Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

domingo, 22 de abril de 2012

LAS MAS DEL 22 DEABRIL DE 2012 DE LA PORTADA DEL DIARIO LA JORNADA

Aplaza el SNTE la aplicación de la evaluación universal de maestros
Disidentes: es un fracaso anticipado de las imposiciones del elbismo y el gobierno federal
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Aspecto del ambiente que reinó en el aula donde se examinó a profesores aspirantes a promoción salarial, a mediados de julio pasado, en la colonia GuerreroFoto Jesús Villaseca
Laura Poy y Antonio Heras
Reportera y corresponsal
Periódico La Jornada
Domingo 22 de abril de 2012, p. 7
A poco más de dos meses para la fecha definida por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para aplicar la evaluación universal a 550 mil maestros de primaria en el país, únicamente se han inscrito 165 mil docentes, reconoció el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), lo que representa apenas 30 por ciento del total a evaluar.
Alberto Martínez, secretario general de la sección 37, señaló que la baja participación en el registro fue una reacción de los docentes ante el manejo de que la evaluación afectaba su empleo. Agregó que como parte de los acuerdos del consejo nacional extraordinario convocado por el gremio en Rosarito, Baja California, se eliminó la fecha para aplicar la evaluación (24 de junio).
No obstante, reconoció que antes de la aplicar la prueba se debió hacer una jornada nacional para informar a agremiados sobre el objetivo de la misma.
Profesores disidentes señalaron que la baja inscripción es un fracaso anticipado de las medidas impuestas por la cúpula encabezada por Elba Esther Gordillo, apoyada por el gobierno federal. Aseguraron que el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del gremio no puede lavarse la cara diciendo que todo es responsabilidad de la SEP, pues desde mayo de 2008 Gordillo y Felipe Calderón suscribieron la Alianza por la Calidad de la Educación (ACE), en la que claramente se establecían las condiciones para aplicar una prueba estandarizada que ha generado el repudio masivo del magisterio.
En ese acuerdo se prometía a los docentes estímulos económicos si sus alumnos obtenían buen desempeño en la Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (Enlace), pero también si esto se ligaba a la aplicación de pruebas estandarizadas a los docentes, como la evaluación universal. Así, indicaron, se ataba la mejora salarial e incluso la promoción profesional del maestro a un modelo de pruebas estandarizadas.
Descrédito y despido de maestros
Pedro Ramírez Vázquez, dirigente del magisterio disidente de la sección 36 del SNTE, destacó que no sólo se cayó la inscripción a la llamada evaluación universal, también al Programa de Carrera Magisterial con que se entregan estímulos económicos a los profesores. Esto fue consecuencia del repudio y hartazgo del magisterio hacia este sistema de evaluación que sólo busca el descrédito y despido de los maestros.
Afirmó que docentes de base que se inscribieron a la evaluación universal lograron consultar sus datos hasta el pasado lunes, los cuales fueron capturados con errores y enviados a sedes de aplicación que no les corresponden, pues prevalece una total desorganización.
Francisco Bravo, secretario general del magisterio disidente de la sección 9 del Distrito Federal, afirmó que la baja inscripción para la prueba es resultado del rechazo generalizado a la evaluación universal, pero también un claro hartazgo de estos modelos de evaluación con los que se ata la mejora salarial y profesional. La respuesta fue clara: es un rotundo fracaso.
Señaló que en la capital del país la participación en el Programa de Carrera Magisterial “descendió 80 por ciento, y hubo una oposición de la mayoría de los docentes contra la aplicación de la evaluación universal, incluso en sectores que los líderes charros consideraban controlados”.

