Posted:
23 May 2011 04:31 PM PDT
Protesta en México D.F frente a la embajada
española (foto @europaenllamas)
Estamos sinceramente preocupados. Hacemos análisis estadístico de
votos, y resulta que nos faltan cerca de 1 millón y medio de electores que no
aparecen por ninguna parte. No sabemos si los han secuestrado, si se han
escondido o si –quizá la solución más fácil, aunque algo vergonzosa- el Ministerio
del Interior ha suspendido en matemáticas. Pero resulta que el MIR nos indica
claramente en su página web que el censo de españoles residentes-ausentes
(CERA para los amigos) registraba 5.715 españoles en edad de votar residentes
en el extranjero, y eso que se supone que la migración ha aumentado en los
últimos años. La cosa es que el INE discrepa con esta cifra y nos indica que los
extranjeros inscritos en el CERA son exactamente 1.441.086. En 2007, sin embargo, el MIR admite que envió
papeletas de votos a exactamente 1.167.744 españoles ausentes de la madre patria.
Claro que igual esto se debe a la vergonzosa reforma de la Ley Electoral
acontecida –casualmente- a principios de 2011, que en la práctica supone que
estas papeletas se dejan de enviar automáticamente a los electores ausentes de
España y que éstos, si quieren ejercer su derecho al voto, deben rogarlo (por
eso se le llama voto rogado, por cierto), o sea, suplicarle por favorcito, por
carta y adjuntando copia de veinticuatromil documentos a la Madre Patria para
que les deje votar, y luego prenderle una velita a la Virgen de la Almudena
para que las papeletas efectivamente lleguen (cosa que, nos consta, en muchos
casos no ha ocurrido).
La verdad
verdadera es que la cifra de 5715 votos presuntamente emitidos desde el
extranjero nos parece tan escandalosa y surrealistamente baja que tentados nos
sentimos de descartarla (¿error de dedo?). Sin embargo, el tema adquiere tintes
siniestros al corroborar que, por ejemplo, desde Venezuela solo se recibieron 123
solicitudes de voto…de un padrón de españoles de ¡más de 87.000! Del casi millón y medio de españoles residentes
en países extranjeros, solo 43.842 se enteraron del oportuno cambio en
la Ley Electoral y lograron
sortear todas las trabas burocráticas para pedir que se les enviara su voto. O
sea, apenas un 3% del padrón del CERA. Y de este 3% de testarudos españoles que
mandaron su solicitud a toda prisa…¿sólo 5.715 obtuvieron y lograron enviar las
papeletas a tiempo? ¡Vaya pucherazo, señores, vaya pucherazo!
Pese a todo
esto, lo más sorprendente del caso es que ¡aún así la abstención ha disminuido
en España respecto a las elecciones municipales de 2007, pasando del 36,03% al
33,77%! Las cifras oficiales del MIR nos indican que 11.710.762 electores se
abstuvieron, pero claro, no nos dicen que de ellos, 1.435.911 (el padrón del
CERA menos los 5.715 afortunados que lograron votar) fueron abstenciones
forzadas por el propio Gobierno. No estamos diciendo que todos ellos habrían
votado (y nunca lo sabremos, posiblemente), solo que deberían haber podido
escoger si hacerlo o no. Potencialmente, el porcentaje de abstención de estas
elecciones podría haber sido muchísimo más bajo de lo que ya de por sí fue.
Pero claro, eso, a los analistas políticos, seguro no les interesa. Vaya a ser
que nos demos cuenta del mega pucherazo que nos han colado.
@europaenllamas
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La pieza española en la crisis
Marco Rascón
Si
se genera política y perspectiva, estaríamos observando el principio del fin de
la transición española como era y que tantos análisis ha inspirado en América
Latina desde la caída del franquismo.
Es,
como dijo Guillermo Zapata (La
Jornada, 22/5/11), el fin de la visión entre izquierda y derecha,
por la nueva confrontación entre los de
arriba y abajo, entendiéndose a estos últimos, como los excluidos sociales y generacionales que fue acumulando el esquema de la transición. El rompimiento es también, de alguna manera, generacional, pues la España de hoy bulle de jóvenes que antes del 15 de mayo hablaban desde mil rincones españoles sobre las consecuencias de la crisis y un incierto futuro.
