El Vaticano se libra de Onésimo
El exobispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda.
Foto: Octavio Gómez
Foto: Octavio Gómez
Acostumbrado al lujo, al poder y a los escándalos, el obispo Onésimo
Cepeda ya no tuvo más margen para la protección y la impunidad que facilita la
protección del Vaticano. Casi tan pronto como presentó su renuncia a la diócesis
de Ecatepec –trámite obligatorio por su edad–, el Papa se la aceptó de
inmediato. Se quedó, dice con pobreza metafórica, “como ejidatario sin parcela”.
Lo cierto es que, con una trayectoria de negocios igual de sinuosa que su
historial político, le quedan al menos sus cuadritos de Modigliani, Chagall,
Goya, Picasso, Rivera, Tamayo…
MÉXICO, D.F. (Proceso).- De manera violenta y abrupta, el Papa Benedicto XVI
le quitó la diócesis de Ecatepec al obispo Onésimo Cepeda debido a su vida
mundana, a sus múltiples escándalos y a las denuncias que lo acusan de ser un
defraudador sin escrúpulos. Todos estos hechos dañaban la imagen de la Iglesia
católica en México desde hacía años.
La oficina de prensa del Vaticano dio a conocer la decisión el lunes 7 en un
escueto comunicado. Ahí se señala que, de acuerdo con el canon 401 del Código de
Derecho Canónico, Cepeda pasa a retiro por haber cumplido 75 años, edad en la
que todo obispo debe presentar su renuncia.
El Papa aceptó su dimisión tan sólo mes y medio después de que el polémico
prelado hizo el trámite, el pasado 25 de marzo. Generalmente pasan meses o años.
Además es común que antes de pasar al retiro el obispo saliente ya tenga
sustituto, y si no lo tiene, se queda temporalmente como “administrador
diocesano” mientras se designa al nuevo obispo.
Con Cepeda no sucedió así; el Papa lo quitó abruptamente de su diócesis sin
haber nombrado a su sucesor ni mantenerlo temporalmente como administrador de la
diócesis. De ésta salió, por votación, el nombramiento del vicario Blas Flores
Montes como sucesor.
Al respecto señala el especialista en asuntos eclesiásticos Bernardo
Barranco:
“Fue muy violenta y muy atípica la manera en que se le quitó la diócesis de
Ecatepec a Onésimo Cepeda. El Vaticano no guardó las formas. Se ve que ya tenía
prisa por sacarlo de la jugada. El mismo Onésimo no se esperaba este golpe
fulminante. En sus expectativas estaba el haberse quedado un par de años más al
frente de la diócesis”.
–¿A qué atribuye este duro revés contra Onésimo?
–Creo que la razón principal son los escándalos en que siempre anda metido,
los cuales dañan la imagen del episcopado mexicano. Él último de ellos es la
denuncia penal en que se le acusó de obtener fraudulentamente una
multimillonaria colección de arte, aparte de otros líos financieros que trae en
su calidad de empresario.
“Onésimo siempre llevó una vida mundana y frívola; en su juventud fue
rockero, torero, parrandero y corredor de bolsa. Luego se metió al sacerdocio,
donde siempre procuró colocarse al lado de los poderosos. Es un obispo cortesano
obsesionado enfermizamente por el poder, el dinero y los reflectores. Su estilo
bravucón choca con las formas sedosas del Vaticano, que ya no le tuvo más
paciencia y le aceptó rápidamente su renuncia”.
–¿Y por qué no le habrá nombrado un sucesor antes de sacarlo de la
diócesis?
–La misma personalidad de Onésimo no se presta para que le hayan puesto, por
ejemplo, un obispo coadjutor con derecho a sucederlo, ya que lo hubiera
boicoteado, ocasionando un proceso muy farragoso para la Iglesia. Onésimo, de
por sí, también tenía problemas con sus sacerdotes y su feligresía. Ahora que
está fuera, la tarea será reorganizar esa diócesis, que es la más poblada del
país.
