Los capos del futbol
América de Cali. Víctima del narcofut
A finales de los ochenta, los equipos de futbol América, de Cali, y
Millonarios, de Medellín, arrasaban con los campeonatos de Colombia. Sin
embargo, la persecución y caída de los hermanos Rodríguez Orejuela, de Pablo
Escobar y de Gonzalo Rodríguez Gacha tuvo el inesperado efecto de privar a estos
clubes de su combustible: el dinero del narco que compraba jugadores famosos y
ablandaba la mano de los árbitros. La posible renuncia de Millonarios a dos de
las estrellas de su camiseta (que simbolizan títulos malhabidos) parece iniciar,
ahora sí, un camino hacia la legalidad en el negocio futbolero.
BOGOTÁ (Proceso).- Pese a las limitaciones de sus 86 años, el legendario
exjugador argentino Alfredo Di Stéfano asistió a la embajada de Colombia en
Madrid, España, la noche del martes 25. Allí lo esperaban los principales
directivos del club deportivo Millonarios, encabezados por su presidente, Felipe
Gaitán, algunos socios del equipo y la plantilla titular de jugadores, que
acababan de cruzar el Atlántico desde la lejana Sudamérica. También acudió un
puñado de ejecutivos del poderoso Real Madrid.
El punto de encuentro de esa noche era Di Stéfano, quien hizo historia en
Millonarios y en Real Madrid entre 1950 y 1964 y fue calificado por la
Federación Internacional de Futbol Asociado (FIFA) como uno de los cinco mejores
futbolistas del siglo XX, al lado de Pelé, Beckenbauer, Maradona y Cruyff.
Las directivas de los dos planteles se habían puesto de acuerdo para jugar un
partido amistoso el miércoles 26 en el estadio Santiago Bernabéu para homenajear
a Di Stéfano y de paso recordar los 60 años del histórico encuentro en que
Millonarios, con la estrella argentina, le ganó al Madrid 4-2 en su propia
cancha.
Era mediodía del 26 en Madrid y las siete de la mañana en Colombia, cuando la
cadena W Radio reveló una primicia: Millonarios se propone renunciar a dos
títulos obtenidos en forma fraudulenta, según sus nuevos dueños. Más aún, uno de
éstos le reveló a un reportero que la próxima junta directiva del club bogotano
borraría dos de las 13 estrellas de su camiseta, correspondientes a los
campeonatos de 1987 y 1988.
Acto seguido, la W entrevistó a Gaitán, quien, desconcertado por la
filtración, sólo atinó a decir: “Todos sabemos el desafortunado pasado que ha
habido en el equipo en Colombia, y es algo que con la nueva gestión y
transparencia se ha puesto sobre la mesa, pero no hay posición oficial en este
momento”.
La escueta declaración del presidente de Millonarios reabrió un debate que
parecía cerrado sobre la historia reciente del club, cuando fue penetrado por
los dineros mal habidos de José Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, capo del
cártel de Medellín y socio de Pablo Escobar.
Ahora, a partir de la inédita iniciativa, Colombia se apresta a escudriñar
nuevamente en el escándalo que estalló en noviembre de 1983, cuando el entonces
ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, denunció públicamente que “dineros
calientes” habían ingresado a Atlético Nacional, Millonarios, Santafé, Deportivo
Independiente Medellín, América y Deportivo Pereira, seis de los 14 clubes
profesionales de futbol. En una rueda de prensa, Lara se comprometió ante
reporteros internacionales a llevar las pruebas ante la justicia.
En esa ocasión, el programa televisivo Enviado especial, dirigido por el
veterano periodista Germán Castro Caycedo, mostró por primera vez el rostro de
El Mexicano, que se presentó como un empresario, dueño de numerosas haciendas en
el caluroso municipio de Pacho, 80 kilómetros al norte de Bogotá, donde tenía su
centro de operaciones. El menudo y mal hablado capo presumió orgulloso su
costoso caballo Túpac Amaru y reconoció sin rodeos que era accionista de
Millonarios.
Las denuncias del ministro de Justicia fueron llevadas a los jueces de
Instrucción Criminal y por meses se mantuvieron en secreto, pero la creciente
influencia del narcotráfico en la vida de Colombia quedó en evidencia cinco
meses después de las revelaciones de Lara, cuando dos sicarios lo acribillaron
en el norte de Bogotá por órdenes de El Mexicano y Escobar. Era el 30 de abril
de 1984.
Ante el féretro de su ministro, el presidente Belisario Betancur anunció el
restablecimiento de la extradición de colombianos a Estados Unidos, que se había
negado a aplicar desde su arribo al gobierno dos años atrás.
El primero en ser extraditado, el 5 de enero de 1985, fue el reconocido
dirigente deportivo Hernán Botero Moreno, presidente del Atlético Nacional, con
sede en Medellín y uno de los clubes señalados por Lara. Durante la gestión de
Botero, quien poseía 76% de las acciones, la oncena antioqueña fue campeona en
1973, 1976 y 1981. El directivo se hizo famoso ese último año porque en un
clásico contra el Deportivo Independiente Medellín sacó un fajo de dólares y se
lo mostró al árbitro Orlando Sánchez a través de la malla.
Tras la muerte de Lara, las autoridades acosaron a los mafiosos hasta
forzarlos a la clandestinidad. Pero no se amedrentaron, sólo se hicieron menos
visibles. El futbol les daba estatus en los cárteles y era una manera como
tantas de gastar sus inmensas fortunas.