Para fomentar la confraternidad de las fuerzas progresistas del país, el colectivo Gastrónomos Unidos por la Libertad y el Arte ofreció ayer en el Palacio de Minería la tercera Comida Histórica de la Izquierda Mexicana, a la que asistieron 700 personas Foto Carlos Cisneros
Unos 700 comensales de izquierda se reunieron en Minería para actuar por el cambio
La tercera comida de Gula devino en progresión fraterna de olor, color y sabor
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Gastrónomos Unidos por la Libertad y el Arte (Gula) posan para una foto de familia tras la Tercera Comida Histórica de la Izquierda Mexicana, este sábado en el Palacio de Minería. De izquierda a derecha: Roberto González, Mohamed Mazeh, Francisco Santoyana, no identificado, Enrique de la Mora, José Amorós, Leonardo de la Sierra y Osvaldo CaldúFoto Carlos Cisneros
Arturo García Hernández
Periódico La Jornada
Domingo 22 de abril de 2012, p. 13
Por lo que se ve, esta tarde de sábado en el patio central del Palacio de Minería, todo cabe en la izquierda sabiéndolo acomodar.
Es la Tercera Comida Histórica de la Izquierda Mexicana, organizada por los integrantes del colectivo Gastrónomos Unidos por la Libertad y el Arte (Gula), también conocidos como los guleros (con g). A la vista, la reunión de alrededor de 700 comensales es como el abigarrado platillo de un chef que mezcla los sabores, los olores y las texturas más contrastantes; que revuelve lo dulce con lo amargo, lo agrio con lo salado, el agua con el aceite. No corresponde al cronista decir cuál es el resultado de tan audaz maridaje.
La invitación dice que el propósito de la comida es fomentar la confraternidad de las fuerzas progresistas del país, subrayando ante todo las coincidencias que nos unen, para actuar en favor del cambio que el pueblo reclama. En ese sentido, la convocatoria es lo más amplia posible, incluyendo individuos, organizaciones sociales, partidos políticos y toda clase de instrumentos de lucha democrática, sin otra pretensión que recordar quiénes somos y por qué luchamos, nuestra historia y nuestra herencia.
La vida o la libertad
Por eso en la reunión caben algunos protagonistas de aquellas luchas en las que se jugaba la vida o la libertad, como el líder estudiantil del 68 Raúl Álvarez Garín y el hoy senador Pablo Gómez; cabe el actual candidato del Movimiento Progresista a la jefatura del gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, que cosecha aplausos y reparte besos y sonrisas; cabe el boxeador Rubén El Púas Olivares, quien saborea los recuerdos de su gloria como campeón de peso gallo mientras levanta la mano izquierda de Mancera al tiempo que dice: Ésta es la buena; cabe el cantante y compositor Guillermo Briseño, cuya música ha acompañado durante décadas incontables luchas y movimientos sociales y artísticos; cabe Chepina Paralta, pionera en hacer programas de cocina por televisión e integrada a grupo Gula.
Cabe también el director de Discos Pentagrama, Modesto López, quien tanto ha hecho por la conservación y difusión de la música popular tradicional de este país; cabe la bonhomía de Valery Morósov, embajador de Rusia en México, y cabe el actor Ausencio Cruz, quien hace de maestro de ceremonias y cabe Purificación Carpinteyro, ex funciuonaria del gobierno de Felipe Calderón y ahora candidata a diputada federal por el Partido de la Revolución Democrática, y cabe Inti Muñoz, ex diputado y ahora director general del Fideicomiso del Centro Histórico.
En otra mesa destaca la presencia de la historiadora Alejandra Moreno Toscano, autoridad del Centro Histórico de la ciudad de México, cuya intervención fue fundamental para que este año la Comida de la Izquierda fuera posible. Y en ese tumulto multicolor de miembros de la izquierda cultural, académica, política, parlamentaria, progresista, gastronómica, vieja, nueva, de ocasión y hasta de clóset, merece mención aparte Manuela Garín, profesora de matemáticas en la antigua escuela de ingeniería que se encontraba en el lugar donde este sábado se realizó la comida, y donde dio clases a dos referentes históricos de la izquierda mexicana: los ingenieros Heberto Castillo Martínez, ya difunto, y a Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.
El único discurso de la reunión lo ofrece, en nombre de Gula, Roberto González Guzmán, quien recuerda a los comensales que está prohibido comerse unos a otros, que en las mesas se podrán hacer frentes y coaliciones sólo para atacar el buffete, que nadie sirva a nadie y nadie se sirva de nadie.