Barranco contrasta el caso con el del cardenal Juan Sandoval Íñiguez, quien
presentó su renuncia a la arquidiócesis de Guadalajara en 2008, y sólo a fines
del año pasado se le aceptó. “El Papa le dio cuatro años de gracia a Sandoval”,
dice el investigador.
Y señala que ni siquiera a obispos como Samuel Ruiz y Sergio Méndez Arceo,
que tenían problemas con Roma por su línea pastoral de opción por los pobres,
los sacaron abruptamente de sus diócesis como ocurrió con Onésimo. Detalla:
“A Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, le aceptaron su renuncia de manera
inmediata. Pero eso ya se veía venir porque tenía incluso un obispo para
sucederlo y estaba muy cantada la transición. Y Samuel Ruiz –de quien Cepeda
llegó a burlarse– también ya tenía sucesor en la diócesis de San Cristóbal de
las Casas y se le permitió despedirse de su feligresía en medio de grandes
homenajes. Estos dos obispos tenían problemas con el Vaticano por cuestiones
ideológicas y eclesiales, cosas serias y de fondo. Nada que ver con Onésimo, a
quien ahora lo sacan de manera violenta por su frivolidad y sus escandalosos
fraudes. ¡Nada que ver!”.
Alude Barranco a la denuncia por “fraude procesal” que, en octubre de 2008,
interpuso contra el obispo la empresa Arthinia Internacional bajo el cargo de
falsificar un pagaré por 130 millones de dólares, maniobra que le permitió
cobrarse con una valiosa colección de obras pictóricas propiedad de Arthinia
(Proceso 1677).
Se trata de 44 obras de pintores muy cotizados en el mercado del arte, como
Francisco de Goya, Amedeo Modigliani, Pablo Picasso, Marc Chagall, Joaquín
Sorolla, Diego Rivera, Rufino Tamayo, José Clemente Orozco y otros (Proceso
1809).
En noviembre de 2010 Arthinia obtuvo un amparo que obligaba a la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) a solicitar una orden de
aprehensión contra el prelado. Sin embargo, en junio de 2011 el Octavo Tribunal
Colegiado en Materia Penal del Distrito Federal echó abajo ese amparo y libró a
Cepeda de ir a la cárcel.
El abogado de Arthinia, Xavier Olea Peláez, aseguró que la autoridad judicial
favorecía al obispo porque éste y Sergio Valls, ministro de la Suprema Corte de
Justicia de la Nación, estaban en contubernio con otros magistrados, también
amigos del obispo.
Por ello, Olea interpuso después una denuncia ante la Procuraduría General de
la República para que investigara el posible tráfico de influencias. No prosperó
y el prelado ganó el pleito.
Hoy dice Olea con ironía: “¡A Onésimo lo protegió Dios! Hay una instrucción
de la derecha en el poder para darle impunidad al obispo. Ante esto, mis
clientes de Arthinia ya no quisieron seguir adelante en el litigio”.
Este semanario también informó sobre la manera fraudulenta en que opera Grupo
Certificados Integrales Funcionales (Grupo CIF), una influyente empresa de
servicios funerarios propiedad de Onésimo Cepeda y que tiene contratos con
varios gobiernos estatales y dependencias federales, incluida la Presidencia de
la República.
Ya que su investidura de obispo le impide realizar actividades mercantiles
con fines de lucro, Cepeda puso como presidente de la empresa a su primo
político Alberto Monroy Calva, mientras que al hijo de éste, Alberto Monroy
Cepeda, lo nombró apoderado.
Guillermo de Velasco Mendívil, quien durante un tiempo manejó el fideicomiso
del Grupo CIF, reveló algunas “acciones gangsteriles” del obispo e
“irregularidades” en su empresa y alertó: “Los clientes del Grupo CIF están en
grave peligro: totalmente desprotegidos y sujetos a operaciones terriblemente
riesgosas, a una gran contingencia. Ya se los advertí a algunas dependencias
gubernamentales que tienen contratos con esa empresa” (Proceso 1753).
