Reportan 4 bloqueos carreteros
SG: agresiones planeadas; perecieron dos federales y 20 presuntos delincuentes
Grupos armados perpetraron seis ataques en varios puntos
Se extiende la violencia en Michoacán; 22 muertos
Elementos de la Policía Federal y el Ejército debieron retirar varios bloqueos en carreterasFoto Agencia Esquema
Ernesto Martínez Elorriaga
Corresponsal
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 5
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 5
Morelia, Mich., 23 de julio.
Por segundo día consecutivo se presentaron varios ataques de grupos armados en esta entidad. La Comisión Nacional de Seguridad de la Secretaría de Gobernación (SG) informó que este martes se registraron seis embates contra elementos de la Policía Federal (PF) en diferentes puntos del estado, los cuales habían dejado hasta anoche un saldo de 22 muertos y 15 lesionados.
En un comunicado, la dependencia indicó que se trató de ‘‘ataques planeados con anticipación, en los que participaron individuos con armas largas ocultos en los cerros’’, por los que se contabilizan –hasta el cierre de esta edición– dos elementos de la División de Fuerzas Federales abatidos y 15 heridos, así como un estimado de 20 presuntos delincuentes muertos y una cantidad desconocida de lesionados.
Estos hechos se presentan un día después de que un comando armado disparara contra manifestantes frente a la alcaldía de Los Reyes, dejando cinco muertos y ocho heridos.
Cuatro bloqueos carreteros
De acuerdo con la SG, estos hechos se suscitaron en dos tramos del camino Tumbiscatío-Arteaga, en la comunidad del Infiernillo, y en el poblado El Carrizo. En los seis casos ‘‘la autoridad repelió las agresiones’’.
Además de estos seis ataques, la dependencia confirmó que se registraron cuatro bloqueos de carreteras con autobuses y otras unidades. Tres de éstos en el tramo que va de Apatzingán a Cuatro Caminos, municipio de Nueva Italia, y uno más en la carretera Lázaro Cárdenas-Uruapan, que tras varias horas fueron liberados por la PF y el Ejército.
Gobernación reportó que en coordinación con la Defensa Nacional se continúa con la búsqueda de los responsables de estos ataques, además de que se ha reforzado la vigilancia.
Los bloqueos carreteros duraron varias horas y provocaron largas filas de vehículos. Elementos de la Marina y el Ejército retiraron las unidades que obstruían la cinta asfáltica e iniciaron patrullajes por la zona costera y la autopista Siglo 21, mientras que helicópteros de las corporaciones federales sobrevolaron la región para tratar de localizar a los grupos armados.
El dirigente de la Cámara de Autotransporte de Pasajeros, Arcadio Méndez, informó que las corridas de autobuses de Morelia a la región de Tierra Caliente y la zona costera fueron suspendidas, por lo cual cientos de personas quedaron varadas en la capital michoacana.
En Los Reyes, los comercios y servicios de esta región cerraron este martes ante el temor de un nuevo atentado. Seguridad Pública estatal trasladó a 37 internos del centro preventivo de este municipio procesados por delitos del fuero común a las cárceles de Uruapan y Zamora.
El subprocurador de Justicia, Marco Vinicio Aguilera, indicó que aún no se identifica al grupo criminal que atacó a manifestantes que demandaban seguridad y apoyo a grupos marginados. Sin embargo, circuló una versión que indica que las guardias comunitarias y vecinos que se manifestaban frente a la alcaldía de Los Reyes recibieron disparos provenientes del interior de la presidencia municipal.
La Procuraduría de Michoacán dio a conocer que los muertos el lunes en Los Reyes fueron identificados como Heriberto Miranda García, de 38 años, originario de Tepalcatepec y vecino de Rancho Nuevo, Jalisco; Juan Méndez Farías, de 38 años, habitante de Oruscato; Jesús Garibay Morales, de 55, de Los Reyes y vecino de la comunidad Huacarillo, municipio de Peribán. También perecieron Karina Elizeth Alonso Sánchez, de 29 años, y Gerónimo Abarca Moras, de 44, de Ostolitlán, Guerrero, ambos vecinos de Los Reyes.
