Argentina, nuevo dominio de “El Chapo”
Jesusa Cervantes
Jesusa Cervantes
Los principales cárteles mexicanos de la
droga –el de Sinaloa, el de Tijuana y Los Zetas– lograron expandirse hasta
Argentina, donde operan a sus anchas mediante complicidades sui generis. En
revelaciones exclusivas a Proceso como parte de una investigación que realiza
en ese país, el especialista Edgardo Buscaglia explica que esas organizaciones
delictivas se han valido de las iglesias a fin de penetrar en las comunidades
pobres con el propósito de obtener la aceptación que requieren para actuar con
total libertad. Para ello, dichos cárteles, en especial el de Sinaloa, que
lidera El Chapo Guzmán, cuentan con la complicidad de las autoridades de esa
nación sudamericana que, a diferencia de las colombianas o chilenas, no hacen
nada para frenar “la invasión mexicana”.
El cártel de Sinaloa, que lidera Joaquín El
Chapo Guzmán, amplió su campo de operaciones hacia las provincias más pobres
del norte de Argentina, donde ha establecido centros de producción, acopio y
distribución de drogas. Arropada por algunas iglesias de la región, esta
organización ha logrado mantenerse a salvo de operativos policiacos y desde
hace tres o cuatro años se ha vinculado con las comunidades locales, que le
brindan la protección que requiere.
El modus operandi gracias al cual el cártel
de Sinaloa ha podido desplazarse y trabajar en ese país tiene como uno de sus
ejes a la Iglesia, sostiene el especialista e investigador del Instituto
Tecnológico Autónomo de México Edgardo Buscaglia.
Entrevistado desde México mientras viaja por
Argentina, a donde acudió junto con su equipo de trabajo para efectuar un
sondeo de campo sobre las andanzas de los cárteles mexicanos, el especialista
revela a Proceso sus hallazgos y la manera en que los barones de la droga se
infiltran en las comunidades más pobres de ese país, pues aclara que, además
del cártel de Sinaloa, el de Tijuana y Los Zetas lograron extenderse hacia esa
nación.
Y lo hacen, puntualiza Buscaglia, mediante el
trabajo social que impulsan las iglesias, en especial las evangélicas.
Argentina, el segundo país más grande de
Latinoamérica fue elegido por El Chapo para “diversificar sus posiciones” y
“minimizar riesgos”.
Pero si bien las provincias elegidas por el
narcotraficante mexicano –Chaco, Formosa, Misiones– no son las más remotas, sí
son las más pobres. Se encuentran en la zona norte en regiones selváticas o
boscosas con un clima tropical y templado, aunque en verano las temperaturas
llegan a 50 grados centígrados. Su ubicación es estratégica, pues colindan, por
un lado, con Paraguay y, por el otro, con Uruguay.
Según el equipo de Buscaglia, El Chapo
instaló centros de producción de droga en esas localidades, con la complicidad
de algunas iglesias.
El especialista detalla: “En los últimos años
Argentina se ha transformado en un centro de producción de drogas sintéticas y
esa zona (donde opera El Chapo) está compuesta por Formosa, Chaco y Misiones,
que están en el norte del país.
“Ahí se ha establecido una base patrimonial y
productiva del cártel de Sinaloa y del cártel de Tijuana en combinación,
¡aunque parezca mentira! Pero también hay atisbos de presencia de Los Zetas en
la parte central del país, en Córdoba y Santa Fe.”
–¿Desde cuándo tiene usted conocimiento de
que el cártel de Sinaloa comenzó a operar en Argentina?
–Hace tres o cuatro años. Los colombianos ya
tenían participación en ese país desde los años noventa, pero los cárteles
mexicanos comenzaron a expandirse visiblemente a partir de 2007 y se han
ubicado en la zona norte, que son los centros productivos. Su manejo
patrimonial y de inversiones está muy focalizado en Buenos Aires, en Córdoba y
en Santa Fe.
El posicionamiento
Hasta donde se sabe, el cártel del Chapo
llegó a la provincia del Chaco en 2007. Su emisaria fue María Alejandra López
Madrid, quien tenía como objetivo poner en funcionamiento la “Iglesia
Evangélica del Nuevo Milenio”, según reveló a medios de aquel país Claudio
Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de la República Argentina.
Al cabo de dos años no había ninguna
información de lo que hizo en ese templo enclavado en una de las zonas más
pobres del país. No fue sino hasta agosto de 2009 cuando se suscitó un
conflicto entre los habitantes del lugar y un mexicano que aseguró ser pastor y
reclamaba la iglesia. Intervinieron las autoridades y el supuesto pastor se
identificó con el nombre de Jerónimo López Valdez; reiteró que iba para hacerse
cargo del templo.