Es
una lección a tomarse en cuenta, pues la concentración en la Puerta del Sol ha
expresado de mil maneras su hartazgo con el esquema político, profundamente
desgastado, como el que vemos también en México, donde la crisis política
revela la crisis de representatividad de los partidos y las instituciones de la
política formal. Hay en el discurso del M-15 una reflexión sobre la
representación de los ciudadanos ante los gobiernos y los mercados, y por ello
se han definido, no como una concentración más, sino como una asamblea cuyo
principal logro hasta ahora es su forma convocante e inédita en España, retando
a la autoridad sobre el uso del espacio público.
Pareciera
contradictorio, pero el contenido de esta movilización creciente e insurgente
pasó sobre los comicios del domingo 22, donde el partido de la derecha, el
Partido Popular (PP), se llevó en mayoría las elecciones municipales y
autonómicas, superando al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por más de
10 puntos porcentuales. ¿Cómo se explicaría que este giro a la derecha se dé en
el contexto de un movimiento en esencia surgido de la crítica a la política
económica y los recortes de inspiración neoliberal?
Atención,
México: en el contexto electoral, la sociedad puede virar y dejar a la
partidocracia sola con su fiesta por el poder, pues el asunto de la crisis de
perspectiva lleva implícito no sólo lo económico, sino también el
cuestionamiento hacia una forma de democracia política agotada o que ya no
proporciona expectativas a los de derecha, centro o izquierda, pues todos los
partidos han terminado haciendo lo mismo, exhibiendo sus debilidades de
legitimidad.
En
España, como en Europa, cuando se habla de crisis ésta tiene connotaciones
diferentes las nuestras. Para ellos es una palabra nueva, mientras para
nosotros son más de 40 años de crisis crónica.
Es
por ello que el discurso de la
acampada(plantones nuestros) tiene la gran fuerza del optimismo y la confianza, en que los miles en la plaza, revertirán las medidas de ajuste económico que afectan al conjunto del sistema educativo, de salud, empleo, vivienda, ahorro y niveles salariales. En este sentido, la gran pregunta es: cuando la asamblea decida levantarse, ¿con qué fuerza y perspectiva se hará? Las palabras claves serán interlocución, estrategia, mantener la frescura de hasta ahora, sumar las fuerzas estructurales y lograr la alianza con los sindicatos, las organizaciones pro vivienda, los gremios de profesionistas y estudiantiles, los movimientos gremiales que han surgido por cientos en toda España y que, en la víspera, han realizado manifestaciones particulares en rechazo a las medidas de ajuste económico.
Es
obvio que la transición española construyó una política económica de Estado con
un alto consenso y que sirvió de marco para contener la polarización política
dentro de un acuerdo general. Un punto fue la inserción de España en la Unión
Europea, que le generó avances y sustentabilidad económica para combatir el
atraso y la pobreza dejados por el franquismo. Hoy, eso ya no basta y reclama
un ajuste, pues hacia adelante muchas de las conquistas sociales están en riesgo
de perderse: pero eso requiere de un nuevo pacto para las condiciones actuales.
Lo contrario es reventar y dejar que las contradicciones afloren, como en
México, donde los problemas y la crisis endémica nos alcanzaron y sobrepasaron
por mucho.
El
Estado español ha querido enfrentar la crisis actual con un dejo de tolerancia
hacia la movilización. Esa tolerancia no pareciera estar sustentada en la
seguridad, sino en lo incierto, pues lo que vive España es parte de la crisis
en Medio Oriente, en Inglaterra, Francia, Portugal, Grecia, Italia y Rumania,
donde la crisis económica y las políticas de rescate en la Unión Europea están
permeando la perspectiva económica del mundo.