González, propietario de la Fonda San Ángel, volvió a dejar claro, como en la primera comida, efectuada en 2004, que sólo se trataba de propiciar mediante un encuentro gastronómico, un momento de fraternidad entre las distintas vertientes de la izquierda mexicana: No se trata de una comida con fines políticos de ninguna índole.
Entre los miembros de Gula, estuvieron la propia Chepina Peralta, Osvaldo Caldú, Mohamed Mazeh, José Amorós, Enrique de la Mora, Leonardo de la Sierra, aunque se extrañó a Tito Briz, uno de los principalesa convocantes y propietario de El Cardenal, quien por razones familiares no pudo asistir.
A las seis y media de la tarde se dio por terminada esta tercera Comida Histórica de la Izquierda Mexicana.

Mar de Historias
A estas horas
Cristina Pacheco
         Ustedes comprenderán que tenga miedo. No es fácil cambiarlo todo de un momento a otro. Uno se encariña con los lugares y con las personas. A lo mejor les parezco muy limitada, pero no entiendo el mundo fuera de la tienda. Allí pasé más tiempo que en mi casa y con muchas de ustedes conviví más que con mis hermanos. Les juro que no puedo ni imaginar qué haré el lunes cuando oiga el despertador y me dé cuenta de que ya no necesito levantarme para ir a mi trabajo. Tal vez piense: A estas horas estaría corriendo al Metro, a estas horas estaría llegado a la tienda, a estas horas estaría mostrando mi gafete en la entrada de personal.
Laura recuerda que sus palabras le provocaron un acceso de llanto que la avergonzó y la hizo disculparse por haber interrumpido la cena. Con los platos rebosantes de canelones sus amigas la rodearon, le dijeron que su reacción era natural. Y hablaban con conocimiento de causa: todas habían vivido ya la experiencia de verse jubiladas.
Sí, pero su caso es distinto. Ustedes tienen esposos, hijos. Yo no. Me divorcié a los cinco años de matrimonio y juré que nunca volvería a casarme. Ahora dudo de haber actuado bien; aunque, claro, ya es tarde para pensar en eso.
Antonia la animó diciéndole que ahora, con más tiempo libre, a lo mejor encontraba un hombre interesante que le propusiera, si no matrimonio, al menos vivir juntos. Eso era posible. Después de todo ella, Laura, a pesar de su edad –no entró en detalles– se conservaba atractiva. Aunque se vería mejor si aceptara darse un jaloncito en las bolsas de los ojos.
Laura olvidó por unos minutos sus inquietudes y se dejó arrastrar por el giro de la conversación:
No nos hagamos tontas: el tiempo no perdona a nadie. Hubo opiniones encontradas. Antonia dijo que Laura tenía razón. Sandra consideraba, por el contrario, legítimo, hasta necesario, darle una ayudadita a la naturaleza, y acabó por confesarles que estaba llevando una dieta rejuvenecedora. Érika la puso en guardia contra los productos milagro que garantizan años y kilos de menos en breve tiempo. Minerva aseguró que la edad es sobre todo una cuestión de actitud. Antonia estuvo de acuerdo, lástima que no pensaran de ese modo los jefes de personal que un día te llaman a su oficina para que comiences los trámites de la jubilación.
II
Hace tres semanas que Laura cruzó por ese infierno. Al recordarlo ahora revive su extrañeza cuando el señor Dorantes la citó a media mañana en su oficina, le pidió que tomara asiento y le indicó a su secretaria no pasarle llamadas mientras estuviera allí Laurita. Su jefe nunca la había llamado así y la insólita familiaridad la hizo temer algo desagradable. Sólo se equivocó en los términos que usó el señor Dorantes para decirle que había llegado para ella el momento de jubilarse y de entregar su gafete.