La policía argentina verificó los datos y
comprobó que nadie con ese nombre había ingresado al país y que en México no
había registrado pastor alguno con ese nombre. Lo que sí encontraron fue una
fotografía con el nombre de Víctor Hugo López Valdez, una persona con
antecedentes penales y que en México era buscado por narcotráfico.
El mismo Claudio Izaguirre dio a conocer que
la mujer que dos años antes había fundado el templo fue detenida por las
autoridades de Paraguay el 2 de mayo de 2009 “por actividades ilícitas”.
El 28 de agosto de 2009, Radio Fénix La Rioja,
de la provincia La Rioja, cercana al Chaco, difundió: “El tenebroso cártel
mexicano de Sinaloa pretendería instalarse en Chaco mediante la fachada de
iglesias evangélicas… se estima que los individuos tratarían de enviar efedrina
al exterior mediante vuelos ilegales”.
La radiodifusora reprodujo una declaración
del integrante de la Asociación Antidrogas, Claudio Izaguirre: “Hay fuertes
sospechas de que el norte argentino sería usado para enviar ilegalmente al
exterior, por avionetas, importantes cargamentos de efedrina… pueden
transportar hasta 600 kilogramos. Salen de Argentina, arriban al suelo mexicano
y hacen escalas en Perú, Costa Rica, Panamá, Nicaragua, Honduras y Guatemala”.
En mayo de 2010, el periodista mexicano
especializado en temas de narcotráfico José Reveles indagó el caso del Chaco y
lo documentó en su libro El cártel incómodo.
El 18 de mayo de 2010, la prensa argentina
divulgó la versión de que elementos de la agencia antidrogas estadunidense
(DEA) estarían en la localidad de Resistencia, perteneciente a la provincia del
Chaco, para indagar la presencia del Chapo Guzmán y el uso de iglesias
evangélicas como fachada para encubrir sus actividades.
En su libro Reveles menciona el templo
evangélico que El Chapo le construyó a su madre, Consuelo Loera de Guzmán, en
la comunidad de La Tuna, en Sinaloa. El templo se convirtió en poco tiempo en
el centro de convenciones y ceremoniales al que acuden fieles 200 kilómetros a
la redonda y que provienen de Durango, Sonora, Chihuahua, Jalisco, Colima y Nayarit.
Si bien la presencia del cártel de Sinaloa en
algunas provincias de Argentina se detectó hasta 2009, según los funcionarios
antidrogas de ese país ya operaba desde 2007.
Sin embargo, de acuerdo con un reporte que la
Secretaría de la Defensa Nacional entregó en octubre de 2010 a los diputados de
la LXI Legislatura, fue a inicios de 2003 cuando los cárteles mexicanos
redimensionaron su rol para fortalecer su participación e influencia en países
de Centro y Sudamérica. Intensificaron su presencia en Colombia, Ecuador,
Bolivia, Perú y Centroamérica para la producción de cocaína, y a partir de 2007
se trasladaron a Argentina para la fabricación de efedrina, precursora de
drogas sintéticas.
Fachadas
Para algunos especialistas la estrecha
relación entre iglesias de diferentes denominaciones y grupos criminales tiene
como uno de sus fines el lavado de dinero.
Marcelo E. Decoud, director regional para
América Latina y el Caribe de la International Compliance Association, con sede
en Londres –institución que imparte capacitación en materia de criminalidad
financiera y combate el lavado de capitales–, sostiene que las organizaciones
criminales utilizan iglesias con representación en varios países de
Latinoamérica para el lavado de dinero.
De acuerdo con este especialista, las
agrupaciones religiosas acuden a un banco para depositar fuertes sumas en
efectivo que dicen haber recibido de sus fieles; luego el dinero es transferido
a otro banco y finalmente a otro, fuera de su país de origen, principalmente en
instituciones ubicadas en paraísos fiscales.
Aunque Buscaglia no descarta que se utilicen
las estructuras religiosas para lavar dinero, considera que las organizaciones
criminales las usan para granjearse el favor de la gente, y de esta manera
garantizar su propia seguridad.
Explica: “La situación de penetración es con
fines típicos que todo grupo criminal tiene para poder protegerse socialmente
en determinadas áreas. A veces lo hacen a través de la Iglesia católica y en
otras ocasiones utilizan a las asociaciones evangélicas, protestantes. En
Centroamérica se valen de las bautistas y evangélicas”.
Detalla que los grupos criminales promueven
su protección social mediante la construcción de iglesias y de infraestructura
religiosa, y asimismo por medio del financiamiento de actos religiosos. En ese
sentido, sostiene, las iglesias no buscan lavarles dinero a los grupos
criminales. Protegerse socialmente y obtener legitimidad social, ese es el
modus operandi de los grupos criminales.
