Alianza Social de Trabajadores de la Industria Mexicana

martes, 24 de mayo de 2011

PROTESTA EN MEXICO D.F. FRENTE A LA EMBAJADA ESPAÑOLA POR DESAPARICION DE 1.5 MILLONES DE ELECTORES.

Casi 1 millón y medio de españoles desaparecidos: se buscan (dead or alive)

Posted: 23 May 2011 04:31 PM PDT




Protesta en México D.F frente a la embajada española (foto @europaenllamas)
Estamos sinceramente preocupados. Hacemos análisis estadístico de votos, y resulta que nos faltan cerca de 1 millón y medio de electores que no aparecen por ninguna parte. No sabemos si los han secuestrado, si se han escondido o si –quizá la solución más fácil, aunque algo vergonzosa- el Ministerio del Interior ha suspendido en matemáticas. Pero resulta que el MIR nos indica claramente en su página web que el censo de españoles residentes-ausentes (CERA para los amigos) registraba 5.715 españoles en edad de votar residentes en el extranjero, y eso que se supone que la migración ha aumentado en los últimos años. La cosa es que el INE discrepa con esta cifra y nos indica que los extranjeros inscritos en el CERA son exactamente 1.441.086. En 2007, sin embargo, el MIR admite que envió papeletas de votos a exactamente 1.167.744 españoles ausentes de la madre patria. Claro que igual esto se debe a la vergonzosa reforma de la Ley Electoral acontecida –casualmente- a principios de 2011, que en la práctica supone que estas papeletas se dejan de enviar automáticamente a los electores ausentes de España y que éstos, si quieren ejercer su derecho al voto, deben rogarlo (por eso se le llama voto rogado, por cierto), o sea, suplicarle por favorcito, por carta y adjuntando copia de veinticuatromil documentos a la Madre Patria para que les deje votar, y luego prenderle una velita a la Virgen de la Almudena para que las papeletas efectivamente lleguen (cosa que, nos consta, en muchos casos no ha ocurrido).
La verdad verdadera es que la cifra de 5715 votos presuntamente emitidos desde el extranjero nos parece tan escandalosa y surrealistamente baja que tentados nos sentimos de descartarla (¿error de dedo?). Sin embargo, el tema adquiere tintes siniestros al corroborar que, por ejemplo, desde Venezuela solo se recibieron 123 solicitudes de voto…de un padrón de españoles de ¡más de 87.000! Del casi millón y medio de españoles residentes en países extranjeros, solo 43.842 se enteraron del oportuno cambio en la Ley Electoral y lograron sortear todas las trabas burocráticas para pedir que se les enviara su voto. O sea, apenas un 3% del padrón del CERA. Y de este 3% de testarudos españoles que mandaron su solicitud a toda prisa…¿sólo 5.715 obtuvieron y lograron enviar las papeletas a tiempo? ¡Vaya pucherazo, señores, vaya pucherazo!
Pese a todo esto, lo más sorprendente del caso es que ¡aún así la abstención ha disminuido en España respecto a las elecciones municipales de 2007, pasando del 36,03% al 33,77%! Las cifras oficiales del MIR nos indican que 11.710.762 electores se abstuvieron, pero claro, no nos dicen que de ellos, 1.435.911 (el padrón del CERA menos los 5.715 afortunados que lograron votar) fueron abstenciones forzadas por el propio Gobierno. No estamos diciendo que todos ellos habrían votado (y nunca lo sabremos, posiblemente), solo que deberían haber podido escoger si hacerlo o no. Potencialmente, el porcentaje de abstención de estas elecciones podría haber sido muchísimo más bajo de lo que ya de por sí fue. Pero claro, eso, a los analistas políticos, seguro no les interesa. Vaya a ser que nos demos cuenta del mega pucherazo que nos han colado.
@europaenllamas Consulta su blog