Los negocios del alma
A la par que realizaba jugosos negocios escudado en prestanombres, Cepeda se
codeaba con la alta clase política y empresarial, al grado de que su “amigo” el
presidente Ernesto Zedillo asistió a la inauguración de la aparatosa catedral de
Ecatepec, el 25 de abril de 1999. Por ese motivo el Estado Mayor Presidencial
tomó el control de la catedral y de las calles aledañas, y el PRI le llevó
varios autobuses de “acarreados”.
En la ceremonia religiosa, desde el altar, Cepeda agradeció la “generosidad
del gobierno federal, a través del presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, un
hombre bueno y honrado, que supo captar la necesidad de algo que pudiera dar
identidad a esta diócesis”.
Aparte de Zedillo lo escuchaban varios funcionarios y políticos de entonces:
Carlos Salomón Cámara, director de la Lotería Nacional; Juan S. Millán,
gobernador de Sinaloa; Eduardo Robledo, secretario de la Reforma Agraria.
También estaba su amigo, el banquero Alfredo Harp Helú.
El obipso construyó aceleradamente la catedral con donativos de los dueños de
las empresas Cementos Tolteca, Sicartsa, Tamesa, Cemex, El Fuerte, Fábricas de
Triplay, Mecánica de Suelos y Cimentaciones, Banamex y Fábrica de Jabón La
Corona, entre otras. Decía orgulloso:
“Muchas veces tiene uno que utilizar sus influencias con los ricos para
ayudar a los pobres. Por ejemplo, mi catedral, si la hubiera querido hacer con
el dinero que da la gente de Ecatepec, pues creo que la hubiéramos terminado
quizá en 500 años”.
En 2000, Cepeda apoyó la campaña del candidato presidencial priista Francisco
Labastida, de cuya amistad también se ufanaba, pues decía entonces que llevaba
20 años jugando tenis con él y que su relación se iba “estrechando” cada
día.
Pero Labastida perdió en las elecciones presidenciales de ese año. El jerarca
católico dejó aquella entrañable amistad y se acercó al panista Vicente Fox
cuando llegó a Los Pinos.
Hábil para cortejar a los poderosos, el obispo muy pronto se granjeó la
confianza de Fox y de su esposa Marta Sahagún, al extremo mover sus influencias
en Roma para que la pareja pudiera casarse por la Iglesia.
Sin embargo, a mediados del año pasado Cepeda tuvo un choque con el actual
presidente, Felipe Calderón, porque el obispo apoyó al empresario y político
priista Jorge Hank Rhon cuando éste permanecía arraigado por el delito de acopio
de armas. En una carta le expresó:
“Me dio mucha pena enterarme de lo sucedido en tu persona y lo primero que
quiero hacer constar es que te conozco desde hace tiempo y lo que ha sucedido no
mengua en nada mi amistad, sino al contrario… Quiero ofrecerte todo mi apoyo en
lo que pueda valer con las oraciones mías, de mi clero y de mi pueblo”.
Además le agradecía a Hank Rhon sus ayudas: “Te he conocido como un hombre de
ley, que además de cumplir su trabajo ha sido generoso con aquellos que lo han
necesitado, me incluyo porque colaboraste para ayudar al pueblo de
Ecatepec”.
También el arzobispo de Tijuana, Rafael Romo, y el obispo de Mexicali, José
Isidro Guerrero, le brindaron su apoyo a Hank Rhon. Molesto, Calderón calificó
públicamente a los tres obispos como una “raza de víboras” que aparentan ser un
“modelo de santidad”.
En el ámbito eclesiástico Onésimo Cepeda también supo cortejar a los
poderosos y ganarse su confianza para obtener prebendas personales, sin
detenerse en otro tipo de consideraciones.
En un tiempo el viejo amigo del PRI fue seguidor de Sergio Méndez Arceo en la
diócesis de Cuernavaca, quien lo ordenó sacerdote en 1970. Juntos participaron
en la corriente pastoral de la opción preferencial por los pobres.