Tendrá otro sentido el nuevo modelo de evaluación educativa
El objetivo es no vincular el aprendizaje a incentivos económicos
Schmelkes: habrá selección justa de ingreso al servicio magisterial
Se abrirá un ciclo de evaluación distinto al que se dio a Enlace: Schmelkes
Evitará el INEE vincular calidad escolar con estímulos a docentes
A finales de año se darán a conocer las recomendaciones de especialistas sobre esa prueba
Impulsará un mecanismo de selección
justopara ingresar al servicio magisterial
El nuevo modelo de medición de la calidad educativa para formación básica no vincula los resultados del aprendizaje de los alumnos con incentivos económicos a los docentes, afirmó Sylvia SchmelkesFoto Alfredo Domínguez
Laura Poy Solano
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 39
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 39
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) buscará que, a diferencia de la Evaluación Nacional de Logro Académico en Centros Escolares (Enlace), el nuevo modelo de medición de la calidad educativa para formación básica no vincule los resultados del aprendizaje de los alumnos con incentivos económicos a los docentes, a fin de evitar un
efecto perverso, afirmó Sylvia Schmelkes, presidenta de la junta de gobierno del organismo.
Por lo que respecta a los docentes, se comprometió a impulsar un mecanismo de selección
justopara ingresar al servicio magisterial, aunque advirtió que una prueba
no modifica las condicionesdel mercado laboral para los docentes, frente a lo que consideró un
momento de saturación del crecimientoen su demanda, pues señaló que la tendencia en la solicitud para ofrecer educación primaria, e incluso, secundaria, es que
ya no va a crecer.
En entrevista, agregó que en México se abrirá un ciclo de evaluación
distinto, porque uno de los grandes problemas de Enlace fue el uso que se le dio.
Schmelkes reiteró que a finales de este año se tendrán los resultados preliminares del diagnóstico que se realiza a la prueba estandarizada que se aplicó durante ocho años consecutivos durante las administraciones panistas.
Queremos, explicó, conocer su alcance técnico, pero también efectos y consecuencias de la manera como se aplicó, pues la evaluación de aprendizajes
debe continuar, pero de manera distinta. No puede vincularse a ningún tipo de consecuencia sobre personas o escuelas.
La presidenta de la junta de gobierno del INEE detalló que a finales de este año se darán a conocer las primeras recomendaciones del grupo de especialistas nacionales y extranjeros que elabora el diagnóstico tanto de la prueba Enlace, como de Excale, la cual a diferencia de la primera, es aplicada por el propio instituto y no tiene un alcance censal, y será hasta 2014 cuando se tengan las conclusiones finales.
A fin de contar con un nuevo modelo de evaluación, afirmó, la meta es concluir el diagnóstico de Enlace este mismo año,
para que dé tiempo (para aplicar) el nuevo esquema, porque ni siquiera sabemos si el calendario escolar va a tener que ser modificado a partir de la prueba, pues el objetivo es que se pueda aplicar en una siguiente etapa sin que perdamos una continuidad de información de lo que están aprendiendo los alumnos.
En cuanto a la elaboración de la Ley del INEE, que de acuerdo con la reforma constitucional de los artículos tercero y 73 constitucionales debe estar aprobada a más tardar este 26 de agosto, aseguró que la junta ha acudido ante el Senado para conocer el anteproyecto de iniciativa, con el cual dijo, “estamos fundamentalmente de acuerdo. Es una propuesta que conocemos un poco, pero no sabemos qué vaya a pasar, pues son los legisladores quienes tienen la última palabra.
Esperamos que se cumpla el plazo constitucional para contar con esta ley, y tener la certeza de los movimientos que estamos realizando, porque de lo contrario se prolongaría un proceso de transición que ha sido de muchísima incertidumbre, concluyó.
Unas 100 personas aún permanecen en un albergue de San Miguel Totolapan, Guerrero, tras la huida de más de mil 300 habitantes de cinco comunidades de ese municipio a raíz de la agresión de un grupo armado, el pasado 16 de julio. En Villa de Hidalgo, más conocida como El Cubo, los habitantes evitan dar detalles sobre el ataque por temor a represalias de bandas ligadas a la delincuencia organizada
Foto Víctor Camacho
Miedo en la Tierra Caliente de Guerrero
Un
acuerdoroto desató la violencia
Disputan la zona bandas de Arcelia y El Cubo
En los pueblos agredidos nadie se atreve a hablar, porque
la cosa está cabrona
Los habitantes que se quedaron enfrentan ahora problemas de desabasto
Entre los refugiados en la iglesia de San Miguel nadie lo dice abiertamente, pero es de dominio público que el grupo armado de Arcelia incursionó en El Cubo en busca de los
líderes comunitariosFoto Víctor Camacho
En las comunidades El Cubo, El Terrero y El Remance, municipio de Totolapan, los militares son la única referencia de autoridad, porque a esos caseríos no entra la policía estatal ni la federalFoto Víctor Camacho
Alonso Urrutia
Enviado
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 2
Miércoles 24 de julio de 2013, p. 2
Villa de Hidalgo, Gro.