Automáticamente Laura protegió con su mano la cartulina enmicada que había llevado prendida al pecho desde que entró a trabajar en Almacenes Anderson. Dorantes sonrió. Ella se puso roja y, tropezando con las palabras, urdió argumentos válidos para impedir lo que consideraba un despojo:
Si me permite, señor Dorantes: siempre estuve consciente de que este momento iba a llegar; pero más tarde, cuando mi trabajo ya no le fuera útil a la empresa, y creo que aún lo es.
A usted le consta que el año pasado fui en dos ocasiones megavendedora y estoy entre las nominadas de mayo.
El señor Dorantes se puso a reconocerle sus méritos. Laura dejó de escucharlo porque los latidos de su corazón se lo impedían. No recuerda cómo ni en qué momento se puso de pie y estrechó la mano del señor Dorantes. Laura deduce que lloró, porque de otro modo él no le habría dicho:
Se conflictuará menos si ve las cosas de otra manera. Piense que con tantos años de trabajo ha ganado el derecho a disfrutar de su tiempo, de su vida. Me pregunto de cuántas cosas habrá prescindido para cumplir en la tienda. Imagino que serán muchas: hacer un viajecito, estudios, ¡no sé! Ya me lo dirá cuando venga por aquí, y a lo mejor ahora como clienta.
Laura cierra los ojos para borrar la imagen del señor Dorantes sonriendo satisfecho por haber pronunciado con absoluta y falsa espontaneidad un discurso que de seguro les había dicho a decenas, si no es que cientos de trabajadores que después de pasarse en la tienda la mejor etapa de su vida eran despedidos. En momentos en que resultaba imposible conseguir otro empleo no tenían más perspectiva que vivir con sus pobres pensiones.
Tendida en su cama, Laura siente curiosidad por saber cuántos meses, semanas, días, horas habrá pasado en la tienda olorosa a lavanda o a pino según la estación; decorada con flores en la primavera, hojas cobrizas durante el otoño y nubes de escarcha en invierno. Gingle bells, gingle bells, gingle all the way…
La próxima será la primera Navidad en que ella no se ponga el bonete de franela roja con que salía al paso de los clientes para desearles felices compras, felices fiestas, ¡feliz todo! Falta mucho para diciembre. De aquí a entonces tal vez haya logrado construir una nueva vida sin gafete, bajo otros horarios, junto a personas que no sean las que ha visto durante años y por eso se convirtieron en su otra familia.
III
Anteayer, al final de la cena con que sus amigas celebraron que hubiera terminado el papeleo de su jubilación, le entregaron un regalo envuelto en papel metálico, con un lazo rojo y una tarjeta firmada por todas. Laura se quedó mirándolo, como si no dudara merecer el obsequio.
¡Que lo abra, que lo abra, que lo abra!
Las manos le temblaban. Laura tardó en retirar los papeles que envolvían la caja con un juego de pants azul marino y encima otra tarjeta: Para que te sientas cómoda en tu casa. Al imaginarse vestida con ese atuendo y en pantuflas se horrorizó. Antonia le dijo que si le disgustaban podía cambiar las prendas por otras y le entregó la nota de compra con la súplica de que por favor, por favorcito, no se fijara en el precio.
Laura lloró conmovida por la generosidad de sus amigas olorosas a salsa boloñesa. Érika la había preparado según la receta que consiguió en Roma, adonde fue con un boleto pagado en abonos y en compañía de otras jubiladas que se tomaron fotos, subieron de peso por minutos y en más de una ocasión practicaron su italiano: prego, piacere, bel uomo.
Suena el despertador. Laura observa cómo avanzan las manecillas y piensa en lo que imaginó: en que si aún fuera empleada de Almacenes Anderson a estas horas estaría bajo la regadera, luego arreglándose ante el espejo, más tarde corriendo al Metro para llegar a tiempo a la entrada de personal y acreditarse con el gafete que durante más de 20 años fue el pasaporte que le permitió transitar por el mundo, su mundo: Almacenes Anderson. Ahora que no lo tiene se siente como los maniquíes viejos que están en el sótano de la tienda amontonados, desnudos, mirando con sus ojos vidriosos al vacío.

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