Pero después Onésimo le dio la espalda a Méndez Arceo y con el tiempo se
convirtió en un personaje clave para desmantelar la labor del obispo.
El milagroso
El 15 de marzo de 1983, cuando Juan Jesús Posadas Ocampo llegó a Cuernavaca
para suceder a Méndez Arceo, el sacerdote Onésimo –ya convertido en enemigo de
don Sergio– esperaba al nuevo obispo encabezando a un grupo que vitoreaba a
Posadas y renegaba de Méndez Arceo. Con Posadas iba el delegado apostólico
Jerónimo Prigione, quien después se convertiría en protector de Cepeda.
Gracias a sus buenos oficios para combatir a la corriente morelense de la
opción por los pobres, el cura Onésimo fue escalando puestos: prosecretario de
la mitra, rector del seminario de Cuernavaca y dirigente nacional del Movimiento
de Renovación Carismática, la principal organización utilizada por Posadas para
desmantelar la labor de su antecesor.
Fue en sus tiempos de carismático cuando Cepeda, según cuenta él mismo,
empezó a hacer milagros y prodigios a lo largo y ancho de la diócesis: Dios, a
través de un Onésimo en trance, hacía que los ciegos recobraran la vista, los
sordos oyeran, los tullidos caminaran…
En ese tiempo, el sacerdote Onésimo escribió una temprana autobiografía
titulada Quiero que me suceda también a mí, en la que da pormenores sobre sus
dones milagrosos. Y también relata cómo el Espíritu Santo lo rescató del
extravío socialista en que lo había metido don Sergio.
Cuenta que “entre más avanzábamos en esa línea del socialismo, más nos
radicalizábamos”. Esto le provocaba un “vacío espiritual”, pues “me había
olvidado completamente de la oración”. Por fortuna, dice, Dios transformó su
corazón y lo condujo en la dirección conveniente.
Gracias a su que siguió ese nuevo camino pudo integrarse al llamado Club de
Roma, un pequeño grupo de obispos impulsados por Prigione que adquiría
protagonismo político. Entre sus miembros destacaban Norberto Rivera y Emilio
Berlié.
En 1995 el Papa Juan Pablo II premió a Cepeda al nombrarlo obispo de
Ecatepec. De entonces a la fecha (pasaron 17 años) el prelado se dedicó a tejer
alianzas con políticos y magnates, lo mismo que a provocar escándalos… hasta
ahora que Benedicto XVI le puso el alto.
Elio Masferrer Kan, analista de asuntos eclesiásticos, considera que Cepeda
seguirá gozando de influencia gracias a esas alianzas:
“Hay un poder económico detrás de él; son un grupo de grandes empresarios que
figuran en la lista de Forbes. Sobre todo, tiene el respaldo de su viejo amigo
Carlos Slim. Este apoyo se reflejó cuando fue acusado de apoderarse
fraudulentamente de la colección de arte. Por ese motivo, la revista Líderes
Mexicanos intentó sacarlo de su lista, pero Slim y otros empresarios impidieron
esa medida y favorecieron a Onésimo”.
Por su parte, Bernardo Barranco señala que, en el terreno eclesiástico,
Ónesimo está condenado al ostracismo:
“Onésimo podrá dedicarse a sus negocios y seguir jugando golf con sus amigos,
pero en la Iglesia ya no tiene ningún futuro. Pasa a ser un obispo en retiro; ya
no podrá tomar decisiones, se quedó sin poder. Le ocurrirá lo mismo que a
Guillermo Schulemburg, quien pese a sus influyentes amistades pasó a ser un ente
invisible para la Iglesia al quitarle la conducción de la Basílica de
Guadalupe”.
Inconforme con este futuro sombrío, Cepeda dio una conferencia de prensa el
lunes 7, tan pronto se anunció su retiro. Dijo desesperado:
“Me quitaron la diócesis y me dejaron como ejidatario sin parcela, pero sigo
siendo ejidatario, sigo siendo obispo. Puedo seguir influyendo en lo que es
México y en lo que viene para México”.
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