“Está todo silencio… Parece que anda de luto el pueblo”, murmura un anciano con voz apenas audible, como si en esta región abandonada de Tierra Caliente la omnipresencia de los grupos armados que la mantienen asolada escucharan cada conversación.
Casi es una certeza colectiva, porque pocos, muy pocos se atreven a desafiarla para hablar de la refriega que casi vació ésta y otras comunidades aledañas
nomás del puro miedo, cuando se oyeron los tronidos de las armas largas.
Por ahora en este pueblo nadie tiene nombre.
Está cabrona la cosa, mejor así. Convencidos de que cualquier información les puede costar la vida, se refugian en el anonimato y omiten ese detalle a los desconocidos. De la violencia sólo hablan de forma genérica y no identifican a nadie que esté involucrado directamente en las disputas.
Una semana después, ahora se sabe, esa violenta mañana del 16 de julio que sacudió toda la comunidad y sus alrededores no dejó muertos, pero sí terror por tanto disparo de los hombres que llegaron desde Arcelia.
Cruzaron las montañas que los dividen para entrar a El Cubo (como se conoce popularmente a Villa de Hidalgo), primera comunidad del municipio de San Miguel Totolapan. Ingresaron por la zona conocida como Los Aguerridos, la más agreste de las que hay, pero la más próxima a Arcelia. Es también el principal acceso a las casas de quienes –esto es de dominio público– son reconocidos como
líderes comunitariosde este pueblo.
Nadie lo dice abiertamente, ni por asomo, pero en el rompecabezas de esta historia serían las piezas que vinieron infructuosamente a buscar. No hace falta armar demasiadas conjeturas:
Media decena de casas baleadas, cristales despedazados, viviendas saqueadas y destrozos en el interior son los indicios de que indudablemente venían por ellos. No los hallaron, pero con ese afán se internaron en El Cubo, buscando a los varones del pueblo durante toda la mañana, desde las siete que llegaron hasta que terminaron la persecución en la vecina comunidad El Terrero, ya cerca de las tres de la tarde.
Desde entonces las calles están
casi sin ningún alma. Muy pocos vehículos circulan y la gente se asoma sólo lo necesario en busca de los escasos negocios que han reabierto, pero a los que el desabasto comienza a amenazar. El transporte entre los dos municipios contiguos está interrumpido tras la incursión impulsada desde Arcelia, municipio con el que San Miguel Totolapan tiene una extraña simbiosis.
Arcelia se ha consolidado históricamente como el centro comercial de la región. Junto con Ciudad Altamirano, conforman las economías más fuertes de la zona. Por eso la coyuntura no sólo golpea a El Cubo por el lado de la violencia, sino también por el efecto de la interdependencia económica que tienen, por el desabasto.
Mientras estén los militares estamos tranquilos
En el fogón se cuecen prácticamente las últimas reservas de frijoles de una de las familias que optaron por quedarse. El suministro alimentario comienza a preocuparlos porque no hay dónde surtirse, pero es una mortificación mayor que regresen a balearlos.
Nada más oíamos las ráfagas, dice una mujer que sorteó aquel día aterrorizada.
Recrea la historia que la devuelve a sus temores. No olvida que el asedio de quienes sólo identifica como
aquellosse mantiene, aunque por ahora esté contenido por la presencia militar.
La discreción obliga a la parquedad y la dispersión.
Estuve así que me ganara el miedo, pero no nos fuimos, explica, aunque sus ademanes son más elocuentes para referir la reducida distancia que hubo para que cayera presa del pánico y esto la hiciera huir, como muchos hicieron.
