
Escribí al respecto recientemente, señalando un nuevo estudio de la Fed de San Francisco. El documento, intitulado Why Has Wage Growth Stayed Strong? (Por qué el crecimiento salarial se mantiene fuerte) (disponible en frbsf.org), muestra un gran grupo con cambios salariales precisamente nulos. Y también muestra un drástico aumento en el tamaño de esa grupo.
Y sabemos lo que implican esas observaciones. Hace mucho, George Akerlof, William Dickens y George Perry señalaron en un estudio realizado para el Instituto Brookings que si los salarios nominales son rígidos a la baja, hay un intercambio real, incluso a largo plazo, entre inflación y desempleo; una inflación baja pero positiva es consistente con una economía persistentemente deprimida.
No obstante, un banco central que solo tenga un mandato muy probablemente señalaría la estabilidad de los precios y declararía que su trabajo está cumplido.
Súmele la probabilidad de que necesitamos cierta inflación –y más de 2 por ciento– para evitar las persistentes trampas de liquidez, y podrá ver que la existencia de un solo mandato bien podría tener efectos desastrosos.
La verdad es que el mandato dual de la Fed es una gracia salvadora para nuestra situación actual y sería más que una gracia salvadora si la Fed se tomara en serio el lado del empleo de ese mandato.
Zingales (y otros que hacen propuestas similares) predican precisamente la idea incorrecta para la economía que tenemos.
*Premio Nobel de Economía 2008
© 2012 The New York Times

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