Destaca que la delincuencia organizada “tiene
que ser vista cercana a los valores religiosos de las poblaciones en donde los
grupos mafiosos buscan protección… Éstos pretenden que con sus actos el pueblo
les dé su beneplácito”.
El investigador enfatiza que esa relación “es
un factor de penetración muy importante para que los grupos criminales cuenten
con protección social. Ésta es tan importante como la protección política. No
puede entender hoy cómo El Chapo se protege si no se entiende el ángulo social
de esa cobertura que tiene una faceta religiosa.
“Las construcciones, las actividades que la
familia realiza en los templos, ese tipo de cosas implican realmente un lavado
patrimonial que no es de gran envergadura, pero que adquiere relevancia para
explicar los niveles de protección social de los que gozan los cárteles en
México y en otros países.”
Mediante su trabajo, el experto se ha
percatado de que los cárteles establecen centros productivos en lugares donde
pueden realizar sus actividades de manera abierta y notoria. “Para ello
necesitan dos cosas: la protección política por parte de los gobernadores de
estas provincias y la protección social, que implica que la población no los
denuncie, no los expulse. ¡No todo se logra con amenazas ni con asesinatos! Por
lo tanto, sí han penetrado las iglesias, no solamente las evangélicas sino
también la católica en estas regiones”, puntualiza.
Diversificación
Mediante sus pesquisas Buscaglia pudo
constatar cómo tres iglesias evangélicas –además de la del Nuevo Milenio– han
sido penetradas patrimonialmente por el cártel de Sinaloa. Aunque revela la
zona donde se ubican, solicita que no se mencione el sitio exacto donde se
encuentran, por razones de seguridad.
“Son tres iglesias evangélicas… En
poblaciones en donde no estaban acostumbrados a este tipo de presencia hoy se
observan amplias presencias productivas y patrimoniales de cárteles mexicanos
en esa región, que el gobierno argentino no está combatiendo. El gobierno está
permitiendo activamente la presencia de esos grupos y eso significa que también
existen indicios de penetración política.”
Agrega que el siguiente paso es la
penetración patrimonial en el sector privado, sobre todo en las empresas
farmacéuticas. Incluso recuerda que en Argentina ya se han presentado en fechas
recientes varios homicidios de empresarios de este ramo.
–¿La razón por la que los cárteles mexicanos
se están trasladando a Argentina se debe a la persecución del gobierno, a que
buscan lugares más seguros o países más facilitadores?
–La expansión de los cárteles mexicanos a 52
países muestra sin lugar a dudas mayor fortaleza patrimonial. México ha sido su
base de corrupción, de poderío político que les ha permitido expandirse a otros
países. Ellos, cuando incrementan su riqueza tratan de diversificar sus
posiciones para minimizar riesgos.
“No eligen cualquier país; por ejemplo, no se
van a Chile o a Colombia a establecer sus bases productivas; acuden a lugares
donde hay más impunidad, como Argentina. En este momento –explica– ese país
tiene índices muy altos de impunidad en donde causas ligadas a grupos
criminales prescriben, no se les tipifica como delincuencia organizada; amplios
sectores políticos están siendo penetrados por grupos criminales y por eso la
presencia del cártel de Sinaloa en Argentina no es casual. Ellos buscan paraísos
patrimoniales, como México y Argentina.”
Buscaglia destaca el trabajo de Paraguay y de
Brasil para frenar la presencia de cárteles de la droga. “Ahí no hay
surgimiento como hongos de bases productivas; sí se observan en Argentina,
donde la impunidad es mayor y, por lo tanto, la vinculación con iglesias
responde a intereses productivos, patrimoniales y políticos de los grupos
criminales”,
Buscaglia advierte a las iglesias que deben
ser muy cuidadosas para no dejarse capturar mediante la treta de la obra social
proveniente del narco: “Porque si bien uno argumenta que las iglesias no están
activamente buscando ese canal de lavado patrimonial, también es cierto que
muchos actores de las iglesias y de la Iglesia católica se hacen de la vista
gorda. Fingen que no se percatan de esa búsqueda de legitimidad social por
parte de las mafias mexicanas. La Iglesia tiene que ser mucho más activa en
impedirlo, pero es algo que no se observa en Latinoamérica ni en México”.
Y añade: “Las iglesias son bastante cómodas y
aceptadoras de la infiltración delincuencial y eso hace que desde el punto de
vista pasivo también sean sujetas a acusaciones de corrupción. Aunque se trata
de corrupción pasiva, es corrupción al fin”.
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