Sólo la detuvo la incertidumbre del destino que le deparaba salir por las veredas solitarias que conectan el pueblo con la cabecera municipal:
¿A dónde íbamos a ir con tanto niño? Aquí estuvimos hasta la noche, encerradas. Nos vinieron a tocar dos veces, pero nada que abrimos.
–¿Qué se espera?
–No sé, que Dios diga. Mientras estén los militares estamos tranquilos y confiando en Dios.
Pocos se quedaron a desafiar la suerte ante la incursión de la banda proveniente de Arcelia, que mantiene la disputa del territorio con la organización armada de El Cubo. Hay añejas rencillas por el control de la plaza y el tráfico de droga en esta región montañosa, donde confluyen los municipios de Tlapehuala, Ajuchitlán, Arcelia y San Miguel Totolapan.
Esa mañana se rompió la tregua que prevalecía entre las bandas de ambos pueblos tras el acuerdo alcanzado durante la cuaresma de hace un par de años. La violencia que se había desatado se redujo producto de esas negociaciones. Cuentan que ese día hubo jaripeo y en ese entorno se pactó poner fin a la escalada de violencia que había dejado ya varias ejecuciones. Se sentaron las cabezas de ambas partes para concertar un respeto mutuo y la división del territorio. Un tácito acuerdo de paz.
Desde entonces a la fecha las agresiones y asesinatos se apaciguaron, hasta que en meses recientes resurgió la intranquilidad. Un nuevo suceso alteró la paz de la región, que ha llegado a los pueblos mediante rumores que se esparcen: la apertura de una mina en Arcelia de la que se cuenta, casi como una leyenda, sale mucha riqueza. Nadie sabe qué se explota allá, pero intuyen que es el origen de esta ruptura que comienza a llegar violentamente a las comunidades.
Hace unos días otro suceso complicó más la situación: un joven taxista de Arcelia fue detenido por la Marina; llevaba armas y droga. Este suceso desató el descontento de los transportistas de ese municipio, que exigían que lo presentaran vivo.
En el conocimiento de la dinámica del conflicto entre las bandas se daba por hecho que era otro paso en la escalada de tensión.
En las conjeturas populares de quienes conocen la región, la intervención de la Marina no fue ajena a una política de
dados cargadosque tienen las fuerzas castrenses para combatir la delincuencia.
Algo se descompuso entonces. Los viejos del pueblo sabían días antes del ataque que algo grande venía:
Pasaron a avisar.
–¿Quiénes?
–Alguien que conoce; uno no anda en eso, ni pregunta razones…
En los valores entendidos de la región, en la forma de entender y sobrentender las cosas se sabía que algo se había roto y algo estaba por venir.
Era el jueves 11 de julio. Y el aviso no sólo llegó a El Cubo, también a El Terrero y El Remance, que fueron las comunidades de las que la gente salió huyendo apenas se escucharon los balazos el martes siguiente.
Días antes, el grupo de El Cubo comenzó las previsiones y restringió el paso al pueblo.
Ándate de regreso, me dijeron, masculla un hombre ya entrado en años cuyo pequeño negocio está cerrado, como decenas de ellos en la comunidad.
–¿Por qué?
–Esas cosas no pregunta uno. La mafia es mafia… mejor se devuelve uno sin averiguar más.
Despistolización frustrada
La narrativa colectiva que se puede conformar del conflicto no olvida un detalle: en el tiempo en que se alcanzó el acuerdo coincidió que el Ejército entró en las comunidades como parte de una campaña de despistolización de la que obtuvieron decenas de fusiles, cuernos de chivo y otras armas de alto poder. La región es también semillero de migrantes y cuando regresan
traen presentes como esos, justifica un hombre que tampoco se identifica.
No hubo detenidos porque los militares advirtieron que no habría consecuencias si la gente entregaba el armamento por voluntad.
Desde entonces no había regresado el Ejército, hasta ahora que resurgió la presencia armada.
Aunque con reservas, las agrupaciones mantuvieron sus actividades de control en la zona y su fortalecimiento. La inserción en ellas puede ser consecuencia del único atractivo de cargar un arma, particularmente entre los jóvenes, por tratarse de una forma de sobrevivir en una zona con escasas opciones o por un infortunio de la vida que los haga coincidir en esa especie de leva, que suelen realizar, de vez en vez, las organizaciones.