Por
todo ello los acontecimientos de España son un gran laboratorio cercano, de
agotamientos, de posibilidades de rupturas, pero también de diseño de
perspectivas y, aunque nuestras realidades y crisis son diferentes, tienen el
común denominador de ser sociedades que buscan alternativas ante sistemas y
formas políticas agotadas, aisladas y grandemente cuestionadas.
Da igual
Pedro Miguel
Qué
pena, pero en este lado del charco da igual que sean los socialistas o los
populares, porque unos y otros han sido metiches, insolentes e irrespetuosos en
el manejo de las relaciones de España con América Latina. Ambos han procurado
mantener o imponer términos favorables al saqueo y la depredación de los
recursos humanos, financieros y naturales de esta zona del mundo. Los dos
bandos han conspirado contra los proyectos de desarrollo independiente
encabezados por Evo, por Chávez y por los hermanos Castro y no han querido
entender que si a veces el presidente venezolano hace el ridículo, y si los
jerarcas cubanos son un tanto patéticos, ambas cosas son asunto de los
venezolanos y de los cubanos, no de los ocupantes temporales de un remoto
palacete neoclásico que, en descripción de alguien que vivió allí durante 14
años, es
Uno
sabe bien que, cuando piensan, hablan y actúan hacia América Latina, González,
Aznar y Ródriguez Zapatero no ven un conjunto de sociedades esperanzadas,
desgarradas y casi siempre oprimidas, sino mercados para Telefónica, campos
petrolíferos explotables para Repsol, condiciones de saqueo financiero para
BBVA y Santander, indios guatemaltecos asesinables para Unión Fenosa,
subcontratación y corruptelas para Eulen, ventas de publicidad disfrazada de
información oficial para Prisa. En la época actual, España no tiene empresas:
es un conjunto de corporativos privados el que tiene a España, y el gobierno de
ese país es un equipo multidisciplinario de relaciones públicas, penetración de
mercados, gestión de crisis y control de daños. Lo cual, por supuesto, no es un
fenómeno exclusivo de la madrastra patria: ahí tienen el caso de Obama, quien
con tal de preservar los cotos de Halliburton y de Blackwater en Asia central
es capaz de sostener, en público y sin ruborizarse, que la guerra es la paz,
como ya lo decía el Gran Hermano en la novela de George Orwell.una tarta de nata montada con toques de purpurinay en el que un día durmieron, arropados con edredones de jefes de Estado, Saddam Hussein y Leónidas Trujillo.
Lo más triste es que a un sector creciente de la propia sociedad española le dé lo mismo que la cabecita parlante se apellide Rajoy o Zapatero. Mejor dicho: lo más triste es que Rajoy y Zapatero sean lo mismo ante tantas cosas sustantivas, que el primero haya sobrevivido sin novedad al bao de inmundicia que organizó su propio partido, que el segundo empiece a comportarse igual que el presidente de Yemen ante las protestas sociales y que la sucesión en el gobierno ocurra entre ellos, es decir, que no ocurra casi nada: el jaloneo es sólo por el poder.
Tal vez así pueda entenderse el hecho insólito de que en varios pueblos de Almería (Benitaglia, Sufli, Turrillas...) el PSOE no haya recibido ni siquiera los votos de sus propios candidatos. Para qué molestarse con esos dos adjetivos mentirosos con los que quieren distinguirse las dos fuerzas españolas dominantes: los socialistas obreros son en realidad capitalistas neoliberales, como los del Partido Popular, y éstos, al igual que los aún gobernantes, son profundamente antipopulares en sus estrategias económicas y sociales.
Si en la hora actual hay espíritu democrático en España, éste no se encuentra, de seguro, en La Moncloa ni en el Palacio de las Cortes, sino en la Asamblea del Sol, sita en la plaza madrileña del mismo nombre y en otras de España. Con todo el cansancio y el calor acumulados durante más de una semana de cuestionamiento frontal al sistema, a contrapelo de la improbabilidad de advenir, aquello sigue siendo un hervidero de ideas, sueños, igualdad y fraternidad, y el primer cuestionamiento social al régimen posfranquista. Significativamente, para ellos Rajoy o Zapatero también han terminado por ser más o menos lo mismo.
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