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La pieza española en la crisis
Marco Rascón
Si se genera política y perspectiva, estaríamos observando el principio del fin de la transición española como era y que tantos análisis ha inspirado en América Latina desde la caída del franquismo.
Es, como dijo Guillermo Zapata (La Jornada, 22/5/11), el fin de la visión entre izquierda y derecha, por la nueva confrontación entre los de arriba y abajo, entendiéndose a estos últimos, como los excluidos sociales y generacionales que fue acumulando el esquema de la transición. El rompimiento es también, de alguna manera, generacional, pues la España de hoy bulle de jóvenes que antes del 15 de mayo hablaban desde mil rincones españoles sobre las consecuencias de la crisis y un incierto futuro.
Es una lección a tomarse en cuenta, pues la concentración en la Puerta del Sol ha expresado de mil maneras su hartazgo con el esquema político, profundamente desgastado, como el que vemos también en México, donde la crisis política revela la crisis de representatividad de los partidos y las instituciones de la política formal. Hay en el discurso del M-15 una reflexión sobre la representación de los ciudadanos ante los gobiernos y los mercados, y por ello se han definido, no como una concentración más, sino como una asamblea cuyo principal logro hasta ahora es su forma convocante e inédita en España, retando a la autoridad sobre el uso del espacio público.
Pareciera contradictorio, pero el contenido de esta movilización creciente e insurgente pasó sobre los comicios del domingo 22, donde el partido de la derecha, el Partido Popular (PP), se llevó en mayoría las elecciones municipales y autonómicas, superando al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) por más de 10 puntos porcentuales. ¿Cómo se explicaría que este giro a la derecha se dé en el contexto de un movimiento en esencia surgido de la crítica a la política económica y los recortes de inspiración neoliberal?
Atención, México: en el contexto electoral, la sociedad puede virar y dejar a la partidocracia sola con su fiesta por el poder, pues el asunto de la crisis de perspectiva lleva implícito no sólo lo económico, sino también el cuestionamiento hacia una forma de democracia política agotada o que ya no proporciona expectativas a los de derecha, centro o izquierda, pues todos los partidos han terminado haciendo lo mismo, exhibiendo sus debilidades de legitimidad.
En España, como en Europa, cuando se habla de crisis ésta tiene connotaciones diferentes las nuestras. Para ellos es una palabra nueva, mientras para nosotros son más de 40 años de crisis crónica.
Es por ello que el discurso de la acampada (plantones nuestros) tiene la gran fuerza del optimismo y la confianza, en que los miles en la plaza, revertirán las medidas de ajuste económico que afectan al conjunto del sistema educativo, de salud, empleo, vivienda, ahorro y niveles salariales. En este sentido, la gran pregunta es: cuando la asamblea decida levantarse, ¿con qué fuerza y perspectiva se hará? Las palabras claves serán interlocución, estrategia, mantener la frescura de hasta ahora, sumar las fuerzas estructurales y lograr la alianza con los sindicatos, las organizaciones pro vivienda, los gremios de profesionistas y estudiantiles, los movimientos gremiales que han surgido por cientos en toda España y que, en la víspera, han realizado manifestaciones particulares en rechazo a las medidas de ajuste económico.
Es obvio que la transición española construyó una política económica de Estado con un alto consenso y que sirvió de marco para contener la polarización política dentro de un acuerdo general. Un punto fue la inserción de España en la Unión Europea, que le generó avances y sustentabilidad económica para combatir el atraso y la pobreza dejados por el franquismo. Hoy, eso ya no basta y reclama un ajuste, pues hacia adelante muchas de las conquistas sociales están en riesgo de perderse: pero eso requiere de un nuevo pacto para las condiciones actuales. Lo contrario es reventar y dejar que las contradicciones afloren, como en México, donde los problemas y la crisis endémica nos alcanzaron y sobrepasaron por mucho.
El Estado español ha querido enfrentar la crisis actual con un dejo de tolerancia hacia la movilización. Esa tolerancia no pareciera estar sustentada en la seguridad, sino en lo incierto, pues lo que vive España es parte de la crisis en Medio Oriente, en Inglaterra, Francia, Portugal, Grecia, Italia y Rumania, donde la crisis económica y las políticas de rescate en la Unión Europea están permeando la perspectiva económica del mundo.