“Hace poco levantaron a cinco jóvenes. Se los cargaron y ya andan ahora con ellos. Pues qué van a hacer; si no, los matan”, dice un político de San Miguel Totolapan, la cabecera municipal, hasta donde llega el temor y ese tácito pacto de confidencialidad para no identificarse.
Otro de los hombres del pueblo, que se enfila ya al ocaso de su vida y por ahora se mantiene en el albergue de San Miguel, confiesa su aflicción por el destino de sus tierras y sus animales. Son su único sostén. “Ni modo que a mi edad vaya yo con el jefe y le diga que estoy listo para que me dé un chivo (arma) para trabajar y poder vivir”.
No hay policía en El Cubo
Cerca de la plaza de El Cubo, un anciano de rostro enjuto asegura que la turbulencia que padece el pueblo es cosa de Dios: “está escrito en la Biblia… Estamos en guerra”, dice con cierta dosis de tremendismo.
En estas pequeñas comunidades lo que él vivió le parece el infierno. A su manera, explica que en la comunidad no hay autoridad.
Hombre erguido, a pesar de los años, es el único en el pueblo al que le gana la elocuencia y muestra cómo
desde allá, por donde sale el sol, entraron disparando. Muchos tiros pero no atinaron uno solo, resume con ironía.
Desde el fondo de la casa, su mujer le grita:
¡Ya cállate!
–Tiene miedo, es lo que pasa –justifica a su esposa.
El mismo miedo que se llevó a casi toda la gente del pueblo.
Hay veces que vemos entrar al gobierno, pero apenas voltea uno y ya estamos viendo cómo se va el gobierno.
Como andan las cosas por acá, el Ejército es su única referencia de autoridad, porque a estos caseríos no entra la policía estatal ni la federal.
La víspera de la incursión armada coincidía con el relevo en el comisariado del pueblo. Para esa fecha ya se intuía que las cosas no andaban bien, quizá por eso Hermelindo Medina, un joven de 22 años a quien le correspondía –en el rol de asignaciones– el cargo, simplemente no asumió. Como tampoco lo hizo Antonio Ochoa, siguiente en el orden de prelación.
Aunque no hay una confesión abierta, la coexistencia entre la población de El Cubo con el grupo armado que controla la zona es transitable. No hay extorsiones ni secuestros. La violencia se circunscribe a las comunidades de Arcelia, y con la ruptura entre las bandas la amenaza ya se intuía.
Pese a ello, la confrontación entre los clanes que dominan la zona los hace estar convencidos que sin el Ejército no hay paz, es lo único que ha podido evitar que el enfrentamiento se reanude. Desde que el grupo de operaciones especiales entró esa misma tarde, la tensión entre los pocos habitantes que se quedaron o los que han regresado al paso de los días ha bajado relativamente.
Acuartelada en la Secundaria Técnica 45 y el Colegio de Bachilleres, la tropa regular –que sustituyó a los grupos oficiales– hace rondines periódicos en esta comunidad y es la única que se atreve a llegar hasta Los Aguerridos.
Es lo único que les da tranquilidad, porque hasta el alcalde de San Miguel Totolapan, Saúl Beltrán Orozco, no ha regresado.
En San Miguel, la situación se percibe diferente. El improvisado campamento instalado en el atrio de la parroquia del pueblo cada vez tiene menos gente. De las mil 300 personas que originalmente llegaron huyendo de la balacera, quedan menos de cien. No es que se perciba un restablecimiento de la tranquilidad, muchas familias han optado por solicitar al municipio apoyos para irse no sólo de El Cubo, sino de la región, rumbo a Acapulco, Cuernavaca o a la ciudad de México.
Algunos han vencido poco a poco su temor y aprovechando la presencia militar regresaron a sus casas por la inquietud que les produce abandonar sus tierras en plena temporada de labores y dejar sus animales, único patrimonio que les da cierta seguridad de ir sorteando la vida cotidiana, con sus pobrezas y sus carencias, que es el mal perpetuo que ahoga a la región.
Aunque fue sólo una mañana de reyerta, sus efectos amenazan con devastar la economía local. Interrumpido el transporte entre Arcelia –el centro económico de la zona– y San Miguel Totolapan, los comercios en estas comunidades no tienen suministro.
Paradojas de esta coyuntura: casi no hay quien venda y hay pocos que compren. Quienes permanecieron comienzan a resentir el desabasto producto del aislamiento.
