Y llegaron los neonazis
Michaloliakos. Reivindicaciones nazis.
Foto: AP
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Hartos de medidas de austeridad cada vez más severas y de una crisis
económica que no parece tener fin, los griegos votaron en las elecciones
legislativas del domingo 6 por partidos extremistas que rechazan los compromisos
financieros con la Unión Europea. La Coalición de Izquierda Radical y el partido
neonazi Chrysi Avgi –cuyo líder estuvo preso por cometer un atentado con
explosivos en un cine– obtuvieron escaños en el Parlamento. En los hechos quedó
destruido el sistema bipartidista griego y, debido a la fragmentación de las
fuerzas políticas, los dirigentes políticos no logran acuerdos para formar
gobierno.
BRUSELAS (Proceso).- La escena grabada por la televisión griega es
perturbadora: Un grupo de periodistas llena el pequeño salón donde Nikolaos
Michaloliakos, líder del partido de extrema derecha Chrysi Avgi (Amanecer
Dorado), tiene programada una conferencia de prensa tras alcanzar
sorpresivamente 7% de los votos en las elecciones del domingo 6 en Grecia.
Uno de sus guardaespaldas, un hombre musculoso vestido de negro y rapado al
estilo neonazi, comienza a ordenar a gritos a los periodistas que se pongan de
pie “para mostrar respeto” a su líder, a quien se ve entrando al lugar. Algunos,
confundidos, se levantan sin pensarlo. Una reportera protesta: “Sólo venimos a
grabar…”, pero el hombre no la deja terminar la frase y sube el tono de sus
amenazas: “Quien no quiera pararse, se larga”.
La periodista, dirigiéndose a Michaloliakos, se queja de que tal situación
“es ofensiva para los comunicadores”, quienes se observan entre ellos, pasmados.
La violencia verbal del guardaespaldas continúa: “¡Lo tienes que hacer como
señal de respeto! ¡Si no, te puedes ir, te puedes ir!”.
Michaloliakos, también a gritos, ordena a ambos que se callen.
Éste, de 55 años y de gesto adusto, criticó en la conferencia de prensa a
todos sus adversarios políticos. A los medios los acusó de haberlo difamado y
advirtió que su partido encabezará “la resistencia nacional” contra lo que
calificó de “los dictados de la junta del rescate”, en alusión a la Unión
Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo.
Exaltado, el político extremista amenazó con “liberar” a su país, “dentro y
fuera del Parlamento”, de los “especuladores globales” y de la “esclavitud del
acuerdo de rescate”, y con deshacerse de “millones de inmigrantes ilegales” que,
dijo, “han convertido a Grecia en una jungla social”.
Chrysi Avgi, que en las elecciones legislativas de 2009 apenas alcanzó 0.3%
de los votos, consiguió ahora 21 curules. En noviembre pasado los sondeos le
daban una intención de voto de menos de 1%.
Pero en las municipales del 7 de noviembre de 2010 ganó un escaño en la
Asamblea de Atenas con una votación de 5.3%. En algunos barrios de fuerte
inmigración llegó a tener 20% de los votos.
El otro vencedor inesperado fue la Coalición de Izquierda Radical, conocido
en griego como Syriza: Se colocó en segundo lugar con 16.8% de las preferencias
(52 diputados). En 2009 había sumado 4.5% de los votos (13 diputaciones).
El derrumbe de los partidos dominantes ha generado una gran incertidumbre: El
Partido Socialista Griego (Pasok) obtuvo 44% de los votos en las legislativas de
2009; ahora apenas alcanzó 13.2%, por lo que el número de sus escaños se redujo
de 119 a 41.
El voto del partido de centro-derecha Nueva Democracia (ND) cayó de 33.5% a
18.9%, aunque pasó de 91 a 108 escaños debido a las reglas electorales que
favorecen al partido con más porcentaje.
Ambos partidos suman 149 escaños, insuficientes para gobernar en conjunto.
Las otras fuerzas minoritarias también resintieron las consecuencias de la
crisis.