Por todo ello los acontecimientos de España son un gran laboratorio cercano, de agotamientos, de posibilidades de rupturas, pero también de diseño de perspectivas y, aunque nuestras realidades y crisis son diferentes, tienen el común denominador de ser sociedades que buscan alternativas ante sistemas y formas políticas agotadas, aisladas y grandemente cuestionadas.
Da igual
Pedro Miguel
Qué pena, pero en este lado del charco da igual que sean los socialistas o los populares, porque unos y otros han sido metiches, insolentes e irrespetuosos en el manejo de las relaciones de España con América Latina. Ambos han procurado mantener o imponer términos favorables al saqueo y la depredación de los recursos humanos, financieros y naturales de esta zona del mundo. Los dos bandos han conspirado contra los proyectos de desarrollo independiente encabezados por Evo, por Chávez y por los hermanos Castro y no han querido entender que si a veces el presidente venezolano hace el ridículo, y si los jerarcas cubanos son un tanto patéticos, ambas cosas son asunto de los venezolanos y de los cubanos, no de los ocupantes temporales de un remoto palacete neoclásico que, en descripción de alguien que vivió allí durante 14 años, es una tarta de nata montada con toques de purpurina y en el que un día durmieron, arropados con edredones de jefes de Estado, Saddam Hussein y Leónidas Trujillo.
Uno sabe bien que, cuando piensan, hablan y actúan hacia América Latina, González, Aznar y Ródriguez Zapatero no ven un conjunto de sociedades esperanzadas, desgarradas y casi siempre oprimidas, sino mercados para Telefónica, campos petrolíferos explotables para Repsol, condiciones de saqueo financiero para BBVA y Santander, indios guatemaltecos asesinables para Unión Fenosa, subcontratación y corruptelas para Eulen, ventas de publicidad disfrazada de información oficial para Prisa. En la época actual, España no tiene empresas: es un conjunto de corporativos privados el que tiene a España, y el gobierno de ese país es un equipo multidisciplinario de relaciones públicas, penetración de mercados, gestión de crisis y control de daños. Lo cual, por supuesto, no es un fenómeno exclusivo de la madrastra patria: ahí tienen el caso de Obama, quien con tal de preservar los cotos de Halliburton y de Blackwater en Asia central es capaz de sostener, en público y sin ruborizarse, que la guerra es la paz, como ya lo decía el Gran Hermano en la novela de George Orwell.
Lo más triste es que a un sector creciente de la propia sociedad española le dé lo mismo que la cabecita parlante se apellide Rajoy o Zapatero. Mejor dicho: lo más triste es que Rajoy y Zapatero sean lo mismo ante tantas cosas sustantivas, que el primero haya sobrevivido sin novedad al bao de inmundicia que organizó su propio partido, que el segundo empiece a comportarse igual que el presidente de Yemen ante las protestas sociales y que la sucesión en el gobierno ocurra entre ellos, es decir, que no ocurra casi nada: el jaloneo es sólo por el poder.
Tal vez así pueda entenderse el hecho insólito de que en varios pueblos de Almería (Benitaglia, Sufli, Turrillas...) el PSOE no haya recibido ni siquiera los votos de sus propios candidatos. Para qué molestarse con esos dos adjetivos mentirosos con los que quieren distinguirse las dos fuerzas españolas dominantes: los socialistas obreros son en realidad capitalistas neoliberales, como los del Partido Popular, y éstos, al igual que los aún gobernantes, son profundamente antipopulares en sus estrategias económicas y sociales.
Si en la hora actual hay espíritu democrático en España, éste no se encuentra, de seguro, en La Moncloa ni en el Palacio de las Cortes, sino en la Asamblea del Sol, sita en la plaza madrileña del mismo nombre y en otras de España. Con todo el cansancio y el calor acumulados durante más de una semana de cuestionamiento frontal al sistema, a contrapelo de la improbabilidad de advenir, aquello sigue siendo un hervidero de ideas, sueños, igualdad y fraternidad, y el primer cuestionamiento social al régimen posfranquista. Significativamente, para ellos Rajoy o Zapatero también han terminado por ser más o menos lo mismo.

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