En la cabecera municipal, el sábado pasado, María Asunción, una lideresa priísta, recriminaba la ausencia de autoridad en esos
aciagosdías:
cuando esta gente necesitaba una palabra de consuelo, ¿dónde estaban los regidores?, reclamó con vehemencia en una reunión con los refugiados.
No es cosa de partidos ni de falta de autoridad, cuestionan políticos desde el anonimato, pues se conocen las causas de esa ausencia: Maricela León y Cristina Covarrubias son regidoras de El Cubo por PRI y PRD. Distanciadas por su filia política, tienen algo en común: quedaron viudas al mismo tiempo, cuando sus maridos –hermanos ellos– fueron asesinados en la región hace ya varios meses.
Temerosos de que resurja la espiral de violencia, droga y asesinatos, la gente aquí sabe que la solución no vendrá de la autoridad, ni siquiera del Ejército si esta salida ha de ser permanente.
Mira, aquí la única salida es que las cabezas pacten otra vez, pero eso ni a mí ni a nadie conviene decir, resume otro connotado político de la región.
Emile Griffith (derecha) se preguntaba por qué el mundo le perdonó haber matado un hombre en el cuadrilátero y le recriminaba haber amado a otro. En octubre de 1969 se enfrentó a José Ángel Mantequilla Nápoles, quien en ese combate retuvo el título mundial de peso wélter
Foto Ap
Triple campeón mundial wélter, su carrera quedó marcada por la muerte de su rival Kid Paret
A los 75 años, fallece el polémico Emile Griffith
Triple campeón mundial wélter, su carrera quedó marcada por la muerte de su rival Kid Paret
El cubano Benny Paret, de calzoncillo blanco, durante la ceremonia de pesaje el 24 de marzo de 1962 con Emile GriffithFoto Ap
Agencias
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de julio de 2013, p. a44
Miércoles 24 de julio de 2013, p. a44
Nueva York, 23 de julio.
Sin poder recordar la historia que forjó con sus propios puños, el polémico boxeador Emile Griffith, uno de los máximos campeones en peso wélter e integrante del Salón Internacional de la Fama, falleció este martes a la edad de 75 años en un centro de salud en Nueva York.
Mientras la demencia producida por los golpes se lo permitió, Griffith se preguntó por qué el mundo le perdonó haber matado a un hombre en el cuadrilátero y le recriminó haber amado a otro.
De 1.83 metros de estatura, fue el primer peleador originario de las Islas Vírgenes en conseguir un campeonato mundial de peso wélter, división en la que logró coronarse en tres ocasiones (1961, 1962-63 y 1963-66), al tiempo que también se adjudicó en doble cuenta el cetro de peso medio (1966-67).
Luego de mudarse a Nueva York a la edad de 19 años, el boxeo llegó por casualidad a su vida cuando trabajaba en una fábrica de sombreros. Un día, al verlo descubrirse la camisa, el dueño de la empresa, un ex pugilista, quedó impactado por la musculatura de Emile.
Su récord de 85 victorias, 24 derrotas y dos empates durante 18 años con los guantes lo situó entre los grandes pugilistas de la historia.
Era un atleta dotado y gran boxeador; fuera del cuadrilátero era tan buen caballero como peleador. Siempre tenía tiempo para los fanáticos; era uno de los boxeadores más populares, dijo Ed Brophy, director del Salón de la Fama, al que ingresó Emile en 1990.
Sin embargo, la carrera boxística de Griffith, quien en la adolescencia soñaba con diseñar sombreros para dama, sufrió un repentino desequilibrio en 1962 con la muerte del cubano Benny Kid Paret, tras una contienda en la que Emile defendía su cetro de las 147 libras.
La revista Sports Illustrated publicó en 2005 que en el pesaje de dicha pelea Kid Paret provocó con insultos homofóbicos a Griffith, quien más tarde se llegó a describir abiertamente como heterosexual, gay y bisexual.
Los calificativos provocaron la ira del estadunidense, quien golpe a golpe desquitó arriba del encordado las ofensas en el Madison Square Garden.
Memorable se convirtió el enfrentamiento cuando, tras 12 violentos asaltos, Griffith noqueó a su rival tras arrinconarlo en una esquina e infligirle 25 golpes seguidos sin respuesta, 17 de ellos en siete segundos.