En relación con los resultados de las legislativas de 2009, el Partido
Comunista subió de 7.5 a 8.5% (tenía 21 curules y obtuvo 26); Izquierda
Democrática (que se creó en 2010 tras escindirse de la Coalición de Movimientos
de Izquierda y Ecológicos, que forma parte de Syriza) obtuvo 6% y 19 escaños, y
Antarsya, una coalición de extrema izquierda, se quedó en 1.1%.
Con menos de 3% de los votos el Partido Verde no consiguió ni un escaño;
tampoco el de extrema derecha Concentración Popular Ortodoxa (conocido por su
acrónimo: Laos) que perdió los 15 escaños que tenía, al caer su votación de 5.6%
a 2.9%.
Hay una posible explicación para la disminución de los votos de Laos: fue
parte del gobierno saliente –conocido como el de “unidad–, formado en noviembre
pasado tras la caída del gobierno socialista de Giorgios Papandreou. Makis
Voridis, presidente de Laos, fungió como ministro de Infraestructuras,
Transporte y Redes.
Hasta el jueves 10 las conversaciones entre los líderes políticos para formar
un nuevo gobierno habían fracasado. Primero Antonis Samaras y luego Alexis
Tsipras, presidentes de ND y Syriza, respectivamente, lo habían intentado. El
presidente del Pasok, Evangelos Venizelos, había tomado el relevo de las
negociaciones sin muchas esperanzas de éxito.
Si al 17 de mayo no hay un acuerdo de gobierno, habría nuevas elecciones el
17 de junio.
Hartazgo
Hartos de medidas de austeridad cada vez más severas y de una crisis que no
parece tener fin, los electores griegos decidieron poner el futuro de su país en
manos de fuerzas políticas extremistas, como no había sucedido en otro país de
la UE.
Chrysi Avgi surgió a mediados de los ochenta y desde 1983 lo preside
Michaloliakos, aunque el partido fue registrado oficialmente en 1993. En 2005
cesó sus actividades para integrarse a Alianza Patriótica. Dos años después
volvió a la escena política.
Sus militantes han estado implicados en numerosos incidentes violentos contra
activistas de izquierda, inmigrantes o partidarios de equipos de futbol rivales.
Según denuncias de la prensa, algunos de sus miembros mantienen vínculos
estrechos con la policía y con elementos de la Junta Militar que tomó el poder
en 1967 y que fue depuesta en 1974.
En 1978 Michaloliakos fue condenado a 13 meses de prisión por haber
participado en un atentado con explosivos contra un cine, en el que varias
personas resultaron heridas. Durante su encarcelamiento conoció a los líderes de
la Junta Militar, a la que ha expresado simpatía.
A diferencia de otros partidos europeos de la misma ideología, que han
modernizado sus códigos de comunicación, Chrysi Avgi expresa crudamente sus
reivindicaciones: su símbolo es una burda imitación de la cruz gamada nazi, sus
militantes califican a los inmigrantes de “escoria humana” y se oponen
abiertamente a la igualdad entre sexos. Su lema de campaña fue “sangre y honor”
e incluso su líder se ha atrevido a hacer el saludo nazi en plena Asamblea de
Atenas.
Syriza, por su parte, se rehúsa a cumplir con los compromisos financieros
asumidos por los anteriores gobiernos griegos. Su plataforma de campaña reclamó
la suspensión inmediata e incondicional de los pagos de la deuda durante un
periodo de tres a cinco años; la cancelación de las medidas de austeridad
aplicadas desde 2010; la nacionalización de una parte significativa del sistema
bancario, así como el desconocimiento de los acuerdos de rescate con la Comisión
Europea, el FMI y el Banco Central Europeo (la llamada Troika).