El Mexicano siguió manejando a Millonarios a su antojo. Había llegado al club
en 1979 por una pista del capo del cártel de Cali Miguel Rodríguez Orejuela, ya
accionista del equipo América, con quien sostenía buenas relaciones antes de
estallar la guerra entre las dos poderosas organizaciones delictivas. Rodríguez
le contó a El Mexicano que el club bogotano tenía un déficit de 200 millones de
pesos, una fortuna en la época, y que su futuro estaba comprometido.
Entusiasmado, Rodríguez Gacha compró un paquete accionario equivalente a esa
suma, pagó en efectivo y pidió que los documentos fueran suscritos a su nombre,
el de su hermano Justo Pastor y su esposa Gladys Pimentel. El jefe del cártel de
Medellín ya era el accionista mayoritario del equipo colombiano más popular y
con más títulos.
A partir de ahí y en los primeros años de los ochenta, la presencia del
mafioso era frecuente en la sede del equipo, un enorme predio en el norte de la
capital colombiana. Además, los jugadores iban a entrenar a menudo en sus
haciendas en Pacho, llamadas Mazatlán y Cuernavaca. Una fotografía que las
autoridades encontraron años después de estos hechos lo muestra vestido con la
camiseta del equipo y alineado con el plantel titular.
El allanamiento policiaco a una de sus oficinas en el centro de Bogotá en
agosto de 1989, tras el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán,
confirmó que El Mexicano llevaba de su puño y letra la contabilidad de
Millonarios, incluida la compra de costosos jugadores extranjeros. Uno de esos
archivos muestra su firma en el fichaje, en agosto de 1983, de los reconocidos
jugadores argentinos Esteban Gesto, José Daniel Van Tuyne, Alejandro Barberón,
Alberto Pedro Vivalda y Carlos Ángel López.
De la mano llena de dólares de Rodríguez Gacha y con sus estrellas,
Millonarios salió de la encrucijada financiera y ganó los campeonatos de 1987 y
1988. Estuvo a punto de repetir en 1989, pero el 15 de noviembre un grupo de
sicarios asesinó en Medellín al juez de línea Álvaro Ortega, quien acababa de
salir del partido Medellín-América en el estadio Atanasio Girardot.
Una semana después el Ministerio de Educación suspendió por primera vez el
torneo, en cuyas finales ya estaban clasificados Millonarios y Junior. Al mes,
el 15 de diciembre, el Bloque de Búsqueda de la Policía dio muerte a El Mexicano
tras una intensa persecución en las playas de Coveñas, en la costa norte del
país.
Con el capo desaparecieron los intereses del cártel de Medellín en el futbol.
A Pablo Escobar le gustaba ese espectáculo y era hincha del Medellín, pero nunca
mostró interés en controlar equipos o invertir dinero en ellos. Tampoco se
confirmó que poseyera paquetes minoritarios de acciones en Medellín y Nacional,
como señalaban investigaciones periodísticas de la época.
Aun así, Escobar logró que el Independiente Medellín fuera a jugar con él y
sus lugartenientes a la cárcel de La Catedral a finales de 1991, donde estaba
confinado luego de someterse a la justicia. Igualmente célebres son las visitas
de los jugadores René Higuita y Leonel Álvarez.
El costo de la limpieza
Aunque Millonarios ha puesto sobre la mesa sus dos estrellas obtenidas en la
era de El Mexicano, otro equipo de futbol, el América de Cali, logró muchos más
triunfos de la mano de los hermanos Rodríguez Orejuela, los capos del cártel de
esa ciudad del occidente colombiano, quienes tomaron el control del club a
mediados de los setenta del siglo pasado. Hoy América tiene 13 estrellas en su
camiseta, las mismas que Millonarios.
Luego de contratar jugadores de reconocida calidad, en 1979 el club
vallecaucano ganó por primera vez un campeonato y continuó la buena racha entre
1982 y 1986, cuando obtuvo cinco títulos nacionales consecutivos y tres
subcampeonatos en la Copa Libertadores de América. Incluso el capo Miguel
Rodríguez asistió a algunas reuniones de la División Mayor del Futbol Colombiano
(Dimayor), que agrupa a todos los clubes profesionales, donde Rodríguez fungía
como vocero del América.
En junio de 2009, Fernando Rodríguez Mondragón, hijo del capo Gilberto
Rodríguez, admitió en una entrevista con el periódico El Universal de México que
sus parientes compraron varios títulos del club rojo, “un equipo casi invencible
que se paseó por todos los estadios de Colombia no solamente con sus grandes
jugadores, sino con el dinero que había producto del narcotráfico, el cual
también influyó en ciertos resultados cuando empezaron a pagarles a los árbitros
dinero para que favorecieran al equipo”.
Ya pasada la estela de corrupción y muerte que arrasó a casi todos sus
equipos profesionales de futbol colombianos, la legislación reciente permite
pensar que los equipos avanzan hacia la limpieza. La Ley del Deporte, promulgada
en mayo de 2011, forzó a los equipos a convertirse en sociedades anónimas para
obligarlos a transparentar sus ingresos, sus gastos y sus inversiones en el
extranjero. Hoy, 24 clubes profesionales y de la categoría B son empresas
conocidas públicamente que, si bien afrontan dificultades económicas, tienen un
rostro legal ante la afición.
Después de la muerte de El Mexicano, Millonarios no ha ganado ningún título y
desde hace 24 años el equipo no pasa de la parte media de la tabla. El América,
tras la extradición de los hermanos Rodríguez Orejuela hace más de una década,
padece un aislamiento comercial y la falta de recursos lo llevó el año pasado a
la categoría B, donde lucha por sobrevivir.
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