Con gran satisfacción retuvo su cetro, pero el resultado de esta batalla se recuerda como una gran tragedia cuando Paret cayó inconsciente y tuvo que ser internado en un hospital a causa de la paliza que lo hizo caer en coma, estado en el que permaneció 10 días y que lo llevó a la muerte.
Cuando lo tuve en la esquina en el duodécimo asalto... Estaba muy enfadado. Nadie me llamaba maricón, dijo el púgil en el documental sobre la pelea, Ring of fire: the Emile Griffith story, publicado en 2005.
El duelo desató una polémica mayor fuera del terreno boxístico, cuando la NBC dejó de trasmitir en directo los enfrentamientos en el cuadrilátero, mientras el entonces gobernador de Nueva York, Nelson Rockefeller, creó una comisión para investigar esa pelea y el boxeo.
El árbitro Ruby Goldstein también resultó afectado al tener que retirarse de los cuadriláteros.
Nunca fui el mismo boxeador después de eso. Hacía sólo lo suficiente para ganar. Usaba el jab todo el tiempo, no quería lastimar a mi oponente. Me hubiese retirado, pero no sabía hacer otra cosa, relató Griffith.
La gente me escupía en la calle. Nos quedábamos en un hotel y cada vez que tocaban la puerta me metía en la habitación de a lado. Tenía mucho miedo, declaró en 1993.
La tragedia lo siguió acompañando cuando en 1992 fue él quien se encontró a un paso de la muerte al permanecer hospitalizado por cuatro meses, tras recibir una golpiza al salir de un bar gay, aunque jamás quedó claro si fue un ataque homofóbico.
Aun cuando en 1971 se casó con la bailarina Mercedes Donastrog, e incluso adoptó a su hija, Griffith terminó por admitir tiempo después que era bisexual.
A Sports Illustrated declaró que le gustaban
tanto los hombres como las mujeres. Amo por igual a hombres y a mujeres, pero en caso de tener que elegir:
me gustan las mujeres.
Más tarde, en 2008, en el libro de Nueve, diez y ¡fuera! Los dos mundos de Emile Griffith, el escritor Ron Ross citó las palabras que el peleador utilizaría para resumir su vida:
Sigo preguntándome lo extraño que es todo esto. Mato a un hombre y la mayoría lo entiende y me perdona. Sin embargo, amo a un hombre y esa misma gente lo considera un pecado imperdonable. Aunque nunca fui a la cárcel, he estado en prisión casi toda mi vida.
El combate terminó con la vida de Paret, pero la trayectoria pugilista de Griffith comenzó a declinar y su vida personal también quedó ensombrecida.
Los aficionados que llegaron a aclamarlo comenzaron a extrañar al magnificó contrincante que se plantaba arriba del encordado.
En el recuerdo quedaron los legendarios enfrentamientos cuando combatió por primera vez con Paret, en 1961, y le ganó el cetro wélter; la serie de tres peleas con el cubano Luis Rodríguez, donde perdió la primera, pero salió con la victoria en las otras dos.
Incluso sus derrotas son emblemáticas, como cuando fue noqueado en un episodio por Rubin Hurricane Carter o la disputa que sostuvo en 1969 con José Mantequilla Nápoles; aunque no consiguió salir con la mano en alto, dio una tremenda pelea en el intento por recuperar el cetro wélter.
La demencia y la pobreza marcaron sus últimos años, en los que vivió con la ayuda de Gil Clancy, quien fue siempre su entrenador, y del Consejo Mundial de Boxeo, que para apoyarlo fundó un organismo para brindar asistencia a campeones retirados.
Hizo frente a un gran adversario: la encefalopatía del púgil, secuela de los golpes que no le permitió ni siquiera recordar sus grandes glorias boxísticas, pues llegó a tener que recurrir a cuidados de tiempo completo.
El hijo de Paret, Bennie Jr., que tenía dos años cuando murió su padre, perdonó al ya por entonces viejo campeón. En tanto, su dramática vida inspiró la ópera Champion, basada en un libreto del escritor Michael Cristofer y con música del compositor de jazz Terence Blanchard.
Era tremendo boxeador y tremenda persona, dijo Ross.
Es casi una bendición que haya fallecido porque estaba en estado vegetativo el último par de años. Conocerlo fue un privilegio. Trascendió al ser boxeador, gay o no. Vivió la vida a un disfrute completo y no muchos tienen eso como legado.
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