Alexis Tsipras, un político de 38 años y aire moderno que preside Syriza,
impuso condiciones más precisas durante las negociaciones de la semana pasada
para formar un gobierno, como la cancelación de los recortes a las pensiones y
los salarios; el mantenimiento de los contratos colectivos de trabajo que fueron
abolidos –con lo que se facilitan los despidos– y la inmediata anulación de la
ley que garantiza la inmunidad a los diputados y de la ley de reforma
electoral.
Puso otra condición: Que la firma de inversiones estadunidense BlackRock
auditara a los bancos griegos además de que se creara un comité internacional
que averigüe las causas del déficit público nacional y publique sus hallazgos.
Señaló que hasta que eso no ocurra el gobierno tendría que declarar una
moratoria en el pago del servicio de la deuda.
Samaras reveló que Tsipras supeditó su apoyo a una condición imposible de
aceptar para él: que Grecia abandonara la moneda común, el euro.
Recuento de daños
Giorgios Delastik es un popular columnista del diario griego Ethnos. En su
colaboración del martes 8 ofrece un puntual recuento de daños al sistema
político griego:
“De regreso al comienzo: es así como podríamos considerar los resultados de
las elecciones generales. Las urnas han marcado la hora del desmoronamiento del
escenario político griego dominado, desde el regreso a la democracia en 1974,
por los socialistas de Pasok y por Nueva Democracia”, escribe.
Explica: “Este resultado era previsible y esperado. Pero las cifras van más
allá de las peores pesadillas de los responsables de esos dos pilares del
sistema político griego (…) La ND, cuyos líderes han hecho todo para provocar
que hubiera elecciones legislativas anticipadas con el sólo objetivo de obtener
la mayoría absoluta para gobernar, confrontan hoy todas las dificultades para
conseguir sus objetivos. Sin hablar de los riesgos de implosión interna del
partido”.
Delastik sigue: “Pero si la derecha agoniza en la sala de urgencias, la
debacle del Pasok es todavía más impresionante. El Partido Socialista es víctima
de la aplicación del plan de rigor sobre el pueblo griego y de haber emplazado
al país bajo tutela extranjera. Ello empujó al Pasok al borde del hundimiento.
Un partido que obtenía 44% de los votos hace todavía dos años y que cae a 14% no
podrá jamás recuperarse. Para nosotros no hay duda: el Pasok cumplió su ciclo
histórico y debe ser reemplazado por otra formación que represente al
centro-izquierda del siglo XXI; si no es ya el caso con el partido de izquierda
radical Syriza”.
Nikos Konstandaras, editor y columnista del principal diario griego
Kathimerini, alerta sobre la potencial explosividad de la nueva etapa de
inestabilidad política griega.
En un artículo publicado el martes 8, el columnista explica: “Los griegos
votaron con los ojos puestos en el pasado. Deseando el retorno a una época ideal
donde podrían escapar de las demandas de nuestros socios y acreedores. Los
votantes destruyeron el sistema bipartidista, fragmentaron el centro ideológico
y metieron a los extremos en el corazón de la vida política”.
Plantea que tras los comicios el poder está muy fraccionado, con siete
partidos políticos en el Parlamento y ninguno con más de 20% de votantes.
Y previene de otras consecuencias: “Nuestra sociedad –comenta– no está
acostumbrada a la cooperación y al compromiso, por lo que afrontará grandes
desafíos con el encumbramiento de Syriza y otros partidos izquierdistas, así
como de Chrysi Avgi”.
Expone que pese a estar en las puntas opuestas del espectro político, ambas
fuerzas comparten “una falta de respeto por el establishment y un profundo odio
de uno hacia otro”.
“Si el surgimiento de Syriza –observa Konstandaras– conlleva una mayor
intervención de la izquierda en las universidades y otras esferas de la vida
pública, entonces es posible que ‘tropas’ de izquierdistas y anarquistas choquen
en las calles con las camisas negras de Chrysi Avgi. Sin un gobierno fuerte que
los conduzca y apoye, muy probablemente la policía evitará inmiscuirse en esas
rivalidades y se incrementará incluso más la inseguridad ciudadana, lo que quizá
lleve a una mayor fragmentación política”.
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